Español

Apenas un instante antes del fin del mundo

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

Posibles repartos :

4 hombres
3 hombres y 1 mujer
2 hombres y 2 mujeres
1 hombre y 3 mujeres
4 mujeres

Tres personas que no se conocen son convocadas a participar en un jurado popular. Al menos eso es lo que les dijeron. Pero el lugar donde fueron reunidas no es un tribunal. Comprenden que están allí para decidir juntos cómo lidiar con las consecuencias de una catástrofe inevitable que debe golpear al mundo en un futuro muy cercano. Las opiniones divergen y acontecen abundantes giros para relanzar el debate. A lo largo de este espectáculo inmersivo, el público también será llamado a expresar su opinión para guiarles en sus elecciones, de modo que tomen la mejor decisión posible para enfrentarse a la peor situación imaginable.


Aquellos textos los ofrece gratuitamente el autor para la lectura. Sin embargo cualquier representación pública, sea profesional o aficionada (incluso gratuita), debe ser autorizada por la Sociedad de Autores encargada de percibir los derechos del autor en el país de representación de la obra. 


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Después de nosotros el diluvio

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

2 hombres y 2 mujeres

Una tragedia ecológica

En una Tierra que se ha vuelto inhabitable debido al calentamiento global, una humanidad moribunda está viviendo sus últimas horas. Dos hombres y dos mujeres están a punto de partir en una nave espacial hacia el planeta desconocido que podría servir como su último refugio. La misión de estos cuatro « elegidos » : dar a la Humanidad la oportunidad de perpetuarse después de haber causado su propia desaparición a través de su locura autodestructiva. ¿Pero tal humanidad realmente merece ser salvada? No todos están de acuerdo…


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Obres de teatre

Jean-Pierre Martínez, francès de pare tarragoní, és semiòleg publicitari, guionista de televisió i un dels autors contemporanis més representats a França en aquests moments. Ofereix els textos per facilitar la lectura de les seves obres (moltes d’elles traduïdes al castellà) amb descàrrega gratuïta al seu web comediatheque.net

Jean-Pierre Martinez és llicenciat en Literatura española i anglesa (Sorbonne), Lingüistica (École des Hautes Études en Sciences Sociales), Economia (Institut d’Études Politiques de Paris) i Escriptura de guions (Conservatoire Européen d’Ecriture Audiovisuelle). El primer cop que puja a un escenari ho fa com a bateria de diversos grups de rock, després treballa com a semiòleg publicitari, guionista de diverses sèries de la televisió francesa, i torna al teatre com a dramaturg. Ha escrit més de 100 guions de televisió i 94 comèdies teatrals. Actualment és un de dels autors contemporanis més representats a França, i moltes de les seves obres han estat traduïdes al castellà, anglès, portuguès i alemany.

Dramaturg francès, ell mateix ens explica: « Mi padre nació en Tarragona. Se fue a Francia con sus padres cuando la retirada. Así que, de alguna manera, soy medio catalán ».

L’autor ha decidit oferir els textos de les seves obres amb descàrrega gratuïta al seu web :


Zona de turbulèncias

Ella i Ell

13 i dimarts

Un petit assassinat sense conseqüències

Plagi

Strip Poker

Pronóstic reservat

Quatre estrelles

Miracle en el Convent de Santa María Juana

Morts de Riure

Crisi i castic


 

 

 

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CRASH ZONE en español

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

3 personajes (hombres o mujeres)

Tres personas se han dado cita en la zona de un accidente para rendir un último homenaje a su hermano desaparecido en un desastre aéreo. Pero ¿qué pasó exactamente? ¿Y quiénes son ellos en realidad?


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Los Náufragos del Costa Mucho

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

2 personajes : un hombre y una mujer

La vida es un crucero… que tarde o temprano termina en naufragio.


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Cuidado frágil

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

2 hombres y 1 mujer

Después de su última ruptura sentimental, Fred le juró a su mejor amigo que ninguna chica dormiría en su casa hasta fin de año. Unos meses más tarde, está en camino de ganar su apuesta. Pero en Nochebuena, nunca estás a salvo de un regalo sorpresa…


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Cuarentena

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

Posibles repartos :

4 hombres
3 hombres y 1 mujer
2 hombres y 2 mujeres
1 hombre y 3 mujeres
4 mujeres

Cuatro personas que no se conocen se encuentran, por desgracia en cuarentena, en lo que resulta ser un teatro abandonado. Detrás de un cristal imaginario, unos individuos (los espectadores) les observan. Los supuestos enfermos se preguntan: «¿por qué virus podrían haber sido infectados? ¿qué riesgo tienen exactamente? ¿cuándo y cómo va a terminar todo esto?». Poco a poco se desvela que este callejón sin salida se sitúa en un futuro próximo en el que Gran Hermano reina como dueño, y que la razón de esta cuarentena no es quizás estrictamente médica. 


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Sin flores ni coronas

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

5 personajes (hombres o mujeres)

La cremación de Jesús está prevista a las 15:35 en punto. Algunos parientes asisten a la ceremonia, pocos, porque el querido desaparecido no solo deja buenos recuerdos. Pero un autor, esto es un dicho, sigue viviendo a través de sus obras. ¿Y si este funeral resulta ser su mejor comedia?


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Plagio

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

3 personajes : 1 hombre y 2 mujeres – 2 hombres y 1 mujer

Cómo el plagio puede llevar al crimen, y el crimen a ser condecorado en vez de ser condenado… Una comedia amoral sobre la vanidad de la gloria literaria.

Desde la publicación de su primera novela, galardonada por el prestigioso Premio Nadal, Alex goza de su fama como escritor de moda, y percibe los correspondientes derechos de autor. Le están esperando en el Ministerio de la Cultura para entregarle la Cruz de Caballeros de las Artes y las Letras. Gloria, su esposa, quien contribuyó con sus relaciones y fortuna a que alcanzara la fama, le está ayudando a preparar su discurso para esta nueva consagración. Ahí es cuando Alex recibe la visita inesperada de una desconocida que podría poner en peligro esta « historia de éxito ».


Víctima de un plagio hace unos años, Jean-Pierre Martinez sabe muy bien lo que siente un autor al ser despojado de su obra por un impostor. Después de conseguir la condena del plagiario, decidió convertir esta dolorosa experiencia en una comedia. Pues una obra teatral no puede resumirse a una queja, una denuncia o una venganza. Negándose a la victimización, el autor elige el humor negro para pintar un feroz retrato del mundo literario, con sus pequeñas vanidades y sus grandes imposturas.


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TEXTO INTEGRAL DE LA OBRA

Plagio

Escena 1

Un salón burgués. Alex está sentado en su escritorio, trabajando en su discurso. Entra Gloria, su esposa, una mujer de clase alta, snob y elegante.

Gloria¿Ya estás listo?

Alex – O sea que tú no lo estás todavía…

Gloria – Tenemos tiempo de sobra ¿no? Faltan dos horas.

Alex – Claro. Además, todavía puedo rechazarlo…

Gloria – Rechazar el Premio Nobel de literatura, puede verse como algo muy honorable. Hay precedentes. Jean-Paul Sartre, Bob Dylan…

Alex – Si no me equivoco, Dylan acabó por aceptarlo.

Gloria – Pero la Cruz de Caballeros de las Artes y las Letras… No conozco a nadie que la haya rechazado.

Alex – Tienes razón, sería ridículo. Esperaré a que me propongan el Nobel, y decidiré qué hacer para entonces.

Gloria¿Has preparado un discurso?

Alex – Aquí está. Estaba tratando de memorizarlo. Pero no te preocupes. No será muy largo. No me gusta hacer discursos…

Gloria – Me lo recitarás en el coche…

AlexAy… Qué haría yo sin ti.

Gloria – Lo mismo, supongo.

Alex – Pero sería mucho más aburrido(Parece que Gloria está buscando algo) ¿Has perdido algo?

Gloria¿Has visto mi móvil?

Alex – No… ¿Quieres que te llame?

Gloria – Voy a buscar un poco más. Necesito saber que todavía puedo encontrar sola a mi móvil.

Alex – Preguntándome dónde está

Gloria – Espero que en tu discurso empieces por dar la gracias a tu esposa.

Alex – Pensaba hacerlo al final, pero si lo prefieres, empezaré por esto…

Gloria – Me llevaré unos ejemplares del Nadal, por si acaso.

Alex – Ah, este Premio Nadal… A veces me pregunto si no fue una maldición.

Gloria¿Por qué dices esto?

Alex – No escribí nada después de recibirlo.

Gloria – Tampoco antes habías escrito mucho.

Alex – Gracias por recordármelo.

Gloria – Volverás a escribir. Solo falta que encuentres un tema.

Alex – Sí

Gloria – Además, hay escritores que sólo escribieron una obra maestra en toda su vida.

Alex¿De verdad…?

Gloria – Cervantes, por ejemplo… Fuera del Quijote…

Alex – Sí, pero él empezó a escribir a los sesenta. Eso explica que no escribió mucho…

Gloria – Todo el mundo sabe muy bien que uno necesita tiempo para recuperarse de un Premio Nadal.

Alex – Hay autores que no se recuperan nunca. A veces me pregunto si no hubiera hecho mejor en seguir siendo profesor.

Gloria – Vamos… ¿Te imaginas enseñar literatura en una secundaria de los suburbios de Madrid, frente a unos cuarenta analfabetos?

Alex – No exageres. Con mis diplomas y tus relaciones, nunca me hubieran mandado más lejos que la Puerta del Sol. Habría enseñado en una escuela católica, delante de unas niñas bien, vestidas con faldas escocesas, y dispuestas a cualquier cosa para conseguir buenas notas sin abrir un libro…

Gloria – Vale… Visto así, entiendo mejor que lo lamentes. Recuérdame instalar un código parental en la tele. Me parece que cuando no estoy, ves películas un poco raras.

Alex – Es cierto que como novelista, la mayoría de mis admiradoras se acercan más a la menopausia que a la pubertad.

Gloria – No olvides que yo fui tu primera admiradora.

Alex – Me acuerdo muy bien.

Se acerca a ella para besarla, pero ella se aleja.

Gloria – Vamos, tienes que terminar tu discurso… Pero si lo extrañas tanto, volveré a llevar mi falda escocesa de vez en cuando, te lo juro.

Alex – Por cierto, me olvidé: acabo de hablar con Carlos.

Gloria¿Cómo está?

Alex – Nos propone pasar la Navidad con ellos en su chalet de Sierra Nevada. Lo aprovecharíamos para organizar una sesión de firmas. Según parece, hay una librería muy grande en Sierra Nevada, y muy de moda.

Gloria¿De verdad?

Alex¿Es extraño, no? Las burguesas de Madrid no abren un libro durante todo el año, y tan pronto como están de vacaciones, se apresuran a la librería más cercana para comprar todas las novelas recién premiadas.

Gloria – Esas burguesas, como tú dices, son tus lectoras. Por lo menos son ellas que compran tus libros…

Alex – Será el aire de la montaña. Además, uno se aburre tanto en la Sierra Nevada.

Gloria – Sobre todo cuando no practica ningún deporte de invierno, como tú.

Alex – Le invité a cenar con Diana el miércoles ¿qué te parece?

Gloria – El miércoles, cenamos en casa de mis padres.

Alex – Ah sí, perdón… Como habitualmente es el martes…

Gloria – Pero este miércoles es el cumpleaños de mi madre ¿no te acuerdas?

Alex – Sí, por supuesto… ¿El jueves, entonces?

Gloria¡El jueves, es el vernissage de la expo de Carla!

Alex – También había olvidado eso.

Gloria – Si algún día me dejas, piensa en reemplazarme por una muñeca hinchable y una agenda electrónica.

AlexTal vez no deberíamos aceptar tantas invitaciones… Nos aburguesamos ¿no?

Gloria – Lo dices ahora, pero después de una semana, te aburrirías… Bueno, tengo que arreglarme.

Gloria sale. Alex vuelve a su discurso.

Alex – Señora Ministra, hace unos años ya, premiando mi novela Otra vida, el Jurado del Premio Nadal reconocía en mí un humilde servidor de la lengua de Cervantes. Hoy me entregáis esta Cruz de Caballeros de las Artes y las Letras. Pero si tengo que ser caballero, seré más bien un Don Quijote. De hecho, para vivir su sueño de escritura, y simplemente para vivir de su escritura, un joven escritor tiene primero que luchar contra molinos de viento…

Gloria vuelve.

Gloria – Perdona que te moleste otra vez, pero hay una mujer en la puerta. Dice que ha venido de muy lejos para que le dediques tu libro, y que esperaba esto desde hace años.

Alex¡Pero si no es el momento…! Además ¿qué es eso de llamar a nuestra puerta sin avisar de antemano? ¿Y dónde encontró nuestra dirección? No figuramos en el listín telefónico…

Gloria – No lo sé, pero insiste. Serán cincos minutos, nada más. Mejor terminar con ella en seguida, sino va a volver. ¿Qué quieres, querido? ¡El precio del éxito! Después de todo, son ellas las que compran tus libros…

Alex – Muy bien, le firmaré su libro.

Gloria – Le dije que no tenías mucho tiempo.

Alex – Hoy en día, a una Ministra ¿le das la mano, le das un beso… o le besas la mano?

Gloria – Ni idea…

Alex – Cuando no había ninguna mujer ministra era mucho más fácil.

Gloria – La dejo entrar…

Gloria sale.

Escena 2

Alex suspira, se sienta, y vuelve a trabajar en su discurso.

Alex – Don Quijote… Tampoco hay que exagerar…

Sasha entra. Por su forma de vestir y de actuar, tiene un aspecto andrógino.

Sasha – Le imaginaba más joven…

Alex – Perdón, no la había visto entrar.

Sasha – Entonces, así se ve el salón de un escritor exitoso…

Alex – Disculpe. En otra ocasión le hubiera ofrecido un café y hubiéramos charlado un rato, pero ahora mismo, estoy un poco apurado…

Sasha – Sí, es verdad… La Cruz de Caballeros de las Artes y las Letras… No se la vaya a perder…

Alex – Así que está al tanto…

Sasha – Me lo contó su esposa… Bueno, supongo que es su esposa… O su secretaria… Las dos, quizás…

Alex – Muy bien… Entonces, ya sabe que no tengo mucho tiempo que dedicarle…

Sasha – No se preocupe, no lo entretendré mucho.

Diciendo esto, se sienta y se pone cómoda.

Alex (irónico) – Pero se lo ruego, siéntese, por favor. Ha venido para una dedicatoria, si no me equivoco…

Sasha – Eso. Una dedicatoria, sí… (Ella agarra un ejemplar del Premio Nadal en el escritorio y mira la portada) Otra vida, el trágico destino de una mujer quien decidió desaparecer y cambiar de identidad después de padecer un gran desengaño amoroso. Este libro habrá cambiado mi vida…

Alex – Gracias.

Sasha – No dije que la había cambiado para mejor…

Alex – Lo lamento, de veras…

Sasha – Su vida también ¿no es cierto?

Alex – ¿Mi vida?

Sasha – Este libro también cambió su vida ¿no? Y en su caso para mejor…

Alex – Cierto…

Sasha – Un Premio Nadal, no es poca cosa…

Alex – Desde luego.

Sasha – No había escrito nada importante antes. No escribió nada en absoluto después…

Alex – Es muy atento de su parte el recordármelo.

Sasha – Sin embargo, usted sabe muy bien utilizar los medios de comunicación para promocionarse. Artículos en los periódicos, programas de televisión, conferencias en el extranjero… ¡Es asombroso!

Alex – La promoción es parte del oficio… Aunque no sea lo que prefiero hacer.

Sasha – Preferiría escribir, me imagino. Desgraciadamente, solo firmó un bestseller.

Alex – Escribí dos novelas antes de publicar esta.

Sasha – Es cierto… Pero si usted me lo permite, no tienen el mismo aliento estilístico. Incluso se podría creer que no fueron escritas por el mismo autor.

Alex – Eran obras de la juventud. Maduré.

Sasha – Sea lo que sea, después de recibir este inesperado galardón, usted supo perfectamente sacar provecho de su nueva fama. Reconozca que gracias a la familia de su esposa, no carece de contactos en el ámbito de la prensa y de la política. Su suegro es embajador, si bien recuerdo…

Alex – Parece estar muy bien informada… Bueno como le dije, tengo prisa. ¿Ha llevado un ejemplar para que lo firme?

Sasha – ¿Para qué? Si aquí hay de sobra…

Alex – Ya veo… Como me dijo mi mujer que usted había venido desde lejos, le voy a escribir esta dedicatoria, y luego le pediré que se vaya (Agarra un ejemplar) ¿Cómo se llama usted?

Sasha – Sasha.

Alex – ¿Cómo se escribe?

Sasha coge el ejemplar, escribe una dedicatoria y le devuelve el libro a Alex.

Sasha – Así.

Alex coge el libro, intrigado.

Alex (leyendo la dedicatoria) – « Para mi fan número uno »… Habitualmente, soy yo quien escribo las dedicatorias para mis lectoras, y soy yo quien las firmo…

Sasha – Es cierto… Firmar es algo que usted sabe hacer muy bien…

Alex – Mire, señorita…

Sasha – Sasha.

Alex – Mire, Sasha, irrumpe en mi casa sin estar invitada. Tengo la cortesía de recibirla, aunque tenga mucha prisa. Pero si es para insultarme… Además ¿quién es usted, exactamente?

Sasha – La voz de su consciencia, quizás. Por si tiene una…

Alex¿Qué es lo que intenta decirme exactamente?

Sasha – Sabemos muy bien tú y yo que todo esto es mentira.

Alex¿Todo esto? ¿A qué se refiere y por qué esta familiaridad tuteándome?

Sasha – No fuiste tú quien escribió esta novela. Encontraste el manuscrito en un tren.

