Florilegio

7 – Florilegio

Dos mujeres miran dos tumbas que imaginamos. La primera echa un vistazo hacia la segunda.

Un – ¡Enhorabuena! Eso sí que es una tumba bien florida… De verdad que es magnífica.

Dos – Gracias… Pero es mucho trabajo, sabes… Aunque cuando se ve el resultado, se olvida todo lo demás…

Un – Claro.

Dos – ¿Y las tuyas, se las compraste al florista de al lado?

Un – Qué va… yo misma las cultivo. Y escúchame bien… ¡sin abonos químicos, faltaría más!

Dos – Lo que yo te diga… Las flores biológicas, no hay nada mejor.

Un – Confieso que pensé en incinerar al mío, pero bueno, la incineración. No resulta muy ecológico, ¿ verdad ?

Dos – Por supuesto… Y el suyo, ¿murió hace tiempo…?

Un – Hará viente años el 24 diciembre…

Dos – ¡Dios mío! ¿ El 24 de diciembre ?

Un – Pues sí… La nochebuena… Ya te puedes imaginar lo animada que estaba para celebrarla…

Dos – ¿Un hueso de pavo que se le atragantó..?

Un – No… Le atropelló un coche… Un borracho que ni siquiera tenía el carné.

Dos – A ellos habría que matarlos…

Un – Por lo menos, murió en el acto. No sufrió. ¿Y el tuyo?

Dos – Cinco años exactamente. Es su cumpleaños…

Un – Deja un gran vacío, ¿verdad?

Dos – Sí… Tengo otro, pero bueno. No es igual…

Un – Claro.

Dos – ¿ Y tú, tienes otro ?

Un – No. Ni siquiera tuve ganas. Sabía que no podía ser sustituido… Tengo un gato. Pero un gato… no es igual.

Dos – A pesar de todo… hay que seguir viviendo. ¿Tienes hijos?

Un – Tres. Pero bueno… Tampoco es igual, ¿ verdad ? No hay sustitución posible.

Dos – Sobre todo cuando crecen. Y se marchan de casa.

Un – Ellos, de no haber muerto prematuramente, nunca nos habrían abandonado.

Dos – Claro… Pero no viven tanto tiempo como nosostras, lo sabemos. Tendríamos que estar preparadas…

Un – Si… Y a pesar de todo, cuando ocurre, es un trauma. ¿ Como encontraste el tuyo ?

Dos – Por internet.

Un – Ah, sí… En mi caso, hace veinte años… todo ese rollo aún no existía… Recogí el de la vecina. Ya no lo quería…

Dos – Es horrible… Hay mujeres así… Escogen uno, y luego se dan cuenta de que no es exactamente lo que habían imaginado… Así que prefieren abandonarle… Afortunadamente, estabas allí para recogerle… Estoy segura de que fue muy feliz contigo el tiempo que vivió…

Un – ¿ Tienes una foto ?

Dos – Mira, ahí hay una, en su sepultura.

Un – Ah, sí, no la había visto… Dios mío, qué mono era… Con esas orejas. Son tan grandes que casi le tapan los ojos…

Dos – Si lo hubieras visto con unos años menos. Con más pelo. ¿ Y el tuyo ?

Un (enseñándole una foto) – Mira…

Dos – Ah, sí… Con el pelo rizado… Muy cariñoso, ¿ verdad ?

Un – Un amor…

Suspiran.

Un – Bueno, ya me tengo que ir. Creo que nos estan esperando para cerrar las puertas.

Dos – ¿ Vienes muy a menudo ?

Un – En cuanto puedo. Pero se me hace lejos… ¿ Y tú ?

Dos – Yo, afortunadamente, vivo justo enfrente. La verdad es que de la ventana de mi cocina, puedo verlo…

Un – Qué suerte… Así que nos volveremos a ver…

Dos – Si Dios quiere.

Empiezan a irse.

Un – ¿ Y el tuyo, de que murió ?

Dos – Una larga enfermedad, como dicen cuando no saben. Al final, sufría tanto… Tuve que llevarlo a que le pusieran la inyección.

Un – Vamos, piensa que donde están ahora, ya no sufren más.

Dos – ¿ Crees que hay un paraíso para ellos también ?

Un – Vete a saber… Puesto que ya hay cementerios…

Oscuro.