Por debajo de la mesa

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

2 hombres / 1 mujer

Para cerrar un sustancioso contrato con la Administración, el Presidente de la constructora agraciada invita al Ministro de Obra Pública a una cena. Con el ánimo de que todo discurra por caminos propicios contrata a una señorita de compañía, para que se muestre agradable. Pero la jovencita en cuestión acude a esa cita para reemplazar a una amiga, la cual sólo le comentó que se trataba de un trabajo muy bien pagado como camarera. Así que piensa servir sólo los platos que aparezcan en el menú. Nada va pues a ocurrir como estaba previsto…


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TEXTO COMPLETO DE LA OBRA

Por Debajo de la Mesa

3 personajes :

El Director General

La azafata

El Ministro

Un salón burgués. Flores sobre un velador. Un cuadro contra una pared. Una mesa puesta para tres. Un móvil olvidado en alguna parte suena. Un hombre llega en calzoncillos e intenta de anudar su corbata. Coge el móvil y responde.

PRESIDENTE – Sí, Jeromo… No, su directora de gabinete acaba de llamarme desde Aravaca, no llegará hasta dentro de una media hora. Afortunadamente, porque todavía estoy en calzoncillos. Espero que no sea un mal presagio. ¿ Por qué? Pues porque si no se logra hacerle firmar este puto contrato esta tarde, es así como acabaremos los dos, colega: en calzoncillos. Yo, el Presidente, y usted, el Director General. ¡ Qué quiere: es la crisis, y los accionistas quieren siempre un crecimiento de sus dividendos de dos cifras! ¿Se ha encargado de lo de la chica? Ya debería estar aquí, no sé donde ha metido. Desde luego, necesito tener tiempo de informarla un poco antes de que el ministro llegue … debe saber que el tipo está como el pico de una mesa y que sólo piensa en…, bueno, supongo que me entenderá. Es por eso por lo que me volví a pensar bien esa idea suya de una escolta para valorarle el bolígrafo … ¡ El bolígrafo! ¡ Para firmar el contrato! Reconozco que al principio no estaba muy por la labor. Pero desde que vi a la tal … Anabel en acción. ¡ Alto standing! En absoluto la típica striper vulgar y barata que se dedica a animar las despedidas de soltero, si sabe lo que quiero decir … Es capital. El ministro no debe sospechar en absoluto que es una profesional. ¡Porque imagínese que encima, este viejo obseso se cree un gran seductor! No, no: hace falta que todo esto tenga un aspecto perfectamente natural… Que tenga la impresión de que es su encanto el que todavía ha funcionado… Pero bueno, yo la veo perfecta, a esta chica … ¿ Usted se acuerda cuándo alquiló sus servicios para el árbol de Navidad de la Sociedad? Con objeto de sazonar con guindilla la cena de Nochevieja del delegado de UGT que nos amenazaba con una huelga para el año nuevo … Eh, bueno se va usted a reír, pero cuando vi a aquella chica llegando a su lado, creí que era su mujer… ¡ Y es a su mujer a la que tomé por una puta! Pero fin, ya sabe usted lo que pasa durante estas fiestas de finales de año… Todas las mujeres se consideran obligadas a vestirse de árbol de Navidad o de putas. (Se escucha un ruido de campanilla) discúlpeme un minuto, tengo que abrir la puerta. Debe ser ella…

(El PRESIDENTE, siempre en calzoncillos, va a abrir la puerta).

AZAFATA- ¿Señor Martin Puig?

PRESIDENTE – Sí …

AZAFATA – Emmanuelle … Me envía la agencia.

PRESIDENTE – ¿ Emmanuelle? Pero es a Anabel a quien esperaba. Y usted no se le parece en absoluto… Anabel es mucho más … En fin, mucho menos …

AZAFATA – Anabel me rogó que yo la excuse ante usted. Tuvo un pequeño contratiempo que le impide venir. Así que me pidió que la reemplazase…

PRESIDENTE – ¿ Que la reemplazase?

AZAFATA- Tengo mucha experiencia también, se lo aseguro …

PRESIDENTE – Oh, sí, pero … No era esto en absoluto lo que estaba previsto … Y, además yo había dicho con clase, no sacada de la clase …

AZAFATA – Es decir que …

PRESIDENTE – Bueno, entre, no se quede ahí, vamos a ver qué podemos hacer…

(La chica entra. Joven y hermosa, pero que viste como una estudiante de una escuela de monjas: abrigo, blusa blanca, falda escocesa, medias y zapatos de charol).

AZAFATA- Gracias …

PRESIDENTE (Hablando al móvil) -¿Jeromo? Oh, mierda, empezamos de puta madre: la agencia no me envía a la chica que habíamos pedido … Pero qué desastre ¿ A qué se parece ésta? (Martin mira con detalle a la chica de la cabeza a los pies con un aire afligido). ¿ Cómo te diría? (A la chica) ¿Me disculpa un minuto … (Comienza a alejarse hacia la habitación de la que antes había salido) escuche, es un desastre… (Más bajo) Incluso con mucha imaginación y un espíritu muy depravado, no me imagino que se pueda firmar un contrato de tres mil millones de euros por la esperanza de pasar una noche con una pringadilla semejante …Parece salida de un internado de monjas …

(Sale. La chica se queda sola, un poco sorprendida, y echa una mirada circular sobre el salón. Su móvil suena y responde).

AZAFATA – Sí? ¡ Oh, Isabel! Sí, sí, acabo de llegar. Pero apenas tuve tiempo de hablarle, de hecho… Escucha, no comprendo muy bien… Al verme, se quedó con un aire súper decepcionado… Como un tío que encarga una pizza de carne a la boloñesa con un suplemento extra de guindilla y le traen una vegetariana sin sal… Sólo que he tenido la impresión de ser yo la pizza… Te lo juro, ha sido muy raro… ¿ Estás realmente segura que no puedes liberarte? Oh, vale, vale… Ya, ya, que aceptaste dos trabajos para la misma tarde… Sí, sí, esas cosas pasan… No, evidentemente, no puedes partirte en dos… Ya, pues, esto tiene un aire más bien selecto. Pero el caso es: ¿quién es este tipo, exactamente? ¿El presidente de una constructora que realiza obras públicas? Oh, sí, pero, no sé, a pesar de todo… Y realmente crees que yo… No, no, no te inquietes, estoy aquí, y aquí me quedo… Pero que sepas que lo hago sólo para hacerte un favor. Bueno, sí, Isabel, también para comenzar a reembolsarte los tres meses de alquiler del piso que compartimos y que te debo… Oye, por cierto, no sé por qué, continuamente se empeña en llamarte Anabel. ¿Ah, sí? Pues, no sabía que hacía falta un seudónimo para servir pastelitos… Reconozco que no tengo la costumbre de hacer de sirvienta, pero bueno… Sí, vale, azafata, si lo prefieres… Por otra parte, cuando le dije que era muy experimentada, no dio muestras de creerme. Creo que desde que me echó el ojo, vio claramente que jamás había hecho esto en mi vida… Hizo una reflexión sobre mi pinta, también… No lo he entendido muy bien… Me dijiste que tenía que venir vestida normal … Una pinta clásica, pero esmerada … Y es lo que he hecho… Pero pensaba que iban a darme aquí un traje de azafata, como en la Feria de la Agricultura … ¿ No necesito traje de azafata? Perdóname, que aquí vuelve…

(Vuelve el PRESIDENTE, esta vez completamente vestido).

PRESIDENTE – Bueno… No pasa nada, habrá que arreglarse con lo que tenemos, porque ya no queda tiempo para traer a otra, en fin… (La mira con detalle de nuevo) y supongo que, en realidad su lado travieso se encargará bien del asunto. La verdad es que su apariencia da muy bien el pego. ¡Bravo! Nadie podría imaginar en absoluto que usted fuese… En fin, usted sabe lo que quiero decir… Bueno, entonces se lo explico todo, rápidamente. Me presento, soy Martin Puig, presidente del grupo de construcción y obras públicas Caraduro.

AZAFATA – Oh, sí! Todo el mundo sabe que es el primer grupo de construcción y obras públicas de España. ( Recitando el eslogan de la empresa) ¡Invierta en el futuro, invierta en Caraduro!

PRESIDENTE – Muy bien … Veo que se le exige también un buen nivel de cultura general … Así ganamos tiempo en explicaciones … Pues, bien, resumiendo: recibo a cenar esta tarde a una personalidad política con la que debemos firmar un contrato muy sustancioso, que tengo aquí (coge de encima de un velador un contrato que le muestra). Es el Ministro de Transportes …

AZAFATA: (sorprendida) – Juan-Francisco Caucho?

PRESIDENTE – Más conocido bajo el nombre de JF Ca.

AZAFATA – Porque la prensa lo presenta como el favorito para sustituir al actual presidente del partido en esas primarias que van a celebrar próximamente…

PRESIDENTE – Lo dan por seguro. Y, aunque, verdaderamente no tiene el físico de John Fitzgerald Kennedy, estamos seguros de que se alzará con la victoria. Y, afortunadamente para nosotros, como Kennedy, JF Ca es un hombre al que le van las mujeres. Usted sólo tiene que decirle que es usted Marylin Monroe… ¿ Aunque usted tampoco, realmente se parece mucho a Marylin, verdad?

AZAFATA- Pues, no…, la verdad es que no me parezco mucho…

PRESIDENTE – Para más discreción, organicé esta pequeña fiestecita en mi casa. El caso es que esto realmente no es un hotel de lujo, como usted puede ver. Pero en los grandes hoteles, como usted sabe, en fin, la discreción…

AZAFATA – Sí… Bueno, no. No sé, me lo imagino…

PRESIDENTE – Hoy, en la prensa, sacan a un ministro saliendo del Palace o del Carlton, y es bastante peor que si se le hubiera fotografiado a la salida de un hotel de paso de la calle Ballesta.

AZAFATA – Oh, ya…

PRESIDENTE – Pues, aprovecho que mi mujer se ha ido a pasar con su madre unos días en Palencia …

AZAFATA – Mmm … Ya.