Alex No me diga que ha venido por eso… (Alex se recompone y cambia su modo de hablarle a Sasha) En efecto, eso es lo que cuenta el prólogo de la novela. Pero sabes muy bien que el mismo Cervantes, como muchos otros novelistas, utilizó este procedimiento literario. Es parte de la ficción. No es la realidad.

Sasha – Sí… Pero en este caso, es la pura verdad. Además, tengo que reconocerlo, fue una jugada maestra. Firmar un manuscrito que no es tuyo, y atreverte a confesarlo en el prólogo, para que el lector lo entienda como un procedimiento literario…

Alex – ¡Es completamente ridículo! Cómo puedes estar tan segura de que no soy el autor de este libro?

Sasha – Porque el verdadero autor de este manuscrito soy yo.

Gloria entra.

Gloria – Nos tenemos que marchar, querido… Si no queremos hacer esperar a la ministra…

Alex – Sí, sí, sólo será un momento.

Sasha – No se preocupe, señora. No quiero privar a su marido de tan merecido galardón.

Gloria sale.

Alex¿Pero de qué me estás hablando?

Sasha – La pura verdad, y tú lo sabes mejor que nadie.

Alex – Si es cierto ¿por qué no has venido a decírmelo antes?

Sasha – Digamos que… no tuve la oportunidad.

Alex – Basta ya. No tengo tiempo para adivinanzas. Ahora te pido que salgas de mi casa.

Sasha – Al salir de aquí, iré directamente a ver el director del mayor periódico de la mañana. Estoy segura de que le interesará mucho lo que tengo que contarle.

Alex parece vacilar un momento.

Alex – Muy bien, te escucho…

Sasha – Después de perder mi manuscrito, en el que había estado trabajando diez años, sufrí una profunda depresión.

Alex – Y por supuesto, no habías hecho fotocopias.

Sasha – Eso fue hace mucho tiempo. Escribía a la antigua usanza, en un cuaderno grande, con una pluma estilográfica. Y justo aquel día que perdí el cuaderno, iba a Madrid para sacar copias y mandarlas a editoriales.

Alex – Ya que dices ser el autor de esta novela, podrías haberla escrito de nuevo.

Sasha – Tú también eres autor. Un pésimo autor, pero sin embargo un autor…

Alex – Gracias…

Sasha – Sabes muy bien que no es así de simple. Cuando uno ha trabajado durante años en una novela, dándole vueltas a cada frase y cada palabra durante horas, ya no tiene suficiente energía para empezar de nuevo tras perder su manuscrito. Y encima, sin estar seguro de que los editores a quienes mandarías tu novela se tomarán la molestia de leer alguna línea.

Alex – Reconoces entonces que no es tan fácil conseguir que una novela sea publicada, y que tenga la suerte de que alguien la lea, fuera de tus familiares y amigos.

Sasha – Cuando me vi amputada de la obra de mi vida, me quedé aturdida durante unos meses antes de caer en una profunda depresión. Incluso intenté suicidarme…

Alex – Otro fracaso, al parecer…

Sasha – Desgraciadamente para ti… Luego decidí hacer lo que iba contando al final de mi novela: desaparecer. Voluntariamente. Sin embargo, no tenía dinero. Y escribir era lo único que sabía hacer. En vez de volver a empezar una vida nueva, me puse a vagar por el mundo. Me había convertido en una mendiga. Ya no sabía nada de la actualidad literaria. Además, te habías cuidado de cambiar el título de mi novela. Casi no me di cuenta de este plagio…

Alex – Entonces ¿cómo te enteraste?

Sasha – Por pura casualidad, hojeando el libro en una biblioteca.

Alex – No tienes ninguna prueba para respaldar tus acusaciones…

Sasha – Sería fácil encontrar muchas. Esta novela es autobiográfica. La llené de referencias personales que no te diste la pena de esconder. Todo es verdad. Es mi vida. La heroína de esta novela, soy yo…

Alex – Ya veo…

Sasha – Todo el mundo te felicitó por haber sido capaz de caracterizar con tanto realismo el personaje de esta mujer herida quien intenta inventarse otra vida. Borrar la memoria y volver a empezar desde cero, parece fácil. Pero los cadáveres acaban siempre por salir a la superficie.

Alex – Lo siento…

Sasha – ¿Lo sientes?

Alex – No tenía manera de encontrar el autor. Además ¿cómo puede uno perder el manuscrito de una novela?

Sasha – Fue una agresión y muy violenta. Me robaron el bolso. Intenté resistir. Toda mi vida cabía en este cuaderno. Y todos mis sueños de redención. Me golpearon hasta dejarme sin sentido. Pensé que iba a morir…

Alex – ¿Y después?

Sasha – Desperté en un hospital. Mis agresores cogieron lo que les interesaba: el dinero. Para ellos, el resto no tenía valor. Abandonaron el manuscrito en otro vagón o en el andén. Donde lo encontraste, supongo…

Alex – Si tú lo dices…

Sasha – A menos de que se tratara de una emboscada, para despojarme de mi obra… ¡Una emboscada ordenada por ti !

Alex – ¡Estás loca!

Sasha – Se me pasó por la cabeza. Pero sólo se trataba de un robo con violencia. Habrán quedado muy decepcionados, pues sólo tenía dinero para las fotocopias.

Alex – ¿Cómo podría haberte encontrado? Tu nombre ni siquiera figuraba en la portada del manuscrito.

Sasha – Es cierto, pero nadie te obligó tampoco a apropiarte de mi obra.

Alex – Esperé dos años antes de publicar esta novela.

Sasha – El tiempo necesario para pretender haberla escrito… y estar seguro de que el autor no había conservado copias.

Alex – Pensé que era una pena privar al público de una obra maestra. No sabía que iba a ser galardonada con el Premio Nadal.

Sasha – Hiciste todo para lograrlo. No se gana un premio como este por casualidad.

Alex – Después era demasiado tarde. Ya no había vuelta atrás. Además, tú lo dijiste ¡Decidiste desaparecer, voluntariamente!

Sasha – No lo sabías.

Alex – Y tú, entonces ¿me buscaste?

Sasha – Lo cierto es que hoy, te encontré.

Alex – Hubieras venido a verme si esta novela no hubiese sido galardonada con este premio?

Sasha – No. Supongo que no.

Alex – Sin mí, este manuscrito nunca hubiera sido publicado. En cuanto a la oportunidad de ganar un premio…

Sasha – Después de todo quizás tendría que agradecerte ¿no?

Alex – ¿Y ahora qué?

Sasha – No sé. ¿Tú qué opinas?

Alex – ¿Qué es lo que quieres exactamente? Que te devuelva la vida que hubieras merecido tener antes de decidir cambiarla por otra? El pasado es el pasado. Nadie puede cambiarlo. Y ya no tienes futuro, al menos como escritora.

Sasha – Gracias.

Alex – Lo siento, pero así es. Unos tienen suerte y otros no. Pero el destino de uno no depende de un solo acontecimiento.

Sasha – Entonces ¿yo había nacido para tener una vida de mierda, y tú para ser rico y famoso?

Alex – ¿Qué quieres? ¿Vengarte?

Sasha – Todavía no sé lo que quiero. Tengo que pensármelo.

Alex – Estoy dispuesto a indemnizarte, por supuesto. Siempre que lleguemos a un acuerdo.

Sasha – Por ahora, sólo pido hospitalidad.

Alex – ¿Es una broma?

Sasha – Acabo de volver a España. No tengo ningún sitio a donde ir. Necesito descansar un poco y pensar en mi futuro. Estoy segura de que siempre tenéis una habitación libre para los amigos…

Gloria vuelve.

Gloria – ¿Pasa algo?

Alex – No, no… No hay ningún problema…

Sasha – Estábamos hablando de literatura.

Gloria – Nos vamos entonces…

Sasha – Me marcho. No quiero que se demoren. (A Alex) Pero se lo prometo, pronto volveré para seguir esta apasionante conversación…

Gloria echa una mirada sospechosa a Alex.

Oscuro.

Escena 3

Gloria vuelve. Suena el teléfono. Ella contesta.

Gloria – Sí mamá… Sí, acabamos de regresar… Sí, sí, todo ha ido muy bien. El discurso de la ministra fue muy emocionante. Darás las gracias a papá. Es por él si aceptó presidir ella misma la ceremonia. Estudiaron juntos a Cambridge, si no me equivoco… Oxford, eso es… Sí, lo felicitaré de tu parte. Está aparcando el coche. Mira mamá, te lo contaré todo el miércoles ¿vale? Sí, sé muy bien que hubierais preferido estar presente pero no te preocupes. Habrá otra ocasión… ¿Cuando? Pues que sé yo… Eso es, cuando lo condecoren con la Orden del Mérito! (Ríe de una manera un poco exagerada) Vale, un beso muy fuerte.

Alex vuelve en ese mismo momento.

Alex – ¿Quién era?

Gloria – Mi madre.

Alex – Claro…

Gloria – ¿Por qué? ¿Estabas esperando otra llamada?

Alex – No, no, en absoluto…

Gloria – ¿Me la puedes enseñar?

Alex – ¿Enseñarte la qué…?

Gloria – ¡La medalla!

Alex – La medalla, sí… Pero… creo que la olvidé en el coche.

Gloria – Bueno… Parece que te importa un pepino. ¿No te alegra?

Alex – Claro, por supuesto…

Gloria – No me tomes por idiota, por favor. Veo muy bien que algo te preocupa.

Alex – Nada en absoluto, te lo aseguro.

Gloria – Desde la visita de esta mujer, exactamente.

Alex – ¿De qué hablas?

Gloria – ¿Quién es? ¿Tu amante?

Alex – ¡Pero bueno, querida ! ¿La has visto?

Gloria – De acuerdo, no es muy atractiva. Pero tampoco es tan fea como para asustarte. Aunque noté muy bien el miedo en tu mirada frente a esa mujer.

Alex – Lo hablaremos mañana ¿de acuerdo? Ahora no tengo las ideas muy claras. Temo haber bebido un poco demasiado.

Gloria – Sólo te vi tomar una copa de champán…

Alex Pues será el caviar lo que me sentó mal… Sospecho que no estaba muy fresco… ¿Y si eran huevos de salmón en lugar de caviar? ¿Te puedes creer que en un ministerio puedan tener la cara de servir huevos de salmón? Están llevando un poco lejos los recortes presupuestarios ¿no te parece?

Gloria – No esperaré hasta mañana, Alex. Si tienes algo que decirme, te escucho.

Alex vacila antes de decidirse a hablar.

Alex – Tienes razón. No serviría de nada esperar. Desgraciadamente, tengo que asumir las consecuencias de mis actos…

Gloria – Ahora soy yo quien tiene miedo. ¿Y entonces?

Alex – No es algo muy fácil de confesar…

Gloria – Es tu amante.

Alex – Sería más fácil si fuera mi amante.

Gloria – ¿Y quién es, entonces?

Alex – Una chantajista.

Gloria – ¿Con qué propósito podría chantajearte? El único caso más o menos judicial en que estuviste involucrado es un arresto por profanación de sepultura.

Alex – Es cierto.

Gloria – Te soltaron cuando se dieron cuenta de que estabas completamente borracho y que se trataba de la sepultura de tu propio padre.

Alex – Sólo había meado en la lápida. Una estúpida apuesta conmigo mismo.

Gloria – Así que no es por esto que te quiere chantajear.

Alex – Desgraciadamente, no.

Gloria – Entonces ¿qué?

Vacila de nuevo.

Alex – Y si te dijera que toda mi vida es una mentira…

Gloria – ¿Una mentira…?

Alex – Peor todavía. Una estafa. Una estafa intelectual.

Gloria – Te escucho… .

Alex – Como tú siempre dices, había escrito antes, pero todos están de acuerdo en afirmar que esta novela fue mi obra maestra.

Gloria – ¿Y…?

Alex – Si no fuera yo el autor de este libro… (Ni siquiera parece sorprenderla) ¿No dices nada…?

Gloria – Estoy pensando.

Alex – ¿Estás pensando? Te digo que estás casada con un plagiario, y tu estás pensando?

Gloria – Siempre supe que no podías ser el autor de esta novela.

Alex – Pues te lo confirmo: no soy el autor de esta novela.

Gloria – Sí, no estoy sorda. Ya te oí.

Alex – ¿Y no te molesta?

Gloria – Este libro, decidimos juntos publicarlo. Y juntos lo hemos promocionado. Es como nuestro hijo. El hijo que nunca tuvimos.

Alex – Pues te lo repito tampoco en este caso soy el padre…

Gloria – Lo sé.

Alex – ¿Cómo que lo sabes? ¿Y cómo lo sabes? ¿Sólo porque no me crees capaz de haber escrito tal obra maestra?

Gloria – Vi el manuscrito. No era tu letra.

Alex – ¿Y por qué no me dijiste nada?

Gloria – No hubiéramos podido vivir juntos con esta mentira.

Alex – Y preferiste que la viviéramos cada uno por nuestro lado…

Gloria – Funcionó muy bien hasta hoy ¿no? Y podría haber seguido funcionando.

Alex – Desgraciadamente, esta mujer ha venido a llamar a nuestra puerta. Y ahora, nada podrá seguir como antes.

Gloria – Depende…

Alex – ¿Depende? ¿Y de qué?

Gloria – Pues de que podamos acordar un arreglo.

Alex – Primero, tendríamos que arreglar algo nuestra conciencia, ¿no? …

Gloria – Esto lo hemos logrado desde hace muchos años ¿verdad?

Alex – ¿Y qué más sabes? Fuera de que no soy el padre de nuestro bebé…

Gloria – No sé quién es el padre. Pero desde la visita de esta mujer, creo saber quien es la madre.

Alex – ¿Cómo pudiste dejarme hacer esto?

Gloria – Por amor, supongo. También por ambición, lo confieso. Querías tanto vivir esta vida. Una vida de escritor. Pues la has vivido…

Alex – Pero no soy más que un impostor. Y nuestra vida es un sueño que pronto se volverá una pesadilla. Lo sabías todo. Deberías haberme detenido…

Gloria – No inviertas los papeles, por favor…

Alex – Tienes razón. El único culpable soy yo. ¿Vas a dejarme?

Gloria – Si hubiera tenido que dejarte, lo hubiera hecho entonces. Ya no tenemos opción. Estamos los dos en el mismo barco.

Alex – Y este barco se va a hundir.

Gloria – Ante todo ¡Que no cunda el pánico! Tenemos que pensarlo bien. ¿Qué piensas hacer?

Alex – No sé… El suicidio sería la mejor opción, supongo. Por lo menos sería romántico…

Gloria – No digas tonterías. No tienes suficiente valor para suicidarte.

Alex – No sabía que tenías tan buena opinión de mí. No sé cómo has podido seguir casada conmigo tantos años. Cómo has podido seguir queriéndome…

Gloria – Lo que quiero es nuestro matrimonio. Nuestra complicidad. Somos cómplices, Alex… No te abandonaré. Y no dejaré que esta mujer nos destruya.

Alex – En este caso, soy yo quien destruyó su vida…

Gloria Por otro lado, este manuscrito fue publicado porque ya tenías alguna notoriedad.

Alex – Y sobre todo gracias a las relaciones de mi suegro…

Gloria – Esta mujer nunca hubiera tenido éxito, aunque hubiera escrito El Quijote.

Alex – Intenté explicárselo… Pero me temo que no sea suficiente…

Gloria – Todo el mundo sabe muy bien que no se gana un Premio Nadal con sólo enviar un manuscrito por correo a unas editoriales. Está todo el peso de la reproducción social. Hay que tener contactos.

Alex – Tienes razón, no basta con tener talento. De lo contrario, Van Gogh hubiera sido multimillonario. Sus cuadros acabaron por venderse, es cierto, pero después de su muerte. Y sólo enriquecieron a los especuladores.

Gloria – Es injusto, pero es así. El dinero llama al dinero, y el éxito llama al éxito. El mercado del arte determina el precio de un artista según la ley de la oferta y demanda. El talento no tiene nada que ver con esto. Si no, no se podría ver tanta basura en los museos de arte contemporáneo. Y en cuanto a la literatura, igual…

Alex – Temía que mi esposa renegara de mí tras confesarle esta imperdonable falta moral. Casi me siento decepcionado.

Gloria – ¡No me vas a echar un sermón, además de eso!

Alex – Somos monstruos, Gloria. Será mejor que lo confiese todo ahora mismo…

Gloria – ¡Ni hablar ! Te recuerdo que yo también puedo perderlo todo en el escándalo! Empezando con mi honor…

Alex – ¿Tu honor?

Gloria – Mi reputación, si prefieres. Sin hablar de la de mis padres… Abandoné todo para cuidar de tu carrera. ¿Te imaginas el escándalo si la prensa se enterase? Mamá no lo aguantaría… Con lo frágil que tiene el corazón.

Alex – Claro… Pero tampoco podemos hacer como si nada. Esta perra ya no nos dejará en paz.

Gloria – ¿Te está chantajeando?

Alex – Todavía no. Sólo me preguntó si podía dormir aquí.

Gloria – ¿Dormir?

Alex – Por unos días, me imagino. Dice que no sabe a dónde ir…

Gloria – ¿Y qué le dijiste?

Alex – No estaba precisamente en posición de negociar. (Llaman a la puerta) Será ella…

Intercambian una mirada, muy preocupados.

Gloria – Voy yo…

Oscuro.

Escena 4

Sasha entra, con una taza de café en la mano. Acaba de despertar, y puede estar vestida con un pijama de hombre, o llevar poca ropa. Se sienta en el escritorio. Alex entra y la mira, molesto de verla sentada en su sitio.

Alex – Ponte cómoda… Siéntete como en casa.

Sasha – Si compraste esta casa con el dinero que ganaste con mi novela, de alguna manera me puedo sentir como en casa…

Alex – Esta casa es de la familia. Nos la dejaron mis suegros.

Sasha – Siempre soñé con tener un escritorio como este… ¿Es caoba?

Alex – Creo que sobrevaloras el beneficio de un Premio Nadal. Fuera de la fama…

Sasha – ¿En serio?

