Español

13 y Martes

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

3 personajes : 3H o 1H/2M o 2H/1M o 3M

Jerónimo y Cristina han invitado a cenar a una pareja de amigos. Pero la señora llega sola, deshecha. Acaba de saber que el avión que traía a su marido a París se ha estrellado en el mar. Pendientes de las noticias con la posible viuda para saber si su marido forma o no parte de los supervivientes, la pareja descubre de pronto que acaba de ganar el bote de la primitiva de ese viernes 13. La consigna es desde ese momento : disimula tu alegria…


Este texto se ofrece tan sólo como lectura. Para cualquier tipo de difusión tanto profesional como amateur, se deberá pedir autorización al autor : 

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TEXTO COMPLETO DE LA OBRA

13 y Martes

Personajes :

Jerónimo
Cristina
Natalia
Patricio (opcional)

Salón de un piso elegante en el que se notan aún algunos signos de su antiguo esplendor. Una pintura vanguardista apoyada en el suelo contra la pared del fondo. El resto está embalado en cajas. En un rincón, un árbol de navidad engalanado. No hay nadie en escena. Suena el teléfono, y oímos el mensaje del contestador:

Jerónimo (voz en off) – ¡Hola! Ha llamado a casa de Jerónimo y Cristina. Nos encontramos momentáneamente retenidos por la Policía Fiscal por un asunto de fraude, pero puede dejarnos un mensaje después de la señal. Le llamaremos en cuanto salgamos en libertad. Hable, es su turno…

Oímos la señal seguida de un mensaje grabado en el contestador:

Patricio (voz en off) – Sí, hola soy Patricio. ¿Qué tal estáis? Seré tonto…, no puedes contestarme… Bueno, que de acuerdo todo para esta tarde, pero…

Entra Jerónimo, con una bolsa de Lidell en una mano, otra de Día en la otra, y una barra de pan bajo el brazo. Está agotado, no se toma la molestia de descolgar y se contenta con escuchar el mensaje:

Patricio (voz en off) – … llegaremos más bien sobre las 20:30. Mi avión aterriza en Villafranca-Burgos. Lo que tarde en subirme al bus, dejar la maleta en casa y salir en el coche con Natalia… Bueno, vale, ¡hasta luego! Y no os compliquéis demasiado la vida, ¿eh? Es una cena de amigos…

Jerónimo va a dejar las bolsas en la cocina y vuelve con un tetrabrik de vino barato, en la mano. Se quita la gabardina, y saca una botella de vino bueno de un armario. Abre la caja, coloca un embudo en el cuello de la botellaa y la llena. Llega Cristina.

Cristina – ¡Hola! ¿Qué tal?

Jerónimo – Ha llamado Patricio, llegarán un poco tarde.

Cristina – Mejor, porque no vamos muy adelantados…

Ella se quita el abrigo.

Cristina – Se queda uno helado aquí, ¿no? Hace más frío aún que fuera…

Jerónimo – He apagado la calefacción. Se supone que estamos ahorrando, ¿no?

Cristina se fija en lo que él está haciendo.

Cristina (extrañada) – ¿Qué haces?

Jerónimo – Pues ya ves. El vino tiene que respirar un poco, antes de beberlo. Al parecer es mejor.

Cristina – No valía la pena invertir en una buena cosecha… Porque, puestos a elegir, yo preferiría ahorrar en el vino antes que en la calefacción…

Jerónimo – Es un vino del país. No me preguntes de cuál. No de la Comunidad Europea, desde luego. Un euro con catorce el litro en el Lidell. Una oferta de Navidad…

Cristina – ¿Y entonces por qué lo decantas?

Jerónimo (irónico) – El somelier de Lidell me ha aconsejado que lo hiciera. Para que este precioso néctar exhale todos sus matices de frutos rojos y vainilla. Con un ligero retrogusto de uva, supongo… (De nuevo serio) ¿Tú qué crees? ¿Prefieres que ponga el tetrabrik en la mesa directamente?

Cristina – ¡Ah, bueno!

Jerónimo – Y además, tampoco puede hacerle daño a este brebaje oxigenarse un poco. El vino barato es como el agua del grifo. Más vale decantarlo un poco antes de beberlo. Para que a los gases tóxicos les dé tiempo de evaporarse, y a los metales pesados de sedimentarse en el fondo…

Cristina – ¿Has comprado algo para comer?

Jerónimo – He traído un pastel de alcachofas congelado en la Sirena, sólo hay que descongelarla.

Cristina – ¿Un pastel de alcachofas?

Jerónimo – También estaba de oferta… Con una ensalada…

Cristina – Bueno, voy a preparar el aperitivo.

Cristina empieza a sacar vasos.

Cristina – ¿Has ido al INEM?

Jerónimo – Sí…

Cristina – ¿Y?

Jerónimo – Me han propuesto unas prácticas…

Cristina – ¿Unas prácticas…?

Jerónimo – Con un restaurador.

Cristina – ¡Ah, mira! La bajada del IVA, al menos tiene algún efecto positivo en el empleo…

Jerónimo – Un restaurador de cuadros…

Cristina – Pero… ¡si tú tienes un título de ingeniero informático!

Jerónimo – Parece que ahora hay que ser polivalente…

Cristina – Aún así. Antes de quedarte en el paro eras ejecutivo. ¿Qué pintas tú con un restaurador de cuadros?

Jerónimo – Cuadros…

Cristina – ¿Y has ido ya?

Jerónimo (por el cuadro que hay en el suelo apoyado en la pared del fondo) – He aprovechado para hacer tasar nuestra pintura…

Cristina – ¡Ah, sí…! Esa cagada que le compraste por una fortuna hace diez años a tu amiguete de Bellas Artes…

Jerónimo – Fue justo después de su primer intento de suicidio… Fue por echarle un cable. Y además pensé que se revalorizaría…

Cristina – Si al menos sirviera para pagar la calefacción… Bueno, ¿y en cuánto te ha tasado esa obra maestra tu restaurador?

Jerónimo – Sus buenos cien euros…

Cristina – ¡Lo compraste por 1.500!

Jerónimo – Ya, pero ¿tú sabes como subió el caché de Van Gogh después de su muerte?

Cristina – Sólo tenemos que esperar que tu genio de la pintura consiga suicidarse antes de que nosotros estemos muertos de frío… (Suspira). No podemos ni soñar que vaya a subir el valor del cuadro, no hay ni…

Jerónimo – Ese es el problema con la pintura moderna…

Cristina – Espero, al menos, que Patricio nos devuelva los 1.000 euros que le prestaste generosamente. Con eso podríamos pagar el guardamuebles mientras esperamos la vivienda social que nos ha prometido tu primo el concejal… ¿Le has hablado de ello, por cierto?

Jerónimo – ¿De la vivienda?

Cristina – ¡De nuestros 1.000 euros! ¡A Patricio!

Jerónimo – Me pregunto si es realmente un buen momento… Tampoco él lo tiene fácil en este momento. Sabes que Telefónica le acaba de trasladar a un centro de comunicaciones en Lérida. ¿Te das cuenta? ¡A Lérida! Era director de Recursos Humanos en Azca… Y no va a ser Natalia, con su sueldo de profe a tiempo parcial…

Cristina – ¿Y yo? Sabes que, en este momento, ser consejera de finanzas en Caja Lepe no es precisamente un trabajo estable… Andar explicando a los clientes donde invertir bien sus ahorros, cuando una trabaja en un sitio que está al borde de la quiebra por culpa de sus descabelladas inversiones…

Jerónimo – Vale, se lo diré esta tarde…

Suena el teléfono.

Cristina – ¡Ah, deben de ser ellos…! (Descuelga el teléfono) ¿Diga? Sí, hola, Natalia, ¿qué tal? ¡Ah, vale…! No, no, ningún problema, Natalia… Vale, te esperamos… hasta ahora, Natalia… (Cuelga) Era Natalia…

Jerónimo – Ya, no sé por qué pero desde que has descolgado y has dicho « hola, Natalia » he tenido de inmediato la sospecha de que era ella…

Cristina – El avión de Patricio va con retraso, así que viene ella sola en coche…

Jerónimo – ¿Y él?

Cristina – Le ha dejado un mensaje en el buzón de voz para que venga directamente aquí. Creo que tomaremos el aperitivo sin él…

Jerónimo – Vaya idea también coger un avión para venir de Lérida…

Cristina – Sí… y sobre todo porque le hacen aterrizar en Burgos. Pero bueno, ahora con las compañías de esas low-cost la ida y vuelta a Palencia sale más barata que un billete de metro…

Jerónimo se acerca y la abraza.

Jerónimo – Venga, saldremos de esta.

Cristina – Claro… y además, mientras estemos juntos no nos puede pasar nada grave, ¿no?

Jerónimo – Prefiero beber vino barato contigo que paladear un Vega Sicilia con cualquiera.

Cristina – Nuestra suerte va a cambiar, lo presiento. Pronto va a ser Navidad. Y además hoy es 13 y martes, ¿no?

Jerónimo – Puede que nos toque la Primitiva.

Cristina – Si no jugamos…

Jerónimo – La eché en el de la esquina, cuando fuimos a ver a tu madre a La Granja… Puse mi número de inscripción del paro…

Cristina – Me siento de pronto mucho más tranquila…

Se besan.

Jerónimo – ¿Y Natalia? ¿Está en camino?

Cristina – Hace un cuarto de hora que da vueltas ahí abajo buscando un sitio…

Jerónimo – Claro, hay que tener en cuenta que no es fácil aparcar con un Smart, en fin…Si aprendiera a maniobrar le sería un poco más fácil, ¿no?. ( Suena el timbre de la entrada).