PRESIDENTE – Prefiero que no se entere de nada … Porque es muy celosa …

AZAFATA – Por supuesto …

PRESIDENTE – Total … Usted está aquí para poner al ministro en las mejores condiciones posibles con el fin de que firme este contrato con nosotros y no con nuestro principal competidor … ¿ Está claro?

AZAFATA – Eh, sí …

(El PRESIDENTE, un poco embarazado, saca un fajo de billetes de su bolsillo y se lo tiende).

PRESIDENTE – Aquí tiene… La mitad de la suma la que convinimos con Anabel… El resto se lo daré a la entrega.

AZAFATA. (Cogiendo el dinero) – ¿ La entrega?

(El móvil del PRESIDENTE suena de nuevo).

PRESIDENTE – ¿Sí? Sí, sí, Señor Ministro … (Hace señas a la chica para indicarle que le excuse un instante y se eclipsa de nuevo) sí, sí, por supuesto … Ningún problema … Señor Ministro … Por supuesto, Señor Ministro …

(De nuevo sola, la chica se precipita sobre su móvil y aprieta una tecla).

AZAFATA. (Encantada) – Isabel? ¿Pero qué lío es éste? Acaba de ponerme en la mano un fajo enorme de billetes, no había visto tanta pasta junta en mi vida… Diciéndome que después aún me daría más… Después de que el especialista en comidas preparadas haya entregado los pastelitos… Y, escucha… Está muy bien pagado esto, para ser un trabajo de azafata… ¡Voy a poder devolverte los tres meses de alquiler que te debo, y hasta pagar mis gastos de la universidad! Bueno, te reconozco que el ver toda esta pasta, me hace reflexionar: ¿De qué me ha servido partirme el pecho para aprobar el examen de acceso a la Facultad de Ciencias políticas? Habría sido mucho mejor haber hecho la escuela de hostelería… (Echa una nueva mirada alrededor de ella y ve la mesa puesta para tres) aunque, en realidad, no sé muy bien qué es lo que quiere que haga… Me esperaba tener que servir el champán en una recepción, y esto tiene la pinta de ser una cena en plan trío… No sé quién será el tercero … ¿Ni siquiera voy a tener que servir la cena, dices? ¿Entonces, qué?

(La conversación es interrumpida por el regreso del PRESIDENTE, y la chica guarda su móvil).

PRESIDENTE – El ministro estará abajo en un minuto con su chófer y sus guardaespaldas. Voy a ir a acogerlo en la escalinata. Lo siento, no tengo tiempo de decirle más sobre el asunto. Pero usted conoce su oficio, así que estoy seguro de que sabrá improvisar. Su colega me dijo que se les daban cursos de improvisación, también… (Está a punto de salir) Es inútil precisarle que todo esto deberá tener mucha clase. Mucho encanto, nada de vulgaridad. Ah, sí, una última cosa … Usted se llamará… Maribel. Discúlpeme, pero es que realmente no tiene usted pinta de llamarse Emmanuelle …

AZAFATA – ¿Y usted cree que tengo pinta de llamarme Maribel?

PRESIDENTE – Es que, Emmanuelle, me parece un poco demasiado… en fin, al escucharlo, uno sospecharía inmediatamente que es un seudónimo.

(Desconcertada, la chica echa una mirada hacia la mesa).

AZAFATA- ¿ Y el tercer cubierto, para quién es?

PRESIDENTE – ¿Para quién? ¡Pues para usted! No vamos hacerle comer en una fiambrera de rodillas en el suelo, digo yo. Ya se lo he dicho: hace falta que todo esto tenga mucha clase…

AZAFATA- ¿ Pero entonces qué debo hacer exactamente?

PRESIDENTE – Bueno, durante la comida, usted se queda en las generalidades. Usted juega ser una de esas jovencitas que han salido poco de casa: ya sabe, algo ñoña y sobre todo de clase elevada. Después… ¡Usted hace gala de ceder a los encantos del viejo!

AZAFATA- ¿El viejo?

PRESIDENTE – Escuche, cuanto menos sepa usted sobre esto, más natural parecerá todo… Y le diré qué hacer a medida que avance la noche y según el guarrete vaya picando al anzuelo o no … Ahora, de verdad, es necesario que me vaya a buscarle. No se puede hacer esperar al ministro… Estamos aquí para responder a todos sus deseos, Maribel …

(El PRESIDENTE sale. La chica se precipita sobre su móvil).

AZAFATA – ¿Isabel? Pero qué es este embrollo. ¡ No habíamos hablado en absoluto de esto! ¡Ahora, debo cenar con ellos, y jugar a ser Mata Hari! ¿Que es qué? ¡Un juego de rol! ¿Una especie de obra de teatro? ¿Tengo que fiarme sólo de mi instinto, y todo acabará bien, dices? ¡Ya, pues, mira, mi instinto me grita que me largue corriendo a toda leche, fíjate tú.¡Escucha, que pierdas a un cliente importante no es mi problema! ¡Yo no sabía el oficio que ejercías! Pensaba que se trataba de servir pastelitos. No de servir de pastelito. ¿Qué por qué no voy a aprovecharme yo también?

(El PRESIDENTE vuelve en compañía del ministro, que luce, en la solapa de su chaqueta, la cruz de Caballero de Santiago. La chica no puede hacer otro cosa que esconder su móvil).

PRESIDENTE – Entre, entre, por favor, Señor Ministro considérese en su casa …

MINISTRO – Gracias … Discúlpeme por el retraso, pero estaba en conversación con el Primer ministro … A propósito del proyecto que nos ocupa, justamente …

(El PRESIDENTE entra con el ministro, y este último percibe a la chica).

AZAFATA (perturbada) – Señor Chaucho …

MINISTRO – Caucho … Pero usted puede llamarme Juan Francisco …

PRESIDENTE – ¡Oh! Tengo que presentarle mis disculpas, Señor Ministro. Mi sobrina está de visita por Madrid durante algunos días … Si no tiene inconveniente, cenará con nosotros … No podía mandarla a la esquina, como usted comprenderá … Quiero decir a la calle, así, siendo tan tarde … ¿Espero que esto no suponga una molestia para usted?

MINISTRO (alegre) – No, no, en absoluto, vamos…

PRESIDENTE – Y es que, además, estaba tan excitada con la idea de encontrarse con su excelencia… ¿No es cierto, Maribel?

AZAFATA – Eh … Sí, tío …

MINISTRO – Es encantadora … ¿ Y qué hace en la vida, esta señorita?

(El PRESIDENTE le hace un signo a la chica para que responda).

AZAFATA – Soy estudiante. De Ciencias políticas.

(El PRESIDENTE le hace señas a escondidas de que es una buena idea).

MINISTRO – Muy bien, muy bien … Entonces una futura ministra, posiblemente … ¿Pero me decía tu tío que estabas solamente de visita en Madrid?

PRESIDENTE – Sí …

MINISTRO – Pero, si estudias Ciencias políticas …

PRESIDENTE (improvisa) – Ciencias políticas en Jaén.

MINISTRO – Pues tiene valor …

AZFATA – Mi madre es Lepe.

PRESIDENTE – Anda, pues como yo, entonces. Pasé diez años en mi infancia…

AZAFATA – Quería hacer Ciencias políticas en Madrid, pero …

PRESIDENTE – No sacó bastante nota en la Selectividad.

(Mirabel se revuelve un poco, humillada).

MINISTRO – Qué pena … Pero, en fin, yo hice la carrera en la UNED, y ya ves tú hasta dónde he llegado, Maribel …

AZAFATA – ¡Huy, sí!, dicen que va a ser usted secretario del partido y, así, seguramente será el próximo Presidente del gobierno…

MINISTRO – Ya sabes, se dicen tantas cosas, en fin… Pero por el momento, debo pasar la tarde jugando a los tenderos con este viejo roñoso que es tu tío, para saber cual será el precio al que va a facturarme su kilómetro de autopista.

PRESIDENTE – Bueno, bueno… Estamos dispuestos a hacer un gesto comercial, usted ya lo sabe… Y además somos como de la familia …

MINISTRO – Qué te decía… Estoy seguro que tiene la idea de hacerme beber para obligarme a firmar cualquier cosa … Pero no me dejaré corromper …

PRESIDENTE – Su reputación le precede, Señor Ministro … Todo el mundo conoce su integridad … Y también saben cuán económico es usted con los denarios del estado … Todavía recuerdo cómo en los pasillos del congreso, le apodábamos  » el castor  » …

MINISTRO – ¿Ah, sí? … Lo ignoraba… Y no sabía que el castor fuera el símbolo del espíritu de ahorro…

AZAFATA – Es verdad que normalmente, es más bien la ardilla …

PRESIDENTE – ¡El castor es un gran constructor! Mata árboles con sus dientes, y construye presas…

AZAFATA – Con el rabo.

MINISTRO – Mmm… En fin, como usted sabe, la situación de nuestro país es extremadamente difícil de momento. Si España me necesita, no permaneceré insensible a su llamada …

AZAFATA – Eso le honra, Señor Ministro.

MINISTRO – Estoy seguro, Señorita, que si tú también estuvieras en mi situación, estarías dispuesta a sacrificar tu persona por el bien de España ¿no es cierto, querida?

PRESIDENTE – Pero por favor, siéntese. Maribel va a servirnos algo para beber. ¿Te importa, querida?

AZAFATA – ¿Champán?

MINISTRO – Si es para celebrar la firma de nuestro contrato, le señalo que eso todavía no es un hecho. Usted sabe en que estado se encuentran las finanzas españolas…

PRESIDENTE – ¡ Bueno, bueno, eso no nos impide tomar un refresco!. (Le hace un gesto a la chica para que llene las copas). Y le recuerdo que nuestra Compañía ya aplicó enormes rebajas sobre el importe de estos trabajos para no socavar más el déficit del Estado.

MINISTRO – Sin embargo, mi querido amigo. Tres mil millones de euros, es una suma…

PRESIDENTE – ¡Que se corresponde porcentualmente al número de kilómetros de la autopista! ¡Es un precio, muy ajustado, Señor Ministro, créame! Es muy simple: si usted encuentra algo más barato con otra empresa, le reembolso la diferencia.