Alex – No creas que un premio literario hubiera bastado para que entraras a formar parte de la clase de los privilegiados. El precio de entrada es mucho más caro, te lo aseguro.

Sasha – Entonces demasiado caro para mí.

Alex – El éxito no depende únicamente del talento ¿sabes?

Sasha – Lo sé, puesto que como escritor exitoso, careces totalmente de talento.

Alex – Para salir adelante en este oficio, necesitas paciencia, persistencia, habilidad… Tienes que hacer muchas concesiones, también. Tragar sapos y culebras.

Sasha – Estoy segura de que eso, lo sabes hacer muy bien.

Alex – Escribir es un arte, por supuesto. Pero no es lo más difícil. Por lo menos, no es lo que cuesta más trabajo. En cierto modo, te envidio

Sasha – ¡Pues intercambiemos nuestros papeles…!

Alex – No es así de simple.

Sasha – ¿De verdad?

Alex – Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo.

Sasha – Te quedas con la fama y me devuelves el dinero?

Alex – Pensaba más bien en un justo reparto de los derechos. Siempre y cuando este acuerdo permanezca estrictamente confidencial, por supuesto.

Sasha – Por supuesto.

Alex – Mira que podría ofrecerte hasta el cincuenta por ciento.

Sasha – Durante años, aprovechaste los beneficios de mi trabajo. Sin hablar de la fama. ¿Cómo piensas compensar esta injusticia?

Alex – Podríamos prever una compensación global por lo que es del pasado, claro. Además de aquel reparto sobre los beneficios futuros. ¿Qué te parece?

Sasha Me lo pensaré…

Alex – Construí una reputación, día tras día, año tras año. Mientras tú decidiste desaparecer y darte una vueltecita por el mundo en solitaria…

Sasha – Ya te entiendo. Y sería algo deshonesto por mi parte pedirte algo ahora.

Alex – Tampoco diría eso. Pero tú también podrías sacar provecho de lo que tengo construido, en lugar de destruirlo todo.

Sasha – ¿Provecho?

Alex – ¡Dinero! Siempre que permanezcas en la sombra, por supuesto.

Sasha – No me digas…

Alex – Mi editor me está presionando para que escriba otra novela. Podríamos colaborar tú y yo. Tu talento, mis contactos. Además de la fama que ya alcancé. Y compartimos los beneficios.

Sasha – Después de robar mi novela, tienes el descaro de contratarme? Eres un sinvergüenza…

Alex – No te equivoques. Un juicio por plagio duraría años. Yo tendría el mejor de los abogados. Y dado que el éxito tampoco estaría del todo asegurado, perderíamos ambos mucho tiempo. Y que sepa, ya perdiste bastante tiempo como para volver a malgastarlo.

Sasha – Tu cinismo es impresionante. Pero entiendo tus argumentos.

Alex – Piénsalo, entonces. Y luego lo discutimos.

Alex sale.

Escena 5

Sasha toma su café. Gloria entra.

Gloria – ¿Todo bien? ¿Tienes todo lo que necesitas?

Sasha – La verdad es que tengo un poco de hambre. ¿No tendrías algo para mojar en el café?

Gloria (con ironía) – ¿Quieres que te vaya a comprar unos croissants?

Sasha – Por favor, no te molestes. Si es que la criada se tomó el día libre…

Gloria – Creo que hay unas galletas en el armario de la cocina.

Sasha – ¿Galletas? Me encantan las galletas.Voy a mirar…

Gloria – A mí no me gustan, pero a mi marido le chiflan y come muchas mientras está trabajando. Es muy goloso.

Sasha – Cuando uno ya no encuentra otros placeres en la vida…

Gloria – Piensas quedarte aquí mucho tiempo?

Sasha – No lo sé todavía. Depende…

Gloria – ¿De qué?

Sasha – De tu marido, para empezar. Tenemos un asunto pendiente. Me quiere contratar para escribir su próxima novela ¿No te lo había dicho?

Gloria – No me tomes por tonta. Mi marido no tiene secretos para mí. Me lo contó todo.

Sasha – Lo siento por ti, sinceramente.

Gloria – ¿De verdad?

Sasha – Pensabas estar casada con un gran novelista, y te das cuenta que sólo es un plagiario…

Gloria – ¿Qué es lo que quieres?

Sasha – Tendrías que haberte casado conmigo…

Gloria – No me digas que eso es lo que quieres… Pero si fuera el caso, debes saber que estoy dispuesta a todo para el hombre que quiero. O sea que si te gustan las mujeres maduras…

Sasha se ríe.

Sasha – Entonces ¡Tú también eres una descarada!

Gloria Lo tomaré como un cumplido…

Sasha se aproxima a Gloria y le acaricia la mejilla.

SashaY yo ¿te gusto? (Gloria parece algo perturbada, pero de inmediato se recompone) Después de todo, el genio soy yo. Y te casaste con él porque pensaba que era un genio.

Gloria – No sólo por esto.

Sasha – Además, yo podría escribir otras novelas…

Gloria – Si es así ¿por qué no lo hiciste ya?

Sasha – Lo haré, te lo prometo.

Gloria – Alex me dijo que en esta primera novela, contaste tu propia historia. A lo mejor, no tienes nada más que contar.

Sasha – Un novelista cuenta siempre algo de su propia vida ¿no?

Gloria – Y por eso, con el tiempo, tiene cada vez menos cosas interesantes que contar. No estoy segura de que sería un buen negocio contratarte…

Sasha – Siempre podría contar vuestra vida. Parece muy emocionante…

Gloria – La vida de ciertos estafadores es todavía más excitante que la de la mayoría de las personas honestas. Sobre todo cuando tienen una mentalidad de víctima, como tú…

Sasha – Al fin y al cabo, aquí, la verdadera artista eres tú.

Gloria – Sea lo que sea, por lo que es de tu fecundidad literaria, ya alcanzaste la edad de la menopausia ¿no?

Sasha – Tu marido es estéril. Y no sólo como escritor. Ni siquiera fue capaz de darte un hijo.

Gloria – No te metas en nuestro matrimonio, no lo podrías entender.

Alex entra.

Alex – ¿Estáis hablando de mí?

Gloria Bueno, yo os dejo…

Gloria sale.

Escena 6

Alex – No te pases de la raya, te lo advierto.

Sasha – ¿Y de lo contrario?

Alex – Sé que no tienes muy buena opinión de mí, pero no me subestimes.

Sasha – Lo intentaré… Confieso que no va a ser fácil… Pero haré lo que pueda.

Alex – Te hice una propuesta.

Sasha – Y la estoy considerando, te lo aseguro… (Silencio) ¿Todavía lo tienes?

Alex – ¿El qué?

Sasha – ¡El manuscrito!

Alex – No…

Sasha – Lo destrozaste ¿es eso? Para borrar toda evidencia de tu crimen…

Alex – ¿Por qué lo preguntas? ¿Para que te lo devuelva y te lo lleves de recuerdo?

Sasha – Ya sabes que para mí este manuscrito tiene un valor sentimental.

Alex – Entenderás que si lo tuviera todavía, no te lo devolvería sin contrapartida.

Sasha – Lo que entiendo es que ya no lo tienes.

Alex – Digamos que… no sé donde está.

Sasha – Es tan estúpido que viniendo de ti, pudiera ser verdad.

Alex – ¿Y tú, quién me asegura que no mientes? Para engañarme…

Sasha – En este caso, ya lo conseguí. Me lo confesaste todo de inmediato.

Alex – Es cierto, pero podría negarme a pagar.

Sasha – Jugaste y perdiste. Las deudas de juego son deudas de honor. Y sabes lo que ocurre a quien no las paga.

Alex – No sabemos nada de ti.

Sasha – Ya te lo dije. Esta novela es autobiográfica.

Alex – Sí, pero eso fue hace años. Ya no eres la protagonista de esta novela. Y ya no soy tampoco él que la firmó.

Sasha – No te atreverás.

Alex – ¿A qué?

Sasha – Pagarás. Para no perder todo esto. Tu pequeña vida de novelista de moda. Tus pequeñas comodidades. Con una pequeña medalla de vez en cuando para recompensar las buenas notas que conseguiste copiando.

Alex – Entonces, no me equivoco. Quieres dinero.

Sasha – Sería mas simple par ti ¿Verdad?

Alex – ¿Qué más podrías querer?

Sasha – ¿Tienes idea de lo que siente un escritor al ser despojado de su obra? Al ver su propio libro, escrito con su propia sangre, firmado por otro…

Alex – No…

Sasha – Es lo que siente una madre a quien le quitan a su bebé al nacer para dárselo a una persona ajena.

Alex – Yo no quería eso. Este manuscrito fue como un niño encontrado. ¿Y cómo sé yo que no lo abandonaste?

Sasha – Quieres decir ¿voluntariamente?

Alex O sea una botella al mar esperando a que alguien la encuentre… Tu salvador… Y que haga por ti los trabajos sucios…

Sasha – Si te entiendo bien, hasta merecería otra medalla por haber atendido a mi llamada de socorro.

Alex – Este manuscrito, no te lo robé.

SashaDe hecho, no tienes cojones suficientes como para hacer un atraco.

Alex – Puedo ser un cobarde, pero no soy un criminal… Y si bien puedo pagar para acostarme, no quiere decir que vaya a violar a alguien…

Sasha – Bueno… Mejor voy a vestirme…

Sasha sale.

Escena 7

Gloria vuelve.

Alex – No la aguanto más… Es que verla aquí todo el día revolcada en mi sofá o sentada en mi escritorio con tanto descaro…

Gloria – Yo tampoco la aguanto, pero quizás sea mejor así.

Alex – ¿En serio?

Gloria – Por lo menos, no está en el bar de la esquina, borracha como una cuba, contando su desgraciada vida a quien quiera escucharla. A un periodista, quizás…

Silencio.

Alex – Me dijiste que habías visto el manuscrito.

Gloria – Sí.

Silencio.

Alex – ¿Sabes dónde está?

Gloria – ¿Quién? ¿Ella?

Alex – ¡El manuscrito! La última vez que lo vi, estaba en el cajón de mi escritorio, cerrado con llave. Y al día siguiente había desaparecido.

Gloria – ¿La cerradura había sido forzada?

Alex – Ni siquiera… Y sólo tú puedes saber donde escondo la llave.

Silencio.

Gloria – De acuerdo, lo cogí yo.

Alex – Me lo figuraba…

Gloria – Lo sabíamos los dos, entonces.

Alex – Puedo comprender que no hayas dicho nada cuando te enteraste de que estabas casada con un plagiario, pero ¿por qué coger el manuscrito?

Gloria – Un seguro de vida, supongo…

Alex – ¿Un seguro? ¿Para qué?

Gloria – Por si la fama te subiera a la cabeza y quisieras dejarme por otra más joven.

Alex – ¿Así que todavía lo tienes?

Gloria – Sí…

Alex Ahora es cuando empiezo a conocerte…

Gloria – ¿Me tomabas por una tonta?

Alex – Pensaba mover los hilos en esta farsa. Pero al final, me doy cuenta de que el títere soy yo.

Gloria – Pero sigues estando en el foco de atención, querido…

Alex – Si tengo que salir de nuevo en las noticias, prefiero que no sea como plagiario.

Silencio.

Gloria – Podríamos deshacernos de ella…

Alex – ¿Quieres decir… de la novela? ¿Del manuscrito?

Gloria – De su autor…

Alex – ¡Estás loca!

Gloria – Si desapareciera, a nadie le importaría… Te lo contó ella misma. Ya hace tiempo que decidió cambiar de vida. Y pasaron años hasta que la declararon desaparecida…

Alex – Dime que estás bromeando…

GloriaClaro que estoy bromeando… ¿Entonces qué propones?

Alex – Negociar. No tenemos otra opción. Pero no estoy seguro de que se conforme con dinero.

Gloria – Se conformará. Con dinero se puede comprar cualquier cosa. Todo depende de la cantidad…

Alex – ¿Hasta cuánto podemos alcanzar?

Gloria – ¿En cuánto valoras tu reputación?

Alex – Gracias por no decir tu honor…

Oscuro.

Escena 8

Sasha está tendida en el sofá, media dormida. Gloria llega con un cuchillo en la mano, se aproxima a Sasha, y vacila un momento, como si le ocurriera la idea de matarla.

Sasha – No es tan fácil matar a alguien ¿sabes? Todavía menos con un cuchillo.

Gloria – Sólo quería cortarme una loncha de jamón. ¿Te apetece?

Sasha – No, gracias. Soy vegetariana.

Gloria – Debería haberlo adivinado.

Sasha – ¿Y eso por qué?

Gloria – No sé… Esta tendencia a identificarse siempre con las víctimas, quizás. A los que están destinados al matadero. ¿Eres creyente?

Sasha – Creo en la reencarnación. La rueda gira… Y al final, cada uno de nosotros habrá interpretado todos los papeles.

Gloria – Ya veo… Y la próxima vez, los últimos serán primeros… Eso es lo que digo. Pon resurrección en vez de reencarnación y al final, esta concepción del mundo es muy parecida a la católica.

Sasha – Incluso en este mundo, somos víctimas de nuestros propios demonios.

Gloria – Y ya que gira la rueda, acabarás por plagiarte a ti misma…

Sasha – ¡Vete a saber…! Quizás tu marido y yo somos las dos caras de la misma medalla. La Medalla de Caballeros de las Artes y las Letras…

Gloria – En nuestro matrimonio, el caballero soy yo… Te mataré.

Sasha – Y matándome, te matarás a ti misma.

Gloria – Realmente te tomas por Jesucristo.

Sasha – La que lleva una cruz en el cuello eres tú…

Gloria – La llevo como un estandarte.

Sasha – Sí. El estandarte de los privilegiados. Sólo lucháis para mantener vuestros privilegios.

Gloria – No pongo la otra mejilla. Mi fe es la de los conquistadores. La de las cruzadas. No me complazco como tú en el papel de víctima.

Sasha – Elegiste el bando de los verdugos. Como tus abuelos en la guerra.

Gloria – Elijo el bando ganador. ¿Tú no?

Sasha – No quiero tener que elegir. « Soy hombre, y nada de lo humano me es ajeno ».

Gloria – ¿También eres filósofa?

Sasha – Es de Terencio. Un autor latino que vivió dos siglos antes de Cristo.

Gloria – ¿Conoces muchas citas como esta?

Sasha¡Yo soy el puñal y la herida! ¡Soy el cachetazo y la mejilla ! ¡Los miembros y el tormento, el verdugo y el atormentado !

Gloria (con ironía) – Muy bonito…

Sasha – Es de Baudelaire.

Gloria – ¿Conoces Las Flores del mal?

Sasha – ¿Y tú? ¿Realmente las leíste, o sólo aprendiste unas citas famosas para poder lucirte en los salones elegantes?

Gloria – Odio a los hipócritas que se niegan a mancharse las manos con sangre, pero que acuden al momento de compartir el trofeo de la caza.

Sasha – No te fíes de los clichés sobre los veganos. Hitler también era vegetariano.

Gloria – Pareces saber muy bien de lo que estás hablando.

Sasha – ¿Hablando de Hitler?

Gloria – Hablando de crimen. Decías que no era fácil matar a alguien con un cuchillo.

Sasha – Más difícil todavía es deshacerse del cuerpo después.

Gloria – Entonces, hablas por experiencia

Sasha – Mientras os llenabais los bolsillos con mis derechos de autor, atravesé momentos muy difíciles… Y la necesidad no conoce leyes.

Gloria – Lo entiendo…

Sasha – ¿Qué vas a entender? A vosotros que os importa la ley. La ley, sois vosotros.

Gloria (con ironía) – Entiendo que no tuviste una infancia feliz… ¿Quieres contármelo?

SashaQué curioso… Queréis los dos que os cuente mi vida cuando ya la conté en esta novela que me habéis robado.

Gloria – Esta novela, fuimos nosotros quienes logramos que fuese un éxito. Sin este premio, hoy, hasta tú mismo te hubieras olvidado de su existencia.

Sasha – Quizás…

Gloria – Además, mírate…

Sasha – ¿Qué?

Gloria ¿Te has oído? La gente educada no dice « ¿Qué? ». Dice « ¿Cómo? ».

SashaNo me digas…

Gloria – No tienes el estilo necesario para ser un novelista de moda. No saldrías bien en la tele. ¡Deja que se encarguen los profesionales ! Nos beneficiaría a todos.

Sasha – O sea que me propones una distribución más eficaz del trabajo ¿es eso? Tu marido no tiene estilo cuando escribe, yo carezco de estilo cuando hablo. ¿Así que yo escribo sus libros y él habla por mí?

Gloria – ¿Y por qué no?

Sasha – Me das ganas de vomitar. ¿Cómo podéis vivir con esto desde hace tantos años? Vivir de esto…

Gloria – En este mundo de la literatura, todos se copian los unos a los otros ¿no lo sabes? Siempre ha sido así. Si fuera un crimen, la mayoría de los autores estarían en la cárcel.

Sasha – Por lo menos es un delito. Además de ser una falta, por supuesto. Pero ¿qué os importa? No tenéis el mínimo sentido moral.

Gloria – ¿Qué quieres exactamente? ¡Venga, dímelo ya…! ¿Dinero?

Sasha – De todos modos, no tenéis nada más que ofrecer. Finalmente, tienes razón. No soy lo suficientemente dócil como para ser aceptada en vuestra sociedad de mierda.

Gloria – Me parece sensato. ¿Cuánto quieres?

Sasha – Un millón.

Gloria – El galardonado del Premio Nadal recibe 18.000 euros.

Sasha – Ya… Pero si tienes en cuenta los beneficios que produce luego: publicidad gratis en la tele, millones de ejemplares vendidos…

Gloria – De este libro no se vendieron tantos.

Sasha – Siento en tu voz un tono de reproche… Finalmente, mi novela apenas era digna de ser firmada por tu ilustre marido ¿es eso?

