Un ataúd para dos

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

2 hombres y 2 mujeres

Cuando dos candidatos a las elecciones, deben incinerar sus respectivas parejas el mismo día del escrutinio, se corre el riesgo de pucherazo en las urnas, sobre todo cuando el director de las pompas fúnebres ha contratado a una ayudante algo incontrolable.


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TEXTO DE LA OBRA

UN ATAÚD PARA DOS

Personajes

Inmundo Buitre (IB)

María de los Dolores (MD)

José Luis Rodríguez Zapatilla (FZ)

Lita Barberó (LB)

Recepción de una empresa de pompas fúnebres, igual a la de cualquier otra empresa. Sobre la mesa de despacho un teléfono que suena insistentemente. Entra, gruñendo, el sr. Buitre. Viste con toda seriedad.

INMUNDO – ¡Ya voy… Ya voy! No sé qué prisa tiene hoy todo el mundo… Acabarán conmigo… (descuelga) Inmundo Buitre Pompas Fúnebres a su servicio… (con amabilidad comercial) Si señor Verdugo, vamos a recibirlo esta mañana… Sí, de roble con los tiradores dorados y capitoné verde manzana… La colección otoño-invierno, claro… Ya sabe que la señora Verdugo era muy coqueta. Créame, este modelo no la decepcionará. La verdad es que nunca hemos tenido ninguna reclamación… El martes… Sí, claro… Que usted lo pase bien, señor Verdugo… Mejor dicho… Hasta el martes señor Verdugo y, de nuevo, todas mis condolencias… (cuelga)   No sé dónde tengo la cabeza… (suena el teléfono de nuevo, sin dejarle un segundo de respiro) ¡Coño con el telefonito! (descuelga) Inmundo Buitre pompas fúnebres a su servicio.. ¡Ah, eres tú, cariño! ¿Has ido al médico? ¡Que tienes gripe…! Me lo temía, con la epidemia tan virulenta que hay este invierno… Pues aquí no deja de sonar el teléfono… Menos mal que me mandan la nueva colección esta mañana… Espero no me caiga ningún muerto más… No, no lo digo por ti, cariño… Pero la verdad es que estoy desbordado. Desde luego has ido a ponerte enferma en el momento menos oportuno… Yo aquí, solo… No sé cómo me las voy a arreglar… Pues no, la chica que me envía la agencia no ha llegado todavía y ya son más de las nueve. Empezamos bien … (mira por la ventana) Me parece que ya llega. Bueno, te dejo. Cuídate, mi amor… Si, yo también te quiero…

Entra María de los Dolores, una chica joven con un aspecto poco apropiado para el trabajo (a elegir, excesivamente sexi, o hippy o gótica, por ejemplo)

MARIA DE LOS DOLORES – Buenos días… Se me ha hecho un poco tarde, lo sé…

INMUNDO – En efecto… Se le han pegado las sábanas, como si lo viera.

MD – ¡Qué va…! El despertador sonó a su hora, me levanté, me duché y todo, todo… Pero, me dormí en el autobús y el chofer me despertó al final del trayecto. Y, claro, tuve que volver a recorrer el mismo camino. (suena el móvil y descuelga) Usted perdone… Hola tía… No; acabo de aterrizar en el curro… Si, en Inmundo Buitre. Para una vez que me despierto temprano voy y me duermo en el bus…

IB – Bueno… Ya está bien…

MD – Perdona guapa, te llamaré cuando esté esto más tranquilito, ¿vale? (guarda el portátil) Pamela, mi colegui…

IB – ¿Y usted cómo se llama?

MD – María de los Dolores

IB – ¿María de los Dolores…?

MD – ¿Algún problema?

IB – No… Realmente me parece un nombre muy apropiado para este negocio.

MD – Cosa de mis viejos, muy mea pilas ellos…

IB – Lo que no me gusta nada es su forma de vestir.

MD – ¿Qué tiene de malo?

IB – No sé… ¿Le han dicho en la agencia que tendrá que atender a los clientes?

MD – Me dijeron que se trataba de un trabajo de recepcionista.

IB – Comprenderá que para este tipo de negocios, sería mejor que se vistiera de forma sencilla y austera.

MD – ¿Sí?

IB – Se supone que habrá trabajado alguna vez como recepcionista…

MD – Tengo el título de steticienne y he trabajado en el Corte Inglés para la campaña de navidad.

IB – ¿steticienne? Sí, eso podría ayudarnos bastante

MD – Si usted lo dice…

IB – No sabía que el Corte Inglés se dedicara también a estas cosas… Es que lo abarcan todo…

MD – Yo estaba en charcutería…

IB – En cierto modo viene a ser lo mismo… Nosotros también tenemos fiambres.

(Suena el teléfono)

IB – Bien… Pues ha llegado el momento de que demuestre lo que sabe hacer… Tendrá que arreglárselas solita… Yo estoy a tope de trabajo y no tendré tiempo de enseñarla. Coja el teléfono y conteste…

MD – Eso está hecho… (descuelga el teléfono con mucha seguridad) Fiambres Buitre al habla… Pues no señora, lo siento, ha debido equivocarse… No se preocupe… Adiós, señora….

Se la ve visiblemente contenta por lo que ha hecho. Se vuelve sonriendo hacia Inmundo Buitre que la mira horrorizado

MD – ¿Ocurre algo?

IB – Me están gastando una broma ¿no es así? Seguro que hay por ahí una cámara oculta.

MD – No sé de qué me habla… Era una señora que lloraba y que pensó que hablaba con las Pompas Fúnebres…

IB – ¡Es que esto es una empresa de Pompas Fúnebres!

MD – (que se ha quedado de piedra) ¿No me diga…?

