Pausa

Pausa

Un personaje de pié en el escenario, pareciendo desocupado. Otro llega.

Autor – Hola.

Personaje – Buenos días.

Autor – Soy el autor. Descanso un rato.

Personaje – Muy bien…

El autor saca un paquete de cigarrillos.

Autor – ¿Quieres?

Personaje – Gracias. No fumo. Además, esta prohibido…

Autor – Perdón…

Guarda el paquete en su bolsillo.

Autor – Así que estás sin empleo…

Personaje – Sí…

Autor – ¿No te aburres demasiado?

Personaje – Estoy acostumbrado…

Silencio.

Personaje – ¿Estará en la obra?

Autor – ¿Qué?

Personaje – Lo que estamos diciendo.

Autor – Ah… Pues no sé… Depende…

Personaje – ¿De qué?

Autor – De si lo que estamos diciendo es interesante o no, supongo. ¿Tienes algo interesante que decirme?

Personaje – El autor eres tú.

Autor – Claro.

Personaje – Bueno, es lo que dices.

Autor – Sí…

Silencio.

Personje – ¿Escribes de noche?

Autor – No, ¿por qué?

Personaje – Pareces cansado…

Autor – Me acuesto temprano, y me levanto tarde. Escribo sobre todo entre las once y las doce, antes de comer. A veces, cuando estoy inspirado, vuelvo a escribir un poco después de la siesta…

Personaje – Joder… No hemos llegado.

Silencio.

Autor – Bueno… Entonces… Vuelvo a trabajar…

Personaje – Mejor, sí…

Autor – Gracias por la compañía. Me levantó el ánimo hablar un rato contigo.

El autor le tiende la mano. El otro vacila un segundo antes de apretarla.

Autor – Tienes la mano muy fría.

Personaje – ¿Eres realmente autor?

Autor – ¿Por qué?

Personaje – No das pie con bola, ¿verdad?

Autor – No me estás ayudando mucho… Sí, ya me lo has dicho, yo soy el autor… Pero bueno, dicen que cuando se encuentra un buen personaje, solo necesitas dejarle hablar…

Personaje – Quien quiere matar a su perro, dice que tiene la rabia… Además, el teatro en el teatro, ya se hizo mucho, ¿no?

Autor – Bueno… (Empieza a salir un poco deprimido) Ésta, creo que no voy a conservarla…

Oscuro.