Gloria – Comprenderás que necesitaremos algún tiempo para recaudar tanto dinero.

Sasha – No tengo prisas. Os dejo veinticuatro horas.

Gloria – También necesitaremos garantías para estar seguros de que este asunto será definitivamente arreglado.

Sasha – ¿Qué garantías?

Gloria – Una carta manuscrita de tu mano. Te comprometerás a renunciar a todos los derechos sobre esta novela a cambio de este dinero. También renunciarás a cualquier tipo de juicio.

Sasha – De acuerdo.

Gloria – Preparé un modelo. Sólo tendrás que copiarlo.

Sasha – Ahora soy yo quien tiene que copiar entonces…

Gloria – Un millón y ya está. Después, desapareces para siempre de nuestra vida.

Sasha – Podéis confiar en mí para eso. Desaparecer es algo que sé hacer muy bien. Pero esta vez, con un millón, será mucho más fácil. Dame tu papelito.

Gloria – Toma.

Sasha – Muy bien. Voy a hacer mis deberes en mi cuarto… Vuelvo tan pronto como termine. ¿Me dejarás ver la tele después?

Sasha sale.

Escena 9

Alex entra.

Alex – Acabo de hablar con mi agente. Me ofrecen adaptar mi novela para el teatro…

Gloria – Es lo que siempre quisiste ¿no?

Alex ¿Acabo de decir « mi » novela?

Gloria – Quizás no sea tu novela, pero es nuestro libro.

Alex – Tienes razón. Este premio nos pertenece.

Gloria – Absolutamente.

Alex – Incluso volví a escribir unas frases. Al principio, esta novela no era tan buena…

Gloria – Y además plagada de faltas de ortografía.

Alex – ¿Hablaste con ella?

Gloria – Sí.

Alex – ¿Y que quiere?

Gloria – Un millón y nos deja en paz. Para siempre.

Alex – Es mucho dinero… ¿Lo tenemos?

Gloria – Sí. En el banco…

Alex – Y por lo que es de adaptar la novela para el teatro ¿qué le digo a mi agente?

Gloria – Sería mejor hacerle esperar un poco. Todavía tengo que comprobar un detalle…

Alex – Muy bien. Le volveré a llamar…

Alex sale. Gloria sale también, y vuelve en seguida con el manuscrito. Lo mira, pensativa.

Oscuro.

Escena 10

Sasha hojea la novela. Gloria llega.

Sasha – Es increíble cómo una novela, una vez impresa, parece mucho mejor que su versión manuscrita.

Gloria – Y todavía más cuando lleva en la portada la N de un Premio Nadal…

Sasha – Hicisteis bien en cambiar el título. El mío no era muy bueno.

Gloria – ¿Cuál era?

Sasha « Memorias de una amnésica ». ¿Es que quieres tenderme una trampa o qué?

Gloria – ¿Tienes la carta que te mandé escribir?

Sasha – Aquí está.

Sasha le da la carta.

Gloria – De acuerdo…

Gloria examina la carta.

Sasha – ¿Algo te preocupa?

Gloria – No… más bien es algo que me alivia… Lo sospechaba, pero ahora estoy segura. Esta letra, la tuya… No es la del manuscrito.

Sasha – ¿Me dijo tu marido que el manuscrito había desaparecido?

Gloria – Yo lo custodié en un lugar seguro.

Sasha – ¿Y qué conclusión saca usted de este análisis grafológico « Señor Inspector »?

Gloria – Tú también eres una estafadora. No fuiste tú quien escribió esta novela.

Sasha – Si tú lo dices…

Gloria – Es evidente. El verdadero autor nunca se hubiera conformado con una compensación económica.

Sasha – Tienes razón, no soy la que tu crees.

Gloria – ¿Quién eres, entonces?

Sasha – No importa quien soy… Tuve un encuentro con la autora de esta novela en la cárcel.

Gloria – ¿Todavía está encarcelada?

Sasha – No lo sé. Estaba enferma. Quizás haya muerto. Quizás no. Me contó su vida… Su novela… La pérdida de su manuscrito.

Gloria – ¿Te manda ella?

Sasha – No. Trabajo por mi cuenta.

Gloria – Así que no sabes que fue de ella…

Sasha – La trasladaron a otra cárcel. No tuve más noticias suyas. Unos años después, por casualidad, me topé con este libro en la biblioteca de la cárcel. Lo leí. Me acordé de la historia que me había contado, y lo entendí todo.

Gloria – ¿Por qué haber esperado tanto tiempo?

Sasha – Me han puesto en libertad la semana pasada. Me vine aquí en seguida.

Gloria – Así que la verdadera autora no está al tanto de todo eso.

Sasha – Para vosotros, no cambia nada. Quiero mi pasta a cambio de mi silencio.

Gloria – Lo que sí cambia es que no eres más que una chantajista y no una artista que hubiéramos despojado de su obra. No eres una escritora. Tu carta de diez líneas está repleta de faltas de ortografía.

Sasha – Tu marido tampoco es autor. Los tres somos unos ladrones. Sólo quiero mi parte del botín.

Gloria – Sí, pero ahora no tienes más pruebas…

Sasha – Estás equivocada, querida. Ahora tengo el manuscrito original. Y no es la letra de tu marido.

Gloria – ¿El manuscrito?

Sasha – Eres más lista que tu marido, pero no tanto como yo.

Gloria – ¿Cómo pudiste apoderarte del manuscrito?

Sasha – Redacté esta carta sabiendo que en seguida irías a comparar la letra con la del manuscrito. Era para mí la oportunidad de saber dónde lo habías escondido. Te estuve vigilando y lo encontré.

Gloria – Intentas engañarme otra vez.

SashaVete al sótano a ver si está todavía.

Gloria – No te creo.

Sasha – Te lo dije, acabo de salir de la cárcel. Sé encontrar donde la gente esconde sus posesiones más preciadas en sus casas…

Gloria – Perra.

Sasha le da un papel.

Sasha – Aquí tienes mi número de cuenta. Quiero este dinero en dos días.

Gloria – No te preocupes. Lo tendrás…

Gloria sale.

Escena 11

Alex entra.

Alex – Todavía estás aquí…

Sasha – Pues si… Y ya que pronto voy a ser muy adinerada, yo también podré vivir en los barrios ricos. Se vende una casa muy bonita justo enfrente de la vuestra…

Alex – ¿No te basta con arruinarnos?

Sasha – Mira… existe otra opción…y mucho más barata para ti.

Alex – ¿Cual?

Ella se le acerca en plan seductora.

Sasha – ¡Te casas conmigo! Y compartimos los derechos de autor.

AlexOlvidas que ya estoy casado…

Sasha besa Alex en la boca. Sorprendido, no la rechaza.

Sasha – Tranquilo… Relájate (Le acaricia las nalgas) Ya verás, te voy a sorprender…

Alex – Ya me sorprendiste… Pero no me gusta tu estilo.

Sasha – Sin embargo firmaste mi novela. Por ser alguien a quien no le va mi estilo, bien que te agradó…

Alex – Hablaba de tu tipo de mujer… Bastante ambiguo además…

Sasha – Quién sabe… Te podría gustar.

Gloria llega y los sorprende abrazándose. Sasha se echa a reír.

Sasha – No te preocupes, todo tuyo. Por ahora… Voy a dar una vuelta, que el aire está viciado… Pero mañana, quiero mi pasta.

Sasha sale.

Alex – Lo siento… No sé que me pasó.

Gloria – Esperaba oírte decir que te había robado este beso por sorpresa. Pero parece que te haya gustado, ¿no?

Alex – Vamos… ¿De qué hablas?

Gloria – Es más joven que yo, por supuesto. Y tiene el beneficio de la novedad.

AlexNi siquiera estoy seguro de que fuera una mujer de verdad… No tienes nada que temer, créeme.

Gloria – Quizás. Pero tú, ten cuidado. Me perteneces. Y estaría dispuesta a matar para no perderte.

Oscuro.

Escena 12

Gloria está sentada en el escritorio. Sasha llega.

Sasha – ¿Tienes mi dinero?

Gloria – Toma.

Le da un cheque. Sasha lo coge y lo examina.

Sasha – 18.000 euros… ¿Es una broma?

Gloria – Es lo que recibe el galardonado con un Premio Nadal

Sasha (amenazante) No te burles de mí, ¿vale?

Gloria – No deberías haber tocado a mi marido.

Sasha – ¿Y qué vas a hacer? ¿Matarme? Ten cuidado. No te mandan a la cárcel por plagio. Por crimen, sí.

Gloria le enseña un papel.

Gloria – Con esto tienes medio millón. Por transferencia a la cuenta que me indicaste. Tendrás la otra mitad al devolverme el manuscrito.

Sasha Te lo devolveré en cuanto tenga el dinero en mi cuenta.

Sasha coge el papel que Gloria le acerca.

Gloria – Pero ¿Qué garantías tengo que después no volverás a chantajearnos?

Sasha – Firmé el compromiso que tú mismo redactaste.

Gloria – Hombre, por lo que vale este tipo de papel…

Sasha – Tienes razón. De hecho nadie te lo puede garantizar. ¿Cuanto tiempo se necesita para gastar un millón? No estoy acostumbrada…

Gloria – No aguantaré vivir el resto de mi vida con esta espada de Damocles colgando encima de mi cabeza…

Sasha – ¡Claro que podrás, ya verás ! Tienes más cojones que tu marido. La que lleva los pantalones eres tú ¿verdad? Aunque sea él quien se conforma con llevar las medallas…

Gloria – Me conviene muy bien así.

Sasha – ¿Por qué no firmaste tú misma ese libro en vez de dejar este títere pavonearse en los salones literarios y en la tele…

Gloria – Prefiero ser la que mueve los hilos. No me gusta estar en la luz de los focos.

Sasha – ¡Que lástima…! La luz te queda bien…

Gloria – ¿Realmente te gustan las mujeres?

Sasha – En una cárcel de mujeres, no tienes elección ¿sabes? A veces le vas cogiendo el gustillo…

Sasha se aproxima a Gloria, y ésta no la rechaza.

Gloria – Tenemos una sauna, ¿sabes? Por si te apetece…

Sasha – Por qué no…

Gloria – Se encuentra en el sótano. Ya la habrás visto…

Sasha – Gracias… ¿Querrás acompañarme…?

Gloria – Estaré allí en diez minutos.

Sasha Te esperaré y así podremos seguir con esta apasionante conversación.

Gloria – No dudo de que será ardiente…

Gloria sale.

Oscuro.

Escena 13

Gloria entra, hablando en su móvil.

Gloria – Sí, eso es… Le llamo para anular esta transferencia. Muy bien, le envío un correo de confirmación. Gracias…

Gloria guarda su móvil y toma su café. Alex llega.

Gloria – ¿Qué pasa? Te ves preocupado. ¿Algún problema?

Alex – Vuelvo ahora mismo del sótano, para mi sesión de sauna, después de hacer yoga, como cada mañana…

Gloria – ¿Y…?

Alex – No lo vas a creer, pero esta perra ya estaba allí.

Gloria – ¿Dónde?

Alex – ¡En la sauna! Completamente desnuda.

Gloria – ¿De verdad?

Alex – Y sobre todo… Completamente… ¡muerta!

Gloria – ¿No me digas…?

Alex – Pues no te veo muy sorprendida…

Gloria – Yo qué sé… Habrá sufrido un infarto. Ocurre muy a menudo. Cuando uno está enfermo del corazón, la sauna no es recomendable.

Alex – Puede ser… Sobre todo que, al parecer, había pasado toda la noche dentro.

Gloria – ¡Vaya idea…!

Alex – Su cara estaba muy roja, y yacía en un charco de sudor.

Gloria – ¡Qué horror! Pero si el cartel de la puerta recomienda no sobrepasar media hora.

Alex – No sé para qué se quedó tanto tiempo en esta sauna…

Gloria – ¿Quién sabe…?

Alex – Bueno…Curiosamente, la puerta estaba trabada por fuera con una barra de metal.

Gloria – ¿En serio?

Alex – Dios mío, Gloria, ¿Qué has hecho?

Gloria – Hice lo que deberías haber hecho tú hace tiempo si hubieras tenido suficientes agallas…

Alex – ¿Pero por qué?

Gloria – No hubiéramos acabado nunca con ella. Nos hubiera chantajeado todo la vida. Aunque acabo de descubrir que no fue ella quien escribió esta novela…

Alex – ¿Que no fue ella? ¿Entonces quién?

Gloria Otra mujer. Según parece, se hubiera encontrado con ella en la cárcel.

Alex – Siempre supe que esta mujer no tenía suficiente clase para ser escritor. Pero si no fue ella ¿por qué la mataste?

Gloria – Temía que me dejaras para irte con ella.

Alex – Pero ¿qué dices? ¿Yo, con ella?

GloriaEstoy bromeando. Pero aunque no fuera ella el autor, lo sabía todo. Nos hubiera chantajeado de todas formas.

Alex – Esto es una pesadilla… Iré a entregarme a la policía.

GloriaPalabras, solo palabras, como siempre. Muchos discursillos, y luego esperas a que yo te diga qué hacer.

Alex – Y entonces… ¿Qué vamos a hacer?

Gloria – Podríamos hacerlo parecer un accidente, pero…

AlexY si nos preguntan cuales eran nuestras relaciones con esta mujer, y qué hacía en nuestra sauna…

Gloria – Mejor deshacernos del cuerpo.

Alex – Bueno… Si crees que es lo mejor... ¿Y después?

Gloria – ¿Después? Nada. Volveremos a tener una vida normal.

Alex – ¿Una vida normal?

Gloria – Basta de charla. Termino mi café, y a trabajar…

Alex – A pesar de todo… debe ser una muerte horrible.

Gloria – Se lo ha buscado ¿no?

Alex – Y entonces, tú la acompañaste desnuda en nuestra sauna.

Gloria – Tenía que ganarme su confianza…

Alex – Así que ahora, sabes si era una mujer de verdad.

Gloria – Sí.

Alex – ¿Y?

Gloria – ¿Qué más da ahora?

Alex – Tienes razón. Los cadáveres no tienen género.

Gloria – Es divertido. Suena como un título de novela.

Alex – Sólo falta encontrar a alguien para escribirla…

Gloria – Bueno… Vamos… Tenemos mucho que hacer.

Oscuro.

Escena 14

Gloria y Alex entran, cargando el cuerpo de Sasha. Él le sostiene los pies y ella los hombros. La arrojan en el sofá.

Alex – No la imaginaba tan pesada… Con todo el agua que perdió...

Gloria – Conoces la expresión « Pesa como un burro muerto ».

Alex – Pues no… confieso que no la conocía. ¿Y qué significa eso?

Gloria – Que un muerto pesa más que un vivo.

Alex – Siempre que no nos pese en la consciencia…

Gloria – ¿Has sacado el coche?

Alex – Sí está abajo.

Gloria – Perfecto.

Alex – ¿Y cómo vamos a deshacernos del cadáver?

Gloria – La llevaremos a nuestra casa de campo en Galicia y la cortaremos en trozos. Cremaremos los restos en la estufa de leña, y dispersaremos la cenizas desde lo alto del acantilado.

Alex – Me asustas, Gloria. Es como si lo hubieras hecho toda la vida…

GloriaHaz lo que te digo y todo saldrá bien.

Alex – Siempre me fié de ti, pero ahora, no sé por qué, tengo un mal presentimiento.

Gloria – ¿Tienes otra opción?

Alex – No…

Gloria – Entonces, no perdamos más tiempo.

Alex – De acuerdo… Además, después de una noche entera en la sauna, será más fácil incinerarla. Ya rompió aguas…

Gloria – Por favor, no tenemos tiempo para bromas.

Alex – Tienes razón. ¿Qué hacemos con ella, entonces…?

Gloria – Vamos a enrollarla en la alfombra.

Alex – ¿Para qué?

Gloria – No sé. Lo hacen así en las películas. Será para algo…

Alex – Muy bien…

Ella mira la alfombra.

Gloria – Me temo que la alfombra sea demasiado pequeña.

Alex – Bueno, la llevaremos así como está.

Gloria – Pero esta vez, la cojo por los pies, pesará menos para mí.

Alex – De acuerdo… Vamos entonces.

Agarran de nuevo el cadáver y salen con él.

Oscuro.

Escena 15

Alex y Gloria entran. Parecen estar relajados y de muy buen humor.

Alex – Nos sentó bien esta pequeña estancia en Galicia. Tenemos mejor aspecto ¿no?

Gloria – Sí… Pasear a orillas del océano, respirar aire puro… Volver a encontrar el sabor de las cosas auténticas. Cada vez que voy allí tengo el sentimiento de volver a casa.

Alex – ¿En Galicia? Pensaba que tu familia era catalana.

Gloria – Siempre que pueda comprar una segunda residencia, un catalán se siente en casa en cualquier sitio.

Alex – Es extraño, pero me parece que esta prueba nos acercó todavía más el uno al otro.

Gloria (alejándose) – Sí, yo también.

Alex – Además, ya que no tenemos nada más que esconder, me siento más relajado ¿Tú no?

Gloria – ¿Nada más que esconder…? Quieres decir… ¿entre nosotros?

Alex – Por supuesto… ¿Cenaremos con tus padres el martes?

Gloria – Sí, como siempre.

Alex – Muy bien. Me alegrará verlos.

Gloria – Sí. Hace tiempo que no los vemos.

Alex – Dos semanas ¿no?

Gloria – Sí, es lo que te decía.

Alex (abre el periódico) – A ver… ¿Qué noticias hay?

Gloria – Es la época de los premios literarios.

Alex – Desgraciadamente, no tendremos oportunidad de llevarnos uno. No hemos publicado nada.

Gloria – Por ahora…

Gloria coge un manuscrito, y empieza a hojearlo. Cada uno lee unos pasajes, aislados en su rincón. De repente Alex se fija en el manuscrito.