IB – ¿Los de la Agencia no le dijeron a qué nos dedicamos?

MD – Tan sólo que se trataba de eso, de fiambres…

IB – Es como una pesadilla… (conformándose) Bueno, por desgracia ya no se puede hacer nada.

MD – ¿O sea que en esto es una funeraria? Pues yo nunca había trabajado en un sitio así…

IB – Lo único que tiene que hacer es contestar al teléfono y tomar nota de los recados. Si entra alguien me avisa inmediatamente. Y, sobre todo, no tome ninguna iniciativa. ¿De acuerdo?

MD – De acuerdo.

IB – Ahora tengo que ocuparme de mi diputado…

MD – ¿Un diputado?

IB – Sí un diputado. Son las legislativas anticipadas… ¿No ha fijado en los carteles electorales en la pared del cementerio? Esta misma noche conoceremos el resultado…

María de los Dolores echa un vistazo a los carteles

MD – Pues yo ahí veo a la diputada Lita Barberó y no parece que esté enferma…

IB – No se trata de ella, sino de su marido, el señor Barberó, que es el diputado saliente. Su mujer se presenta a las elecciones para sucederle.

MD – Ya…

IB – Hoy es el funeral por el señor Barberó y me está costando darle un aspecto presentable… El cuerpo estuvo sumergido bastante tiempo en el agua y claro…

MD – (horrorizada) ¿En el agua?

IB – Sí, pero estoy haciéndole con un perfecto trabajo de reconstrucción, ahí mismo, en la trastienda… Y, créame que no resulta nada fácil… Le quedaría muy agradecido si usted, como stéticienne que es, le diera el último toque al cadáver. Normalmente es mi mujer la que se ocupa de estas cosas, pero como no está…

MD – ¿Quiere decir que yo…?

IB – Me dijo que tenía el título ¿no es así?

MD – Sí… Más o menos…

IB – Pues tendrá que ayudarme…

MD – Sí… Claro…

IB – En esa confianza la dejo sola de momento (se vuelve hacia ella) Por cierto, espero una entrega de una mercancía a lo largo de la mañana. Me avisa inmediatamente, por favor…

MD – ¿Una mercancía? (horrorizada) ¿Quiere decir que van a traer algún fiambre?

IB – Señorita, aquí no llamamos “fiambres” a nuestros clientes, sino nuestros queridos desaparecidos.

MD – Si usted lo dice…

IB – Además no consideramos su llegada como una “entrega de mercancía” sino como la última visita antes de emprender el camino al más allá.

MD – Vale, vale…

IB – Imagine que trabaja en una agencia de viajes. Nuestros clientes, en cierto modo, hacen un crucero pero sólo con billete de ida.

MD – Ya veo… Pero entonces ¿de qué mercancía se trata?

IB – Me refería a la entrega de ataúdes. La nueva colección. Ahí tiene el catálogo.

Sale Inmundo. María de los Dolores echa un vistazo al catálogo y pone cara de asco

MD – ¡Coño! ¿Y a esto llamas tú un crucero…? (saca el móvil y marca) ¿Pamela? No vas a creerlo… ¿A que no imaginas el trabajo que me han buscado esos hijos de puta de la agencia? ¡Pues nada menos que en unas pompas fúnebres! ¡Lo que hay que hacer para ganarse la vida! De momento esto está tranquilo. Sí, como recepcionista… (suena el teléfono fijo) Perdona, tengo que dejarte… (guarda el portátil) Inmundo Buitre… Pompas Fúnebres al habla… Si… Si (toma nota) La promoción del mes… De acuerdo… El modelo Pino Básico… a 99 euros más IVA… Perfecto… Se lo diré, señora Barberó… Puede estar segura… Hasta pronto señora Barberó…

Cuelga el teléfono y respira aliviada, aunque por poco tiempo ya que entra un hombre y se acerca a la mesa

MD – ¿Trae la mercancía?

JOSÉ LUIS RODRIGUEZ ZAPATILLA – ¿Qué…? No… Soy José Luis Rodríguez Zapatilla y tengo una cita con el señor Buitre… Para elegir un modelo.

MD – (con sonrisa comercial) Enseguida le llamo… Si quiere puede ir echando un vistazo al catálogo… (se lo entrega) ¿Es para hacer un regalo?

JZ – No. Es para mi esposa…

María de los Dolores le mira de reojo mientras el hombre echa un vistazo al catálogo.

MD – Ya decía yo que no tenía pinta de transportista.

JZ – ¿Decía usted?

MD – Perdone pero… Me parece haberle visto en alguna parte…

JZ – Pues si… Mi foto está por toda la ciudad.

MD – ¿Le busca la policía?

JZ – Todavía no… Por el momento tan sólo me presento a las elecciones (con un gesto señala los carteles en el muro del cementerio) Ese, el de los carteles, soy yo…

MD – ¡José Luis Rodríguez Zapatilla! ¡El rival de la señora Barberó!

JZ – Por ahí van los tiros…

MD – Usted se presenta por la derecha ¿no es así?

JZ – No… ni mucho menos. La señora Barberó sí… Yo soy de centro. Pero, ya sabe lo que dicen: “el centro está en todas partes”

MD – ¡Es fantástico! Jamás hubiera pensado que trabajando en un sitio como éste conocería a gente famosa…

JZ – Todos morimos un día, incluso los famosos…

MD – O sea que usted también ha perdido a su pareja.

JZ – Pues sí…

MD – Ha tenido suerte…

JZ – ¿Decía?

MD – Con un difunto en su haber la señora Barberó partía con ventaja, pero ahora… la cosa está más equilibrada.

JZ – ¿Usted cree?