Cristina – ¿Ves? Eres un criticón… ¿Abres tú?

Jerónimo va a abrir.

Jerónimo – ¡Hola, Natalia! Pero, ¿qué te pasa?, ¡estas completamente blanca! Cualquiera diría que acabas de ver un muerto…

Natalia entra con Jerónimo. Lleva una botella de champagne en la mano y, en efecto, está descompuesta.

Natalia (Llorando) – No sabes la razón que tienes…

Cristina se acerca asustada.

Cristina – Pero, ¿qué pasa, Natalia?

Natalia – Iba a apagar la radio y salir del coche… Era la hora de las noticias… (Pausa). El avión de Patricio se ha caído al mar…

Jerónimo – ¿Al mar?

Cristina – ¿Estás segura de que es su avión?

Jerónimo – Pero, si venía de Lérida…

Natalia – Era uno de bajo coste con escala en Londres. Han dado el número de vuelo y el nombre de la compañía. No hay ninguna duda. El avión ha desaparecido sobre el Canal de La Mancha…

Natalia estalla en sollozos. Jerónimo y Cristina se cruzan una mirada de desamparo, no saben qué decir.

Cristina – Escucha, quizá le encuentren…

Jerónimo – El Canal de la Mancha no es tan grande…

Cristina – Quizá el piloto haya conseguido atterizar sobre el agua…

Jerónimo – Entre dos petroleros…

Cristina – Ha ocurrido otras veces…

Jerónimo – No muchas, pero ha ocurrido…

Natalia (Débilmente) – ¿De verdad…?

Cristina – ¿Qué han dicho en la radio? ¿Han dicho que no hubiera supervivientes?

Natalia – Aún no lo sabían…

Cristina – ¡Claro, lo ves!

Jerónimo – Y además, a pesar de todo, ¡el avión sigue siendo el medio de transporte más seguro del mundo! Según las estadísticas, cuando coges un avión no tienes más que una probabilidad entre un millón de sufrir un percance. Más o menos las mismas que de ganar la Primitiva, así que ya ves…

Cristina le mira consternada.

Natalia (Hundida) – Y le ha tenido que tocar a Patricio… Mira que le dije que no cogiera un avión en martes y trece…

Jerónimo – Bueno, de todos modos sólo es el Canal de la Mancha… Al menos encontrarán las cajas negras…

Natalia rompe a llorar de nuevo.

Natalia – ¡Ay, Dios mío! ¿Qué va a ser de mí sin él? Con los dos niños y la hipoteca de la casa…

Jerónimo et Cristina intercambian una mirada de impotencia, no saben muy bien qué hacer.

Natalia (Patética) – ¡Y pensar que os debíamos todavía 1.000 euros…!

Cristina – ¡Pero bueno!, ¿qué dices? ¡Eso no es un problema!

Natalia tiende à Jerónimo la botella de champagne.

Natalia – Toma, os traía una botella de champagne, para daros las gracias. De haberlo sabido…

Jerónimo – Viuda de Clicquot… ¡Vaya, cómo nos cuidas…!

Natalia – Es una pesadilla… ¡Decidme que no es verdad!

Jerónimo (Duda de pronto) – ¿No será una broma, verdad?

Cristina le lanza una mirada asesina.

Cristina – Anda, ven, siéntate. Vamos a poner la tele para saber qué pasa, ¿vale?

Cristina enciende la tele. Hay publicidad.

Locutor (voz en off) – ¿Conoce usted la diferencia entre estos dos ataúdes? ¡El precio! Compre el suyo en Almenara, que la vida ya es muy cara…

Cristina cambia precipitadamente de canal.

Locutor (voz en off) – Leo, realmente hoy no es tu día de suerte…

Natalia – Yo soy Leo…

Locutor (voz en off) – Evita los viajes…

Cristina – Pero no eras tú quien iba en el avión…

Locutor (voz en off) – … y si no puedes evitarlo, elige el tren en vez del avión…

Natalia – Patricio también es Leo…

Cristina – Mejor voy a poner la radio…

Locutor (voz en off) – … 60 millones de euros. Esa es la cantidad que se embolsará el ganador del Superbote de la Primitiva de este martes 13. El sorteo en un instante…

Cristina cambia de emisora.

Locutor (voz en off) – Seguimos sin noticias del vuelo 32bis de la compañía Chollo Travel Airways procedente de Lérida con destino Villafranca-Burgos y escalas en Bruselas y Londres…

Natalia – Lo veis, es ese…

Locutor (voz en off) – El piloto lanzó una señal de alarma justo antes de que el aparato desapareciera de las pantallas de radar. Les mantendremos, por supuesto, puntualmente informados en cuanto nos lleguen datos más precisos…

Cristina apaga la radio.

Cristina – Hay que esperar… No podemos hacer nada más de momento… Voy a servirte una copa, te levantará el ánimo.

Jerónimo – No irás a abrir el champagne…

Natalia (Ve la jarra) – Voy a tomarme un vino. Ya que está abierto…

Cristina – ¿Seguro que no prefieres otra cosa?

Natalia – Está bien, no te preocupes…

Jerónimo sirve un vaso de vino y se lo tiende a Natalia, que se lo bebe de un trago bajo la mirada un poco inquieta de los dos.

Natalia (A Jerónimo) – Ya ves, con esto que me ha pasado he perdido el gusto por todo… Ni siquiera consigo apreciar un buen vino…

Jerónimo – Ya…

Natalia (En un ataque de pánico) – ¡Ay, Dios mío, mi madre!

Cristina – ¿Estaba también en el avión?

Natalia – Los niños están en su casa. Si ven la tele…

Natalia se lanza sobre su móvil y marca, rapidísima, un número.

Natalia – Hola, ¿mamá? Si, ya lo sé, ya lo he oído… ¡No estarán los niños delante de la tele, espero! ¿Ya están acostados? (Suspira aliviada). Bueno, la verdad es que no tengo ganas de hablar de esto ahora… Te volveré a llamar, de acuerdo… Escucha, guárdate el pésame para más tarde… Todavía no está muerto, ¿no? Sí, es probable, pero aún no es seguro, así que si no te importa… De todas formas tú siempre le has detestado… ¿Cuántas veces me has repetido que no era un hombre para mí…, que podía haber encontrado uno mejor…? ¡Y una mierda!

Natalia cuelga furiosa. Jerónimo y Cristina la miran compasivos y algo violentos.

Natalia – Nunca ha podido soportar a Patricio… Estoy segura de que, en el fondo, se alegra…

Cristina – Venga, no digas eso…

Natalia – El día de nuestra boda puso como excusa que mi padre estaba enfermo para no asistir a la ceremonia…

Jerónimo – Pero tu padre estaba enfermo de verdad, ¿no? Murió unos meses después…

Natalia – Sí, el día que nació Rafael… A propósito para fastidiarme…

Cristina – ¿Quieres que te traiga un calmante?

Natalia – Siento muchísimo molestaros con esto… No quiero aguaros la fiesta. (Se levanta para irse). Va a ser mejor que me vaya…

Cristina – ¡Pero bueno, Natalia! ¿No somos amigos? ¿Para qué se tienen amigos si no puede uno apoyarse en ellos en momentos como este?

Natalia (Se vuelve a sentar) – Sabía que podía contar con vosotros… Y además, os confieso que no tengo muchas ganas de encontrarme sola en casa, delante del árbol de Navidad, pendiente de la radio esperando el veredicto…

Jerónimo – Quizá deberíamos escuchar si hay algo nuevo…

Natalia – No sé si tengo ganas de saber más… (Pausa) Venga, enciéndela…

Cristina – Vale.

Cristina enciende la radio.

Locutor (voz en off) – … Los aviones que sobrevuelan la zona han avistado una gran mancha de hidrocarburo sobre la superficie del agua. Pero se ignora aún si proviene del avión de la Compañía Chollo Travel Airways que, les recordamos, se ha precipitado en el mar en el Canal de La Mancha hace apenas una hora. Esperamos la conexión con nuestro enviado especial que se encuentra a bordo de uno de los helicópteros de salvamento… Mientras tanto, vamos directamente a los resultados de la Primitiva…

Natalia – Una mancha de gasoil… Eso quiere decir que el avión se ha reventado… ¿Cómo pretendéis que haya supervivientes…?

Jerónimo y Cristina no saben muy bien qué decir para animarla.

Locutor (voz en off) – … Los números que había que jugar eran, por tanto, 1, 5, 2, 7, 9 y 6, y el número complementario es el 10…

Jerónimo parece paralizado.

Cristina – Si el piloto ha conseguido posar el avión sobre el agua, algunos pasajeros pueden haber salido antes de que se hundiera hasta el fondo…

Locutor (voz en off)– El feliz ganador se embolsará, pues, la bonita suma de 60 millones de euros. Como para plantearse el futuro con…

Cristina apaga la radio.

Jerónimo – Es…

Natalia – ¿Qué?

Jerónimo – No, no, nada…

Cristina – Tú has viajado en avión. Acuérdate de lo que las azafatas explican antes de despegar. Las máscaras de oxígeno que caen automáticamente, los chalecos salvavidas bajo los asientos, las salidas de emergencia en cada extremo del aparato, los toboganes de evacuación, todo eso… tiene sus procedimientos en caso de peligro… Todo está previsto…

Jerónimo saca de su bolsillo, más o menos discretamente, la cartilla del paro y la mira.