Alex – Todavía leyendo este maldito manuscrito…

Gloria – Este es otro.

Alex – ¿Otro?

Gloria – Lo encontré en el cuarto de invitados, por debajo del colchón…

Alex – Entonces… ¡ella lo habrá escondido allí ! ¡Es increíble ! Ya había encontrado yo su Biblia en un tren, y ahora que ha muerto también nos deja su Nuevo Testamento…

Gloria – Los dos son de la misma letra.

Alex – Así que finalmente ¿ella sería de verdad el autor de estas dos novelas?

Gloria – Posiblemente…

Alex – Esta mujer era realmente un demonio.

Gloria – Sí… Hicimos bien en deshacernos de ella.

Alex – Si contáramos esta historia a alguien, no nos creería.

Gloria – Por eso no la vamos a contar a nadie.

Alex – Salvo a mis lectores quizás. Habría material para escribir otro libro ¿no te parece?

Gloria – Hecho.

Alex – ¿Cómo que « hecho »?

Gloria – Es el tema de esta segunda novela.

Alex – Desde luego, no tengo suerte. Todas las ideas buenas ya han sido aprovechadas por otros. ¿Qué más me queda sino el plagio? Y este manuscrito ¿es bueno?

Gloria – Todavía mejor que el primero…

Alex – Mi agente me sigue presionando para publicar otra novela.

Gloria – ¿Por qué no firmar esta? Realmente es digna de ti, te lo aseguro.

Alex – Después de todo… ya que esta perra ha muerto, seremos sus herederos…

Gloria – Siempre sabes encontrar las palabras adecuadas, querido. Por eso seguramente eres un escritor exitoso.

Alex – Me pregunto cómo pudo acabar en la cárcel…

Gloria – Pensar que cuando vino a vernos, no tenía la menor prueba. Yo tenía el manuscrito. Vaya… no habérselo confesado todo de inmediato.

Alex – Es verdad. Me tomó por sorpresa. Te prometo que la próxima vez…

Gloria – ¿La próxima vez?

Alex – Ahora, siempre tengo miedo de que alguien llame a la puerta, y que otro de mis millones de lectores venga a acusarme de haber encontrado este libro en un tren.

Gloria – Tal como está escrito en el prólogo de tu novela…

AlexTampoco podemos matarlos a todos.

Gloria – No quedaría nadie para comprar tus libros.

Alex – Y ¿Cual es el título de mi próxima novela?

Gloria – « Plagio ».

Alex – Quizás tengamos que cambiarlo antes de entregar el manuscrito a mi editor.

Gloria – Este querido Max… Hablando de él, ¿le has confirmado nuestra venida a Sierra Nevada para Navidad?

AlexSí, sí… Está de acuerdo y todo está arreglado para la sesión de firmas.

Gloria – Perfecto. Unos días en la montaña, nos cambiará un poco. Porque Galicia, la verdad…

Suena el teléfono.

Alex – ¿Será otra estafadora?

Gloria – No tardaremos en saberlo… ¡Contesta!

Alex – Dígame… Sí… Sí, soy yo… De acuerdo… Muy bien… Sí, sí por supuesto, es un gran honor para mí… Gracias por su llamada.. (Cuelga) Era alguien del Ministerio. Me van a condecorar con la Orden del Mérito… ¡Para todas mis obras !

Gloria – ¿De verdad?

Alex – Ni siquiera parece sorprenderte.

Gloria – Podrás dar las gracias a papá. Le dijo algo al respecto al Primer Ministro.

Alex – Voy a tener que escribir otro discurso

Gloria Es el precio de la gloria…

Alex Mientras no te pidan escribir novelas…

Se miran, sonriendo. Música suave. Él vuelve a su periódico, y ella a su manuscrito, mientras la luz baja.

Oscuro.

Fin

Este texto está protegido por las leyes

relativas al derecho de propiedad intelectual.

Toda copia es susceptible de una condena,

hasta de 300 000 euros y 3 años de prisión.

París – Marzo de 2020

© La Comédi@thèque – ISBN 978-2-37705-423-7

https://comediatheque.net/

Plagio Lire la suite »

Amores a ciegas

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

2 hombres / 2 mujeres

Para restablecer su fortuna, la baronesa de Castelestafa busca para su hija, bastante fea y un poco tonta, un pretendiente tan rico como poco exigente.


Aquellos textos los ofrece gratuitamente el autor para la lectura. Sin embargo cualquier representación pública, sea profesional o aficionada (incluso gratuita), debe ser autorizada por la Sociedad de Autores encargada de percibir los derechos del autor en el país de representación de la obra. 


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Amores a Ciegas

Una comedia de Jean Pierre Martínez

PERSONAJES

Carlota, Baronesa de Castelestafa

Marika, su hija

María, su sirvienta

Alán, su yerno

© La Comédi@thèque

ACTO 1

El salón del castillo en ruinas de Castelestafa. Muebles antiguos en muy mal estado. Las paredes ocultan su decrepitud detrás de algunos retratos familiares colgados torcidamente. Llega Marika de Castelestafa, una chica poco atractiva y muy mal vestida.

Marika – ¿María? ¿A dónde se habrá ido esa idiota? ¡María! ¡Pero eso no tiene sentido!

Entra la baronesa Carlota de Castelestafa, su madre, una mujer más bien voluptuosa, muy maquillada y vestida con elegancia bastante llamativa. Lleva una bandeja de desayuno.

Marika – Ah, hola madre… ¿Pero dónde está la sirvienta?

Carlota – Acaba de irse…

Marika – ¿Se fue? ¿Pero donde? ¿Y cuándo volverá?

Carlota – No tan pronto, me temo…

Marika – ¿Qué quieres decir? ¡Pero la necesito! (Buscando) ¿No me digas que está otra vez de vacaciones en Portugal?

Carlota – Peor que eso…

Marika – ¿Quieres decir… que se despidió?

Carlota – Desafortunadamente, eso pasa con los sirvientes cuando no se les paga su salario…

Marika – Esa gente no tiene educación… Al menos podría haberme servido mi desayuno antes de irse… De cualquier modo, no podía ni cocinar adecuadamente un huevo cocido…

La baronesa coloca la bandeja sobre una mesa.

Carlota – Mira, hoy, excepcionalmente, fui yo quien te lo preparó… ¡Feliz cumpleaños, querida!

Marika – ¿Lo has hecho tu misma? Eres un amor, mamá…

Carlota – Para el regalo, lo veremos un poco más tarde. Sabes que en este momento tenemos algunas dificultades financieras…

Marika se sienta y come el huevo cocido.

Marika – No te preocupes por eso, madre. En cualquier caso, el tuyo es todo un éxito, ¡bien hecho!

Carlota – ¿El mío?

Marika – ¡Tu huevo cocido!

Carlota – Ah, sí, por supuesto… Si nuestras finanzas se deterioraran un poco más, siempre podría tratar de ubicarme como ama de llaves en un castillo cercano…

Marika – Que graciosa eres.

Carlota – He contratado a otra doncella, pero si no tenemos suficiente dinero para pagarla, me temo que no se quedará mucho más tiempo que la anterior…

Marika – ¿Estas bien, madre? Te veo preocupada. Por María, no te preocupes. Puedo prescindir de una sirvienta por un día o dos.

Carlota – Marika, tengo que hablarte en serio.

Marika – Me asustas… Parece que es algo realmente grave… Te escucho…

Carlota – Marika, ya no eres una niña. Ahora hay cosas que puedes entender… Como sabes, desde tu salida del Convento de las Golondrinas, nuestra situación financiera es muy delicada. Ya no podemos pagar al personal, y este castillo se arruina.

Marika – Yo también quería hablar contigo sobre eso. ¿Conoces esos famosos versos de García Lorca: « Llueve en mi corazón como llueve en la ciudad »?

Carlota – Creo que son de Verlaine, un poeta francés.

Marika – De todos modos, en lo que a mí respecta, sería más bien: « Está lloviendo en mi habitación como cuando está lloviendo en el techo ».

Carlota – Bueno, Marika, puede que haya encontrado una manera de solucionar para siempre nuestros problemas financieros y restaurar este castillo antes de que se derrumbe sobre nuestras cabezas.

Marika – ¿Piensas en uno de esos boletos de la lotería nacional que se anuncia en el aire, que puede convertir a un villano en un advenedizo en un solo sorteo?

Carlota – Pienso en otro tipo de pelotas… digo de boletos, mi querida hija. Y más bien en los juegos de amor que en los de azar. Puedes creer que, en mi experiencia es mucho más seguro…

Marika – Me temo que no entiendo…

Carlota – A tu edad, es hora de conseguirte un marido… ¿Nunca lo pensaste?

Marika – Dios mío…

Carlota – Lo sé, hoy en día, para una niña de una buena familia, no es tan fácil encontrar un pretendiente digno. Especialmente cuando pones el listón un poco alto. ¡La hija de la Baronesa de Castelestafa no puede casarse con cualquiera!

Marika – Está claro.

Carlota – Un día, heredarás mi título de baronesa. Me temo que para ese entonces, esto es todo lo que tendré para dejarte…

Marika – Vamos, todavía no hemos llegado… De todos modos, como dices, hoy en día los príncipes encantados no corren por las calles…

Carlota – Y precisamente por eso, en este asunto, la intervención discreta de una madre puede ser útil…

Marika – ¿Hablas realmente en serio?

Carlota – Una madre… un poco ayudada por las nuevas tecnologías de comunicación, por supuesto…

Marika – ¿Me inscribiste sin mi conocimiento en uno de estos sitios de citas?

Carlota – Un sitio muy exclusivo, te lo aseguro. Incluso tuve que inflar un poco tu dote potencial y retocar tu retrato con Photoshop…

Marika – ¿Mi foto?

Carlota – La nobleza de nuestro apellido es la única riqueza que nos queda. Afortunadamente, muchos hombres ricos se sentirían halagados de casarse con una Baronesa de Castelestafa, incluso sin dinero, y así alcanzar con esa alianza una respetabilidad que el dinero no puede comprar.

Marika – Pero finalmente, madre… ¿Entonces quieres casarme con un plebeyo?

Carlota – Por desgracia, debemos enfrentar los hechos, mi querida hija. Las personas de nuestra condición están tan arruinadas como nosotros…

Marika – Y esa es una buena razón para abarrotar a tu hija con un advenedizo que restaure la fortuna de la familia…

Carlota – Desafortunadamente, no veo ninguna otra solución… Busqué en Google un sitio como « Adopta un noble arruinado punto com » pero no lo encontré… Puedes creerme, no tenemos más opciones…

Marika – ¿No podríamos vender algo?

Carlota – Ya he usado todos los recursos posibles, te lo aseguro… Es eso o nos deshacemos de Castelestafa. El castillo de nuestra familia durante siete generaciones…

Marika – ¡Pero madre, no quiero dejarte!

Carlota – Podrías vivir aquí con tu esposo. El castillo es grande. Simplemente hay que encontrar a alguien bastante complaciente… Y tan rico como poco exigente…

Marika – Bien… Después de todo, ¿por qué no? Nunca vemos a nadie. Puede ser bastante entretenido recibir algunos pretendientes. Juzgaremos por cada pieza…

Carlota – Vuestra primera cita será de un minuto a otro.

Marika – ¿Mi primera cita? ¡Siento que escucho a una secretaria médica! ¡Y que se tratara de sacarles un diente de oro a cada uno! No me digas que la sala de espera ya está llena.

Carlota – No te preocupes, solo tienes un pretendiente hasta la fecha. Y créeme, no fue tan fácil de encontrar…

Marika – Pero por dios, madre, ¡ni siquiera he peinado mi cabello!

Carlota – No vale la pena, te lo aseguro.

Marika – ¡Por favor!

Carlota – Quiero decir, estas bien así, querida.

Marika – ¿Y cómo es el chico?

Carlota – Es el único heredero de un magnate inmobiliario que hizo una fortuna en California.

Marika – Quise decir… físicamente.

Llaman a la puerta.

Carlota – Ah, creo que podrás juzgar por ti misma…

Marika – ¡Dios mío! ¡Pero deberías haberme advertido antes!

Carlota – No estaba segura de vuestra reacción. Preferí sorprenderte. Bien, le abriré yo misma. Como no tenemos ya nadie que abra…

Sale Carlota. Marika parece preocupada y emocionada. Trata de arreglarse un poco el pelo. Pero su madre regresa inmediatamente, precediendo al recién llegado.

Carlota – Entre, entre, por favor. No le preste atención al desorden, la criada se tomó su día…

Llega el pretendiente. Lleva un traje oscuro, lentes oscuros y se guía con un bastón blanco. Tiene en su mano un ramo de flores. Marika permanece muda de asombro.

Carlota – Marika, este es el señor Elsordo.

Alán – Hola Marika.

Marika – Hola señor…

Alán se acerca a ella y le tiende el ramo de flores. Al hacerlo, golpea una mesa de pedestal y derrama un jarrón sobre ella. Marika permanece aturdida por un momento.

Alán – Por favor, llámame Alán.

Marika toma el ramo de Alán mientras su madre recoge el jarrón.

Marika – Bienvenido a Castelestafa, Alán…

Carlota – Oh, y trajo flores, no debiste… Son realmente hermosas… ¿No es así, Marika?

Marika – Sí, hermosas… Muchas gracias…

Carlota – Las pondremos en un florero de inmediato…

Carlota recoge el jarrón caído, y Marika pone las flores en él.

Carlota – Eso es todo… ¿Puedo ofrecerle un café, señor Elsordo? Nunca lo he hecho yo misma, pero siempre puedo intentarlo…

Alán – Gracias, estaré bien… Vengo directamente de Los Ángeles. Desayuné en el avión.

Carlota – Mi hija estaba ansiosa por conocerle… Supongo que se quedará unos días en nuestro país…

Alán – Bueno… para siempre, eso espero. Pero dependerá un poco de su hija, en realidad…

Marika se queda petrificada.

Carlota – Es un poco tímida, ya la conocerá… Apenas ha salido del convento… Bueno, no quería ser monja, se lo puedo asegurar.

Alán – De todos modos, no tengo la intención de apurarla.

Carlota – Estudió en el Convento de las Golondrinas…

Alán – Y ahora el pajarito ha volado de la jaula.

Carlota (riendo) – Es gracioso… Es gracioso, ¿no es así, cariño? (Marika todavía no se inmuta) Por supuesto, es un poco difícil de juzgar para usted que es… Pero confíe en mí palabra: Marika es una chica absolutamente encantadora…

Alán – Lo creo, señora Baronesa. Y de todos modos, como dicen: el amor es ciego.

Carlota (se ríe de nuevo) – ¡Qué divertido!. Pero di algo, Marika. O el señor Elsordo pensará que eres muda.

Marika – Y usted… quiero decir, ¿cómo…?

Carlota – Mi hija probablemente no se atreva a preguntarle cómo le pasó… Nació así, o…

Alán – Bueno… De hecho… fui golpeado por un rayo a la edad de 18 años.

Carlota – Un rayo… Dios mío, qué romántico. ¿No es así cariño?

Alán – Crea en mi experiencia, si un día se ve sorprendida en el campo en medio de la tormenta, no intente refugiarse detrás de uno de esos crucifijos de hierro forjado que a veces se encuentran en las encrucijadas.

Marika – ¿Y por qué?

Alán – Porque atraen a los rayos, señorita.

Carlota – Los crucifijos son verdaderos pararrayos, eso es sabido.

Alán – A veces tengo la impresión de que fue el mismo Señor quien me hizo esta prueba, en penitencia por todos mis pecados…

Carlota – Entonces es usted un creyente…

Alán – La fe es uno de mis mayores consuelos en este mundo…

Carlota – Yo misma me he encargado de que mi hija sea criada de acuerdo con los principios de nuestra santa religión católica romana…

Alán – Escucha, Marika, no voy a dar vueltas sobre el asunto porque el tiempo se acaba. Sé que tengo poco que ofrecerte, excepto la pureza de mis intenciones y mi inmensa fortuna.

Carlota – Lo que nos importa mucho, créalo, señor Elsordo … Estaba hablando de la pureza de sus intenciones, por supuesto…

Alán – Una fortuna que depositaré como ofrenda a los pies de mi futura esposa… La que sabrá adivinar la inmensa necesidad de amor detrás de estas gafas negras …

Carlota – ¡Dicen que los ojos son las ventanas del alma! Lamentablemente, en su caso, las persianas están cerradas. Pero estoy segura que pronto descubrirá quién los abrirá para dejar que entre aire fresco en esta casa…

Alán – Marika, eres heredera de nobleza y gracia. Y has recibido una educación decente. Estoy buscando casarme con una joven desinteresada, que será mi guía en la vida. Y entenderás que en mi estado, la dulzura personal es más importante que lo físico…

Carlota – Mucho mejor, mucho mejor, señor Elsordo. (Marika le clava la mirada) Quiero decir, es muy noble de su parte, Alán. Mi hija, como ya se sabe, algún día heredará mi título de Baronesa de Castelestafa… Una familia que, como puede ver en estos retratos familiares, ha sido ilustre a lo largo de la historia de nuestro país…

Marika – Mamá… Es ciego…

Carlota – Lo siento, olvidé eso…

Alán – No tiene importancia, querida señora.

Carlota – Pero por favor, llámeme Carlota.

Alán – ¿Y por qué?

Carlota – ¡Pero porque es mi nombre!

Alán – Estaba bromeando, querida señora. Quise decir “Carlota”.

Carlota – ¡Es impresionante! ¿No es así cariño? Nunca pensé que una persona discapacitada pudiera ser tan divertida… Bueno, quiero decir…

Llaman a la puerta.

Carlota – Pido disculpas, debe ser la nueva sirvienta…

Alán – ¿En serio? Pensé que la suya solo se tomó su día…

Carlota – Es cierto, pero decidí deshacerme de ella por la misma razón… Se tomó demasiado tiempo libre… Ya sabe como son, ahora… Vuelvo en un momento. Aprovechad la oportunidad de conoceros un poco mas…

Sale Carlota. Marika se queda un momento a solas con Alán, sin saber qué decir.