MD – Por supuesto… Mire, si la abuela de Obama no hubiera muerto justamente antes del escrutinio ¿cree usted que un negro hubiera podido llegar a ser presidente de los Estados Unidos?

JZ – Puede que tenga razón… Ya veo que está muy al tanto de la política internacional… Por cierto, ¿sabe si está aquí el señor Buitre?

MD – Ahora mismo le llamo. (leyendo lo que pone en el teclado del teléfono) Veamos… Cámara fría… Cocina… Tanatopraxia… No sé lo que significa eso, pero pulsaré aquí, por si acaso (apoya sobre la tecla correspondiente y espera) ¿Señor Buitre? Don José Luis Rodríguez Zapatilla ha llegado… (cuelga) Ahora mismo viene…

Silencio un tanto embarazoso. José Luis ojea el catálogo por hacer algo

JZ – ¿Y usted ya ha elegido?

MD – Me parece poco delicado por su parte, señor Zapatilla. Todavía soy un poco joven para elegir un ataúd…

JZ – Me refería a las elecciones… Hoy se sabrá el resultado. ¿Ha ido ya a votar?

MD – No… Aún no…

JZ – O sea que todavía puede votar por mí… ¿Conoce mi programa?

Llega Inmundo Buitre

IB – Buenos días señor Zapatilla. Mis condolencias…

El señor Zapatilla pone de nuevo cara de circunstancias

JZ – El Destino que es inexorable…

IB – Al menos murió dignamente

JZ – ¿Usted cree?

IB – ¿No es así?

JZ – La pilló un tranvía…

IB – Usted perdone, debo confundirle con la señora Verdugo… que murió en su cama mientras dormía. Tenía 91 años…

JZ – Mi mujer era algo más joven…

Inmundo se da cuenta de que María de los Dolores está pendiente de lo que hablan con una curiosidad poco discreta.

IB – ¿Le importaría traernos unos cafés, María de las Angustias?

MD – De los Dolores, señor Buitre, María de los Dolores

IB – De acuerdo… De acuerdo… Por cierto, ¿sabe usted utilizar la cafetera express?

MD – Puedo intentarlo

JZ – Para mí extrafuerte, por favor

IB – La máquina está por ahí…

Sale MD.

IB – Perdone… Es tan difícil encontrar hoy en día personal competente… Mi mujer se ha tenido que quedarse en casa por la gripe. Este año es realmente virulenta.

JZ – Me lo va a decir a mí… Mi mujer murió de gripe…

IB – Creí que la había pillado un tranvía.

JZ – Si, mientras iba a comprar la vacuna a la farmacia…

IB – Siempre me pareció una vacuna peligrosa… Y le aseguro que estoy en el lugar ideal para saber lo que digo… A mi mujer le prohibí que se vacunara…

JZ – ¿Y cómo sigue?

IB – Parece un ligero resfriado. En pocos días creo volverá a trabajar. Es mejor dejar que la naturaleza actúe ¿No le parece?

JZ – Para mi mujer, el resfriado fue definitivo.

IB – ¿Ha elegido ya el ataúd, señor Zapatilla? Como habrá podido comprobar por el catálogo, nuestra colección es francamente soberbia…

JZ – (echando una ojeada rápida al catálogo) – Mmm…

IB – Como siempre digo a mis clientes : el precio que se paga por el ataúd va en relación directa con el cariño que tenemos a nuestros difuntos…

JZ – Prefiero algo muy sencillo, total para…

IB – Ya veo… Quiere algo elegante y discreto… ¿Tiene idea del modelo?

JZ – (señalando el catálogo) ¿Por qué no este mismo?

IB – (decepcionado) Pino básico. Un modelo descatalogado y en promoción en estos momentos.

JZ – A 99 euros más IVA, ¿no es así?

IB – Así es, señor Zapatilla

JZ – Total, para quemarlo…

IB – Tiene usted razón. Con el de pino bastará. Está usted de suerte, tan sólo nos queda uno. Se trata de un modelo que tiene muy buena salida… Por lo que respecta a los adornos quiero proponerle…

JZ – Lo más básico

IB – O sea pino sin adornos. Perfecto. ¿Desea algo más?

JZ – Nada más, por el momento…

IB – Pues, tomo nota señor Zapatilla.

Entra María de los Dolores con los cafés. Le da una taza a cada uno

JZ – Gracias, señorita…

MD – María de los Dolores

JZ – Muy apropiado… Sí señor, muy apropiado…

El señor Zapatilla vacía la taza de un trago. Hace un gesto de desagrado. Inmundo lo prueba y lanza una mirada furiosa a M.D.

IB – (excusándose con José Luis) Quizá, demasiado concentrado… ¿No le parece señor Zapatilla

JZ – Sí… Posiblemente…

IB – Esto resucitaría a un muerto…

MD – ¿Le apetece una caricia, señor Diputado?

José Luis se acerca a ella, ilusionado

IB – María de las Angustias…

MD – ¡De los Dolores!

IB – Eso… María de los Dolores le propone degustar las caricias de mi mujer.

JZ – Si es su mujer la que hace las caricias, me abstengo.

MD – La abstinencia no está bien en un diputado.

IB – Creo que la señorita ha querido decir “abstención”

JZ – Si, pero es que todavía no soy diputado.

IB – Por cuanto a las caricias se refiere, es el nombre que le damos a las galletas que hace mi mujer…

JZ – Ya…

Suena el portátil de José Luis con un timbre estridente

JZ – Perdonen (descuelga) Si…? Ya han salido las primeras estimaciones de voto? Sí… Muy bien. Voy ahora mismo… No, la ceremonia será a las once… Sí, en una hora… Por supuesto en la más estricta intimidad… No quisiera que mi dolor sirviera para atraer la simpatía de los electores… Supongo que no habréis olvidado avisar a la prensa… Muy bien… Hasta ahora…

IB – ¿Cómo se presenta la campaña electoral, señor Zapatilla?