AZAFATA – Como el pryca: es lo que llaman contrato de confianza …

MINISTRO – Como seguro que sabes, Maribel, Standar and Poors acaba de rebajarnos la etiqueta en la confianza al país. Hoy, los Bonos del Tesoro tienen menos valor en el mercado que los chorizos en la carnicería de la esquina. Y al presidente del gobierno español se le compara con cualquier chorizo entre nuestros proveedores de fondos internacionales.

PRESIDENTE – Mi querido Ministro, contamos firmemente con usted para procurar que después de las próximas elecciones, esté usted en el lugar de ese embutido.

MINISTRO – No intente halagar mi ambición para ablandarme, querido amigo … Hasta debería decir mi queridísimo amigo… ¡ Mi excelso amigo!

PRESIDENTE – Señor Ministro, nosotros hablamos aquí de inversión para el futuro!

AZAFATA (citando de nuevo el eslogan) – Invierta en el futuro, invierta en Caraduro!

PRESIDENTE – La red de autopistas española, es el sistema nervioso del país. ¡ Su circulación de la sangre! Son las autopistas las que aportan a cada músculo, que son las empresas nacionales, el oxígeno que necesitan diariamente. ¡No hace falta ser el Ministro de Transportes para darse cuenta de esto!

MINISTRO – Pero resulta difícil convencer a la opinión pública de que un enlace de autopista directo entre Talavera de la Reina y Madridejos es una prioridad estratégica para el enderezamiento de la economía española …

PRESIDENTE – ¿Para qué sirven, entonces los Asesores de Comunicaciones?

MINISTRO – Es que, posiblemente no hemos tocamos todavía el fondo … Perdone mi vulgaridad, Señorita, pero las agencias de valoración nos tienen cogidos por los cojones. La nota financiera de España es completamente biodegradable.

PRESIDENTE – Vamos, vamos … Me parece que el Tesoro Público todavía no está en quiebra,.

MINISTRO – Standar and Poors … ¿Tú sabes lo que eso significa en inglés, pequeña mía?

AZAFATA – ¿Normales y pobres?

MINISTRO – Exactamente! Porque prohibiendo a los países ricos continuar sobreendeudándose a un precio razonable, esta agencia de calificación tiene el poder de convertirlos en países pobres …

PRESIDENTE – Es un contrato muy bueno, se lo aseguro. ¿Otra copita de champán, Señor Ministro?

(Indica a la chica que vuelva a servir al ministro).

MINISTRO – ¿ Sabe usted cuánto nos costaría pedir prestados tres mil millones de euros suplementarios sólo de intereses al año? Si los Chinos quieren prestárnoslos…

PRESIDENTE – Usted cobrará los peajes! ¡Va a llenarse usted los bolsillos por ahí! ¡Será una verdadera renta de por vida para usted! Quiero decir para España …

MINISTRO – Mmm … ¿ Qué piensas tú de todo esto, querida niña? (Divertido) Vamos a ver … ¿ Si fueras Ministra de Transportes, qué harías tú en mi lugar?

AZAFATA- Siempre pensé que el Estado había hecho un cálculo con una vista muy corta privatizando las autopistas… ¿Por qué vender la gallina de los huevos de oro por el precio de algunos lingotes?

MINISTRO –No estás en absoluto desencaminada…

PRESIDENTE – ¡Escuche la voz de la juventud!

MINISTRO – La gallina de los huevos de oro… (Mirando de reojo hacia la chica) es en efecto el género de gallináceas que todo hombre soñaría con tener en su corral …

PRESIDENTE – Pues bien esta tarde, Señor Ministro, es una gallina que le ofrezco sobre una bandeja…

MINISTRO – ¿Ah, sí? ¿De verdad?

PRESIDENTE – ¡Hoy, un billete de autopista Madrid Valencia cuesta casi tan caro como un billete de AVE!

MINISTRO – ¿ Usted cree?

PRESIDENTE – Y además hay que pagar la gasolina y el chófer …

AZAFATA- Mmm … Y, posiblemente este es el menor de los problemas a pesar de todo…

PRESIDENTE – ¿Perdón?

AZAFATA- ¿A ese precio, quién va a tener ganas de coger la autopista todavía?

MINISTRO – Sobre todo entre Talavera de la Reina y Madridejos …

AZAFATA- ¿Madridejos?

PRESIDENTE – No se haga de nuevas… ¿ Sabemos muy bien que este proyecto le gusta mucho a usted ¿o no, Señor Ministro?

MINISTRO – No, no lo niego

PRESIDENTE – Además fue usted quien lo llevó a cabo desde principios del quinquenio… Y también sabemos perfectamente bien por qué…

AZAFATA – ¿Ah, sí? ¿Y por qué?

PRESIDENTE – Pues para acabar con el predominio de Valdepeñas, en primer lugar. Que como sabe todo el mundo es uno de los pulmones económicos de España.

AZAFATA – ¿En primer lugar? ¿Hay otra razón?

MINISTRO – Bueno, es que, además, soy el Diputado-alcalde de Talavera de la Reina y tengo una finca en Madridejos.

PRESIDENTE – Esta autopista será muy práctica para sus idas y venidas entre el Congreso y su circunscripción electoral.

AZAFATA (irónica) – O por qué no, de ahora en adelante, entre la Moncloa y su casa de campo.

(El PRESIDENTE le lanza una mirada incendiaria. Afortunadamente, la campanilla de la puerta ofrece una distracción).

PRESIDENTE – Este debe de ser el especialista en comidas preparadas … (A la chica) te ruego que vayas a abrir, mi querida Maribel …

AZAFATA- Por supuesto, mi querido tío.

MINISTRO – Es encantadora … Pero no carece de sarcasmo tampoco … ¿ Me equivoco?

PRESIDENTE – Es el vivo retrato de su madre cuando era joven.

MINISTRO – Eh, sí …, claro, claro.

PRESIDENTE – El privilegio de la juventud…

MINISTRO – Además, está muy bien criada.

PRESIDENTE – Y es muy limpia …

(La chica vuelve con una gran bandeja sobre la cual están dispuestos varios platos, la cual coloca sobre la mesa).

AZAFATA – ¡Pues aquí está la cena! Podemos sentarnos a la mesa, cuando gusten.

PRESIDENTE – Son platos fríos. Pensé que sería más práctico. Esto simplifica el servicio, y evita a los testigos molestos. Quiero decir a las orejas indiscretas … Es difícil encontrar personal de plena confianza…

MINISTRO – Por supuesto, por supuesto… ¿Pero después de todo, esta cita no tiene nada de secreto ni de reprensible por el momento, ¿no es verdad? ¿A menos que tenga la intención de sobornarme por debajo de la mesa?

(El PRESIDENTE se pregunta visiblemente si se trata de una broma o de una llamada de atención y vacila en su respuesta).

PRESIDENTE – Pues, hombre …

MINISTRO – Estoy bromeando, evidentemente.

PRESIDENTE – Evidentemente.

MINISTRO – Pero todo esto tiene un aspecto magnífico.

PRESIDENTE – ¡Es que viene del mejor especialista en comidas preparadas de Madrid! Es escandalosamente caro, pero es tan delicioso…

MINISTRO – Me rindo, puesto que me muero de hambre. Aunque todo esto riza la corrupción pasiva. (Se sientan a la mesa los tres).

AZAFATA- ¿ Le sirvo un chatito de vino? (El ministro la mira un poco desconcertado, y el PRESIDENTE la fulmina con la mirada). Quiero decir una copa de vino …

MINISTRO – Sí, sí, por supuesto eres muy amable… (Al presidente) es encantadora … ¿ Entonces, Maribel, así que vives en Lepe?

AZAFATA- ¿Ah sí? Quiero decir: ¡ah, sí!

PRESIDENTE – Vive en Jaén…

MINISTRO – Es curioso, porque no tiene en absoluto el acento andaluz…

AZAFATA – Bueno, es que… Hice unos cursos de dicción para tratar de perderlo. Ya sabe como es esto del acento andaluz, cuando se quiere hacer una carrera en la política o en los negocios, aunque ahora es un poco la misma cosa … Pasamos en seguida por alguien del medio…

Ministro – Del medio?

AZAFATA- De la junta… La junta de Andalucía…

(El PRESIDENTE se remueve mordiéndose la lengua).

MINISTRO – Hay algunas ovejas negras, en efecto. Que empañan la reputación de esa bella región. Pero no hay que generalizar, usted sabe. Hay también algunos elegidos íntegros. Presidí el Consejo general de la Junta durante una decena de años. Conozco muy bien Jaén…

PRESIDENTE – ¿Ah, sí, realmente?

MINISTRO – ¿ Y qué hace su hermana en Lepe?

PRESIDENTE – Mi hermana?

MINISTRO – Bueno, ya sabe usted, conozco a todo el mundo, allí abajo.

PRESIDENTE – ¿ Que qué hace? Eh, sí … (Volviéndose hacia la chica) ¿ qué hace ahora tu madre?

AZAFATA- Murió.

PRESIDENTE – Eh… sí … Me… siento tan emocionado cuando hablo de esto … Yo mismo no lograba pronunciar la palabra.

MINISTRO – Oh, estoy verdaderamente afligido.

PRESIDENTE – Era mi hermana, después de todo … Y además, tenía sólo una. Me… me quedan algunos hermanos, pero …

MINISTRO – Sí, claro, no es lo mismo…

PRESIDENTE – Claro, ellos no la reemplazan…

AZAFATA- Yo también, yo también tenía sólo una madre …

MINISTRO – Y sí, así es … es lo habitual, desgraciadamente … Y murió …

PRESIDENTE – Pues, sí, allí, completamente, cómo … Un … Un accidente…

MINISTRO- Un accidente?

PRESIDENTE – Un camión frigorífico … Atravesando la calle para ir a comprar embutidos.

MINISTRO – Oh, Dios mío…

PRESIDENTE – Pero bueno, no vamos a estropear la velada con esto, tampoco … La vida continúa…¡Los trabajos también! Porque usted sabe lo que se dice:¡cuando el edificio va, todo va! Esto vale también para las obras públicas…

MINISTRO – ¿Y entonces, esta señorita encantadora vive siempre en Jaén?