Natalia – Las azafatas… No me hables… Lo que es mirarlas, Patricio las mira… Pero escuchar lo que dicen… Ya sabes como son los hombres…

Jerónimo (A Cristina que no la escucha) – ¡Ay la hostia!

Natalia – Mira Jerónimo, por ejemplo. ¿Te enteras tú de lo que dicen?

Jerónimo, pillado de improviso.

Jerónimo – ¿Qué? ¿Quién?

Natalia (A Cristina) – ¿Lo ves ?… Lo que yo decía…

Cristina (A Jerónimo) – La azafata, ¿qué dice, antes de despegar? En caso de… descompresión de la cabina.

Jerónimo (Con un gran esfuerzo) – Los… ¿Los paracaídas están bajo los asientos, el tubo cae del techo, las palmas en la guantera, todo eso?

Cristina lanza una mirada de reproche a Jerónimo.

Cristina (A Natalia) – ¿Y no te ha llamado nadie?

Natalia – Patricio estará seguramente en el fondo del mar. ¿Cómo quieres que me llame?

Completamente ido, Jerónimo ha vuelto a encender la tele.

Locutor (voz en off) – Les recordamos que los números ganadores del Superbote de este martes, 13 de diciembre son: el 1, el 5, el 2, el 7, el 9 y el 6. Número complementario, el 10. Con un total de 60 millones de euros…

Jerónimo examina de nuevo su cartilla del paro.

Jerónimo – ¡Huy la hostia…!

Cristina apaga la tele.

Cristina – No, quiero decir… Tendrán seguramente una unidad de psicólogos… En estos casos siempre ponen una unidad de psicólogos… Para avisar a los allegados… Para ayudarles… y esas cosas…

Jerónimo (A Cristina) – ¿Puedo decirte una cosa?

Cristina – ¿Qué?

Jerónimo – En privado…

Suena el móvil de Natalia.

Cristina – ¿Lo ves? Deben ser ellos…

Natalia – No estoy muy segura de querer saber…

El teléfono sigue sonando.

Cristina – ¿Quieres que conteste yo por ti?

Natalia – ¡Oh, sí, por favor…!

Cristina contesta.

Cristina – Diga… Sí… No… ¡Ah, de acuerdo!… ¿Cómo?… No, no… Sí, sí, estamos muy contentos, claro. Vale, gracias…

Cristina cuelga.

Natalia – ¿Qué?

Cristina (perdida) – Era tu ginecólogo… Por tu análisis de sangre…

Natalia – ¿Qué pasa?

Cristina – Pues… que sí que estás embarazada…

Natalia (hundida) – ¡Oh, Dios mío…!

Cristina – ¿Te pongo un poco más de vino?

Natalia – Sí, gracias…

Cristina llena de nuevo el vaso de Natalia.

Jerónimo (A Cristina) – Oye… tengo que decirte una cosa urgentemente…

Cristina (A Jerónimo) – ¿De verdad te parece que es el momento?

Jerónimo – Es muy importante, créeme…

La mirada de Natalia se fija en el cuadro.

Natalia – Es realmente raro ese cuadro, ¿no os parece?

Cristina – Eh… Sí, un poco, sí…

Cristina le da el vaso.

Natalia – El tío que pintó eso debía estar profundamente deprimido. (A Jerónimo) ¿Es un amigo tuyo?

Jerónimo – Sí, bueno… Creo que es húngaro.

Natalia – ¡Ah!, claro, se nota. (A Jerónimo) ¿Se suicidó?

Cristina – Todavía no, por desgracia…

Natalia vacía su vaso de un trago.

Natalia (A Cristina) – Ponme otro, anda…

Cristina – Pues, tampoco deberías beber demasiado. En tu estado…

Jerónimo (No sabe qué decir) – Así que… ¿esperáis el feliz acontecimiento?

Cristina le fulmina con la mirada.

Jerónimo (A Cristina) – Tengo que hablar contigo…

Natalia – Tienes razón, me da vueltas la cabeza. Voy a salir al balcón que me dé un poco el aire.

Cristina – ¿Quieres que vaya contigo?

Natalia – Gracias. Necesito estar sola un momento…

Cristina – Vale.

Natalia sale al balcón. Jerónimo espera impaciente que desaparezca.

Jerónimo – ¡No adivinarías nunca lo que nos ha pasado…!

Cristina (Ida) – Embarazada… ¿Te das cuenta?

Jerónimo – ¿Estás embarazada? Pero, ¡es maravilloso! ¿Lo ves? Hace un cuarto de hora me lo hubiera tomado como una catástrofe. Pero ahora, veo todo por el lado bueno. ¿A que no sabes por qué?

Cristina – ¡Que no soy yo quien está embarazada!

Jerónimo – ¿No?

Cristina – O sea, que es cierto que no escucháis nada cuando se os habla…

Jerónimo – ¿Entonces, quién está preñada?

Cristina – ¡Natalia! ¿Te das cuenta? En el mismo día se entera de que su marido ha desaparecido en un accidente aéreo, y de que espera un hijo suyo…

Jerónimo – ¿Cómo sabes que es suyo?

Cristina (Molesta) – No lo sé… ¿Intuición femenina…? Como los dos primeros son suyos, y puesto que Patricio es su marido, es el primer nombre que se me ha venido a la cabeza. Qué gilipollez, ¿verdad?

Jerónimo – Bueno, de todas formas no es esa la cuestión… ¿Sabes una cosa?

Cristina – ¿Qué?

Jerónimo – ¡Nos ha tocado!

Cristina (Mira hacia el balcón) – ¡Ay, Dios mío!

Jerónimo – ¡Qué fuerte!, ¿no?

Cristina – ¡Natalia! ¡Se está subiendo a la barandilla!

Jerónimo se vuelve y ve la escena.

Jerónimo – ¡Mierda! Nos va a dar el coñazo todo el rato, esta tía… Que se tire y no hablemos más de ella. De todas formas estamos en un primer piso. No se hará mucho daño…

Sin hacerle caso, Cristina se acerca al balcón.

Cristina – ¡Por favor, Natalia! ¡No hagas eso! ¡Piensa en tus hijos! Es Navidad, por Dios…

Natalia – Prométeme que si salto te ocuparás de ellos. No dejarás que los lleven a un hospicio, ¿verdad?

Cristina – Sí, te lo prometo…

Jerónimo – Lo que faltaba…

Cristina – Quiero decir, que no, ¡no saltes! (A Jerónimo) ¡Di algo tú!

Jerónimo – Para los niños, está tu madre, ¿no?

Natalia – Prefiero que vayan al orfanato.

Cristina – Quizá habría que llamar a los bomberos…

Jerónimo – No hace falta, no hay fuego. Voy a hacer que se baje de ahí…

Natalia – No te acerques o salto.

Cristina – ¿Qué hacemos?

Jerónimo – Espera, ahora vengo…

Cristina – ¡No me dejes sola!

Jerónimo desaparece por el pasillo.

Natalia (Patética) – Yo también me voy a estrellar allí abajo. Como un avión sin alas. Voy a reunirme con mi Patricio…

Cristina – ¿De verdad crees que es lo que él querría? Quiero decir…seguramente preferiría que te quedaras con vida para ocuparte de los niños. Y además, imagínate que no esté muerto de verdad. Llama a la puerta y te encuentra aplastada bajo el balcón.

Lo que suena no es el timbre de la puerta, sino el del móvil de Natalia.

Cristina – ¡Ah!, ¿lo ves? Lo mismo es él… Venga, baja y contéstale…

Natalia (Duda) – ¿Sí…?

Cristina (Hacia donde desapareció Jerónimo) – Espero que no sea otra vez su ginecólogo para decirle que son gemelos…

Natalia – Sí, le oigo… ¿Está seguro? De acuerdo. No, no, no se preocupe. Bien, gracias, estaré atenta al teléfono…

Cristina – ¿Qué pasa?

Natalia – Eran ellos… La unidad de atención psicológica…

Cristina – ¿Y?

Natalia – Han encontrado supervivientes… Patricio podría estar entre ellos…

Cristina – ¡Es genial! ¿Lo ves? Imagínate que te hubieras tirado, en un momento de desesperanza…

Vuelve Jerónimo.

Jerónimo – Sí, seguro que por lo menos se habría torcido un tobillo…

Cristina – Anda, bájate de ahí… (A Jerónimo) Acaba de llamarla la unidad de emergencias. Han encontrado a los supervivientes…

Jerónimo – Ya…

Cristina – ¿Lo has oído?

Jerónimo – He sido yo quien la ha llamado.

Cristina – ¿Qué?

Jerónimo – Había que encontrar la forma de hacerle bajar de ahí…

Natalia vuelve a la habitación.

Natalia – Tienes razón… Tenía que tener fe. Ahora siento que Patricio está aún vivo. Lo sé…

Cristina le lanza una mirada incendiaria a Jerónimo.

Cristina – ¡No te ilusiones demasiado deprisa, de todos modos…! Porque… ¿cómo pueden saber si Patricio está entre los supervivientes?

Natalia – Han encontrado a un tipo agarrado a una maleta. Y que gritaba: Natalia, Natalia…

Cristina fulmina de nuevo a Jerónimo con la mirada.

Natalia – Me pregunto cómo sabrán que me llamo Natalia?

Cristina – Sí, yo también me lo pregunto…

Jerónimo – Bueno, cierro el balcón, ¿eh? Y no la dejes que se acerque, ¿de acuerdo?

Cristina – ¿Y qué vamos a decirle si llama de verdad la unidad de emergencias?