José Luis deja el móvil sobre la mesa de recepción y saca del bolsillo dos papeletas electorales.

JZ – Como usted sabe era mi mujer la que tenía que presentarse a las elecciones, pero a causa de esta gran tragedia…

IB – Le comprendo perfectamente…

MD – A veces se han contabilizado papeletas de difuntos.

IB – La verdad es que visto el absentismo en el Congreso de los Diputados, no creo que nadie se diera cuenta inmediatamente.

JZ – (entregando a ambos las papeletas) Tengan. Les dejo información sobre nuestro programa.

IB – ¿Pero tiene usted un programa? Pensé que sería… No… Nada…

JZ – La verdad es que no tengo experiencia alguna en política. Pero como el centro tiene tantos problemas para encontrar candidatos… Me doraron la píldora y les dejé hacer… Ahora, he de marcharme… Han surgido algunos problemillas…

MD – Con toda seguridad no será nada grave…

Inmundo la fusila con la mirada

JZ – Como no encontraba colaboradores tuve que contratar a la hija de mi asistenta y acaban de decirme que está detenida por robo…

IB – Si necesita una nueva colaboradora estoy dispuesta a ayudarle…

JZ – ¿Por qué no? Lo pienso y le digo algo…

IB – Le esperamos para la ceremonia, no vaya a olvidarse

JZ – Por supuesto…

José Luis sale. Inmundo se vuelve hacia M.D. con cara de reproche

IB – ¿Qué le había dicho?

MD – Sobre qué…

IB – ¡Que debía limitarse a contestar al teléfono!

MD – Tan sólo intentaba ser amable con los clientes…

IB – ¿Ha llegado ya la mercancía?

MD – Todavía no…

IB – Si tardan mucho vamos a quedarnos sin stock.

MD – Se me olvidaba decirle que he hecho ya la primera venta. ¿No le parece estupendo?

IB – (inquieto) Le dije que no tomara iniciativas por su cuenta…

MD – Doña Lita Barberó, la viuda del diputado, ha elegido el modelo de pino básico.

IB – ¿Pino básico?

MD – Ya sé que es el más barato… Pero, una venta es una venta.

IB – ¡Tan sólo nos queda uno y acabo de prometérselo al señor Zapatilla para su mujer!

Entra la señora Barberó

LITA BARBERÓ – ¡Señor Buitre…! Precisamente es a usted a quién quería ver.

IB – Buenos días doña Lita … La acompaño en el sentimiento por la muerte de su esposo. Estoy seguro que aprobaría su elección.

LB – Se refiere al ataúd, imagino… Ciertamente era un hombre muy cercano al pueblo; que tenía gustos muy sencillos.

IB – Hablando de su candidatura para sucederle en el Parlamento…

LB – Mi cabeza no está para políticas en este momento (aprovecha para entregar a ambos papeletas electorales) Han sido los electores de mi marido los que han insistido en que me presentara con el fin de salvar el escaño… Pero… hablemos de la ceremonia…

IB – ¿Quizá prefiere otro modelo más adecuado a su categoría? La verdad es que el pino básico para un diputado…

LB – No… El pino me parece perfecto…Sobre todo porque he decidido incinerarle y, claro…

IB – ¿Usted también?

LB – ¿Decía?

IB – Nada… Es una decisión que se toma con mucha frecuencia últimamente… Pero, ¿no le gustaría echar un vistazo al catálogo?

MD – (en plan comercial) Se trata de la nueva colección. Mirar no compromete a nada…

IB – (enseñándole el catálogo) El modelo Luis XVI en caoba… tiene treinta años de garantía…

La señora Barberó mira distraídamente el catálogo

LB – No, gracias

MD –¿No le parece demasiado IKEA el pino básico?

IB – Si se decide por un modelo de más calidad, estaríamos encantados de hacerle un pequeño descuento. Piénselo, por favor.

LB – Miren, no tengo tiempo para pensar. El pino básico será suficiente.

IB – Lo que ocurre es que…

LB – ¿Algún problema?

IB – Lo siento en el alma señora Barberó. Ese modelo se ha acabado.

LB – Pero su secretaria me dijo por teléfono hace un rato que…

IB – Tiene usted razón, pero mientras tanto yo le prometí el último ejemplar al señor Zapatilla…

LB – ¿Zapatilla? ¿Mi adversario en las elecciones?

IB – Se trata de un malentendido. Le pido que acepte mis excusas… Esta señorita es novata y, claro…

LB – A mí eso me trae sin cuidado…

IB – Puedo proponerle otro modelo… Le haría un buen descuento…

LB – Eso se lo ofrece usted al señor Zapatilla.

En ese instante vuelve José Luis

JZ – Me parece que he dejado el móvil por aquí… (sorprendido al ver allí a su adversaria) ¡Doña Lita Barberó…!

IB – Seguramente ya se conocen…

LB – Un poco… La señora Zapatilla fue la rival de mi marido en las últimas elecciones…

IB – Entonces se trata casi de algo familiar…

JZ – Aprovecho para presentarle mis condolencias, señora Barberó

IB – El señor Zapatilla es todo un caballero. Seguramente no dudará en renunciar a su favor…

JZ –¿Pero, qué está diciendo?