PRESIDENTE – Sí, sí … Con su mamá fallecida.

MINISTRO – A propósito de embutidos… Hay un restaurante excelente Jaén, donde se come el mejor chorizo de jabalí de toda Andalucía…. Esto, ¿cómo se llamaba…?

(Afortunadamente, el móvil del Ministro suena, dispensando a la chica de responder. El ministro responde a la llamada).

MINISTRO – ¿Sí? Sí, sí… No, no, usted no me molesta en absoluto… No cuelgue, un segundo … (Al presidente) le ruego que me excuse usted. ¿Hay un lugar dónde pueda aislarme un momento?

PRESIDENTE – Sí, sí, por supuesto, venga por aquí, por favor…

(El presidente le señala el camino).

MINISTRO(a su interlocutor telefónico) – Sí, sí, le escucho … (El Ministro sale).

PRESIDENTE – Bueno, todo se está desarrollando muy bien hasta ahora… Creo que usted ha conseguido despertar la libido de este viejo sátiro con su apariencia de internado de monjas … Pero no cargue demasiado sobre el lado rebelde…

AZAFATA- Tranquilícese, no haré nada para hacer capotar esta negociación …

PRESIDENTE – Y ahora, va a haber que poner el turbo, ¿cómo? Discreción y elegancia, sí. Pero eficacia y vaya soltando sedal.

AZAFATE – ¿Soltando sedal?

PRESIDENTE – Usted continúa cebando al pez gordo y ¡hop! Que muerda el anzuelo precipitadamente en el momento en que menos lo espera. Lo que hace falta, es sorprenderle, ¿comprende usted?. Después, este viejo tiburón se dejará hacer… Le gusta la carne fresca, créame. Le aseguro que mis informaciones son completamente fiables…

(Su móvil suena y responde).

PRESIDENTE – Sí, Jeromo … No, no tengo demasiado tiempo para hablarle ahora … Sí, sí, creo que este gordo asqueroso no es insensible al estilo colegiala en falda escocesa … ¿Por cierto, ustedes sabían que se había pasado diez años de su vida en Lepe? ¡Pues podrían habérmelo dicho! Eso me habría evitado pasar por un gilipollas … (El Ministro vuelve) Bueno, le dejo…

MINISTRO – Les ruego que me excusen, pero creo que no le hubiera agradado escuchar esta conversación… ¿Sabe usted quién acaba de llamarme?

PRESIDENTE – Le aseguro que no… señor ministro.

MINISTRO- Su principal competidor…

PRESIDENTE – No me diga que…

MINISTRO – Y debo reconocerle que acaba de hacerme una oferta muy apetitosa.

PRESIDENTE – Cuánto?

MINISTRO – El mismo precio que usted pero con veinte kilómetros de autopista más

AZAFATA – Bueno, sobre cien kilómetros, eso constituye un veinte por ciento de descuento, es una rebaja que lo hace verdaderamente interesante, en efecto.

PRESIDENTE – ¿Talavera de la Reina-Madridejos? ¡Pero con las autopistas que ya existen, sólo necesitamos un trozo de 100 kilómetros para la conexión! ¡ Los estudios son formales!

MINISTRO – Su competidor me propone una pequeña variante que pasa por Orgaz, que es dónde vive mi madre … (A la chica) Tú sabes lo importante que es poder visitar de vez en cuando a la mamá mientras está viva todavía … (El móvil del Ministro suena de nuevo, y responde). Sí … (Al presidente) Discúlpeme otro minuto … Sí, sí, le escucho… (Vuelve a salir).

PRESIDENTE – Nos hemos ido a la mierda…

AZAFATA – Usted sólo tiene que hacerle también su veinte por ciento descuento, como sobre las cajas de cereales…

PRESIDENTE – Imposible … Nuestro presupuesto ya está rebajado al máximo … Si le ofrezco veinte kilómetros más por el mismo precio, perdemos todo nuestro beneficio.

HUÉSPED – ¡ Pero reactiva usted la economía, y con ello, el crecimiento!

PRESIDENTE – Ya, ya… nuestros accionistas pasan de eso del crecimiento! ¡Lo único que esperan que crezca a finales de año, son sus dividendos! ¡Qué nos importan las vidas de la población! ¡Qué sigan soñando con el estado del bienestar! Bah. ¡ No voy a hablar de negocios con una puta qué es simplemente un regalo promocional para facilitar la firma de un contrato sustancioso!

AZAFATA – ¿Una puta?

PRESIDENTE – ¡Limítese a hacer su trabajo, joder! ¡ Pagué por los servicios de una acompañante, no por una conferencia de economía!

AZAFATA – ¡Una acompañante!

PRESIDENTE – ¿ Todo depende de usted, ahora, de acuerdo? ¡Hay que convencerlo totalmente de que los tirantes de su sujetador son más apasionantes que la correa de autopista que uniría su domicilio al asilo de ancianos de su madre!

AZAFATA- Escuche, querido Señor, se trata de un malentendido … Reemplazo a una amiga que visiblemente no me dijo todo sobre lo que se esperaba de mí en el marco de esta misión … ¡ No soy una prostituta! En realidad soy estudiante de Ciencias políticas, y hago trabajitos para pagar mi alquiler y mis estudios, es todo.

PRESIDENTE – ¿Es una broma?

AZAFATA- Bueno, mire, le devuelvo su dinero, y me largo… ¿ Le parece bastante claro así?

PRESIDENTE – Espere, no nos pongamos nerviosos… Le ruego a usted que me disculpe y que por favor me escuche un minuto, ¿de acuerdo?

HUÉSPED – Le escucho … Pero esto no cambiará nada el hecho de que yo no me acuesto por dinero… Por otra parte, por regla general, me acuesto muy poco… y siempre lo hago gratis…

PRESIDENTE – Si no firmamos este contrato esta tarde, nuestros accionistas van a decidir cerrar el departamento de autopistas de la empresa para concentrarse en sectores más rentables. Cientos de asalariados perderán sus empleos. Yo también, para que lo sepa…

AZAFATA – ¿ Y qué quiere que haga yo?

PRESIDENTE – Usted es mi última oportunidad, Maribel.

AZAFATA – Emmanuelle.

PRESIDENTE – Todo depende de usted. ¡ Los obreros corren peligro de encontrarse en el paro! ¡Sus familias en la calle! ¡Sus niños no podrán estudiar como usted!

AZAFATA – Pare, que va usted a hacerme llorar … ¡ Pues a pesar de todo, no voy a aceptar su plan y ofrecer mi culo para evitar un desastre social!

PRESIDENTE – ¿Quién ha hablado de su culo? El trato es que usted llegue a hacerle firmar este contrato a ese imbécil. Si usted lo consigue sin tener que acostarse, tanto peor para él… Quiero decir, tanto mejor para usted …

AZAFATA – ¿Y cómo consigo yo eso?

PRESIDENTE – Usted le ofrece el aperitivo, le pone el agua en la boca con el plato principal, y en el último momento, usted le deja sin postre. Sólo tiene que conseguir que pague la cuenta antes de irse…

AZAFATA – No sé que decirle …

PRESIDENTE – También tiene bastante afición a la botella. Haciéndole soplar poco a poco…

AZAFATA (arrugada) – ¿ Quiere usted decir que para tener ganas de acostarse conmigo, hay que estar bolinga? Y eso, después de haberme tratado de puta … Usted por lo menos, sabe cómo tratar a las mujeres …

(El teléfono del presidente suena. Responde).

PRESIDENTE – Escuche, Jeromo! ¡La chica a la que usted me envió no quiere acostarse! (Ablandándose de repente) ¿Querida? ¿Eres tú? No esperaba tu llamada… ¿Entonces qué tal tiempo hace en Palencia? Es de noche… Sí, aquí también… ¿De qué hablaba? ¿Una chica? ¿Qué chica? Pero no, no, te aseguro… Pero por favor, querida, sabes muy bien que yo jamás… ¿ Hola? ¿Hola? Ha colgado… Sólo me faltaba esto… Es una catástrofe… Tengo que volver a llamarla en seguida …

(El presidente sale para rellamar a su mujer. La chica marca un número de prisa).

AZAFATA – Oye, ¿pero a qué trampa me has enviado? ¡Yo no soy una puta! ¿Una señorita de compañía? Perdóname, pero yo no veo bien la diferencia. ¡Si lo hubiera sabido, jamás habría venido! Seguramente que es por eso por lo que no me lo dijiste todo, me imagino… Sí, me dijiste que la agencia se llamaba Glamour Internacional… No, perdona, pero no tenía porque haberme hecho una idea con el nombrecito… ¿ Tus tres meses de alquiler? ¿Entonces,… o sea, que, o me acuesto con esta grasienta carne de cerdo, o me echas a la calle, es eso?

(La vuelta del Ministro la obliga a parar su conversación y guardar el móvil).

MINISTRO – ¿Estás sola?

AZAFATA – Mi,… mi tío ha recibido una llamada telefónica urgente y ha tenido que salir … Un pequeño malentendido con su mujer …

MINISTRO – Bueno, esto nos deja un tiempo para charlar un poco. Tienes que darme tu número de teléfono. Me gustaría poder despedirte …

AZAFATA – ¿Despedirme?

MINISTRO – Me refería a cuando regreses a Jaén. Pero ahora, se me ocurre que también podía contratarte, si lo prefieres… Quiero decir, si un día buscas un período de prácticas, o trabajo, cuando termines tus estudios, no dudes en ponerte en contacto conmigo. Te daré mi número personal también. Muy poca gente lo tiene, ya sabes.

AZAFATA- Gracias por concederme este privilegio…

MINISTRO – Hay que dar un buen empujón a la juventud. ¿No sé por qué, tengo la impresión de que nos entenderíamos bien, los dos, eh? Tienes carácter… Eso me gusta… Y además, si soy elegido en las próximas elecciones, necesitaré rodearme de un nuevo equipo. Más joven… Más abierto sobre el mundo… Gente más formada…

AZAFATA- Y dotada para las lenguas …

MINISTRO – Sí, sí,…Vas a reírte, pero nuestro Ministro de Hacienda no habla una palabra de inglés… Y es incapaz de hacer una suma de tres cifras sin la ayuda de su jefe de gabinete y de dos o tres expertos contables… (La coge por la cintura) Ya me dirás si te apetece unirte a mi equipo de campaña.