Jerónimo – Seguro que había varios pasajeros cuya mujer se llama Natalia. Eso sin contar las amantes…

Natalia – Se me ha olvidado pedirles el número… Quería haberles preguntado si hay algo que pueda hacer desde aquí para ayudar. Voy a rellamar al último número…

Cristina (En tono concluyente) – Yo en tu lugar no haría eso…

Natalia se queda extrañada.

Cristina – Deben estar totalmente desbordados, ¿no crees? En cuanto tengan datos más precisos seguro que te llaman…

Jerónimo – Necesito hablar contigo, de verdad.

Cristina – Habla…

Jerónimo – En privado…

Cristina – No podemos dejarla sola. Imagínate que llama la policía para comunicarle la muerte de Patricio, y se sube otra vez a la barandilla

Jerónimo – ¡Vamos al balcón!

Cristina – Me decepcionas, Jerónimo… Me decepcionas mucho… Te creía más cerca de tus amigos. ¡Estamos hablando de Patricio! ¡Tu compañero del instituto! ¡Y de Natalia, mi mejor amiga! Fueron los testigos de nuestra boda. ¡Bien podemos sacrificar una tarde para ayudarla cuando le ocurre una desgracia!

Jerónimo – Nos ha tocado la Bonoloto.

Cristina – ¿Cuánto?

Jerónimo – 60 millones.

Natalia – Me voy a tomar otro vino, la verdad. Con tantas emociones…

Cristina (Seca) – Bueno, pues ya sabes donde está la botella, ¿no? Y ahí encima hay vasos, ¿o prefieres que te traiga una pajita?

Natalia acusa el golpe.

Natalia – Bueno, creo que os voy a dejar… Ya os he molestado bastante.

Cristina se recupera.

Cristina – Perdóname. No quería decir eso para nada. (Le sirve otro vaso de vino) estamos todos un poco nerviosos, ¿no? Tienes que comer algo también, si no te va a sentar mal… (A Jerónimo en aparte, mientras Natalia vacía su vaso) Creo que es el momento de endilgarle el pastel de alcachofas…

Jerónimo sale hacia la cocina.

Cristina – Nosotros también nos sentíamos muy unidos a él. Así que estamos conmovidos por la muerte de Patricio. (Se corrige) quiero decir, por la perspectiva de su desaparición… Y al mismo tiempo, hay que saber pasar página, ¿no? Se vive solamente una vez.

Jerónimo vuelve con un trozo de pastel y se lo pasa a Cristina.

Cristina (Ofrece el trozo de pastel a Natalia) – Hay que saber disfrutar las cosas buenas de la vida…

Natalia toma un bocado de pastel.

Natalia – No está mal… ¿Qué es?

Cristina (Hipócrita) – Lo ha hecho Jerónimo. ¿De qué era…?

Natalia (Con la boca llena) – ¡Hum, mientras no sea de alcachofas! Es lo único a lo que le tengo alergia. De hecho no sé ni a qué saben. La única vez que las comí fue en casa de mi suegra, en la Costa Brava. Acabé en urgencias…

Los otros dos se cruzan una mirada de consternación.

Natalia – La ventaja de las alcachofas es que no se corre el riesgo de comerlas sin darse cuenta…

Cristina arrebata el trozo de pastel a Natalia.

Cristina – Bueno, seguro que te apetece un postre…

Natalia, desconcertada, no parece estar bien.

Natalia – Creo que voy a ir un momento al… Normalmente me sienta bien comer, sobre todo cosas ricas como ésta… Debe de ser el estrés…

Se dirige al cuarto de baño. Una vez que ha salido, Cristina explota de nervios.

Cristina – ¿Estás seguro?

Jerónimo (Le enseña la tarjeta) – ¡Mi número del paro! ¡Ha salido! ¡Lo acaban de decir en la radio! ¿No lo has oído? Sesenta millones, ¿te das cuenta? ¡Nos podemos comprar un Airbus si queremos! Bueno, de ocasión quizá. Pero en buen estado…

Cristina – ¡Pero es una locura!

Jerónimo sirve dos vasos de vino y le tiende uno a Cristina para brindar.

Jerónimo – Toma, saborea por última vez el vino de mesa del Lidell, para que te acuerdes de cómo era. Porque no volverás a beberlo en mucho tiempo…

Brindan. Se escucha vomitar a Natalia.

Cristina – ¡Qué locura…! ¿No será una broma, espero?

Jerónimo – A mí también me cuesta creerlo. Pero he comprobado los números tres veces. ¡Te lo juro, son los nuestros! ¡Nos ha tocado! ¡El superbote de la Primitiva del martes 13!

Regresa Natalia con la cara llena de ronchas, síntoma de alergia.

Cristina – ¡A que no adivinas de lo que nos acabamos de enterar!

Natalia – ¿Han vuelto a llamar? ¿Era él? ¿Está vivo?

Jerónimo (Incómodo) – Eh, no… Aún no están seguros…

Cristina – Pero han localizado una maleta que se parece mucho a la suya. Una maleta… Flotando sobre la superficie…

Natalia – Entonces, ¿cuál es la buena noticia?

Cristina – Pues… eso… (Muy nerviosa, véase histérica) ¡Van a poder recuperar la maleta!

Jerónimo intenta con un gesto calmar a Cristina.

Jerónimo – Discúlpala… son los nervios…

Natalia – Tenéis razón, esta espera es insoportable… Incluso si todavía está vivo, simplemente imaginarme a Patricio completamente solo, agarrado a la maleta en medio del Canal de la Mancha, en pleno invierno… Mientras nosotros estamos aquí calentitos… Se me hiela la sangre en las venas… (Pausa) No hace mucho calor en vuestra casa, ¿no? ¿O soy yo…?

Jerónimo (Con aire experto) – Ya podemos poner de nuevo la calefacción, ¿no, Cristina? Voy a ponerla a tope…

Sale un instante para encender la caldera.

Natalia – ¿Cuánto crees que se podrá aguantar en las aguas heladas del Canal de la Mancha en pleno diciembre?

Cristina – Depende… Era más bien friolero, ¿no?

Natalia – ¡Ay, Dios mío…!

Vuelve Jerónimo.

Jerónimo – He puesto el termostato a 25 grados… (Le guiña un ojo a Cristina) Así si tenemos que salir de improviso rumbo al trópico evitaremos el shock térmico…

Natalia – ¿Os vais de vacaciones…?

Jerónimo – No, bueno… ¿por qué no?

Natalia – Yo que vosotros evitaría el avión…

Cristina – Sí, quizá sea más prudente. La ley de las series… Y luego un buen Spa en el Meliá de Alicante no está nada mal. Es cuestión de empezar la nueva vida con buen pie…

Natalia – Hacéis bien en disfrutarlo… Ya veis lo que nos depara el destino. Quedas a cenar tranquilamente con unos amigos un martes por la noche y, sin comerlo ni beberlo, te encuentras viuda…

Cristina – Pues sí… (Histérica) ¡O multimillonaria!

Natalia – Si te dijera que no teníamos ni para pagar un seguro de vida… Es extraño además, porque precisamente estos días hablaba de ello… Para poder pagar al menos los estudios de los niños, si ocurría alguna desgracia… Debía estar sintiendo algo… Un mal presentimiento…

Jerónimo – Sí… Desde luego, nosotros te aseguro que no lo veíamos venir… Nos ha caído encima, así sin más…

Cristina (A Natalia) – Venga, no hay mal que cien años dure…

Jerónimo – Es un shock… hay que asimilarlo…

Natalia – ¿Vosotros tenéis uno?

Cristina – ¿Un qué?

Natalia – ¡Un seguro de vida! En fin, un seguro de deceso…

Jerónimo – Tenemos algo mejor, créeme.

Natalia – Te juro que si sale de esta, voy a ver la vida de forma diferente…

Cristina – ¡Ah!, nosotros también, te lo aseguro.

Natalia – Tantos sacrificios que se impone uno a diario pensando que lo disfrutará más adelante… Ya ves tú… cuánto mejor haríamos viviendo al día, sí… sin pensar en el mañana…

Jerónimo – Tienes mucha razón. Mañana dejo de trabajar.

Natalia – Creía que estabas en el paro…

Jerónimo – Sí, bueno, dejo de buscar trabajo.

Natalia – Bueno, también tiene uno que ganarse la vida. Y ahorrar un poco. Porque no va a ser con la pensión con lo que… ¡Ay, Dios mío…! Me temo que la pensión de Patricio no le va a salir muy cara a la Seguridad Social…

Cristina – Vamos, no digas eso…

Natalia – ¿Cómo voy a salir de esta? Cómo voy a salir adelante yo, con los dos pequeños…

Cristina – Para eso estamos nosotros, ¿verdad, Jerónimo…? ¡Si quieres nos quedamos con uno para descargarte un poco!

Jerónimo (Con la boca chica) – Sí, bueno…

Natalia – Sois muy amables, pero… Ya os debemos 1.000 euros…

Cristina – Mira, ¿sabes lo que te digo? Que os regalamos los mil euros. No nos van a arruinar, ¿no Jerónimo?

Jerónimo – No, no, sí, claro… Quedároslos…

Natalia (Emocionada) – Es reconfortante de verdad, saber que cuento con amigos como vosotros… sé lo que representan esos mil euros para vosotros… Sobre todo, ahora. Con Jerónimo sin trabajo. Ya ves, si le pido a mi banco que me los preste no sé yo si me los daría. Con la pasta que se sacan especulando a costa nuestra… y vosotros… que no tenéis ni para poner la calefacción en pleno mes de diciembre… Excepto cuando hay invitados… Por cierto, ahora hace un poco de calor, ¿no? ¿No os parece? No quiero que se os dispare la factura del gas por mi culpa…

Jerónimo – Voy a bajarla un poco…

Jerónimo sale unos segundos.