Alán – De todos modos, tienes una voz muy agradable…

Marika – Gracias…

Nuevo silencio.

Alán – Solo quiero tener el placer de escucharte más… Puedes hacerme preguntas, ya sabes. Esto te permitirá conocerme un poco mejor…

Marika – No sé… Usted…

Alán – Y por favor, no me des de usted.

Marika – Muy bien, entonces… ¿Tocas el piano?

Alán – No… ¿Por qué?

Vergüenza de Marika.

Marika – Debes disculparme por un momento, tengo dos palabras que decirle a mi madre…

Sale Marika. Alán levanta sus lentes oscuros y examina la habitación y los muebles. Muestra un aire cauteloso frente a la miseria del lugar. Mira las pinturas y parece más satisfecho. Carlota y Marika regresan acompañadas de la nueva criada. Alán se pone sus lentes oscuros.

Carlota – Siento haberle dejado a solas por un momento… Esta es María, nuestra nueva criada…

Marika – ¿También se llama María?

Carlota – Sí, como a quien le despedimos. Después de todo así será más práctico, ¿no?

María – ¡Uy! Casi me agarra el aguacero atravesando el parque.

María, una mujer joven con un encanto bastante vulgar, mira a Alán.

Carlota – También observé por mí mismo que al menos uno de cada dos sirvientas se llama María. No sé porque…

María – Hola, señor…

Alán – Hola, señora.

María – ¡Señorita!… ¡Me encantan tus gafas! Pero con esta lluvia… Estas no son horas de ponerse gafas de sol ¿no?

Ella se acerca a Alán que finge no verla. Carlota intercambia una mirada consternada con Marika.

Carlota – Debe disculparla… Es muy difícil encontrar personal hoy en día… Bueno, María, será mejor que se vaya a ver qué pasa en la cocina. Nos vemos luego, ¿no?

María – Bueno señora…

Carlota – Ahora que hemos encontrado una sirvienta, ¿el Señor Elsordo quizás querrá tomar un café? Por lo menos, hay que reconocer que las sirvientas portuguesas saben cómo hacer un buen café…

Alán – No se moleste por mí. Es hora de irme…

Carlota – ¿Ya nos deja usted, señor Elsordo?

Alán estornuda.

Alán – Disculpen, soy alérgico al polen… Deben ser las flores que traje…

María – ¿Está seguro que no es por el polvo? (María mira la habitación.) Porque aquí hay trabajo, ¿eh? ¡Ay, Madre de Dios! Es mejor estar ciego para no ver este desastre ¿verdad, señor Elsordo?

Alán – Tengo que irme, pero volveré pronto… Marika, me alegro de haberte conocido…

Marika – Yo también, Alán.

Carlota – Mi hija le va a acompañar… ¿No es así, querida?

Alán recupera su bastón blanco y se levanta para irse. María entiende que él es ciego.

María – Ah, okey… Disculpe señor Elsordo, no me di cuenta que usted era ciego.

Alán – No se preocupe, estoy acostumbrado.

María – Pero tenga la seguridad, no tengo nada contra los discapacitados, ¿eh? Además, me parece escandaloso, esas personas que estacionan en los puestos reservados para ciegos en los aparcamientos.

La baronesa y su hija intercambian una mirada horrorizada de nuevo.

Carlota – Hasta pronto, Alán.

Alán – Gracias por su bienvenida, señora baronesa.

Marika sale con Alán sosteniéndolo por el brazo.

María – Entonces, ¿cómo es eso de que usted es baronesa?

Carlota – Sí, de hecho. Soy la baronesa de Castelestafa. Heredera del título en séptimo grado del linaje.

María – Yo nunca había visto una baronesa antes que usted.

Carlota – Bueno, ahora que me has visto, vete a trabajar. ¿Cómo te llamas?

María – María.

Carlota – Eso es. Bueno María, ¿por qué no comienzas quitando la mesa y haciendo algunas tareas del hogar?

Marika regresa. María la mira fijamente.

María – Es asombroso como te pareces a mi madre.

Carlota – Gracias por no decir eso delante de su pretendiente… Además, en el futuro, te invito a no hablar directamente con las personas que recibimos aquí, ¿verdad? Entonces Marika, ¿qué te parece?

María – Es increíble. ¡Y además llevamos el mismo nombre!

Marika – Uh… No exactamente… Soy Marika.

María – Oh, lo siento, entendí “María”. Aún así, te pareces a ella, es una locura. Parece que eres familia.

Marika – ¿Cuál es el apellido de tu madre?

María – ¿Qué?

Carlota – ¡Su apellido!

María – Se llama Fernández, como yo.

Carlota – En ese caso, es poco probable que estemos relacionados. Además, la rama de nuestra familia que estaba vinculada al trono de Portugal se extinguió bajo la Revolución…

María – ¿Portugal? Ah, pero no soy portuguesa.

Marika – ¿No eres portuguesa?

María – No, soy española.

Carlota – Sí, bueno, es lo mismo…

María – Oh no, no es lo mismo en lo absoluto. Por cierto, ¿sabes lo que eso significa Marika, en español?

Carlota – No, y no nos importa, lo que sea.

María – Aún así, no me gustaría llamarme Marika…

Carlota – Si te deshaces de esta bandeja y vas a ver qué pasa en la cocina.

María – Muy bien, Madame La Baronesa. (María se va, hilarante) Marika… De todos modos, no me gustaría llamarme así…

La miran salir con consternación.

Carlota – ¿Entonces? ¿Qué piensas?

Marika – ¿De la nueva sirvienta?

Carlota – ¡De tu pretendiente! Todo salió bastante bien, ¿verdad?

Marika (explotando) – ¿Bien? ¡Es ciego y ni siquiera toca el piano!

Carlota – Muy bien, puede que este no sea el esposo ideal… Pero te aseguro que desde el punto de vista financiero, es el yerno ideal. ¡Él es un multimillonario! ¡Es la solución a todos nuestros problemas!

Marika – Entonces puedes casarte con él…

Carlota – El hombre es ciego, está bien, pero no lo suficiente como para no darse cuenta de que soy mayor que su madre. No tenemos elección, querida, ¡Te lo aseguro! Es eso o comenzar a cocinar y limpiar nosotras mismas. Porque a esa sirvienta, tendremos que pagarle si queremos que se quede.

Marika – Solo tenemos que vender más muebles…

Carlota – Si vendemos un poco más, tendremos que sentarnos en el suelo… Tendríamos que estar ciegas para no ver en qué estado se encuentra este castillo…

Marika – ¿Y si vendemos los retratos familiares?

Carlota – ¡Eso nunca!

Marika – ¿Entonces es a mí a quien prefieres vender?

Carlota – Vamos Marika, ya no eres una niña… No me digas que todavía crees en el Príncipe Azul… ¡No tienes que amar a tu esposo! Y si deseas tener un amante, debes considerar que estar casada con una persona con discapacidad visual es una ventaja considerable.

Marika –Tienes una concepción divertida del matrimonio, madre…

Carlota – Todo lo que pide a cambio de los millones que arrojará a tus pies es una pequeña compañía y alguien que lo guíe en la vida.

Marika – Pero por Dios, madre… ¡No soy un perro guía!

Carlota – Todavía puedes aprender a ladrar… Estoy bromeando. Y también debes considerar que un poco de sangre nueva en esta familia, regeneraría un poco la raza.

Marika –¿Sangre nueva? ¿Una persona discapacitada?

Carlota – En cualquier caso, regenerará nuestra cuenta bancaria…

Marika – No, en serio, madre. No puedes exigirme este sacrificio…

Carlota – Solo te pido que te tomes un tiempo para pensarlo, querida… Sé razonable… Recuerda que puede ser difícil para ti encontrar otro esposo que no tenga deficiencia visual… Además… él aún no dijo que sí…

Marika – Un prometido ciego, esperaba algo mejor que eso para mi cumpleaños…

María regresa con un plumero para hacer el polvo.

María – ¿Es su cumpleaños, señorita Marika?

Marika – Sí, ¿por qué? ¿Quieres darme un regalo también?

María – ¡Es asombroso!

Marika – ¿Qué?

María – ¡También es mi cumpleaños! Hoy tengo veinte años. ¿Y usted?

Marika – Yo también.

María – ¡Y nacimos el mismo día!

Carlota –Sí, bueno… Este día nacieron muchos millones de personas en todo el mundo. Eso no es sorprendente.

María – En el mundo, tal vez, pero en este país.

Carlota –¿No naciste en Portugal?

María – Mi padre y mi madre son españoles. Pero yo nací en Francia, en Aviñón.

Marika – ¿En Aviñón…?

María – No me digas que…

Carlota –Puede ser cierto que es una coincidencia increíble. Pero varias personas nacieron en la maternidad de Aviñón ese mismo día.

María – ¡No creo que personas que se parezcan tanto a mi madre! ¡Aquí tengo una foto!

María saca de su bolsillo una foto que pone debajo de la nariz de Marika, quien la examina, preocupada.

Marika – Oh sí… Hay… como una mirada familiar…

Carlota –Bueno, María, ¿Qué te parece si vas a limpiar las habitaciones en este momento?

María – Bueno, señora baronesa. Pero eso no me impedirá pensar que todo esto es un poco raro…

María sale sin recuperar su foto.

Carlota –Me pregunto si no deberíamos deshacernos de ella de inmediato…

Marika – De cualquier modo, es desconcertante, esa historia…

Carlota –¿Qué puede interesarte la historia de una sirvienta?

Marika le pasa la foto a su madre.

Marika – ¿No es cierto que el parecido es sorprendente?

Carlota –¡Pero, por los clavos de cristo! ¡esa chica está completamente loca! ¿Cómo podría alguien de tu rango parecerse a una sirvienta portuguesa o su madre?

Marika – De todos modos, es un hecho que no me parezco a ti en absoluto.

Carlota –Los hijos no siempre se parecen a sus padres. ¿A dónde quieres llegar?

Marika – Ese tipo de cosas pasan. Incluso vi una película sobre eso. Trataba sobre dos niños que habían sido intercambiados por error al nacer en la sala de maternidad…

Carlota –Sí, por supuesto. Las cigüeñas a veces son víctimas de un error de los controladores aéreos…

Marika – Recuerdo que decía… La sangre azul se encuentra en una choza en los suburbios, mientras el verdadero hijo se encuentra en una mansión en la parte elegante de la ciudad.

Carlota –Miras demasiada televisión, querida… No, pero es una locura. Entonces, según tu pensamiento, ¿Yo sería la madre de la criada? ¿Crees que ella se parece a mí?

Marika – No, obviamente…

Carlota –¡Pues ya ves!

Marika – De todos modos… Hay un lunar en la nalga izquierda que es la marca registrada de Castelestafa … y que no heredé de ti. Yo, mi marca registrada, sería más bien el pelo en la espalda…

Carlota – Es un azar genético. A veces se puede saltar una generación. Es como el genio o la belleza. Parece que el hijo de Einstein era un imbécil, y nadie podría decir con seguridad que si Marilyn tuviera una hija, ella no hubiera sido fea.

Marika (pensativa) – De todos modos… Me gustaría ver las nalgas de la sirvienta…

Carlota sigue un momento desconcertada. Llaman a la puerta.

Carlota – ¿Quién puede ser a esta hora?

Marika – ¿Qué hora es?

Carlota – No lo sé, dije eso así, sin pensar…

María regresa, guiando a Alán y sujetándolo por el brazo.

María – El señor Elsordo ha olvidado sus guantes…

Alán – Es cierto, pero debo admitir que hay otra razón para mi precipitado regreso…

María espera, obviamente curiosa, para saber más.

Carlota – Bueno, puedes retirarte, María…

María – Bien, señora baronesa.

María se va con pesar.

Alán – ¿Está su hija aquí?

Marika señala con la cabeza que no.

Carlota – Puedo llamarla, si quiere…

Marika está a punto de salir en silencio, pero Alán avanzando hacia ella le corta el camino.

Alán – En realidad, creo que sería mejor si comenzara a confiarme a usted…

Carlota – Una confesión… ¿Entonces… ya tengo algo que perdonarle?

Alán – Es un poco embarazoso, pero aquí… De hecho, no les dije la verdad en su momento…

Carlota – ¿No es el multimillonario que dice ser?

Alán – No, no se preocupe, no se trata de eso. Se trata de la causa de mi ceguera.

Carlota – Me asustaste… Quiero decir… La causa de su…

Alán – Les dije antes que fui alcanzado por un rayo… En realidad, esa no es la verdadera causa de mi ceguera…

Carlota – Todos tenemos nuestras pequeñas coqueterías, mi querido Alán. Como mujer sé muy bien que a veces la verdad se arregla un poco por mentiras piadosas…

Alán – El origen de mi discapacidad es, por desgracia, mucho más trivial. Tengo una enfermedad incurable…

Carlota – Incurable… ¿Quiere decir que no hay cura posible?

Alán – Sí, eso es lo que quise decir con la palabra incurable.

Carlota – Pero incurable no significa mortal…

Alán – Desafortunadamente, en mi caso, es exactamente lo que significa. Hace un año, me diagnosticaron un tumor cerebral muy mal colocado que primero afectó al nervio óptico y que, por desgracia, continuará creciendo. De hecho, mi médico no me da más de seis meses de vida…

Carlota – Es horrible… realmente lo siento… Pero… ¿qué puedo hacer por usted? No soy doctora…

Alán – Bueno, voy a morir y no tengo herederos. Por eso también me gustaría casarme muy rápido. Me gustaría tener a alguien que me acompañe en mis últimos momentos. Y dejarle mi fortuna después de mi muerte. En lugar de ir a la Cruz Roja o a los impuestos…

Carlota (reanudando la esperanza) – Es una decisión muy sabia de su parte, señor Elsordo… Y si me lo puedo permitir, muy generosa…

Alán – Sé que mi solicitud parecerá apresurada, pero ahora entenderá por qué… Quería saber si estaría a favor de concederme la mano de su hija, que me causó una muy buena impresión antes. Usted también, por supuesto. Tuve la sensación de encontrar una familia al entrar en este castillo…

Carlota y Marika intercambian una mirada avergonzada.

Carlota – Bueno, de hecho… Todo esto es tan repentino… Es amor a primera vista según parece… Lo siento, siempre me olvido que es ciego…

Alán – No se preocupe por eso…

Carlota – Escuche… por supuesto que todo depende de lo que mi hija decida, pero… Por mi parte, si ella aceptara, solo vería beneficios para esta unión…

Alán – Muchas gracias por su apoyo, querida señora. En este caso, desaparezco…

Carlota – ¿Esta desapareciendo? ¿Ya…?

Alán – Quiero decir, me voy a despedir… Provisionalmente…

Carlota – Por supuesto. Pero por cierto, ¿y sus guantes?

Alán – Nunca uso guantes… Hasta pronto, señora baronesa …

Intenta irse con la ayuda de su bastón, pero empuja nuevamente la mesa del pedestal con el jarrón y las flores.

Carlota – No se vaya tan rápido, se lo ruego… ¡María!

María, visiblemente escondida detrás de la puerta, aparece de inmediato.

María – ¿Sí, señora baronesa?

Carlota – Por favor acompaña al señor…

María – Como usted diga, señora.

Carlota – Hasta pronto señor Elsordo. (Alán sale guiado por María) Ahora sí, estamos al pie del muro…

Marika – Es una pesadilla.

Carlota – ¡Este tipo es multimillonario en dólares! Y solo le quedan unos meses… ¡Lo llamo un milagro! Es como ganar la lotería, créeme. Y es mucho más seguro.

Marika – ¡Justo después de hablar sobre esta incertidumbre de mi nacimiento! ¿Cómo podría casarme con este hombre y descubrir mañana que soy la hija de la señora Dos Santos?

Carlota – ¿No es Fernández?

Marika – ¿Crees que es mejor?

Carlota – No, por supuesto. Pero nada indica que este sea el caso. Entonces, ¿Te decides por Alán, querida?

Marika – Tengo que llegar al fondo de todo esto antes de darte una respuesta definitiva.

Carlota – ¿Al fondo? Pero ¿cómo?

María vuelve.

María – ¿Puedo quitar el polvo?

Carlota – Adelante…

La criada comienza a desempolvar con un plumero. Marika la mira insistentemente, hasta el punto de que la criada está un poco avergonzada.

Marika – María, encontrarás en la oficina el uniforme de la criada que te precedió.

María – ¿Un uniforme?

Marika – Ya sabes… El traje negro, el pequeño delantal blanco, el tocado…

María – Bueno, no, señora.

Marika – Aquí, estamos muy apegados a las tradiciones, y queremos que una sirvienta se vea como una sirvienta.

María – Como usted diga, señorita.

Marika – Bueno, ¡vamos!

María – ¿Ahora mismo?

Marika – Ahora mismo.

María – Sí, señorita.

María sale.

Carlota – Deberías haberle dicho que también se afeitara el bigote…

Marika – Es horrible…

Carlota – Sí, estoy de acuerdo. Todavía es más visible que los pelos de la espalda…

Marika – ¿Te das cuenta? Si hubiera habido un error en la maternidad, yo podría ser la equivocada, y María… tu hija.

Carlota – Pero no, vamos… ¡Deja de atormentarte con esta historia para dormir! No hablas portugués, ¿verdad?

Marika – No.

Carlota – ¡Pues ya ves! Y luego la elegancia natural que heredan las personas de nuestra condición… No hay engaño, puedes creerme. Puedes ver que esa chica no tiene el porte orgulloso de una baronesa de Castelestafa.

Marika – Tendré que comprobarlo yo misma…

Sale Marika. La baronesa permanece sola y suspira. Suena el teléfono y ella contesta.