AZAFATA- Se le presenta a usted como el JF Ca español, pero veo que tiene usted también bastante de Bill Clinton …

(El ministro se acerca a la chica y pone la mano sobre ella).

MINISTRO – Un poco de incorrección, no me desagrada…

(La chica le da una bofetada. Vuelve el presidente que ve la escena).

PRESIDENTE – ¿ Todo va bien? (El ministro recupera la compostura).

MINISTRO – A decir verdad, estoy un poco aturdido, querido amigo…

PRESIDENTE – Estoy seguro que vamos a encontrar un arreglo … Desgraciadamente no puedo proponerle esa pequeña desviación por Orgaz. (Con una mirada hacia la chica) Pero hay seguramente un pequeño premio de consolación que estoy seguro de que le complacería…

(La chica le lanza una mirada negra para indicarle su torpeza).

MINISTRO – Acabo de tener noticias de mi madre. Es ella quien me llamaba, justamente…

PRESIDENTE – Oh … Espero que su querida madre se encuentre bien,…

MINISTRO – Por desgracia… Comienza a perder un poco la cabeza… Ya me cree a Presidente del Gobierno…

AZAFATA- Pero eso es visionario, simplemente, Señor Ministro! Es todo lo contrario de Alzheimer, eso es que… no olvida el pasado, sino que se acuerda del futuro…

MINISTRO – Desgraciadamente, también cree que me encuentro en prisión por un asunto de corrupción de menores …

HUÉSPED – Oh, vaya, no sé cómo pudo ocurrírsele una cosa semejante, no tiene sentido.

PRESIDENTE – Claro, si usted fuera Presidente del Gobierno, gozaría de una total inmunidad.

AZAFATA – ¿ No es para eso para lo que se presenta, por lo menos?

MINISTRO – En fin, temo que mi pobre madre tiene cada vez más necesidad de mí en los años que vienen. ¿No debemos abandonar a nuestros mayores ¿no creen?

PRESIDENTE – No, por supuesto …

MINISTRO – Para mí es un deber ir a visitarla por lo menos una vez a la semana. Evidentemente, una autopista que pasara justo al lado de su casa, sería más que práctica…

AZAFATA- ¿Y si le busca un buen asilo de ancianos con una buena infraestructura médica en Talavera?

MINISTRO – Desgraciadamente, ya sabes cómo son los viejos … Están atados a sus pequeñas costumbres … Temo que cambiando brutalmente todas sus referencias, se precipite un poco más su decadencia…

PRESIDENTE – Comprendo … Lo que no comprendo, es cómo nuestro principal competidor puede proponerle un precio semejante…

AZAFATA- Posiblemente porque paga a los obreros en negro … Parece que es muy habitual en el sector de las obras públicas…

MINISTRO – Oh, eso prefiero no saberlo…

AZAFATA – Sin embargo, el Estado emplea a numerosos agentes para acosar a los empresas que defraudan a Hacienda…

MINISTRO – Es encantadora … Pero qué quieres … Tenemos todos nuestros pequeños arreglos con nuestra conciencia … No me digas que tu santa madre jamás contrató a una asistenta en negro…

AZAFATA – Mi pobre madre murió.

MINISTRO – Oh, sí, es verdad perdóname … (Al presidente) Pero volvamos a nuestro contrato, querido amigo. Se lo dije, realmente tengo ganas de hacer negocio con usted. ¡Haga un pequeño esfuerzo! ¿Veinte kilómetros de autopista de más o de menos, qué suponen para usted?

PRESIDENTE – Seiscientos millones de euros …

MINISTRO – El Estado le estará muy agradecido, créame. Y yo también, yo estoy dispuesto a hacer un gesto…

PRESIDENTE – ¿De verdad?

(El ministro muestra su medalla de honor en la solapa de su chaqueta).

MINISTRO – ¿ ¿Qué le parecería tener una como esta?

(El presidente parece seducido durante un instante).

PRESIDENTE – Evidentemente, es tentador, pero …

MINISTRO – Estoy seguro que esto les proporcionaría un gran placer a su esposa y a su sobrina.

PRESIDENTE – Sí, por supuesto … (Volviendo a la realidad) pero una Medalla de Honor a cambio de seiscientos millones de euros … Me parece que nuestros accionistas no estiman mi honor a tanto precio…

AZAFATA- Venga, venga, se está usted subestimando, tío!

MINISTRO – ¡Con esos veinte kilómetros de autopista añadidos, usted hace un gran gesto a favor de las personas de edad!

AZAFATA – A las que viven en Orgaz , principalmente…

PRESIDENTE – Desgraciadamente, me es imposible porque tengo deudas pendientes de un préstamo obtenido de los fondos de pensiones americanos que hay que devolver este trimestre…

MINISTRO – De todos, reflexione sobre eso, se lo ruego … pero hágalo rápidamente. Su competidor está dispuesto a llevarse este negocio, se lo advierto… Mientras tanto yo me tomaré una pequeña golosina.

PRESIDENTE – Iba proponerle pasar al postre…

(El móvil del ministro suena de nuevo y responde).

MINISTRO – Sí? Oh, sí … Pero sí, con mucho gusto … Pero no, en absoluto, al contrario … Estaremos en familia … Muy bien, entonces le llamo ahora desde aquí mismo.(El Ministro guarda su móvil).

PRESIDENTE – Espero que no hayan sido más malas noticias de su madre.

MINISTRO – No, no, tranquilícese … En fin… No sé si en realidad esto realmente va a tranquilizarle … Era otra vez su competidor … Leonardo. El Pesidente del grupo Tragados y Obstrucciones.

PRESIDENTE – Oh …

MINISTRO – Me invita a tomar una copa en su casa ahora mismo, para presentarme su contraoferta… Es divertido, quería saber si no me importaba que su ahijada estuviera allí … Decididamente, hoy todo el mundo está empeñado en presentarme a su familia…

AZAFATA – Son vacaciones escolares…

(El PRESIDENTE, inquieto, indica a la chica que sirva el rodaballo).

MINISTRO – Entonces? ¿Qué me sugiere como postrecito?

PRESIDENTE – Hay una bandeja de pastelitos, creo. ¿Qué novedades podemos ofrecer al señor… Maribel?

AZAFATA– Vamos a ver, tenemos bollo suizo, pero desgraciadamente Suiza queda un poco lejos de Madridejos y de Orgaz…

(Los dos se muestran aparentemente un poco descolocados)

PRESIDENTE – Esta barriguita de monja es realmente deliciosa…

MINISTRO – Buena, muy buena… (Deglute algunos pastelitos). Los borrachos, son mi perdición…

PRESIDENTE – Pero siéntese, se lo ruego. Póngase a gusto …

(Se sientan los tres a mesa. El presidente avisa de nuevo a la chica que acelere las cosas. Pero ésta, visiblemente no sabe que hacer, ni que decir).

AZAFATA – ¿Entonces, no tiene reparos en firmar un contrato en nombre del Estado con una empresa que recurre al trabajo ilegal? Para un hombre que tiene la ambición de ser el próximo Presidente del Gobierno… Usted me decepciona mucho. Yo que pensaba votar por usted…

(El PRESIDENTE levanta la mirada al cielo).

MINISTRO (Con la boca llena de pastelito) – Mi pobre chiquilla. Tienes que aprender cuanto antes que en política, se debe poner un poco de agua en el vino si se quiere llegar a los objetivos. Por otro lado, no me importaría repetir un poco de este excelente champán…

(El PRESIDENTE indica a la chica debe servir y ella cumple la orden).

PRESIDENTE – Lo hago traer directamente de Francia. Me quedan todavía algunas cajas en el sótano. Si le apetecen unas botellitas…

MINISTRO – Sea como sea, no decidiré nada antes de haber hablado con su competidor…

AZAFATA- Y con su ahijada…

PRESIDENTE – ¿ No se llamaría Anabel, por casualidad?

MINISTRO – ¿ La conoce?

PRESIDENTE – No, no, ni por asomo… Por favor, todavía quedan algún pastelito.

MINISTRO – Con mucho gusto.

(El ministro deglute de nuevo. El Presidente da golpecitos insinuantes en el pie del ministro bajo la mesa. Este último se da cuenta de ello y, creyendo, por supuesto, que se trata del pie de la chica, da visibles muestras de alegría).

AZAFATA – Da usted la sensación de que está disfrutando.

MINISTRO – No debería, pero bueno … Una pequeña desviación de cuando en cuando (Le hace un guiño que la sorprende). Deliciosa, verdaderamente deliciosa… Esta pícara monjita…

PRESIDENTE – Pero su vaso está otra vez vacío, Señor Ministro … ¿Maribel?

(Maribel se levanta precipitadamente para ir a por la botella en el cubo de champán. El presidente acaba su tejemaneje con un instante de retraso. El ministro se pregunta fugazmente si era ella quien acariciaba su pie pero, ya bastante achispado, escoge visiblemente tomar sus sueños por la realidad. La chica se sienta de nuevo).

AZAFATA- ¿Más champán?

(El ministro roza su pie con el de la chica mientras ella le sirve. Sorprendida, le derriba más o menos voluntariamente sobre las rodillas el champán que supuestamente debería rellenar su copa. El ministro se levanta precipitadamente).

AZAFATA- Oh, perdón… estoy un poco torpe…

MINISTRO – ¿Puede indicarme el cuarto de baño?

PRESIDENTE – Estoy verdaderamente abrumado… Por aquí, se lo ruego … Justo al fondo del pasillo, ahí a la derecha …

(El ministro sale. El presidente está cabreado. Saca una fregona de la habitación de al lado y se la tiende a la chica para que limpie el champán caído en el suelo).

PRESIDENTE – Si usted cree relmente que derribándole de champán sobre las rodillas va a conseguir encender sus ardores… (La chica toma la escoba y seca por tierra).

