¿Quién hubiera creído hace apenas unos años que llegaríamos a esto, y tan rápido? La situación completamente inédita en la que todos hemos estado inmersos durante largos meses nos lleva a reflexionar de manera más general sobre el mundo en el que vivimos, sobre la clase política que nos gobierna y, dado que la democracia aún no ha sucumbido completamente al virus de la seguridad, sobre nuestra propia responsabilidad en haberlos llevado al poder y en mantenerlos allí.
¿Realmente podemos depender completamente de gobernantes y administraciones tan absurdas para llevar a nuestra sociedad, enferma de miedo, por el camino de la curación? Esta crisis sanitaria sin duda ha cuestionado principalmente los límites del principio de delegación de poder en nuestra democracia. Ya sea en Estados Unidos o en Francia, ¿confiar nuestro destino una vez cada cuatro o cinco años en manos de un Rey Ubu, es eso realmente la democracia?
Lejos de todas las teorías conspirativas, que finalmente solo sirven para reforzar al ciudadano comprometido que deberíamos ser en un papel de espectador pasivo, estas cuatro piezas pretenden abrir principalmente un debate, siempre con un toque de humor. El papel del teatro es plantear las preguntas correctas, no proporcionar respuestas que cada uno debe encontrar por sí mismo, antes de intentar implementarlas juntos.