LB – Parece ser, señor Zapatilla, que no sólo somos rivales para el escaño en el Congreso de Diputados…

IB – Mi ayudante le prometió a la señora Barberó el último modelo de pino básico que quedaba…

MD – Eso no es tan grave… En política también se prometen muchas cosas que no se cumplen…

JZ – Seguramente encontraremos una solución amistosa… ¿No es así señor Buitre?

IB – Por supuesto… Precisamente la nueva colección está a punto de llegar…

Suena el teléfono. Contesta M.D.

MD – Pompas Fúnebres Inmundo Buitre a su servicio… No se retire. Se lo paso… (entregándole el teléfono a Inmundo) Es para usted…

IB – Perdonen… Será sólo un momento… Sí… ¡No puede ser! ¿Su transportista tiene la gripe? Me está tomando el pelo ¿verdad? ¿Cuándo? ¿Esta tarde? Ya no llegaremos a tiempo… Esto no va a quedar así, se lo aseguro!

Cuelga, consternado

JZ – Bueno, no perdamos el tiempo… Yo estoy dispuesto a cambiar de modelo, si eso satisface a la señora Barberó. ¿Qué es lo que puede ofrecerme?

IB – La verdad es que… acabo de enterarme que no llegarán los ataúdes hasta dentro de unas cuantas horas…

JZ – ¿Entonces?

IB – El de pino básico era el último en stock…

JZ – ¿El último? ¿Y eso qué quiere decir?

IB – Lo siento, en este momento no tengo ningún otro ataúd disponible… a menos que dejemos a la señora Zapatilla en el frigorífico… El problema es que ya está en el tanatorio rodeada de su familia…

MD – Una situación delicada…

Consternación generalizada

LB – ¡El funeral por mi marido será hoy a las 11 en punto!

JZ – También el de mi esposa.

IB – (Para sí mismo, destrozado) Un ataúd para dos… Sólo faltaba eso…

LB – ¿No estará pensando en meter a mi marido y a la mujer de este señor en la misma cajita.

JZ – Desde luego, no estaría bien visto

IB – Podríamos aplazar una de las dos ceremonias hasta mañana…

MD – No creo que a ellos les importe demasiado

LB – A ellos no, pero a mí sí…

JZ – ¿Aplazarlo? ¡Ni hablar! ¡La prensa que me apoya ya está avisada!

LB – La mía también… No hay razón alguna para deje el protagonismo a mi adversario…

IB – ¿Qué hacemos entonces?

JZ – No creo que a mi mujer le importe que la chamusquemos sin ataúd

IB – ¿Qué está usted diciendo?

JZ – El ataúd tan sólo es un vehículo para llegar a la cremación. Total, cuestión de pocos minutos.

MD – Tiene usted razón. Es poco ecológico el cargarse un montón de encinas para fabricar ataúdes y luego quemarlos.

JZ – Eso sin contar con el humo y el efecto invernadero.

MD – Se podría hacer como en la India, un montón de leña al borde del …. (aquí poner el nombre del río que pase donde se está representando la pieza)

LB – Seguro que eso les gustaría a los chicos de la prensa.

OSCURO

ACTO 2º

José y Lita acuden juntos a la ceremonia con cara de circunstancias. Él mira discretamente su reloj.

JZ – ¿Cuándo van a terminar las cremaciones?

LB – No tengo ni idea… Es por la falta de costumbre…

JZ – Tengo la extraña sensación de estar en una maternidad esperando el feliz acontecimiento.

LB – Sí. Resulta extraño…

JZ – ¿Sabe ya lo que va a hacer?

LB – ¿Respecto a qué?

JZ – Respecto a las cenizas de su marido… ¿Dónde piensa guardarlas?

LB – No tengo ni idea… (después de unos segundos) ¿Abultan mucho?

JZ – Tampoco lo sé… Por lo general las entregan en una urna

LB – ¿Una urna…?

JZ – Una urna funeraria, claro…

LB – Claro…

JZ – Resulta irónico que un diputado acabe en una urna…

LB – Y usted, ¿qué piensa hacer?

JZ – Desde luego no la pondré en mi dormitorio…

LB – Por supuesto…

JZ – Quizá esparciré las cenizas por la hierba, aunque no sé si es legal hacerlo.

LB – Me parece que sí… No creo que nadie haya acabado en la cárcel por algo tan sentimental…

JZ – Por otro lado saber que lo que queda de tu media naranja anda tirado por ahí, entre la caseta del perro y la barbacoa… resulta peculiar también… ¿No le parece?

LB – Pues sí, la verdad…

JZ – Es una decisión bastante difícil de tomar. Conviene pensárselo bien antes de hacer nada porque después, ya sería demasiado tarde…

LB – Se puede utilizar la aspiradora…

JZ – Lo que no sé es si estamos obligados a llevárnoslas…

LB – Creo que sí… Es como en la maternidad…

En ese momento entran en escena Edmundo Buitre y María de los Dolores, cada uno con una urna.

IB – ¿Dónde están la placas con los nombres?

MD – ¿Las placas…?

IB – Sí, las placas. Cada urna debería llevar la suya.

MD – Olvidé ponerlas…

IB – Coloqué un post-it en cada una con el nombre del difunto. Lo único que tenía que hacer era colocar la placa en su sitio correspondiente.

MD – De verdad que lo siento…

IB – ¿Tampoco recuerda en qué urna está el diputado?

Silencio embarazoso. Inmundo Buitre no tiene tiempo de reaccionar antes de que José Luis y Lita se acerquen a ellos con cara de circunstancias. Tras unos segundos de duda, Inmundo le entrega la urna a Lita y María de los Dolores a José Luis.

IB – Les dejamos solos para que recen por sus muertos…

Inmundo y M.D. se retiran. Inmundo está furioso. En un aparte.

IB – ¡A usted también deberían haberla incinerado!