AZAFATA – Lo siento, ha sido un acto reflejo. Me ha tocado el pie por debajo la mesa…

PRESIDENTE – ¡Es una noticia excelente! Eso quiere decir que ha picado el anzuelo. No me diga que algunos toqueteos con las piernas por debajo la mesa, es demasiado para usted?. Ahora es el momento de atraparlo.

AZAFATA (Con la fregona en la mano) – ¿Atraparlo?

PRESIDENTE – Escuche, tengo un plan para dar el golpe y precipitar un poco las cosas.

AZAFATA- Usted me da miedo …

PRESIDENTE – Dentro de un pequeño instante, haré la pantomima de recibir una llamada en el móvil, y me inventaré una urgencia para dejarles solos a los dos…

AZAFATA – ¡ Que va a dejarme sola con ese viejo macho cabrío en celo!

PRESIDENTE – Eh, eh, no se dispare, que es un ministro de la Nación…

AZAFATA – Se supone que lo dice para tranquilizarme?

(Él le abanica las narices con el contrato).

PRESIDENTE – En definitiva, usted le hace firmar este contrato prometiéndole el premio gordo. Y antes de liquidar, usted se larga bajo un pretexto cualquiera…

AZAFATA – ¿Qué clase de pretexto?

PRESIDENTE – No sé, yo … Le dice usted que su madre acaba de tener un accidente, por ejemplo.

AZAFATA – ¿En serio?

PRESIDENTE – ¿Qué pasa? ¿No le gusta?

AZAFATA – ¡Mi madre ya se murió!.

PRESIDENTE – La acompaño en el sentimiento, lo siento, no lo sabía…

AZAFATA – ¡Pero si ha sido usted mismo el que lo dijo nada más empezar!

PRESIDENTE – Oh, sí, es verdad … Bueno, bueno … ¡Pues le dice usted que he sido yo quien ha sufrido accidente, y que usted tiene que ir urgentemente al hospital!

AZAFATA – Es un plan inviable.

PRESIDENTE – ¿ Tiene otro?

AZAFATA – ¿ Tiene usted criada?

PRESIDENTE – Le di la tarde libre para poder estar tranquilos … Pero de cualquier modo, tiene más de cincuenta años, una barbilla triple y un principio de bigote, no estoy seguro de que fuera a gustarle al señor ministro.

AZAFATA – Pero tendrá una habitación para la criada.

PRESIDENTE – Sí, sí, justo aquí encima.

AZAFATA – Bueno, pues usted finge que se va por culpa de una urgencia, como hemos dicho, pero en lugar de irse realmente, usted se esconde ahí arriba en el cuarto de la criada.

PRESIDENTE – ¿Y después?

AZAFATA – Cuando haya puesto a su ministro en una situación molesta para él, le llamo, usted vuelve de improviso, y nos sorprende los dos.

PRESIDENTE – ¿ Y de qué va a servir?

AZAFATA – ¡Piénselo: él, un ministro! ¡Con su sobrina! Usted se hace el ofendido, y lo amenaza con denunciarle. De largárselo todo a la prensa. Él, para hacerse perdonar, estará dispuesto a firmar cualquier cosa…

PRESIDENTE – ¡ Usted es un genio!

(El ministro vuelve. La chica pone la fregona en una esquina).

AZAFATA – Le pido perdón, una vez más. No sé lo que me ha pasado.

MINISTRO – Ya está arreglado…

PRESIDENTE – ¿Una copita?

AZAFATA – ¿Una pera?

PRESIDENTE – ¿Un bomboncito?

AZAFATA – Le prometo que este, no lo voy a tirar sobre sus rodillas.

(El ministro parece contento ante este pensamiento. El presidente finge responder al móvil).

PRESIDENTE – Sí?. Oh, no. Pero eso es horrible… ¡Oh, Dios mío! Sí, sí, por supuesto, voy al momento… (Guarda su móvil) Señor Ministro, estoy realmente compungido, pero es necesario que le abandone durante un momento. Mi mujer ha tenido un accidente…

MINISTRO – Eso es espantoso. ¿Es grave?

PRESIDENTE – Sí, bueno… No … Los médicos todavía no quieren pronunciarse. No saben si la muñeca está rota o simplemente dislocada…

MINISTRO – Pues, en ese caso, vamos a repetir esta cita en otra ocasión, por supuesto.

PRESIDENTE – No, no, de verdad, insisto. Tengo una responsabilidad con mis accionistas… Este contrato es capital para la supervivencia de la empresa… Estaré de vuelta dentro de una o dos horas.

MINISTRO – ¿Para ir y volver desde Palencia?

PRESIDENTE – Eh … No, no, estaba volviendo: de hecho ha sido en el camino de la vuelta. Afortunadamente, su accidente ha ocurrido llegando a Madrid… Cerca de Buitrago… Mi sobrina le dará conversación mientras espera… ¿Verdad, Maribel?

AZAFATA- Por supuesto…

MINISTRO – Bueno, en ese caso … Me parece bien …

AZAFATA- Dale un fuerte abrazo a la tía de mi parte, tío … Voy a rezar para que se restablezca pronto … (La chica acompaña al PRESIDENTE hasta la puerta y le habla en conversación aparte) Quédese aquí cerca, y acuda tan pronto como le llame. Si no, me largo inmediatamente.

PRESIDENTE – Se lo prometo… Aquí tiene mi número de móvil … (Al ministro) Le confío a mi sobrina, Señor Ministro… Sé que la dejo en buenas manos…

(El presidente sale. La chica, un poco inquieta, se vuelve hacia el ministro).

MINISTRO – Al fin solos…

AZAFATA – Sí …

(El ministro va a instalarse sobre el sofá).

MINISTRO – Ven, puedes sentarse aquí, y así podemos charlar un poco de mi… Quiero decir de ti… ¿O, tal vez, de nosotros, por qué no?

(La chica va a sentarse a su lado con reticencia).

MINISTRO – ¿O es que acaso te doy miedo?

AZAFATA – En absoluto, se lo aseguro … (Agresiva) Incluso, diría que esperaba con impaciencia este momento.

MINISTRO – ¿De verdad?

(El ministro pone una mano sobre el hombro de la chica).

AZAFATA – Siempre me he sentido fascinada por los hombres de poder…

MINISTRO – Bueno, los hombres de poder son en primer lugar, y sobre todo, unos hombres, ya sabes…

AZAFATA – Todos somos iguales, sí. Sin embargo… Saber que un día, si resulta elegido entre sus compañeros, puede ser presidente del gobierno, y que tendrá usted el poder de poner en marcha la fuerza de las armas. El fuego…

(El ministro se vuelve más audaz).

MINISTRO – ¿ Entonces es eso lo que te gusta: Que se encienda el fuego…

(La chica le deja acercarse, una poco, después se libra precipitadamente, coge el contrato de encima del velador, y lo agita bajo la nariz del ministro).

AZAFATA – ¿Y si le pidiera que firmase primero este contrato?

MINISTRO (Con la cabeza en otro lugar) – El contrato?

AZAFATA- Así sorprendo a mi tío, cuando le diga que puede quedarse velando a mi tía en el hospital toda la noche si lo desea…

MINISTRO – ¿Por una muñeca dislocada?

AZAFATA – A las horas que son, seguramente la tendrán en observación hasta mañana por la mañana … Le aseguro que si llamo a mi tío para decirle que el contrato está ya firmado, no le veremos de nuevo en toda la noche. Esto nos dejará a nosotros solos un buen montón de tiempo…

MINISTRO – Muy bien… Si eso es lo quieres, firmaré ese contrato… Pero dentro de un minuto… (El ministro vuelve a la carga).

AZAFATA – En esto tardará sólo un segundo … ¡ Compréndame! La idea que mi tío pueda presentarse aquí en cualquier momento… ¡me bloquea!

MINISTRO – El caso es que hace falta que me relea atentamente ese contrato… No puedo firmar cualquier cosa. Tres mil millones de euros… Es un asunto serio,… sin embargo…

HUÉSPED – Déme usted ese placer, se lo suplico…

MINISTRO – ¡Compréndeme tú, a mí, también, Maribel! La lectura de un documento árido de un centenar de páginas que deberé firmar una a una… Como que para hacer la digestión, pensaba más bien en otro tipo de distracción…

AZAFATA – Creo que estoy oyendo pasos en la escalera .

MINISTRO – Yo no escucho nada, te lo aseguro …

(El ministro se vuelve de nuevo urgente. La chica le esquiva).

AZAFATA- No, esto me está poniendo demasiado nerviosa …

MINISTRO – Venga, no seas infantil …

AZAFATA – Lo siento, pero no puedo. Si no firma antes, no voy a…

(El ministro parece resuelto).

MINISTRO – Bueno, si eso te va a tranquilizar… ¡Que le den!, no pienso releerlo… Confío en tu señor tío … Pero después, te juro que el fuego está avivadísimo…

AZAFATA – Tenga …

(Le tiende el documento. El ministro está a punto de firmar. Su móvil suena. Se detiene).

MINISTRO – No me dejan estar tranquilo ni cinco minutos … Te ruego que me disculpes … Es necesario que responda, si no mi jefa de gabinete va a enviarnos a los GEOS… Créeme, eso serían peores que tu tío …

AZAFATA – No, por favor, se lo ruego …
(Responde a la llamada, y la chica puede respirar un poco).

Ministro – Sí … ¿ No? ¿ Cuándo ha sido eso? No, no, le escucho …

(Después de hacerle un gesto de excusa a la chica, sale un instante a la habitación de al lado para aislarse. La chica se avalanza sobre su propio móvil).

AZAFATA – ¿ Está usted ahí? O.k.. Sólo lo estaba comprobando. No, no, todavía no. Le vuelvo a llamar cuando llegue el momento. ¿Pero mantenga su teléfono en la mano, de acuerdo? (El ministro vuelve, y la chica guarda de prisa su móvil). ¿Problemas?

MINISTRO – Nada importante … En todo caso, no tanto como para interrumpir lo que estábamos a punto de comenzar.

(El ministro vuelve a mostrarse ansioso).