Natalia – ¿Cómo voy a decírselo a los niños?…

Cristina – De momento están durmiendo, ¿no?

Natalia – Pero se despertarán algún día…

Cristina – ¿Sabes?, quizá no debía decirte esto, pero no consigo creer que esté muerto. Hoy no…

Natalia – ¿Por qué hoy no?

Cristina – No sé, es… como lo que decías antes de tu padre. Que murió precisamente el día que nació tu hijo. Aposta, para fastidiarte.

Natalia – ¿Crees que Patricio ha decidido estrellarse en avión precisamente hoy para fastidiarnos la cena?

Vuelve Jerónimo.

Cristina (Cambiando de tema) – ¿Y si pones otra vez la tele?, a ver si lo confirman… A esta hora dan los resultados de los sorteos… Quiero decir, que hay noticias justo después…

Suena el teléfono de Natalia, interrumpiendo a Cristina. Natalia, paralizada, duda si responder, pero la final coge su móvil.

Natalia – ¿Sí…? Sí, soy yo… (A Cristina y Jerónimo) ¡Son ellos! La unidad de emergencias… ¿Sí…? Sí, le oigo bien…

Los otros dos tienen aire de fastidio.

Natalia – Pero nos habían dicho ustedes que… De acuerdo… Vale… Gracias…

Cuelga.

Natalia – han localizado a cinco supervivientes agarrados a los restos del avión… Quizá un sexto…

Jerónimo – El complementario.

Natalia – Intentan rescatarlos con un helicóptero, pero hace muy mal tiempo sobre el Canal… Aún no han podido identificarlos.

Cristina – Te avisarán en cuanto hagan el sorteo… ¡Quiero decir, el rescate o…!

Natalia – Sí, tenéis razón… Es como una lotería. Esta espera es un infierno. Me da la sensación de haber jugado a la Primitiva y estar esperando a saber si ha salido mi número…

Cristina – Sí, es verdad… Fue lo mismo que me pregunté yo cuando me casé con Jerónimo. Quiero decir… Pero, ¿cuántos iban en el avión?

Natalia – No lo sé, era un avión pequeño… Lérida-Burgos…

Jerónimo – Digamos unos cien. Si hay cinco supervivientes… Es una probabilidad sobre veinte. Bueno, pues es más que en la Primitiva…

Natalia – Yo nunca he tenido suerte en el juego…

Cristina – Ya sabes lo que dicen : El cien por cien de los ganadores probaron suerte…

Natalia – ¡Ay, Dios mío!… Menos mal que estoy aquí con vosotros, si no…

Cristina – ¿No quieres echarte un rato en nuestro cuarto?

Natalia – ¿Y si vuelven a llamar…?

Jerónimo – Puede ser cuestión de horas, ya sabes… Con la tormenta… Un salvamento en el mar, como este, es algo muy delicado… Ni siquiera están aún seguros de poder rescatarlos con vida. Con el agua a dos o tres grados, imagínate…

Natalia – De todas formas, no conseguiría dormir.

Cristina – Puedo darte un somnífero, si quieres.

Natalia – No creo que me haga nada. En el estado en que estoy…

Cristina – Puedes tomarte dos o tres. Son bastante suaves…

Natalia – Eres muy amable, pero no voy a ocuparos encima vuestra habitación…

Cristina – Ya ves tú. Tampoco creo que consigamos dormir nosotros, así que…

Natalia – Gracias… Sinceramente no me esperaba que todo esto os afectara tanto como a mí… (Mira su móvil) Mierda, he puesto el contestador. Es un reflejo… A ver si me han dejado algún mensaje…

Se aparta un poco para consultar sus mensajes.

Jerónimo (A Cristina) – No va a haber forma de deshacernos de ella…

Natalia – No, todavía no hay nada…

Cristina – Bueno… no hace más que cinco minutos que han llamado…

Jerónimo – Y además, en confianza, ¿sabes?… Una probabilidad sobre veinte… Más valdría que te fueras preparando para lo peor, ¿no?

Natalia – Pero si hace un momento me decías que…

Cristina – Tampoco querríamos crearte falsas esperanzas… ¿Verdad, Jerónimo?

Jerónimo – Hay que reconocer que esto empieza a oler a chamusquina…

Cristina – Lo que quiere decir Jerónimo, con esa manera de hablar tan particular que tiene, es que si Patricio está de verdad muerto, lo sabrás seguro bien pronto… No, de verdad, harías bien en acostarte un rato… ¿Prefieres que te llame a un taxi?

Natalia – He venido con el coche, en el Smart.

Cristina – ¡Ah, sí, es verdad…!

Natalia – Pero no sé si estoy en condiciones de conducir.

Cruce de miradas exasperadas entre Jerónimo y Cristina.

Natalia – No, pero tienes razón, me voy a echar un rato en vuestro cuarto. No voy a dormir, pero… Creo que necesito estar sola un momento…

Jerónimo – Sí, nosotros también… quiero decir que, sí, claro, te entendemos muy bien. ¿Verdad, Cristina?

Natalia – Voy entonces…

Cristina – Sí…

Natalia sale bajo la mirada de circunstancias de Jerónimo y Cristina que, en cuanto desaparece, explotan de alegría.

Jerónimo – ¡60 millones! ¡La hostia!

Vuelve Natalia. Jerónimo y Cristina se quedan paralizados.

Natalia – Me dejaba el móvil…

Natalia sale.

Cristina – Hasta que no haya visto el billete ganador, no conseguiré creérmelo. Enséñamelo…

Jerónimo – Voy a buscarlo… (Hace ademán de ir) Mierda, está en la habitación… Con un poco de suerte se dormirá y nos dejará en paz un poco. Ahora no es momento de ir a molestarla… ¿Y si nos soplamos su botella de Viuda de Cliquot mientras esperamos? Para celebrarlo…

Cristina – ¿En la habitación? No lo he visto…, espero que no hayas perdido el boleto, al menos. Imagínate que se haya caído de la mesilla al suelo… y que haya acabado en el aspirador… Ayer le cambié la bolsa, y he tirado la basura esta mañana.

Jerónimo – Tranqui… Está bien guardadito. (Abriendo la botella de champagne) Voy a intentar que no suene muy fuerte… para no despertarla.

Cristina – ¿Guardadito? ¿Dónde…?

Jerónimo – En mi maleta. Encima del armario… En el bolsillo interior… No me acordé de sacarlo al volver de La Granja… Ni me acordaba que había echado la Primitiva, ¿te imaginas…?

Cristina (Descompuesta) – ¿Quieres decir la maleta de Vuitton?

Jerónimo – Sí, claro… Mi maleta, qué pasa… No me irás a decir que también has pasado el aspirador dentro de la maleta… (Notando el embarazo de Cristina) ¿Qué?

Cristina – Patricio no tenía maleta para ir a Lérida… Entonces Natalia me preguntó si yo podía prestarles una…

A Jerónimo se le escapa el corcho del champagne que explota con fuerza.

Jerónimo – ¿Que le has prestado mi maleta? ¿Le has permitido que cogiera esa mierda de avión de bajo coste con mi maleta de Vuitton?

Cristina – Bueno oye, la maleta de Vuitton, te recuerdo que era falsa… Una copia comprada en Trieste este verano cuando volvíamos del Club Meliá del Egeo.

Jerónimo – ¡Con nuestro cheque de 60 millones de euros dentro! Lo suficiente para comprarnos la marca que fabrica las auténticas….

Vuelve Natalia.

Natalia – He oído como una explosión… me ha despertado… (Viendo el gesto deshecho de los dos) ¡Huy qué caras…! ¿Habéis tenido más noticias, es eso? No son buenas… ¿No os atrevéis a decírmelo?

Jerónimo (Hosco) – Sí, podríamos decirlo así…

Natalia – ¡Ay, Dios mío…!

Cristina – No, bueno… No se trata de Patricio…

Jerónimo – En parte sí…

Cristina – Jerónimo no sabía que yo le había prestado su maleta… Así que, claro, eso le ha afectado… Emocionalmente, quiero decir… Imaginar a su mejor amigo aferrándose a su maleta en medio del Canal de La Mancha… Con los tiburones rondando a su alrededor…

Natalia – ¿Hay tiburones en el Canal de la Mancha?

Cristina – No sé, me imagino…

Natalia – ¡Ay, Dios mío, es verdad, la maleta… ya os debíamos mil euros que no podemos devolveros y encima no volveréis a ver vuestra maleta de Vuitton! Menos mal que era falsa…

Cristina – Aún hay una esperanza, ¿no? (Mira a Jerónimo) Quiero decir, de que encuentren a Patricio… con la maleta.

Jerónimo – ¿Tú crees…?

Cristina – ¡Una maleta flota mucho mejor que un cadáver! Acuérdate de las imágenes que se ven en la tele después de un accidente aéreo. ¿Qué es lo que flota en la superficie? ¡Las maletas!

Jerónimo – Si no pesan demasiado, sí…

Cristina (A Natalia) – ¿Llevaba muy llena la maleta Patricio?

Natalia – Sólo iba a pasar una noche en el hotel, así que no se llevó gran cosa…

Los otros dos recobran la esperanza.