MD – No se ponga así. Al fin y al cabo fui yo la que le sacó del apuro acudiendo a IKEA.

IB – ¡Un ataúd con las indicaciones para montarlo uno mismo! ¡No sé a dónde vamos a llegar!

MD – Al menos ellos los tenían en stock…

IB – Sí, pero hay que ver lo que cuesta hacer que todas las piezas encajen…

MD – Una vez terminado nadie puede decir si el ataúd es de Inmundo Buitre o de IKEA. La verdad es que no se ve la diferencia.

IB – El problema es que en estos momentos la señora Barberó puede estar llorando sobre las cenizas de la señora Zapatilla.

MD – Y el señor Zapatilla sobre las cenizas del señor Barberó.

Salen. Mientras, la señora Barberó y el señor Zapatilla parecen sumidos en sus pensamientos

JZ – Sólo somos polvo

LB – Que vuelve al polvo…

JZ – ¿Puedo preguntarle cómo murió su marido?

LB – Ahogado

JZ – ¿Ahogado?

LB – Adoraba la pesca. Debió caerse del barco. Encontraron el cuerpo seis semanas después…

JZ – ¿No sabía nadar?

LB – La verdad es que nunca le vi en el agua mientras estuvimos juntos

JZ – Es raro que no supiera nadar o al menos que no llevara un chaleco salvavidas…

Silencio embarazoso

LB – ¿Y su mujer?

JZ – Un accidente de carretera

LB – ¡Caramba!

JZ – En un paso a nivel peligroso… Su coche se quedó enganchado en medio de los raíles… No tuvo tiempo de arrancar…

LB – Si salgo elegida le prometo arreglar ese paso a nivel.

JZ – Gracias… Si salgo yo elegido, le prometo crear una ley para que todos los pescadores tengan la obligación de saber nadar…

Se quedan un rato en silencio, contemplando las urnas.

LB – ¡Pensar que eran enemigos en las últimas elecciones… ¡ Y, ahora, mírelos… cada uno en su urna.

JZ – ¡Qué pena! ¡Los pobres no han podido ver realizadas sus expectativas políticas!

LB – Desde luego…

JZ – Es de esperar que nosotros no acabemos así…

LB – Al menos no inmediatamente…

JZ – A propósito… ¿Le han informado de los últimos sondeos?

LB – Sí… Claro…

JZ – Creo que estamos a la par…

LB – Más bien me parece que yo voy por delante… Mi marido puede descansar en paz…

JZ – Se dice que, en las últimas elecciones, sus partidarios metieron mano en las urnas

Vuelven Inmundo y M.D.

IB – Parece que simpatizan…

MD – Estos acaban en boda, sino… al tiempo… (Inmundo le lanza una mirada reprobadora) … Los dos son viudos, ¿no?

José Luis y Lita se dan cuenta de su presencia

JZ – Nos tenemos que marchar…

IB – No tengan prisa… Pueden tomarse todo el tiempo que quieran.

MD – En esta casa siempre serán bienvenidos…

Inmundo le lanza otra mirada furiosa

JZ – Si quiere puedo acompañarla …

LB – No sé si debo…

JZ – Tiene usted razón… Perdóneme… Podría resultar… embarazoso…

MD se acerca a la señora Barberó.

MD – Permita que la ayude… Parece que no, pero esta urna pesa lo suyo…

LB – No se preocupe, puedo llevarla yo misma…

MD hace un gesto torpe en su intento de hacerse con la urna y choca con la de José Luis, que cae al suelo, esparciéndose las cenizas. Inmundo observa la escena fuera de sí.

LB – ¡Dios mío!

IB – Esto es una pesadilla…

MD – Lo siento muchísimo… Enseguida lo soluciono.

IB – No, por favor, no toque nada… Yo me ocuparé.

Inmundo desaparece

MD – Es la primera vez que me pasa algo así, se lo puedo asegurar.

Vuelve Inmundo envuelto en un delantal de fantasía, con una escoba y un recogedor

IB – En un momento lo arreglo

Los tres le miran consternados mientras empuja las cenizas hacia el recogedor con la intención de devolverlas a su urna pero, se equivoca de recipiente.

JZ – ¡Ahí no…! ¡Ese es el marido de la señora!

IB – No se preocupen. (Inmundo devuelve las cenizas a su urna) Ahora, ya está todo en orden.

MD se agacha y recoge algo del suelo

MD – ¿Qué es esto?

IB – (disculpándose) Ocurre que, a veces quedan restos de plomo…

MD – En efecto… Se trata de una bala de plomo… Y de gran calibre…

Consternación general.

IB – (examinando la bala) ¿Su mujer murió en un accidente de caza?

JZ – No… Ya le dije que fue un accidente provocado por la vacuna…

MD – Pues esto más bien parece un supositorio que una vacuna…

IB – Además, hay perdigones…

MD – ¿Acaso confundió usted a su mujer con un jabalí? Si esto llega a oídos de la prensa adiós a su candidatura.

José Luis coge la bala y la mira.

JZ – (como disculpándose) Les aseguro que no tengo nada que ver…

Silencio embarazoso

MD – Perdonen… pero lo cierto es que no estoy segura de que estas sean las cenizas de su mujer

JZ – No me diga

MD – Debo confesar que cambié las placas…

IB – La señorita quiere decir que, posiblemente este artefacto provenga de la urna del señor diputado.

José Luis dirige su mirada a Lita, que parece totalmente consternada.

JZ – O sea que…

LB – Puedo explicarlo todo…

JZ – (asombrado) Entonces es verdad que…

LB – (dirigiéndose a Inmundo y MD) Por favor, pueden dejarnos solos un momento.