AZAFATA – Todavía no ha firmado el contrato …

MINISTRO (Con la mente en otro lugar) – El contrato? Oh, sí, el contrato … Pero no te preocupes por eso … Esto ya no corre mucha prisa, así que…

AZAFATA- ¿Ya no?

MINISTRO – Acabo de recibir una llamada de mi Directora de Gabinete … Lo que voy decirte está clasificado como Alto secreto de Seguridad Nacional, Maribel … ¿ Puedo contar con tu discreción?

AZAFATA – ¿ No irá a desconfiar de mí?

MINISTRO – El Ministro de Educación acaba de ser sorprendido por la policía en una posición molesta con una prostituta menor de edad en la Casa de Campo. Seguramente, va a ser forzado a dimitir …

AZAFATA- Qué injusticia … ¿ Ya no podremos volver a confiarle el futuro de nuestros niños a depravados sexuales, dónde vamos a ir a parar? ¿Pero eso en qué concierne a nuestro contrato? ¿No me diga qué había previsto hacer pasar la autopista Talavera de la Reina-Madridejos, por la Casa de Campo?

MINISTRO – ¡Es el efecto mariposa, querida niña! La mecha que hace saltar el polvorín…

AZAFATA – Pero es que todavía le quedan ganas?

MINISTRO – Dimisión significa, igualmente, revisión. Comienza de improviso el juego de la silla. El vals de las carteras. Y desgraciadamente no habrá silloncito para mí esta vez.

AZAFATA- Oh, joder… Quiero decir: mecachis…

MINISTRO – De todos modos, creo que es preferible que me tome un poco de descanso antes de las primarias… ¡ Tendré más tiempo tanto para mí y como ti!

AZAFATA- Oh, sí, pero todo esto es realmente muy penoso …

MINISTRO – Me encanta tu vocabulario, tan en desuso, Maribel … ¿ Realmente has estudiado en un internado de monjas? Cuéntamelo…

AZAFATA – ¿Y qué pasa con el contrato, entonces?

MINISTRO – Evidentemente, ya no tiene sentido firmarlo. Mi sucesor se ocupará de eso. Pero no estoy seguro de que vaya a estar muy interesado en este enlace directo Talavera de la Reina-Madridejos… Cuando sea presidente del gobierno, posiblemente…

AZAFATA- Si es que llega usted a serlo algún día …

MINISTRO – Sea como sea, ahora, sí que vamos a poder pasar el resto de la tarde tranquilos …

(Ante su actitud, la chica ya no sabe que más hacer para resistir a los asaltos del Ministro).

AZAFATA – Vale, bien… entonces, le propongo… que, usted se dé una ducha, para ponerse a gusto… Y mientras tanto… Puedo telefonear a mi tío para decirle que…ya no merece la pena que se siga preocupando por ese contrato… ¿ De acuerdo?

MINISTRO – De acuerdo… ¿Puedes señalarme el cuarto de baño?

AZAFATA – Eh…

MINISTRO – Ah sí, ya me acuerdo, es verdad que estuve antes allí, cuando me derribaste la copa de champán sobre las rodillas…

AZAFATA – Entonces ya sabe usted tan bien como yo dónde se encuentra el cuarto de baño …

MINISTRO – Voy corriendo para allá… vuelvo en seguida…

(El ministro sale. La chica se precipita sobre su móvil).

AZAFATA – Oh, no, no; no me lo puedo creer… Me he quedado sin batería … (Revuelve su bolsa) y evidentemente, no me he traído el cargador … (Reflexiona un instante) no tengo tiempo de encontrar el cuarto de la criada, tampoco. Voy a perderme en esta mansión enorme … Pero me dijo que era justo encima …

(La chica se apodera de la fregona. Se sube sobre la mesa y golpea al techo con una serie de golpes rápidos).

MINISTRO (off) – Sí, sí, ya voy, palomita… No tengas tanta prisa…

AZAFATA- Mierda …

(El ministro vuelve solamente vestido con un albornoz completamente ridículo. Descubre a la chica subida sobre la mesa. Aprovecha para echar un vistazo bajo sus faldas).

MINISTRO – Me encantan las mujeres cuando se ponen a hacer chapuzas en casa… ¿Necesitas que te eche una mano?

AZAFATA- Es que hay que cambiar una bombilla que … Ya está arreglado… Yo… He intentado llamar a mi tío, pero se me ha agotado la batería.

MINISTRO – ¡ La mía está cargada a fondo, créetelo!

AZAFATA – Sí, sí, me lo creo … Usted podría prestarme su móvil un minuto para llamarlo …

(Para alcanzárselo, el ministro comienza a escalar la mesa).

MINISTRO – Al diablo con tu tío … No va a volver en seguida … Acaba de irse hace un ratito…

AZAFATA – Es que … Yo,… yo no se lo he dicho todo, Juan Francisco …

(El ministro se calma un poco).

MINISTRO – ¿Eh?, bueno, no importa.

AZAFATA- En realidad, no soy la sobrina de Martin Puig…

(El ministro acusa el golpe, pero no parece muy asombrado por ello).

MINISTRO – A decir verdad, lo sospechaba hace un rato…

AZAFATA – ¿Ah, sí?

MINISTRO – Soy menos ingenuo que lo que aparento, ¿sabes?

AZAFATA – Por supuesto…

MINISTRO – Eres su amante, evidentemente.

AZAFATA- Su amante … Sí … Lo reconozco.

MINISTRO – ¡No te inquietes por eso! ¡ Yo no soy celoso!

(Está a punto de repetir sus asaltos, pero la chica lo detiene).

AZAFATA – Ya, pero él sí que lo es…

MINISTRO – ¡Jamás se enterará. ¡

AZAFATA – Pero lo sabré yo!

MINISTRO – ¿ Qué importa?

AZAFATA – Antes de empezar una historia con usted quiero a toda costa romper con él, usted me comprende?

MINISTRO – Sí … ¡ Bueno, en realidad, no!

AZAFATA – Déjeme llamarlo, se lo ruego! Me quedaré mucho más tranquila, y podré entregarme a usted más completamente.

MINISTRO – Más completamente…

AZAFATA – ¿Me presta su teléfono móvil?

MINISTRO – Bueno…

(Le tiende su teléfono. Siempre de pie sobre la mesa, ella lo coge. Pero el ministro no muestra intención de alejarse).

AZAFATA – Voy a enviarle un SMS, no tengo ánimo para hablarle de viva voz ahora mismo. Sobre todo con su mujer en el hospital…

MINISTRO – Por supuesto … (Ella finge leer en voz alta el mensaje que va a enviar).

AZAFATA- Que sepas que te dejo… (Más bajo) Venga rápidamente … Bueno, ya está hecho …

(Lentamente desciende de la mesa. El ministro se echa sobre ella. Sube en seguida y lo mantiene a raya con la fregona).

AZAFATA– No. Voy a esperar su respuesta, para estar segura que entendió bien el mensaje… Antes de ofrecerme…

MINISTRO – Oh, no, no aguanto más,… yo…

(El ministro pellizca las piernas de la chica siempre de pie sobre la mesa. El presidente llega en tromba, finge sorpresa y hace gestos de escandalizarse). ¡

PRESIDENTE – Señor Ministro! ¿Usted? ¡En bata! ¡Con mi sobrina! En mi propia casa. ¡Y Yo qué confiaba totalmente en usted!

(El ministro, sorprendido también, detiene inmediatamente su asalto. Pero recupera el habla rápidamente).

MINISTRO – Ya está bien… Déjese de comedia… Estoy enterado… ¡Maribel me lo ha contado todo!

PRESIDENTE – ¿Todo?

MINISTRO – Todo. Pero no estoy seguro que esta inocente chiquilla haya comprendido bien su odiosa estratagema.

PRESIDENTE – ¿Esta inocente chiquilla?

MINISTRO – Imagino que tampoco estaba usted en el hospital con su mujer …

PRESIDENTE – Eh … No … Estaba justo encima, en la habitación de la criada …

MINISTRO – Usted me decepciona mucho, querido amigo … Qué usted se acueste con la criada, no es asunto mío … Pero servirse de esta joven muchacha inocente para favorecer sus negros intereses…

PRESIDENTE – Pero si usted no firmó mi contrato …

MINISTRO – ¿ Era un asunto premeditado ¿verdad? Lo planificó todo para que me quedara a solas con su amante, sabiendo que caería hechizada bajo mi encanto.

PRESIDENTE – ¿Mi amante?

MINISTRO – Y en compensación, para hacerme perdonar, habría firmado su contrato.

PRESIDENTE (Recuperando la esperanza) – ¿Y es lo que va usted a hacer ¿verdad? Porque usted, es un caballero…

MINISTRO – Es realmente muy mezquino por su parte… Pero posiblemente lo habría hecho, es verdad… Porque como usted dice, soy un caballero. Desgraciadamente, ya no estoy en posición…

PRESIDENTE – ¿En posición?

MINISTRO – No voy a seguir siendo Ministro de Transportes. Se lo comentaré a mi sucesor. Pero sin garantizar el resultado.

PRESIDENTE – ¿ Ya no es usted ministro?

MINISTRO – Decididamente, ésta no es su tarde, querido amigo… No sólo su contrato no será firmado, sino que su amante decidió romper con usted y venirse conmigo. Vámonos de aquí, Maribel…

PRESIDENTE – ¿Maribel? ¡Pobre viejo atocinado! Esta chica no es mi sobrina, en efecto. Pero no es tampoco mi amante. ¡Es una puta!

MINISTRO – ¿Una puta?

AZAFATA- ¿Una puta?

PRESIDENTE – ¡Se había usted imaginado que su encanto natural bastaría para seducir a una chica que tiene treinta años menos que usted!

MINISTRO – ¿Y por qué no?

PRESIDENTE – ¿ Y usted verdaderamente cree que si esta señorita fuese mi amante, iba a preferirle a usted?

MINISTRO – Diga algo, señorita.

AZAFATA – ¡Yo no soy una prostituta, se lo aseguro!

PRESIDENTE – Es verdad discúlpeme…

MINISTRO – ¿ Pero entonces por qué la ha insultado?