Natalia – Aparte de todos esos catálogos de venta, claro. El papel pesa como un muerto. Ni siquiera pude levantarla para meterla en el maletero cuando se fue. Menos mal que tenía ruedas. No están nada mal hechas esas imitaciones. Tenéis toda la razón. ¿Para qué arruinarse comprando una auténtica?… Pero, ¿por qué queréis saber lo que había en la maleta?

Cristina – Bueno… Si flota, Patricio habrá podido agarrarse a ella. Como a una boya…

Natalia – Ya, pues, eso no, ¿eh ?… Sería como agarrarse a un yunque… Y además los equipajes, en todo caso, van en la bodega, ¿no? Se irán a pique con la carcasa del aparato…

Jerónimo lanza una mirada asesina a una Cristina anonadada.

Cristina – A veces, cuando consiguen localizar la estructura la reflotan. Para buscar las cajas negras, determinar las causas del accidente, y recuperar las maletas – quiero decir, los cuerpos – para que las familias puedan tener su duelo…

Jerónimo – ¿Tú crees…?

Cristina – ¡Claro que sí! No sé por qué pero yo aún tengo esperanza, ¿eh, Natalia?

Natalia – Sí, bueno…

Cristina – Hoy es martes y trece, ¿no?

Natalia – Nunca he sabido si daba buena o mala suerte eso del 13 y martes…

Cristina – Pues ya ves, ¡un poco de cada!

Jerónimo (A Natalia) – Pero ¿estás completamente segura, al cien por cien, de que se fue con esa?

Natalia – ¿Con la Chollo Travel Airways? Por desgracia, sí… yo misma le compré el billete por Internet…

Jerónimo (Histérico) – ¡Con mi maleta, hostias! ¡Con mi puta maleta!

Natalia se descompone. Cristina hace un gesto a Jerónimo de que se calme.

Natalia – Bueno, creo, de verdad, que voy a dejaros ya… Voy a irme a dormir a casa de mi madre. Por lo menos estaré con los niños cuando se despierten. Y si hay novedades, buenas o malas, os tendré al corriente. Os lo prometo.

Jerónimo – ¡60 millones…! ¡60 millones, joder! Dime que es una pesadilla…

Cristina (A Natalia) – Sí, quizá sea lo más razonable…

Natalia – Vale, pues voy a dejaros que os acostéis…

Jerónimo – ¿Tú te crees de verdad que vamos a poder dormir ahora?

Natalia – Os llamaré mañana por la mañana… De estas cosas se entera uno siempre demasiado pronto. Y yo también, claro. Tienes razón, Cristina. Esto puede durar horas. Me tomaré una pastilla en cuanto llegue a casa de mamá…

Jerónimo – ¡Eso sí, queremos saberlo inmediatamente! ¿Verdad, Cristina? No vamos a estar esperando como gilipollas…

Natalia – De verdad que me llega mucho… que estés alterado hasta ese punto. Ya sé que Patricio era un amigo… pero no me pensaba que su desaparición te fuera a afectar de esta manera.

Jerónimo – Voy a poner otra vez la tele…

Locutor (voz en off) – El número ganador es, pues, el…

Jerónimo – Bueno, vale, ya nos hemos enterado…

Natalia (Inquieta, a Cristina) Deberías darle un calmante a él también, ¿no?

Jerónimo salta de canal en canal.

Locutor (voz en off) … ahora está confirmado : no ha habido supervivientes en el accidente marítimo del avión de la Chollo Travel Airways. El pequeño grupo de individuos que, aferrados a una balsa improvisada, habían sido tomados por supervivientes, han resultado ser inmigrantes sin papeles que intentaban llegar a Inglaterra a nado. Naturalmente han sido embarcados a bordo de un vuelo charter que les llevará a sus países de origen. Un charter, por otra parte, de esta misma compañía. Deseémosles, al menos que tengan un buen viaje… Y, cambiando de tema, se ignora aún la identidad del ganador del Superbote de…

Jerónimo, hundido, apaga la tele.

Jerónimo – ¡Joder…! Ningún superviviente…

Suena el móvil de Natalia. Ella lo coge y mira quién llama.

Natalia – Si es mi madre, no la contesto…

Jerónimo – Mi maleta de Vuitton…

Natalia – Es él…

Cristina – ¿Él? ¿Quién?

Natalia – Patricio… Es el número de su móvil…

Cristina – No…

Jerónimo (Impresionado) – ¿De qué compañía eres tú?

Cristina – Pero, ¡vamos, contéstale!

Natalia, demudada, responde.

Natalia – Sí…

Jerónimo y Cristina la escuchan en suspenso.

Natalia – ¿Patricio? ¿Pero desde dónde me llamas? Escucha, casi no te oigo… Es como si me llamaras de muy, muy lejos…

Jerónimo – Ya te digo… Ha dicho que no había supervivientes…

Natalia – ¿Me oyes tú a mí…? ¿Patricio…? ¿Hola…? ¿Hola…? (Se vuelve hacia los otros dos con un gesto dramático) Se ha cortado…

Silencio mortal.

Cristina – ¿Estás segura de que era él?

Natalia – No sé… La conexión era muy mala…

Jerónimo – No me extraña…

Natalia – De todas formas, la llamada era desde su móvil, seguro. Era su número…

Jerónimo – El número exacto…

Cristina – Quizá ha salido disparado del avión… y ha conseguido agarrarse a algo…

Jerónimo – Su maleta…

Cristina – Y llama con lo que le queda de batería.

Natalia – ¡Ay, Dios mío…! Pero si han dicho que no había ningún superviviente… Estaba empezando a hacerme a la idea…

Cristina – Los milagros existen.

Jerónimo – Un milagro… Sólo falta que lo localicen antes de que se lo coman los tiburones…

Natalia – Imaginaos a Patricio, con esta tormenta, solo en medio del Atlántico…

Jerónimo – Del Canal de la Mancha…

Cristina – Tampoco es tan grande El Canal de la Mancha…

Natalia – En medio de la noche aferrándose a tu maleta, perdido en el océano…

Jerónimo – ¡El Canal de la Mancha!

Natalia – Irá a la deriva… ¿Qué van a hacer para encontrarlo…?

Jerónimo – Es como buscar una maleta en un pajar…

Natalia – Voy a intentar devolverle la llamada… Aunque no le quede casi batería, quizá nos pueda describir dónde se encuentra. Eso facilitaría la búsqueda…

Cristina – Claro que, si de verdad está perdido en medio del Pacífico…

Jerónimo – ¡El Canal de la Mancha, coño!

Natalia marca el número y espera con ansiedad.

Natalia – Está llamando… ¡Ay, Dios mío, es su buzón de voz! me da la sensación de oír una voz de ultratumba… ¿Hola, Patricio? Si oyes este mensaje, quiero que sepas cuánto te quiero. Y los niños también. Patricio, te lo ruego, aguanta. Por mí. Por tus hijos. Por ti también, claro. Hasta que te localicen los de rescate. Un beso muy fuerte, amor mío…

Jerónimo y Cristina se miran emocionados. Pero Natalia tarda en colgar.

Natalia – Quiero confesarte una última cosa, Patricio. Para tranquilizar mi conciencia. Porque quizá ya nunca tendré la ocasión. O incluso el valor. Te engañé una vez. Sólo una vez. Pero no cuenta, te lo aseguro. Y te prometo que el hijo que espero es tuyo de verdad. Bueno, estoy casi segura. Lo siento. Pero le haremos la prueba de paternidad si quieres. Sí, porque se me ha olvidado decirte que estoy embarazada, Patricio. ¡Vas a ser papá! Así que ya ves: ¡Tienes que aguantar!

Natalia cuelga, demudada. Los oros dos intercambian una mirada de consternación.

Cristina – Si con esto no aguanta…

Silencio embarazoso.

Jerónimo – El teléfono…

Cristina – No oigo nada.

Jerónimo – No, quiero decir, el teléfono de Patricio. ¡Con el móvil pueden localizarle! Hay que avisar a los salvamente inmediatamente. Todavía puede haber una esperanza de encontrar la maleta… quiero decir, de encontrar a Patricio… ¿Cuál es su número?

Natalia le da su teléfono.

Natalia – Toma, tengo el número grabado.

Jerónimo coge el móvil de Natalia y le da a la rellamada.

Jerónimo – ¡Mierda, he perdido la cobertura! Voy a intentarlo en el balcón…

Jerónimo sale.

Natalia – No sé si he hecho bien hablándole de eso ahora.

Cristina – Tú crees…

Natalia – Fue hace tres meses más o menos. Con mi dentista. En la consulta. No sé qué me pasó. Igual fue el efecto de la anestesia…

Cristina – No tienes más que decir eso… Que el muy cabrón te drogó para abusar de ti…

Natalia – La verdad es que no fue más que anestesia local… Por una caries de nada, ya ves tú… Por otra parte, tengo que decir que lo disfruté de verdad… Más que con Patricio, por lo menos… ¿Y tú, nunca has engañado a Jerónimo…?

Cristina – Jamás desde que nos casamos…

Natalia – La verdad es que no estáis casados más que desde hace seis meses. Después de quince años de vivir juntos…

Cristina – Sí, bueno no…

La entrada de Jerónimo evita muy oportunamente a Cristina precisar lo que piensa.

Jerónimo – Bien, van a hacer todo lo necesario de inmediato. Y nos llamarán en cuanto tengan noticias.

