1 – Pésame (mucho)
Un hombre se recoge delante de una tumba. Otro llega.
Dos – Disculpe, busco la tumba de Velázquez…
Uno – ¿ Diego Velázquez ? ¿ Está enterrado aquí ?
Dos – Perdón… Quería decir, Consuelo, claro… Ando un poco despistado…
Uno – Consuelo…
Dos – Consuelo Velázquez… Ya sabe… (Cantando) : Bésame, bésame mucho…
Uno – Ah, sí… La cantante… Pues, no sé…
El otro empieza a irse, pero luego se detiene, echando un vistazo a la tumba que el primero está mirando.
Dos – ¿ La conocía…?
Uno – Era mi amante…
Dos – Ah… Lo siento.
Uno – No vale la pena, sabe… Era una puta…
Dos – Vamos, no diga eso…
Los dos quedan silenciosos un momento, recogiéndose delante de la tumba.
Dos – Por eso habrá venido después de la ceremonia y no antes… Para no encontrarse con el marido…
Uno – Sí…
Dos – ¿ No la habrá matado usted, verdad ?
Uno – No, no, qué va… La atropelló un tranvía… Justo cuando salía de mi casa… para recoger mi mechero que me había dejado en el coche… Y al cruzar de nuevo la calle para volver… Habían inaugurado la línea el día de antes. Pero se le olvidó…
Dos – Ese es el problema con los nuevos tranvías eléctricos. Son ecológicos, claro, pero como no hay motor, no se les oye llegar…
El primero saca un cigarillo y se lo pone en la boca.
Uno – ¿ Tiene fuego…? Como ya no tengo mechero…
Dos – Claro, como no…
Uno – ¿No estará prohibido, verdad ?
Dos (dándole fuego) – Los cementerios, son los únicos lugares donde todavía tienes derecho a fumar.
El primero enciende su cigarillo.
Uno – Así es como su marido se enteró de que era cornudo… Ella le decía que iba a ver a su abuela al asilo. La vieja no se acordaba nunca de nada. Era cómodo. Pero como el tranvía le pasó por encima enfrente de mi casa… El marido tuvo que sospechar algo…
Dos – Ya ve… Enterarse al mismo tiempo de que eres viudo y eras cornudo…
Uno – Desde entonces, voy andando…
Dos – ¿ Cómo dice…?
Uno – Enterró a su mujer con mis llaves ! Para vengarse, supongo…
Dos – ¿ Sus llaves ?
Uno – ¡ Las de mi coche ! Que le había dado a ella para que me fuera a buscar el mechero…
Dos – Claro…
Uno – Fui a la presentación del cuerpo, y las vi que le salían un poco del bolsillo… Pero como había tanta gente… No pude hacer nada… Y ahora…
Dos – ¿ Y no las tenía duplicadas…?
Uno – Sí… Pero el otro juego lo tiene mi mujer…
Dos – Pues le dice a su mujer que ha perdido las suyas, y ya está.
Uno – Nos separamos… (Enseñando la tumba) Esa puta le acababa de contar que la engañaba con ella… Así que… ¡como para pedirle las llaves… !
Dos – Claro…
Uno – Pronto se hará de noche… ¿ No tendría una pala por casualidad ?
Dos – ¿ Lo dice en serio ?
Un – Así que no tiene pala… ¿ Y lleva coche ?
Dos – ¿ Quiere que le deje en alguna parte ?
Uno – Muy amable. ¿ Hacia dónde va ?
Dos – Hacia el hospital. Vivo justo enfrente. Soy médico.
Uno – Qué raro, ahí vivía también ella. Y su marido era cirujano…
Dos – Sí… Soy su marido…
Uno – Claro. Ahora lo entiendo… he tenido mis dudas al ver el mechero…
El primero saca el mechero de su bolsillo.
Dos – Disculpe… Se lo devuelvo, por supuesto… No sabía de quién era… Y también me sorprendió encontrarlo en su mano cuando me la devolvieron. Como no fuma… Bueno, no fumaba…
El otro coge el mechero.
Uno – Gracias. (Echando un vistazo al mechero) Fíjese. Ni un rasguño…
Dos – Mi mujer, en cambio…
Uno – Lo quiero mas que a la niña de mis ojos… (Poniendo el mechero en el bolsillo)Ella me lo regaló…
Dos – En cuanto a sus llaves… Le juro que no sabía nada, lo siento… No se me ocurrió hurgarle en los bolsillos…
Uno – Le creo, no se preocupe… ¿Para qué me mentiría ahora…?
Se disponen a irse.
Uno – Pero yo creía que usted estaba buscando la tumba de Velázquez… Por eso no desconfié… ¿ Era una trampa…?
Dos – De ningún modo… Pero comprenderá que durante esa interminable ceremonia no tuve tiempo de recogerme en la tumba de Consuelo…
Uno – ¿ Su mujer no se llamaba Carmen ?
Dos – Sí… Sí, sí… Ahora me refiero a Consuelo Velázquez… Bésame mucho… ¿ No recuerda ?
Uno – Ah, sí…
Dos – Es mi cantante favorita… Como sabía que estaba enterrada aqui… Me dije que volvería más tarde para visitarla tranquilamente… No importa, lo haré otro día…(Después de un momento) Siempre me pregunté qué podían hacer con los muertos cuando los cementerios están llenos…
Uno – Se les olvida, supongo… Aparte de algunas celebridades…
Dos – Eso debe de ser la immortalidad. Una perpetua concesión…
Se alejan.
Uno – Es verdad que es un lugar un muy agradable…
Dos – Ella quería ser enterrada aquí…
Uno – Le habrá costado un huevo ¿ No ? Es muy cursi…
Dos – ¡Y que lo diga!… Ese era su lado esnob…
Salen.
Dos – Tiene razón, era una puta…
Uno – Vamos, no diga eso…
Oscuro.