Carlota – Carlota de Castelestafa, le escucho Sí… Sí, sí, lo sé… No, le aseguro que esa pequeña deuda pronto se completará. ¿Cuánto dice? Ah, sí, de todos modos… Escuche, estamos esperando una devolución de dinero y… ¿De qué sirve tener una cuenta en el Banco Popular, si no podemos confiar en la solidaridad de los clientes más afortunados que nosotros? Muy bien… Y luego, como último recurso, venderemos algunas pinturas… De acuerdo, hago lo necesario y le vuelvo a llamar…

Ella cuelga, visiblemente preocupada. Y comienza a recoger el jarrón y las flores que Alán dejó caer cuando se fue. Marika regresa.

Marika – La criada tiene un lunar en la parte inferior de las nalgas…

Carlota – ¿Cómo lo sabes?

Marika – Llegué a la despensa mientras ella se había quitado el pantalón para ponerse su atuendo de doncella. Necesitaba comprobar.

Carlota – ¿Qué nalga?

Marika – La izquierda.

Carlota – ¡Pues ya ves! Para los de Castelestafa, está en el glúteo derecho.

Marika – ¡Hace un momento me dijiste que el gen de la belleza podía saltar de generación en generación! ¡También un lunar puede saltar de nalga en nalga!

Carlota – ¡Pero por los clavos de Cristo, Marika…!

Marika – Yo, la hija de la señora Da Silva…

Carlota – ¿Cómo puedes imaginar tal cosa?

Marika – Creo que voy a vomitar…

Marika se va y cruza a la doncella que regresa, vestida con un traje negro de sirvienta y un delantal blanco.

María – La última vez que vi este tipo de atuendo fue en un canal de pago, y créame, no era un programa para niños…

Carlota – Oh si…

María – Y su hija Marika, ella no es un poco…

Carlota – ¿Un poco qué?

María – Ella se metió en la despensa mientras yo me ponía esto, solo para mirar mis nalgas…

Marika regresa.

María – Parece que no te sientes bien. Estas muy pálida…

Marika – Estaré bien.

María – De todos modos, es increíble lo mucho que te pareces a mi madre…

Marika parece aún peor.

Carlota – Muy bien, María, déjanos a solas un momento…

María sale.

Marika – Mamá… ¿Tienes algo que esconderme?

Carlota – ¡Pero en absoluto, hija mía! ¿Qué quieres decir con eso?

Marika – ¿Recuerdas al menos si cuando diste a luz había otro bebé llamado María?

Carlota – ¿Cómo quieres que sepa? Todos estaban alineados uno al lado del otro en sus incubadoras, como pollitos en batería… Recuerdo que os pusieron debajo de una lámpara porque tenías ictericia. Además, siempre has mantenido esta tez un poco amarilla…

Marika – Gracias…

Carlota – ¿Después de todo, cómo diferenciar a un bebé de otro? Es cierto que podemos confundir…

Marika – Madre mía…

Carlota – ¡No, pero por eso a los bebés se les pone una pulsera!

Marika – ¿Una pulsera electrónica?

Carlota – Una pulsera con el nombre del bebé.

Marika – Esto es una locura… Para un automóvil, hay un número de registro, un número de motor, un número de chasis, grabados en el parabrisas, todo tipo de tatuajes antirrobo, sin mencionar alarma, y ??para un bebé, solo una pulsera con un nombre… Es muy fácil confundir, ¿verdad?

Carlota – Especialmente entre Marika y María, solo hay una letra de diferencia. El bebé pudo comerse un poco su pulsera en esa…

Marika – Y mi pulsera, ¿la guardaste?

Carlota – No, ¿por qué tendría que guardarla?

Marika – No lo sé. Como recuerdo…

María vuelve, muy emocionada.

María – ¡Lo sentía, estaba segura!

Carlota – ¿Qué te pasa ahora?

María – Acabo de tener una conversación con mi madre por teléfono.

Marika – ¿Y qué?

María – Ella me dijo que siempre sospechó que yo no era realmente su hija biológica.

Carlota – En ese caso, ¿por qué no te dijo nada hasta ahora?

María – ¡Para no traumatizarme!

Marika – Pero como es…

María – Ambas estábamos uno al lado del otro en la incubadora, según lo que me dijo mi madre. Pero ella me dijo que la otra bebé era tan fea e insignificante… Inconscientemente pensó que no podía ser su hija…

Carlota – Todo eso son solo delirios de criadas portuguesas…

Pausa.

María – Mi madre se quedó con mi pequeña pulsera, ella la buscó y la ha comprobado. Tiene escrito el nombre de Marika, no María.

El teléfono suena.

Carlota – ¡Pues responde!

María – Marika de Castelestafa, le escucho. No le escucho bien… Oh sí, hola señor Elsordo…

Carlota, furiosa, le arranca el auricular.

Carlota – Sí Alán… No, todavía no, yo… ¿En serio? Muy bien, hablaré con ella ahora y le llamaré pronto…

Ella cuelga.

Carlota – Fue Alán… para preguntar la respuesta a su propuesta de matrimonio. El no puede esperar. Tiene que regresar a California para un tratamiento que le dará una última oportunidad.

María – ¡Eh, a mi no me importan sus planes de boda! Me han estafado desde que nací. ¡Soy la baronesa!

Carlota – ¡Oh dulce niña! Por el momento solo hay una baronesa aquí y esa soy yo.

María – ¡Aún así, tengo derecho a mi herencia! ¡Este castillo será mío cuando te mueras!

Marika – Por ahora solo eres la sirvienta portuguesa…

María – ¡Eres tú quien debería estar en mi lugar! ¡Eres una sirvienta!

Marika se derrumba.

Carlota – Debemos calmarnos, mira…

María – Tienes razón… Olvidemos los títulos y el dinero. Yo por fin he encontrado a mi verdadera madre…

Ella se precipita en los brazos de Carlota avergonzada.

Carlota – Vamos, vamos… De todos modos, mi pobre niña…

Marika – ¿Podrías dejar de llamarla “mi pobre niña”?

Carlota – Ya no tenemos dinero, María. Sin este matrimonio, ni siquiera tendremos lo suficiente para pagar una sirvienta, o quien sea. Solo tenemos este castillo en ruinas y algunos retratos familiares.

María – En este caso, me voy a casar con el multimillonario. Después de todo, es con el título con el que se casará. Por lo demás, ni siquiera verá la diferencia. Y no necesariamente perderá con el cambio.

Marika y María se desafían mutuamente. Carlota interviene.

Carlota – ¿Puedes darnos un momento, María? Volveremos a discutir todo esto en un momento.

María – Está bien… Pero les advierto, no me vais a defraudar…

María sale

Marika – Es una pesadilla…

Carlota – Por eso es urgente que aceptes la propuesta de Elsordo.

Marika – ¿De verdad crees que es lo más urgente?

Carlota – ¡Por supuesto! ¡De lo contrario, el ganso que pone los huevos de oro se nos escapará! Y estaremos sin dinero.

Marika – Y tal vez ya no sea baronesa…

Carlota – ¿Quién te querrá de nuevo si ni siquiera tienes sangre azul? (Marika se derrumba) No te preocupes. Seguirás siendo mi hija pase lo que pase. La carne de mi carne. No es posible que esta bruja sea una baronesa… incluso si es mi hija biológica.

Marika – ¿Pero qué hacer con Alán?

Carlota – Tienes que casarte con él ahora mismo, antes que se dé cuenta de que quizás no eres del todo lo que él cree… Después ya será demasiado tarde.

Marika – Tienes razón…

Carlota – Llamaras a Elsordo de inmediato para decirle que aceptas su propuesta de matrimonio.

Marika – ¿Y después?

Carlota – Lo arrastras a Las Vegas para una ceremonia relámpago. Y vuestra luna de miel seguida de ese proceso.

Marika – ¿Y la sirvienta?

Carlota – Yo me encargaré de ella durante ese tiempo…

Marika – De acuerdo. Así que voy… Me entregaré para guardar el nombre y el castillo de Castelestafa.

Carlota – ¡La buena sangre no puede mentir! Reconozco en ti el espíritu caballeroso que Castelestafa siempre ha mostrado a lo largo de la historia.

Marika – ¡Amar será como ir a la guerra!

Ellas salen

Negro.

Acto 2

Carlota limpia vestida con ropa de mucama. María está sentada leyendo una revista de celebridades.

Carlota – Ouh la la… No me había dado cuenta de lo agotador que era limpiar…

María – Ya verás, lo peor son los cristales. Todavía hay rastros de mugre. Pero te ayudaré con algo, si quieres…

Carlota – Oh si…

María – Lo mejor para las ventanas es el vinagre… El vinagre blanco, para los cristales, es lo mejor.

Carlota – ¿Realmente no quieres ayudarme?

María – ¿No ves que estoy leyendo? Si quiero mantener mi rango en el futuro, todavía tengo mucho con lo que ponerme al día. Especialmente con respecto a la vida de las personas de la realeza. No sabía que la vida de esa gente era tan complicada.

Carlota – No te puedes imaginar cuánto…

María – Y todos estos nobles con esos nombres tan largos. Pensé que todo eso se había acabado con la Revolución…

Carlota – Afortunadamente, todavía tenemos algunos privilegios… Yo también te daré algunos consejos, si quieres…

María – Oh ¿sí?

Carlota – Para viajar casi de gratis, por ejemplo. Cuando llegas a cualquier lugar, vete a tocar la puerta de algún castillo. Seguramente es un primo lejano. Siempre habrá una habitación de invitados esperándote.

María – Ya veo… Como hoteles de lujo, pero gratuitos.

Carlota – Eso es. Como hoteles de lujo, pero sin calefacción.

María – Entonces, si entiendo bien, todos vosotros son primos…

Carlota – Sí…

María – No me sorprende que todos se vean tan degenerados… Por cierto, ¿tienes noticias de tu hija? Me refiero a Marika…

Carlota – Desafortunadamente no… En estos casos, durante las primeras semanas, se recomienda evitar cualquier contacto con la familia.

María – La verdad… no lo sabía.

Carlota – Pero ella terminará volviendo a casa…

María – Bueno, por ahora me voy a bañar, eso me va a relajar. Porque todo esto me agotó…

Carlota – Entiendo…

María (preparándose para salir) Cuando hayas terminado el polvo, ¿empiezas con los cubiertos? No es mi intención ofenderte, pero esta casa era una verdadera pocilga cuando llegué…

Carlota – Sin embargo, recuerda que no soy tu sirvienta…

María – ¡De qué sirve tener una sirvienta cuando ya tienes una madre!

María sale.

Carlota – Bueno, voy a empezar con los cristales, así que…

Llegan Alán y Marika. Marika lleva dos maletas. Ella ha cambiado su aspecto y parece más satisfecha, asumiendo mucho mejor su feminidad. Alán también parece estar en mejor forma y se viste más alegre.

Carlota – ¡Hola hijos míos! ¡Pero deberíais haberme advertido que vendríais hoy! Hubiera preparado vuestra habitación…

Marika – Mamá? ¿Pero qué está pasando aquí?

Carlota – ¿Qué?

Marika – ¡No me digas que estás haciendo las tareas del hogar!

Carlota – Oh eso… No te preocupes, querida, te lo explicaré…

Alán – Hola, señora baronesa.

Carlota – ¿Cómo esta, mi querido yerno?

Alán – Mejor. Mucho mejor…

Carlota (molesta) – Oh, sí… Parece que el matrimonio le sienta bien…

Alán – Tengo mucho menos dolor de cabeza, es cierto. Y a veces, casi tengo la impresión de ver destellos de luz…

Carlota – ¿Sabe lo que dicen? El amor es ciego, el matrimonio le devuelve la vista… Pero cuando dice mejor, quiere decir… ¿que no morirá de inmediato?

Alán – Parece que le decepcionaría, suegra…

Carlota – Estoy bromeando… ¡vamos!

Alán – Todos moriremos algún día, ¿no?

Carlota – Sí… tarde o temprano.

Alán – Digamos que en mi caso, siento que será un poco más tarde de lo esperado.

Carlota – Bueno, ¡es maravilloso! ¿No es así querida?

Marika – Sí, por supuesto…

Carlota – Entonces, ¿y la luna de miel? ¿Es hermoso Las Vegas?

Marika – ¿No recibiste nuestra carta?

Carlota – Dios mío, no, todavía no. Pero ya sabes, de los Estados Unidos de América…

Marika – Finalmente, nos casamos en Perpiñán, en la más estricta intimidad…

Alán – Para que ir a América a casarse, si también aquí tenemos curas a quienes les gustan los niños.

Carlota – No me digas que además, ya estás embarazada…

MarikaTodavía no, tranquilízate. Bueno, ¿quién sabe?

Carlota – Perpiñán, muy bien… Cataluña se parece mucho a California, ¿verdad? O digamos que la parte de arriba se parece mucho a Baja California… ¿Tuvisteis buen clima?

Marika – Llovió durante tres semanas seguidas. Apenas pudimos salir fuera de nuestra habitación en el hotel. (Marika se acerca con cariño a Alán) Pero finalmente, no me arrepiento de no ir a Las Vegas…

Alán – Yo tampoco. Aparentemente, el aire de Cataluña me hizo mejor efecto que el tratamiento milagroso que tuve que recibir en esa clínica de los Estados Unidos.

Carlota – Ya veo…

Marika – Alán me llevó una vez al cine a ver una película sucia…

Alán – Quiso decir una película suiza…

Carlota – Oh ¡Pero qué bueno!

Marika le lanza a Alán una mirada tiernamente cómplice.

Marika – Pero, ¿Para qué ir al cine, cuando puedes encontrar con que divertir sin salir de la cama…

Alán (con amor) – Creo que me saqué el número de la suerte… Bueno, las dejo hablar un momento juntas. Deben tener muchas cosas que contarse entre madre e hija… Me voy a refrescar un poco.

Carlota – Te acompañaré…

Alán – No te preocupes, puedo arreglármelas solo…

Carlota – Ya conoces la casa, ¿verdad?

Alán – Ahora es un poco mía, ¿no?

Carlota – Sí…

Alán – Hasta luego, mi amor… ¿Llevarás mi maleta a mi habitación?

Marika – De inmediato, mi corazón…

Carlota lanza una mirada preocupada a su hija. Alán vuelve a salir alterando la mesa del pedestal y el jarrón.

Carlota – ¿Y bien? Parece que sobreviviste a esta prueba, querida…

Marika – Sí, debo decir que no fue tan malo como lo imaginé… Admito que incluso tuve cierto placer en…

Carlota – Te agradezco que te guardes la historia de vuestra noche de bodas… Ahora tenemos asuntos más urgentes que resolver…

Marika – ¿Un asunto?

Carlota – ¿No me digas que ya has olvidado el contexto especial de este matrimonio…?

Marika – No, por supuesto…

Carlota – Imaginaras que estaba esperando el regreso del yerno para pagar algunas cuentas… ¡Si no hacemos una transferencia rápida al Banco Popular, el castillo será incautado!

Marika – ¿Tenemos una cuenta en el Banco Popular?

Carlota – Por desgracia, son los únicos que todavía nos quieren… Y si no encontramos rápidamente pasta ¡tendremos que ir al comedor público!

Marika – Hablaré de esto con Alán, te lo prometo…

Carlota – Muy bien, entonces… en mis brazos, hija mía…

Se abrazan por un momento.

Marika – ¿Y la criada?

Carlota – Ese es el segundo problema con el que tenemos que lidiar… He hecho todo lo posible para calmarla. Pero empieza a sentirse un poco como en casa.

Marika – ¿Entonces todavía no la has despedido?

Carlota – ¡Eso es porque ahora ella dice ser parte de la familia! Como puedes ver por mi atuendo, tuve que hacer algunas concesiones… Y cuando ella sepa…

Llega María, seguida de Alán.

María (furiosa) –El señor Elsordo me acaba de contar la noticia de su matrimonio… ¡Y tu que me habías dicho que tu hija estaba en rehabilitación de drogas!

Marika – ¿Le dijisteis eso?

Carlota – Tuve que decirle algo.

María – Entonces tus mentirillas y tu repentina amabilidad, ¿eran por eso? Para engañarme…

Carlota – A ver, tranquilitos…

Alán – Confieso que ni yo, baronesa, no creo lo que escuchan mis oídos… ¿Entonces confirma las palabras de su doncella?

María – ¡Eh, yo no soy la doncella!

Alán – Quiero decir… de su hija biológica. ¡Pero eso es monstruoso! ¿Cómo se puede convertir a una hija en esclavo doméstico?

Marika – Bueno, tampoco es Cenicienta…

Alán – En cuanto a mí, entiendo que me siento un poco defraudado… Pensé casarme con una futura baronesa…

María – Y ahora se encuentra casado con una bastarda.

Marika – ¡Bastarda serás tú!

Las dos mujeres están listas para recibir golpes.

Carlota – Veamos… Un poco de dignidad, damas… Al menos una de vosotras tiene sangre azul…

María y Marika dejan de pelear. María va con Alán.

María – ¡La hija de la baronesa, soy yo! ¡Es conmigo que deberías haberte casado! (Avanza hacia Alán) Y créeme, en la cama, no habrías tenido quejas…

Marika – ¿Qué dices, perra?

Carlota – No nos dejemos vencer por la ira o después lo lamentaremos.

Alán – Me pregunto si no sería mejor pedir un divorcio… Lo digo, considerando las nuevas circunstancias…

Carlota – ¡No haga nada, querido amigo! Seguramente hay una manera de disipar este pequeño malentendido…

Alán – ¿Un pequeño malentendido? Ya ni siquiera sé con quién estoy casado. ¿Si con la mujer que me dijo que sí o la que llevará mañana el nombre de Baronesa de Castelestafa?

Carlota – Ya lo he pensado lo suficiente, porque sospechaba que todo esto causaría cierta… tensión temporal.

María – Esto debe ser una broma…

Carlota – Esto es lo que propongo… Alán se acaba de casar con Marika. Se quedará con su esposa, que heredará mi título de baronesa de Castelestafa.