Cristina – Yo vi hacer eso en una serie policíaca de la tele. Es muy fácil localizar a alguien con su móvil. Y, en principio, es rapidísimo. Bueno, esto, es en medio del Atlántico, pero bueno…

Jerónimo – El Canal de la Mancha.

Natalia – ¡Ay, Dios mío! No sé si me va a aguantar el corazón. Con tantas emociones…

Suena el móvil.

Natalia – ¿Ya?

Cristina – ¿Lo ves…?

Jerónimo – ¡Pero venga, contesta!

Natalia – ¿Dígame? No, mamá, aún no me han confirmado su fallecimiento, lo siento… No, no tengo la nueva dirección de la tía Adela. Pero ¿no te parece que es un poco pronto para preocuparse de comunicárselo…? Bueno, tengo que dejarte ahora. No puedo tener la línea ocupada. Espero una llamada urgente… Eso es… ¿Para las flores? Escucha, haz lo que quieras, me importa un rábano, ¿vale? (Cuelga furiosa). La vida, de verdad, está mal hecha… ¿Por qué no era mi madre la que iba en ese avión…?

Suena de nuevo el teléfono. Natalia, fuera de sí, contesta.

Natalia – ¿Pero quieres dejarnos en paz, sí o no…? ¡Ah!, perdone, creía que era otra persona… Si, sí, por supuesto, le escucho… No, se lo aseguro, no es ninguna broma… Mi marido estaba a bordo de ese avión, y… Bueno, de acuerdo, gracias… ¿Me llamará si hay algo nuevo…?

Cuelga alterada.

Natalia – Eran ellos… Han rastreado el móvil de Patricio…

Los dos están pendientes de sus palabras.

Cristina – ¿Y…?

Natalia – La llamada venía de la estación de Lérida…

Esta vez es el teléfono fijo de Jerónimo y Cristina el que suena. Cristina descuelga mecánicamente.

Cristina – ¿Diga? (Anonadada, le pasa el auricular a Natalia) Es él…

Natalia coge el auricular.

Natalia – ¿Patricio? ¿Pero dónde estás? ¡Todo el mundo te está buscando en medio del Atlántico…! ¡No, no será verdad…! (A los otros) ¡Ha perdido el avión! ¡Está en el AVE Lérida-Madrid!

Jerónimo – Dios existe…

Natalia – ¿Pero no te has enterado? (A los otros) No se ha enterado… el avión de la Travel Discount que tenías que coger se ha estrellado en el Mediterráneo… No hay supervivientes… ¡Bendito sea Dios, es un milagro…! (A los otros) Se ha quedado encerrado en los servicios del aeropuerto de Lérida durante dos horas… No conseguía abrir la puerta…. Está claro que la terminal de la compañía Chollo Airways de Palencia, no es precisamente la clase business… Vale… Llámame en cuanto llegues a la estación de Atocha, ¿vale…? Un beso muy fuerte, mi amor… (Va a colgar pero cambia de opinión) ¡Oye, Patricio! ¿Has recibido mi mensaje? No, no, no era nada importante… Puedes borrarlo, créeme… Ahora que sé que no estás muerto…

Natalia deja el móvil.

Natalia (Radiante) – ¡Ahora sí, creo que podemos descorchar ese Viuda de Cliquot!

Ligero embarazo de Jerónimo y Cristina, que ya han abierto la botella sin ella. Pero que sin embargo están encantados.

Cristina – ¡Pero esto es maravilloso! ¿Verdad, Jerónimo?

Jerónimo – Tú recuperas a tu marido y nosotros…

Cristina – ¡Un amigo!

Jerónimo – ¿A qué hora llega a Atocha?

Natalia – En menos de una hora… Por fin se va a acabar esta pesadilla… Gracias… sin vosotros, no sé si hubiera podido soportarlo… (Hace ademán de irse) me parece que nos beberemos el champagne otro día… Voy a ir a esperarle a la estación, y luego nos iremos directamente a casa… Después de esta prueba, comprenderéis que tenemos muchas cosas que decirnos…

Cristina – Sí… Sobre todo si escucha tu mensaje…

Jerónimo – ¡Pero el tema no es ése! Vamos a celebrarlo todos juntos. ¿No, Cristina?

Natalia – La verdad es que, es el único superviviente… No sé yo si… me imagino la angustia de las demás familias que han tenido menos suerte que yo…

Jerónimo – ¡La vida es una lotería! ¡Basta con jugar al número correcto! Es muy triste para los demás, pero peor para ellos. ¡The show must go on! No, de verdad, y además tú no estás ahora para conducir. Nerviosa perdida, no vas a conseguir aparcar el Samart en Atocha un martes a estas horas. Voy a llamarle otra vez. Voy a decirle que pille un taxi en cuanto llegue y que venga directamente aquí. Con la maleta…

Natalia – ¿Un taxi…? Mira, no sé si podemos permitírnoslo…

Jerónimo – ¡Pero nosotros sí! ¿Verdad, Cristina?

Cristina – Nosotros también tenemos una buena noticia que daros… Ahora podemos decíroslo… Venga, Jerónimo…

Cuando Jerónimo se dispone a hablar, suena el teléfono fijo. Cristina contesta.

Cristina – Sí… ¡Ah, Patricio…! Precisamente te íbamos a llamar ahora mismo para… (Se le hiela la sonrisa). Vale, te la paso… (A Natalia) Es Patricio. Ha oído tu mensaje…

Natalia, descompuesta, coge el inalámbrico y se retira hacia el balcón.

Natalia – Escucha, Patricio, te lo voy a explicar todo, ¿de acuerdo? ¡Y además, no te lo tomes así! Francamente, después de lo que nos acaba de pasar, deberías relativizar las cosas, ¿no? ¡Te recuerdo que has estado a un pelo de morirte! ¡Lo que importa es que estamos los dos vivos! ¡Eres un superviviente, Patricio!

Sale al balcón para terminar la conversación.

Jerónimo – ¡Joder… lo que faltaba… !

Cristina – Seguro que ahora no va a ser fácil hacerle venir a trincarse el champgne con nosotros…

Jerónimo – Imagínate que ahora que sabe que tiene cuernos, decide tirarse al metro al llegar a Atocha. Con mi maleta…

Vuelve Natalia con el rostro descompuesto.

Cristina – ¿Qué…?

Natalia – No quiere venir a dormir a casa… Habla de divorciarnos…

Jerónimo – ¡Pues que venga a dormir aquí mientras tanto! ¿Verdad, Cristina? Ya que tiene hecha la maleta…

Natalia – ¡Ah, la maleta, eso es!… Bueno, no es lo más importante…

Estupor de los otros dos.

Jerónimo – ¿Qué?

Natalia – Bueno… Patricio ha perdido el avión, pero la maleta, la maleta ya estaba facturada… Desgraciadamente, podéis olvidaros de ella… Se ha quedado en la bodega del aparato…

Jerónimo – ¡Será gilipollas! (A Cristina) ¡No, pero… dime que no es verdad!

Natalia – Sí lo es, afortunadamente no era auténtica, en cierto sentido… Ten en cuenta que… tú sabes muy bien que no son legales las falsificaciones… Vi un reportaje en la tele sobre eso… Patricio hubiera podido tener problemas en la aduana…

Cristina – ¿Para ir a Lérida?

Natalia – Con escala en Londres…

Jerónimo – Si no se va ahora mismo, la voy a matar…

Natalia está sorprendida por la reacción de Jerónimo.

Natalia – No te preocupes, os compraré una auténtica, os lo prometo… Os debo eso por lo menos…

Jerónimo – ¡Claro! Con los 1.000 euros que debes ya…

Natalia – Bueno, creo que ahora sí me voy a ir, ¿eh, Cristina? Ya hemos tenido todos bastantes emociones por hoy…

Cristina empuja discretamente a Natalia hacia la puerta para protegerla del furor de Jerónimo.

Cristina – ¡Hala, no te preocupes!, todo se va a arreglar… Llámame mañana, ¿vale?

Natalia – Vale, te tendré al corriente…

Natalia va a salir pero se da la vuelta por última vez.

Natalia – Por cierto, ¿cuál era esa buena noticia que queríais darme?

Cristina la empuja fuera definitivamente.

Cristina – Mañana te llamo…

Natalia sale. Jerónimo y Cristina se quedan solos. Se dejan caer sobre el sofá. Un denso silencio.

Jerónimo – 60 millones de euros…

Cristina le hace un gesto tierno.

Cristina – Venga, no es tan grave… Lo que importa es que estamos vivos, ¿no? Y que estamos juntos…

Jerónimo se relaja un poco.

Jerónimo – Tienes razón…

Cristina – Y además, ¿qué hubiéramos hecho con 60 millones?

Jerónimo – Mira que me lo pregunto…

Cristina – Habría soportado nuestra relación semejante temporal…

Jerónimo – Eso sin hablar de nuestros amigos… Fíjate, hemos estado a punto de enfadarnos con Patricio y Natalia…

Silencio.

Jerónimo – ¿De verdad crees que si hubiéramos ganado 60 millones en la Bonoloto, nos habríamos divorciado?

Cristina – Se puede subir a la cabeza… Cuando uno descubre de repente que puede satisfacer todos los deseos que ha reprimido hasta entonces…

Jerónimo – Tienes razón, la frustración es el cemento de la pareja… Cuando pienso que de verdad podríamos habernos convertido en multimillonarios… Me dan escalofríos…

Cristina – Anda, ahora podemos pasar una velada tranquila. Los dos solos, delante de la tele…

Jerónimo – ¿Sabes lo que me relajaría de verdad…?