Inmundo y MD desaparecen discretamente

JZ – Creo que me debe una explicación

Lita intenta coger la bala.

JZ – No tan deprisa…

Lita está descompuesta

LB – De acuerdo… Yo le maté…

JZ – ¿Usted?

LB – Mi esposo no murió ahogado.

JZ – Le asesinó e hizo creer a todos que se trataba de un accidente…

LB – Pues sí…

JZ – Pero ¿por qué?

LB – Para que no me metieran en chirona, claro está.

JZ – No, si lo que quiero saber es por qué le ha matado.

LB – No me diga que usted no sabía nada.

JZ – ¿Qué es lo que tenía que saber?

LB – Mi marido me engañaba.

JZ – Y por qué iba yo a saber una cosa así.

LB – ¡Porque me engañaba con su mujer…¡ ¿De verdad no lo sabía?

JZ – (consternado) No tenía ni la menor idea…

LB – Maté a mi marido con su fusil de caza y me las arreglé para que pareciera un accidente de pesca…

JZ – ¡Vaya lío!

LB – Al principio todo parecía ir bien… hasta que el cuerpo decidió salir a la superficie…

JZ – Por desgracia, el pasado siempre vuelve…

LB – Pensé que, al elegir la cremación, todo se habría acabado… Pero, aparentemente, la bala no se fundió con el calor.

JZ – ¿Acaso no le hicieron la autopsia?

LB – El médico de casa fue quien autorizó su entierro. Es bastante mayor y un tanto miope. No pudo fijarse demasiado.

JZ – Ya veo… Pero para mí no queda claro que se trate de un crimen pasional… Más bien creo que usted asesinó a su marido para quedarse con su escaño.

LB – Si me presento a las elecciones es sobre todo para ser aforada si se descubriera el crimen.

JZ – Una especie de seguro a todo riesgo ¿no es así?

LB – ¿Va a denunciarme?

JZ – Eso depende de usted (mostrándole la bala) Yo soy el único que está al corriente de todo.

Lita se le acerca con aire lascivo

LB – Puede hacer conmigo lo que quiera… Me convertiré en su objeto sexual

En sus avances, Lita vuelca también la urna de José Luis, cuyo contenido se esparce por el suelo.

JZ – Lo primero es que renuncie a mi favor

OSCURO

ACTO 3º

Inmundo está en la recepción. Llega MD.

MD – Buenos días…!

IB – Vamos haciendo progresos… Tan sólo media hora de retraso… ¿Hoy no se ha dormido en el autobús?

MD – Sí…Pero me desperté antes del final de trayecto… Me ha echado de menos, ¿a que sí?

IB – Mmm

MD – ¿Cómo va el negocio, señor Buitre?

IB – Más bien tranquilo en este momento, después de la semanita que hemos pasado.

MD se quita el abrigo. Se fija en los paneles electorales

MD – ¿Sabe que, finalmente, ganó el centrista?

IB – La señora Barberó se retiró…

MD – Sí, pero figura como su suplente… Ya le dije que esto acabaría en boda

IB – Es usted muy perspicaz.

MD – ¿Ha venido su mujer?

IB – Está ahí al lado.

MD – (decepcionada) Entonces ya no me necesita…

IB – Está aquí, pero de cuerpo presente. Finalmente cogió la gripe.

MD –¡No sabe cuánto lo siento! ¡Mi más sentido pésame, señor Buitre!

IB – Gracias.

MD – ¿Cuándo ocurrió el óbito?

IB – Esta noche. Finalmente debería haberla dejado que se vacunara.

MD – Al menos tendrá un entierro digno.

IB – Eso sí…

MD – Ahora podrá probarla cuánto la amaba. Como usted siempre dice: en el precio del ataúd es donde se ve cuánto queríamos a nuestros difuntos… ¿Qué modelo ha elegido?

IB – Pino básico…

MD – Ah… sí… la madera natural es mucho más cálida.

IB – Muy calorífica. Finalmente también he optado por la incineración.

MD – Es lógico

IB – Ahora tendré que buscar quien la reemplace…

MD – ¿Reemplazarla?

IB – Sí, aquí en el negocio.

MD – Pues esa tengo que ser yo… Entonces ¿me hará un contrato definitivo?

IB – En todo caso, puedo hacerle un contrato de prueba. Claro que… quedará libre el puesto de tanatopráctico.

MD – ¿Tanatopráctico?

IB – Mi especialidad es más bien la reconstrucción. Es algo así como hacer un puzzle… en muchas ocasiones sin todas las piezas…

MD – Como con la señora Mortem… La verdad es que fue parecía un milagro.

IB – Ni que lo diga… Cuando me la trajeron, después de que su coche fuera arrastrado por el tren, estaba bien machacadita, la pobre.

MD – Sí, pobrecilla.

IB – Resumiendo, mi mujer es la que se ocupaba de darles el toque final. Ahora que no está… quizá podría usted ocuparse de rematar la faena

MD – No sé qué decirle…

IB – No es muy complicado; algo así como un maquillaje de estética, con la ventaja de que el cliente no se mueve y siempre queda contento.

MD – Podría intentarlo…

IB – Además se trata de un oficio lleno de sorpresas. Como ha podido comprobar aquí nunca nos aburrimos.

MD – Incluso nos podemos codear con la JET

IB – Porque un día u otro, pobre o rico, famoso o anónimo, todos pasan por nuestras manos.

MD empieza a barrer

MD – ¿Piensa hacer algo con lo de la bala que encontramos en la urna del diputado?

IB – No somos policías… Además nos debemos al secreto profesional. En este oficio, por fuerza, se entra en la intimidad de las familias.