María – ¿Y qué hay de mí?

Carlota – María, en compensación, heredará el castillo y todo lo que contiene cuando yo muera.

Marika – ¿El título, eso es todo?

Carlota – ¿No me digas que prefieres la riqueza material al prestigio de un nombre como el nuestro?

Marika – No, por supuesto, pero…

Carlota – Por supuesto, es consabido que muchos barones mezclaron su sangre azul con la de las criadas, ya sabes. Si estuviéramos haciendo una investigación genética, seguramente nos daríamos cuenta de que la mayoría de los sirvientes son nuestros primos.

María, escéptica, mira a Alán y Marika.

María – ¿Y si tienen hijos? Podrían reclamar la herencia…

Carlota – Por supuesto, Marika estará exenta del deber matrimonial para no correr el riesgo de tener una descendencia…

Marika – ¿El deber matrimonial? Desde mi recuerdo de nuestra noche de bodas, no siento que haya sido una tarea para mi esposo…

María – Oh ¿si?

Nueva tensión entre las dos mujeres.

Carlota – Bueno, creo que ahora todos lo vemos un poco más claro, ¿no es así, mi querido yerno?

María – Entonces, ¿nunca seré baronesa?

Marika – Te dejaremos el castillo, ¿de qué te quejas?

Carlota – No tendrás el título, pero serás considerada como familia. Y si mi hija muere, serás una baronesa en su lugar.

Marika – ¡Qué encantador!

Carlota – En cuanto al señor Elsordo, de todos modos, él no está interesado en la dote de mi hija. Es multimillonario. Lo que quería era casarse con una chica de una buena familia. Desde este punto de vista, no podemos decir que ha sido engañado… ¿Usted cómo lo ve, señor Elsordo?

Alán – No lo veo muy claro…

María – Por supuesto… Si además es ciego…

Carlota (a María) – Te trataré como mi segunda hija, y Marika te tratará como a una hermana.

María – Vaya hermana…

Carlota – ¿Qué le parece, Alán?

Alán – ¿Y con quién cumpliré mi deber conyugal? Sin embargo, estoy casado… Me da ciertos privilegios.

Carlota – Siempre puedes dormir con la criada. Probablemente hubiera terminado así de todos modos, como en todas las comedias de parejas…

Marika – ¡Eh, yo no he dicho que estaba de acuerdo!

María – ¡Yo tampoco!

Carlota – Seremos una familia ensamblada… Está muy de moda en la actualidad…

María – Bueno…

Alán – ¿Y quién hará los quehaceres?

María – ¡Yo no, de ninguna manera!

Carlota – Queda por encontrar una sirvienta… Pero Alán es rico, ¿verdad? Y ahora, él es el hombre de la casa… ¡Satisfará las necesidades de toda la familia!

Alán – Sí, bueno… en realidad, los bienes raíces no están yendo muy bien en este momento, ya saben… Incluso en California…

Carlota – Me acaba de decir que eventualmente ya no morirá, ¡no me diga que además esta arruinado!

Alán – Por desgracia, suegra… Pero lo importante del matrimonio es el amor, ¿no?

Carlota está a punto de desmayarse.

Carlota – Creo que me está dando algo…

Marika – Disculpa por un momento…

La baronesa se retira con su hija. Dejado solo con María, Alán se quita las gafas y cae en sus brazos. Entendemos que son cómplices.

Alán – ¡Y listo!

María – ¡Para nosotros la gran vida!

Alán – ¡Y cómo, baronesa!

Se besan

María – La mala noticia es que, en tu ausencia, descubrí que el castillo está hipotecado.

Alán – ¿No me digas que me casé por nada con ese monstruo?

María – ¿No conseguiste demasiado de la noche de bodas, al menos?

Alán – De qué hablas… ¿Es que no la has visto?

María – Eso no fue lo que ella dijo antes…

Alán – Bueno, todavía tenemos las pinturas…

María – Debe valer dinero, todo eso…

Ella va a examinar una imagen y torpemente la hace caer.

María – Mierda. Ayúdame a poner esto en su lugar…

Alán se acerca. Mientras levanta la pintura, María mira hacia atrás.

María – ¿Qué es esto?

Alán – ¿Qué?

María – Hay una inscripción en el reverso de la pintura…

Alán – Puede ser una firma prestigiosa… ¿A veces sucede que una imagen de un pintor anónimo finalmente se atribuye a Miguel Ángel o Leonardo?

María – ¿Leonardo? ¿El actor o el futbolista?

Alán – Leonardo, el pintor! Bien, entonces, ¿qué estás leyendo?

María mira la inscripción.

María – No puedo leer… No tengo mis lentes… Ve allí, tienes buenos ojos…

Alán mira la inscripción.

Alán – Hecho en China…

María – ¿Hecho en China?

Alán – Estos son falsos.

María – ¿No? ¿Estás seguro ?

Alán – ¡No creo que en ese momento, los nobles hicieran sus retratos familiares en China! (Pausa) ¿Te das cuenta? Me casé con esa degenerada por unos retratos falsos?

Tiempo de reducción.

María – Y solo les quedan unos pocos muebles… No vamos a llegar muy lejos con eso…

Alán – No puedo creerlo…

María – Nos han engañado…

Alán – Sí… Parece que esta es la historia del estafador estafado…

María – Pero si estos retratos son falsos, entonces…

Alán – El título de nobleza de la baronesa también sería falso…

María – ¡No!

Alán saca su teléfono celular.

Alán – Espera… estoy buscando en Internet… Baronesa de Castelestafa… Eso no es cierto… Mira esto…

Le muestra la pantalla de su teléfono a María.

María – No…

Alán – Castelestafa… Debimos ser mas cautelosos…

María – Debimos haber verificado antes sus títulos de nobleza…

Alán – ¿En quién se puede confiar hoy en día?

María – No investigamos…

Alán – ¿Pero cómo es que su hija nunca tuvo la idea de escribir su propio nombre en Google?

María – ¡Estas personas aún viven en la Edad Media! ¡Y la niña apenas salió del convento de las Golondrinas! Estoy segura de que su madre solo le da acceso a Internet con un filtro parental…

Alán – Entonces, ¿qué haremos?

María – ¡Nos largamos de aquí! Hay algunas joyas en la habitación de la vieja, allá arriba. Las tomo y nos vamos antes de que estas dos mitómanas regresen.

Alán – Aún no he desempacado, será más práctico.

María sale. Mientras tanto, Alán mira en la pantalla de su teléfono para buscar más detalles sobre la biografía de Carlota.

Alán – No es cierto… Bueno … Fíjate en la baronesa, con unos años menos…

Le sorprende el regreso de Carlota y Marika.

Carlota – No creo lo que ven mis ojos.

Marika – Alán, ¿no eres ciego?

Alán – Es decir… ¡Acabo de recobrar la vista! ¡Es un milagro !

María regresa y llama a Alán antes de ver a los otros dos.

María – ¿Alán? Eso es todo, ya tengo las joyas, espero que no sean falsas también…

Alán va hacia María, con los brazos extendidos para intentar hacerle alguna seña.

Alán – ¡Finalmente te descubro, mi querida esposa!

Marika – Soy yo, tu esposa…

Alán (decepcionado) – ¿No…? Me pregunto si no hubiera preferido quedarme ciego…

Carlota – Entonces… así es todo… Nos tomaron por tontas… Así que fuiste su cómplice desde el principio, ¿verdad?

Marika – ¿Son un par de ladrones?

Alán – Estafadores… Hay que expresarse con las palabras adecuadas…

Carlota – Entonces no eres ciego, ni multimillonario… y esta perra no es mi hija biológica…

María – Eh, un poco mas de gentileza, baronesa, ¡cuidadito conmigo!

Carlota – ¡Y todo este circo fue para convencernos de concertar el matrimonio lo antes posible!

Marika – ¡Para desnudarnos!

Carlota – No puedo creerlo…

Alán – Bien… Y ahora que las cosas están claras para todos, ¿qué vamos a hacer?

Carlota – ¿Qué vamos a hacer? Pero si es muy simple. ¡Denunciarlos a ambos! Yo presentaré una queja.

Alán – Oh, y que le parece si nos calmamos, está bien. Okey, no soy ciego ni multimillonario. Pero eso no es penado por la ley, que yo sepa. Y ahora, te guste o no, ¡soy tu yerno!

María – ¡Es verdad, después de todo, eres tú quien quiere casar a tu hija con un pobre ciego para capturar su herencia! ¿Eh? Eso no es bonito bonito tampoco, ¿No crees?

Carlota – Tu, la criada, cállate. Nadie te ha llamado.

María – Primero, nunca he sido criada. ¡Y la mentirosa eres tú! ¡Tu castillo está hipotecado, y estos retratos familiares son falsos!

Marika – ¿Falsos?

Carlota (avergonzada) – Eso es ridículo…

María – Oh ¿si?

Carlota – Puedes ver que estas personas no saben nada de pintura. ¡Falsificaciones! ¿Y tú? Apuesto a que no eres realmente portuguesa…

Alán – No más que tú baronesa…

Marika – ¿De qué hablas?

Alán (a Carlota) – Tampoco le dijiste toda la verdad sobre tus orígenes…

Carlota (avergonzada) – ¿Yo?

Alán – Tu marido era actor de cine porno. ¡Y lo conociste en un set de filmación! Todo está en Wikipedia…

Carlota – He pedido varias veces la eliminación de este artículo…

Marika – ¿Pensé que papá era un campeón de equitación y que estaba muerto cuando se cayó de su caballo?

Alán – Podemos decir eso así, sí… Solo se olvidó de decirte quién era la montura…

María – Y las condiciones especiales de esa película de rodeo…

Carlota – Era arte puro. Todo ocurrió sobre un escenario…

María – Sí… Y probablemente sea gracias al dinero que te pagaron para actuar en esas películas de autor que pudiste comprar este castillo.

Alán – Para fingir respetabilidad…

Marika – Oh, Dios mío… ¡Pero esto no puede ser verdad! Y yo que pensaba que lo peor que me podía pasar era ser hija de una sirvienta portuguesa… Pero entonces… ¿quiénes son realmente mis padres? ¿Y quién soy yo?

María – Puedes estar tranquila, eres la hija de tu puta madre… En cuanto a tu padre…

Alán (mirando su móvil) – No se excluye que hayas sido concebida durante el rodaje de una de esas películas de culto como esta… (Mostrando la pantalla a Marika) Obra maestra del séptimo arte en la que por primera vez Carlota lleva el título de baronesa…

María – Y eso es todo lo que lleva puesto en esa película.

Carlota – Fui nominada a los premios Oscar por esa…

María – Los Oscar del Porno, por supuesto.

AlánEntonces ven que yo también podría tener la impresión de que me mentí un poco sobre el pedigrí de mi perra guía.

La baronesa está avergonzada.

Marika – Pero di algo, madre…

Carlota – Así es, yo inventé nuestra historia familiar…

Marika – Entonces no eres baronesa de Castelestafa… ¿Pero esos retratos familiares?

Carlota – Son absolutamente genuinos, te lo garantizo. Bueno, quiero decir, de aquellos que han servido como modelos… Solo que… no son nuestra familia.

Marika – Esto es una pesadilla…

Carlota – La buena noticia es que realmente eres mi hija.

Marika – ¡Soy una hija de puta! ¿Te parece que eso es un consuelo…

Carlota – Ya no estamos en la Edad Media. Ya no tenemos que considerar a las actrices como prostitutas…

Marika – ¡Pero si eras un actriz X!

María – Bueno, cuando hayan terminado esta conmovedora escena familiar…

Carlota – ¿No creéis que tal vez haya una manera de llevarse bien? Un buen arreglo es mejor que un mal divorcio.

Marika – Un buen arreglo…

Carlota – La verdad es que ni siquiera podemos permitirnos una sirvienta. Y que a partir de ahora no podemos confiar demasiado en nuestra supuesta nobleza para obtener un yerno ideal…

Alán – Especialmente porque tu hija ya está casada, te recuerdo…

Carlota – Ya ves, querida, que aquí todos estamos condenados a encontrarnos en un terreno común…

Marika – Ya ni siquiera puedes vender esas pinturas. Son copias, no tienen valor…

Alán – ¿Podemos alquilar el castillo para filmar películas pornográficas? La señora debe haber mantenido contactos en el medio.

Carlota – Qué dirían nuestros amigos… sin mencionar al sacerdote. No, yo vería algo más adecuado… Tal vez sea posible… ¡Aquí, un festival de música clásica, por ejemplo!

María – Ah, sí… Podríamos pedir una subvención al ayuntamiento y al gobierno…

Carlota – Hacer que la música clásica sea accesible para las clases más desfavorecidas está muy de moda.

María – Eso es todo… Un concierto de música clásica accesible para los discapacitados de la cultura. Llegaremos lejos con eso…

Alán – Entonces, ¿por qué no abrir habitaciones temáticas? A la gente le encantan los castillos, y una baronesa, siempre es buena en la decoración.

Marika – Podrías cuidar a mi esposo y a mí. Y María haría las habitaciones…

María – Eh, Alán es mi hombre, ¿de acuerdo?

Marika – Pero es mi esposo delante de Dios… o por lo menos delante del alcalde de Perpiñán. Y ahora que sé que el señor Elsordo no es ciego… Después de todo, es un hombre bastante guapo… Y excepto dinero, lo tiene todo para hacer feliz a una mujer…

Marika y María están a punto de pelear. Alán las separa.

Carlota – Vamos, seguramente también hay una manera de encontrar un acuerdo sobre este punto. Entre personas de nuestra condición, siempre logramos hacer arreglos, ¿no es así?

Marika – Por personas de nuestra condición, ¿te refieres a delincuentes?

Carlota – Pues… También, sí…

Negro

Epílogo

Marika, vestida de sirvienta, hace el polvo con un plumero. Los otros tres están en sillones y toman té en un ambiente muy mundano.

María – Con mucho gusto volvería a tomar un poco de té…

Marika le sirve torpemente, con los dientes apretados.

Carlota – No te preocupes, querida, mañana será tu turno de ser baronesa.

Alán – Y el suyo para ser sirvienta.

Carlota – Se decía cada dos días…

Alán – Suegra, creo que acabamos de inventar el matrimonio alternativo.

Carlota – Y la democracia rotativa.

Alán – ¿Quién necesita engañar a su esposa con la criada como en un mal teatro de parejas? ¡Mañana la sirvienta será mi esposa!

Carlota – Y tu sirvienta será tu mujer.

Alán – Un verdadero cuento de hadas.

Carlota – En resumen, tenías razón, mi querido yerno… Es la gran vida… ¿No es así, señoras?

Marika y María intercambian una mirada.

María – Mi querida hermana, a veces me pregunto si nosostras no somos las verdaderas víctimas de esta farsa…

Carlota – A propósito, no olvidéis que se acerca la Navidad.

Alán – Tengo muchas ganas de ver estas celebraciones familiares por primera vez en nuestro castillo.

Carlota – La familia, eso es todo. (Pausa) Por cierto, me alegra que todos estemos aquí para contarte una gran noticia, Alán.

Alán – Oh ¿si? ¿Qué?

Carlota – La familia crecerá…

Alán – ¿Un niño para Navidad? ¡Es maravilloso! ¿Pero quién es la madre?

Marika y María intercambian una mirada asesina, antes de mirar a Carlota con una mirada sospechosa. Carlota parece apenas avergonzada, y pone la mano en su barriga.

Carlota – Un nuevo milagro, aparentemente…

Alán (para relajar el ambiente) – ¿Si ponemos un poco de música?

Carlota – Sería perfecto… Me encanta la música clásica.

Alán – Y dicen que amansa a las fieras.

Alán presiona un control remoto para lanzar una pieza de música clásica, para elegir (por ejemplo el Himno a la Alegría o una música de Navidad).

A medida que aumenta el nivel de la música, la luz disminuye en esta conmovedora escena de felicidad familiar.

Negro.

Fin

El autor

Jean-Pierre Martinez es autor teatral y guionista francés de origen español. Nacido en 1955 en Auvers-sur-Oise, sube al escenario primero como baterista en diversos grupos de rock, antes de hacerse semiológo para la publicidad. Luego trabaja como guionista para la televisión, y vuelve al teatro como autor. Ha escrito mas de 60 guiones para distintas series de la televisión francesa, y 78 comedias para el teatro (13 y Martes, Strip Poker, Bar Manolo, Ella y El, Muertos de la Risa, Breves del Tiempo Perdido, El Joker…). Actualmente es uno de los autores contemporáneos mas representados en Francia, y varias de sus obras han sido ya traducidas en español y en inglés. Es licenciado en literatura española e inglesa (Sorbonne), en linguística (Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales), en economía (Institut d’Études Politique de Paris), en escritura de guiones (Conservatoire Européen d’Ecriture Audiovisuelle). Jean-Pierre Martinez ha escogido ofrecer todos los textos de sus obras para descargar gratuitamente en su web : comediatheque.net.

Comedias de Jean-Pierre Martinez traducidas en español:

Comedias para 2

El Joker

El Último Cartucho

EuroStar

Zona de Turbulencias

Comedias para 3

13 y Martes

Por Debajo de la Mesa

Un pequeño asesinato sin consecuencias

Comedias para 4

Cuatro Estrellas

Foto de Familia

Strip Poker

Un Ataúd para Dos

Comedias para 5 o 6

Crisis y Castigo

Pronóstico Reservado

Comedias para 7 a 10

Bar Manolo

Milagro en el Convento de Santa María-Juana

El pueblo más cutre de España

Comedias de sainetes (sketches)

Breves del Tiempo Perdido

Ella y El, Monólogo Interactivo

Muertos de la Risa

Este texto está protegido por las leyes

relativas al derecho de propiedad intelectual.

Toda copia es susceptible de una condena,

hasta de 300 000 euros y 3 años de prisión.

París – Setiembre de 2019

© La Comédi@thèque – ISBN 978-2-37705-277-6

https://comediatheque.net/

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