PRESIDENTE – Digamos que es una acompañante de pago. ¡Usted ya me entiende, ahora, los que están en el paro son unos solicitantes de empleo, los secretarios son asistentes, y las putas son acompañantes!

AZAFATA- Pero no soy ninguna acompañante!

PRESIDENTE – Bueno, pues una señorita de compañía, si lo prefiere…

AZAFATA – Le recuerdo que estoy aquí por equivocación…

MINISTRO – Yo también, por lo que parece… Y todo esto se vuelve medianamente complicado. ¿ Pero entonces quién eres tú, exactamente?

AZAFATA – ¡Tu peor pesadilla!

MINISTRO – En conclusión, ¿tengo que entender que no te vienes conmigo?

AZAFATA- En tus sueños, quizás… Y con lo que sé sobre usted, mi conejito ardoroso, tengo poder suficiente como para arruinar tu carrera política.

MINISTRO – Vamos, Maribel …

AZAFATA – Y deje de llamarme Maribel! Me llamo Emmanuelle.

MINISTRO – Vaya, es curioso, no tienes pinta de llamarte Emmanuelle …

PRESIDENTE – Es lo que yo le dije también …

AZAFATA- ¡Firme aquí!

MINISTRO – Eso está ya caducado …

AZAFATA – Y usted también! ¡ Usted es sólo un obseso además de un imbécil! ¿ Está usted dispuesto a firmar cualquier contrato con la esperanza de acostarse con una mujer que podría ser su hija, y, encima, estaba usted seguro de convertirse en el próximo Presidente del gobierno?

MINISTRO – ¿ Debo comprender por ese uso del pretérito imperfecto que pretendes contrarrestar este noble proyecto?

AZAFATA – He aprendido mucho sobre la política esta tarde. Y estoy segura de que mucho más aprenderé sin duda durante toda la carrera de Ciencias políticas. Tendría, pues, muchas cosas que contar, en efecto. Y creo que ello, sería prestar un servicio muy grande a España… aunque podría quedar oculto mientras usted regresa lo más de prisa posible a Madridejos para quedarse allí …

PRESIDENTE – Vamos, vamos, cálmese, se lo ruego … Me parece que nos hemos enervado un poco … Vamos a ponernos de acuerdo sin duda. ¿No le parece, señor ministro?

AZAFATA – ¡ Yo no soy una prostituta, pero usted sí que es un reptil, y usted un viejo cochino! ¡Mire lo que lo hago con su contrato! (Coge el contrato y lo rompe en pedazos). Y usted puede seguir soñando para siempre que le devuelvo el dinero que me dio. ¡Me lo he ganado bien!

MINISTRO – ¿ Entonces es verdad usted le pagó?

PRESIDENTE – Es un poco complicado…

MINISTRO – No me diga qué al final, resulta que es realmente es su sobrina?

(El móvil del ministro suena de nuevo). Sí? Sí… ¿No? Bueno… De acuerdo… No, no, le devuelvo la llamada dentro de un momento… Sí, sí, está todo bien… (Guarda su móvil).

AZAFATA- ¿ Se encuentra usted bien?

MINISTRO – Parece ser que finalmente, me mantengo en el puesto. El fiscal es un gran amigo del Presidente. Va a silenciar el asunto…

PRESIDENTE – Entonces se halla usted en situación de nuevo de firmar este contrato.

MINISTRO – Sí…

AZAFATA – Demasiado tarde! Acabo de romperlo…

MINISTRO – Supongo que tendrá usted otros ejemplares…

PRESIDENTE – Por supuesto.

MINISTRO – Bueno, pues, esto va asombrarle, pero voy a firmar ese contrato, antes de irme y dejarles en familia…

AZAFATA – ¿Por qué?

MINISTRO – Porque es un buen contrato, simplemente. Y porque vine aquí a firmarlo como fuera.

AZAFATA- ¿Y el competidor?

MINISTRO – Ni caso a la competencia … Es muy competitivo, en todo caso. Yo también, yo, traté de engañarle…

PRESIDENTE – Bravo. Mis felicitaciones, Señor Ministro. Una buena negociación, es siempre un poco una partida de póquer mentiroso. Pero creo que es el momento de concluir. Créame, es un acuerdo ganador – ganador.

AZAFATA – ¿Y yo, qué gano?

(El presidente saca otro ejemplar y el ministro lo firma. Durante este tiempo, el presidente saca una caja de puros, coge uno y le ofrece otro al Ministro)

PRESIDENTE – ¿Un purito?

MINISTRO – ¿No retrocede delante de ningún cliché, verdad, amigo?

(El presidente devuelve el puro que tenía en boca en la caja y cierra la caja).

PRESIDENTE – Imagino que usted tampoco tiene a su vieja madre en Orgaz.

MINISTRO – Ninguna madre, no … Pero hay una jovencita a la que tengo mucho aprecio…

PRESIDENTE – Ya, ya… Un enlace que le habría gustado en cualquier caso … Podemos replantearlo después de las elecciones generales…

MINISTRO (con una mirada inquieta hacia la chica) – Si resulto elegido …

PRESIDENTE – ¡Vamos, hombre! ¡ Es un triunfante paseo político el que se abre delante de usted! (El ministro está a punto de irse).

PRESIDENTE – ¿ Imagino que lo de la Medalla? (El ministro le lanza una mirada negra). Tiene usted razón, no estoy seguro de ser todavía digno de ella … Creo que voy a esperar a merecerla verdaderamente …

MINISTRO – Como le decía esta señorita: no se subestime, querido amigo… Si usted supiera el número de dictadores, de traficantes de droga y de estafadores de todo género que han recibido la distinción…

PRESIDENTE – Y sí … La del Honor también, hace mucho tiempo que España tiene rebajada la etiqueta de la confianza.

MINISTRO – ¿Puedo dejarte en alguna parte?

AZAFATA- Gracias, ya le he visto suficiente…

MINISTRO – Estás verdaderamente segura de querer arruinar mi carrera política? Y menos, ahora, que me conoces. ¿Quién te dice que otros no son todavía peores?

AZAFATA- Me lo puedo imaginar… Me duele sólo pensarlo…

MINISTRO – Se indulgente… Te ruego que me perdones.

AZAFATA – ¿Qué me ofrece para imponerme el silencio?

MINISTRO – ¿Qué es lo que se te gustaría?

(La chica reflexiona un instante y le susurra algo a la oreja).

MINISTRO – Muy bien, te lo prometo…

PRESIDENTE – ¿Le llamo un taxi?

MINISTRO – Voy a caminar un poco.

(Se va. El presidente se queda sólo con la chica).

AZAFATA- Voy a irme yo también…

PRESIDENTE – Yo también le ruego que me disculpe. Los tiempos son duros, ya sabe. Es la crisis…

AZAFATA – Ya,… hasta para un presidente de Compañía…

PRESIDENTE – Insisto en pagarle el sueldo, completo. Después de todo, el contrato está firmado, es lo principal. Usted cumplió su misión…

AZAFATA – Tenía la intención de firmarlo de todos modos…

PRESIDENTE – Es verdad, pero bueno … Yo también yo le debo una pequeña compensación…

AZAFATA- Guarde la segunda mitad del dinero … Lo que acaba de prometerme el ministro me satisface tanto como un sueldo…

(Llaman a la puerta).

PRESIDENTE – ¿Qué quiere todavía, ese estúpido? (Va al intercomunicador).

PRESIDENTE – Sí? Sí, sí… Si, sí … No, no, te abro en seguida … (Vuelve). ¡Oh, Dios mío, es mi mujer!

AZAFATA – ¿Pero no estaba en Palencia?

PRESIDENTE – Está claro que, después del intercambio telefónico de antes, decidió volver antes de lo previsto. ¡Con lo tarde que es! Y encima está la criada…

AZAFATA- ¿Pero no le había dado la tarde libre? …

PRESIDENTE – Ella también volvió antes de lo previsto … Cuando me encontró en su habitación, creyó que la estaba esperando, y estuvo a punto violarme …

AZAFATA – Bueno, parece que por lo menos, hay una cierta justicia en la vida: usted sabe ahora por cuales pruebas he tenido que pasar esta tarde por su culpa…

PRESIDENTE – Qué puedo contarle a mi mujer para justificar que estoy aquí con una prostituta …

AZAFATA – ¡Que no soy una prostituta!

PRESIDENTE – ¿Y usted piensa que, aunque se crea que es usted una estudiante, lo voy a tener fácil de explicar? Es muy celosa, ya se lo dije. No, necesito totalmente que me saque usted de este aprieto. Sólo tiene que decir que usted es… Qué sé, yo… ¡Mi sobrina!

AZAFATA – ¿Ese es su plan?

PRESIDENTE – No importa, improvisaremos. Usted tiene el aire de estar muy dotada… Bueno, voy a abrirle…

(La chica se precipita sobre su móvil).

AZAFATA – ¿Isabel? No, sigo en casa de tu cliente, ya, ya te contaré … ¿ Que estás con quién? ¿Con Leonardo? ¿ El presidente del Grupo Tragados y Obstrucciones? ¿ El competidor de Caraduro? ¡ No nos falta más que el de la flauta, y tendríamos a los tres cerditos! Ah, ya, era un golpe premeditado, ya, ya… ¿Cuánto te pagó, Leonardo, para embarcarte en este embrollo? Entonces tú pensaste que enviándome aquí en tu lugar, yo no tendría ninguna posibilidad de seducir a tu ministro, así que tú misma lo arponearías en casa de su competidor en el momento de la copita… Oh, sí, y puedes presumir de haberlo planeado todo a la perfección, créeme… Acaba de firmar el contrato porque yo se lo he pedido… Qué, ¿te sorprende mi poder de seducción, ahora? ¿Y sabes qué? ¡Además, va a condecorarme con la Medalla del Honor, la Cruz de Caballero de Santiago! ¡Pues, supongo que porque lo valgo! Bueno, discúlpame, pero la tarde no se ha acabado completamente todavía. Creo que la Patria aún me necesita …

PRESIDENTE – ¡Escucha, querida, no te pongas nerviosa! Va a explicártelo todo ella misma. Vas a ver, es muy simple…

(Oscuro sobre la música del Himno nacional).

TELÓN

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