MD – Eso sí…

IB – No se puede hacer una idea de lo que llegamos a encontrar en los bolsillos de los difuntos… Una vez, incluso, una quiniela con 12 aciertos.

MD – La viuda se pondría contenta

IB – Opté por no decirle nada. Me pareció que estaba fuera de lugar.

MD – Tiene razón.

IB – Con ese dinero compré la cafetera Express… Hablando de cafetera ¿le apetece un café?

MD – Por qué no…

Inmundo desparece un instante para buscar el café

IB (en off) – Sin ir más lejos, la semana pasada encontré unas tijeras dentro de un cadáver.

MD – ¿También le habían asesinado?

IB – No. Se trataba de tijeras de cirujano. Acababan de operarla de apendicitis… Murió en la operación…

MD – Cuando pueda me da el nombre de la clínica, para no acercarme por allí…

Vuelve inmundo con el café.

MD – Le estoy muy agradecida por confiar en mí. Le aseguro que no le defraudaré.

IB – No lo tengo tan claro; ya conozco alguno de sus “talentos…”

MD encuentra algo extraño entre la basura que está a punto de recoger.

MD – ¿Qué puede ser esto?

Se aproxima Inmundo, lo toma y lo observa

IB – ¡Otra bala!

MD – (dándose aires de experta) Por lo tanto hay un cómplice en el asesinato del señor Barberó… ¡Más que un asesinato esto parece un fusilamiento!

IB – Usted ve demasiado la tele, María de los Dolores… Se trataba de un diputado. Cierto es que no era un Kennedy… (reflexionando también) ¿Y si esta bala viene de la segunda urna?

MD – ¡Bravo inspector…! ¿Piensa usted que el señor Zapatilla ha podido también cargarse a su mujer?

IB – Entra dentro de lo posible…

MD – Pero, ¿por qué?

IB – ¡Los celos! ¿Recuerda lo que se decía de la señora Zapatilla?

MD – No, la verdad…

IB – Pues que tenía infinidad de amantes.

MD – También podría haber matado a su mujer para sensibilizar a sus electores y así tener más posibilidades de salir elegido.

IB – ¡Vaya usted a saber!

MD – En cualquier caso ahora goza de inmunidad parlamentaria…

Inmundo mira hacia la ventana.

IB – Hablando del rey de Roma…

José Luis y Lita entran en la tienda.

MD – El negocio sigue en marcha…

IB – Señor Zapatilla, señora Barberó, ¿qué les trae por aquí? ¿Otra muerte en la familia?

JZ – No, nada de eso…

IB – En todo caso su visita me da la oportunidad de felicitarle por su elección, señor Zapatilla.

JZ – Gracias, Inmundo.

MD – (A Lita) Usted se habrá quedado chafada.

LB – Por lo menos soy suplente… Lo que significa que si le ocurriera algo al señor Zapatilla, su escaño de diputado pasaría a mí de oficio. Por eso no me aparto de él ni un ápice.

MD – Pues tenga cuidado porque hay balas perdidas que llegan hasta quienes han ido a pescar.

IB – O cuando se espera tranquilamente ante un paso a nivel.

Lita mira de soslayo a José Luis que prefiere cambiar de asunto

JZ – Estamos aquí para darle el pésame, señor Buitre.

IB – ¿Por…?

JZ – ¿No se ha muerto su esposa?

IB – ¡Es verdad! Perdonen, estoy tan traumatizado…

JZ – En todo caso, la vida sigue…

LB – También queríamos anunciarle un feliz acontecimiento.

MD – ¿Esperan un bebé?

LB – Todavía no…

JZ – Lita y yo nos vamos a casar.

LB – Con separación de bienes, claro…

Se escucha el avisador de un horno que ha terminado de cocer.

LB – ¿Estaba usted cocinando? Mejor será que eche un vistazo… Parece como si algo se quemara.

IB – Ah… Sí… Mi mujer…

JZ – ¿Su mujer?

IB – Mejor dicho… Sus cenizas

LB – Ya…

IB – María de los Dolores le importaría ir a ver qué ocurre? No soy capaz de ocuparme de ese asunto en estos momentos.

MD – Por supuesto, señor Buitre.

JZ – Nosotros tenemos que marcharnos…

LB – Hemos venido tan sólo por lo de la corona

IB – ¿Una corona? ¿Para la boda?

LB –No, para el funeral de su esposa.

JZ – En nombre del señor Diputado

LB – Y de su suplente.

JZ – Puede elegirla usted mismo… Y, luego manda la factura a la cuenta del Congreso.

IB – Muchísimas gracias señor Diputado, señora Suplente. Puedo asegurarles que me ha tocado profundamente su detalle en un momento tan delicado para mí.

LB – Hasta pronto, señor Buitre

JZ – (con un apretón de manos) Inmundo…

Salen             José Luis y Lita. Entra MD

MD – ¿Ya se han ido?

IB – Tenía usted razón… Finalmente se van a casar…

Samanta mira por la ventana.

MD – ¡Se les ve tan bien juntos! Era algo evidente.

IB – Creo que nosotros tampoco hacemos mala pareja.

MD – ¿Usted cree?

IB – Además, ahora soy viudo.

MD – A propósito… Mire lo que he encontrado entre las cenizas de la señora Buitre…(le enseña una tercera bala) Pensé que su mujer había muerto de gripe.

IB – Ya le dije que la gripe venía muy virulenta este año…

OSCURO

Este texto está protegido por las leyes relativas al derecho de propiedad intelectual. Toda copia es susceptible de una condena, hasta de 300 000 euros y 3 años de prisión.

París – Marzo de 2016

© La Comédi@thèque – ISBN 979-10-90908-08-6

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