Cristina (Ilusionada) – Dímelo… Estoy dispuesta a satisfacer todos tus deseos. Para compensarte… por la pérdida de tu maleta falsa de Vuitton.

Jerónimo – Un documental de animales… Sobre la reproducción de los varanos, por ejemplo…

La ilusión de Cristina se desvanece.

Jerónimo – ¿Sabes?, son muy promiscuos, los varanos… La hembra se lo monta sucesivamente con varios machos, y los huevos contienen la herencia genética de todos sus amantes… ¿Te imaginas el enano de Natalia? La mitad de Patricio, y la otra mitad de su dentista…

Cristina (Deprimida) – Queda un poco de vino peleón… En fin, lo que nos ha dejado Natalia… ¿Quieres? Ahora más vale que nos acostumbremos…

Sirve dos vasos mientras Jerónimo enciende la tele.

Locutor (voz en off) – … Se acaba de localizar la pista del vuelo 32 bis de la Chollo Travel Airways, que se creía había sido víctima de un accidente aéreo sobre el Canal de La Mancha. El piloto se había dormido a los mandos del aparato. En lugar de posarse sobre Londres, ha continuado ruta hasta Alaska donde se ha visto obligado a un aterrizaje de emergencia sobre el hielo por falta de combustible.

Jerónimo – Tiene gracia, ¿has visto?, me da la impresión de que ya no me concierne para nada.

Suena el teléfono. Cristina se levanta como una zombi y responde, Jerónimo sigue aplastado delante de la tele.

Locutor (voz en off) – He aquí algunas imágenes del aparato tomadas por un avión de reconocimiento del ejército americano…

Cristina – ¿Sí…?

Locutor (voz en off) – No sabemos nada aún de la suerte que han corrido los pasajeros en el interior de la carlinga, pero en las imágenes, de una sorprendente nitidez, se distinguen dos pingüinos jugando con una maleta…

Cristina – ¡No…!

Cristina cuelga alterada y regresa junto a Jerónimo.

Jerónimo – ¿Quién era…?

Cristina – El ginecólogo de Natalia… Bueno, el mío… Vamos al mismo…

Jerónimo – ¿Y…?

Cristina – Se ha confundido… No es ella la que está embarazada, ¡soy yo!

Jerónimo (Mosqueado)- ¿Tenéis también el mismo dentista?

Cristina (Exultante) – ¡Estoy embarazada de ti! ¡Vamos a tener un niño, Jerónimo!

Jerónimo (No muy entusiasmado) – Pero… Yo creía que no podíamos… Tu ginecólogo me dijo que, con la calidad de mis espermatozoides, no teníamos más que una probabilidad entre un millón en ese sorteo.

Cristina – ¡Pero es martes y trece!

Jerónimo no tiene tiempo de reaccionar porque llaman a la puerta.

Jerónimo – Si es ella otra vez, la dejas entrar, pero esta vez soy yo el que la va a tirar por la ventana…

Cristina va a abrir.

Cristina (Sorprendida) – ¡Anda, hola Patricio…! ¿Has tenido buen viaje? En fin, quiero decir… No te esperábamos…

Patricio (Siniestro) – Espero no molestar…

Cristina – Claro que no, hombre, qué cosas tienes…

Jerónimo – A estas alturas.

Patricio entra en la sala demudado.

Patricio – ¡Ah, Jerónimo, estás aquí…!

Jerónimo – Pues sí, ya ves. Vivo aquí, de hecho…

Patricio – Ya sé que es muy tarde. Pero con todo lo que me acaba de pasar…

Jerónimo – De todos modos… no ha sido tu AVE el que se ha estrellado contra el hielo, ¿no?

Patricio – No, me refiero a Natalia. Estoy en estado de shock.

Cristina – Lo sentimos muchísimo, Patricio… ¿Verdad, Jerónimo…?

Jerónimo – Hum…

Cristina – Pero siéntate, por favor. ¿Quieres tomar algo?

Jerónimo – ¿Tenéis arsénico, estricnina…?

Cristina le sirve un vaso de vino.

Cristina – ¿Quieres hielo…?

Patricio no responde. Se sienta y vacía su vaso sin pestañear bajo la mirada de asombro de ambos.

Jerónimo – Pues sí… Está mal de verdad… Ni siquiera reacciona al vino de tetrabrik…

Patricio – Hace diez años que estamos casados, ¿os dais cuenta? Nunca hubiera creído que Natalia fuera capaz de hacer esto…

Cristina – Venga… ¿No crees que te lo tomas demasiado a lo trágico…?

Jerónimo – También es verdad que acaba de saber que lleva cuernos…

Cristina – Siempre he odiado esa palabra…

Patricio – Cree uno conocer a la gente y luego…

Cristina – Cualquiera puede cometer un error…

Jerónimo – Bueno pero… acostarse con su dentista…

Patricio – Era mi dentista.

Cristina – Pero lo importante es que ha tenido el coraje de confesártelo, ¿no? Es muy valiente por su parte, ¿sabes?

Jerónimo – Más bien hay que ser muy gilipollas…

Cristina – Eso prueba que confía en ti… Y la confianza es muy importante en la pareja… ¿Verdad, Jerónimo…?

Jerónimo – Ya te digo, ella creía que estaba muerto…

Cristina – Venga, ya verás… Todo se acabará arreglando…

Patricio – No sé… Creo que voy a necesitar un tiempo…

Jerónimo – ¿Cuánto tiempo, más o menos…? No, porque, como bien dices, es tarde… Yo me iría bien a gusto al sobre…

Cristina – Lo que quiere decir Jerónimo, ya sabes cómo es, es que hemos tenido todos muchas emociones hoy… Pero es normal que necesites distanciarte un poco… vas a dormir aquí en el sofá… mañana lo verás todo un poco más claro…

Jerónimo – No te prometemos que mañana vaya a ir mejor la cosa, ¿eh? Sólo que tú la verás un poco más clara…

Patricio – Gracias… sabía que podía contar con vosotros… En las desgracias reconoce uno a los amigos…

Jerónimo – Sí… Nos lo ha repetido tu mujer durante toda la tarde…

Cristina – Voy a buscarte unas sábanas… Jerónimo, coge una manta del armario…

Jerónimo y Cristina desaparecen un momento. Patricio se levanta y se dirige al balcón. Se acerca a la barandilla y se inclina un poco. Vuelve Cristina, le ve y se queda helada, creyendo realmente que se va a tirar.

Cristina – ¡Patricio, no!

Patricio se vuelve hacia ella un poco sorprendido.

Patricio – Eh… Sólo miraba la vista…

Cristina – ¡Ay, Dios mío, me has asustado…! Creía que…

Patricio – Nunca me había dado cuenta de que, inclinándose un poco, se ve el Flamenco Rosa desde el balcón…

Cristina (Preocupada por su estado mental) – El flamenco rosa…

Patricio – Es un bar.

Cristina – ¿Un bar andaluz?

Patricio – Sí… Pero sobre todo un bar gay…

Cristina está un poco desconcertada. Vuelve Jerónimo con la manta y la echa sobre el sofá.

Jerónimo – Bueno, pero no voy a arroparle ni a darle un beso de buenas noches.

Patricio le lanza una ambigua mirada.

Cristina – ¿Nos prometes no hacer ninguna tontería?

Patricio – Prometido.

Cristina – Vale, entonces vamos a acostarnos todos. Hemos tenido un día duro nosotros…

Suena el teléfono fijo. Jerónimo contesta.

Jerónimo – ¿Sí…? Sí, está aquí… Vale, te lo paso… (Le pasa el auricular a Patricio). Es Natalia, quiere hablar contigo…

Patricio coge el auricular a desgana.

Patricio – Sí… Escucha… No… No sé… No… Mañana te lo digo, ¿vale?… Sí, bueno pues necesito pensar durante unos días, puedes entender eso, ¿no…?

Jerónimo (Inquieto) – ¿Unos días…?

Patricio – Eso es, nos llamamos…

Cuelga.

Cristina – Estoy segura de que vuestra relación resistirá esta prueba… ¡y que saldrá fortalecida incluso!

Patricio – Yo también me he acostado con el dentista…

Cristina (Tras un segundo de duda) – Ah, pues, ¿ves?, no es tan grave…

Jerónimo la mira estupefacto.

Cristina (A Patricio) – Y además, no te lo he dicho (A Jerónimo) ¿Se lo decimos?

Jerónimo – ¿El qué?

Cristina – ¡Soy yo la que está embarazada, Patricio!

Jerónimo – Ah, sí, es verdad.

Cristina – ¿No es una noticia estupenda?

Jerónimo – Para ti la noticia estupenda es que tu mujer no está embarazada de tu amante.

Cristina – No, después de todo lo que nos acaba de pasar hoy también a nosotros… Hablábamos de eso hace un momento Jerónimo y yo. Lo importante es permanecer unidos, pase lo que pase… superar las dificultades… Juntos… ¡Porque el dinero, en la pareja, no es lo más importante!

Patricio – ¿El dinero?

Cristina (A Jerónimo) – ¿Le contamos eso también? (Jerónimo, abrumado, no responde) Imagínate : en la maleta que te presté para ir a Lérida…

Patricio – La maleta falsa de Vuitton…

Cristina –… había un billete de la Bonoloto…

Patricio (Distraído) – ¡Ah, sí, un billete de la loto…!

Cristina – Esta tarde nos hemos enterado, viendo la tele, que habíamos acertado los números…

Patricio – ¿Cuánto?

Jerónimo – 60 millones.

Patricio – ¡Ah, vaya, no está mal…!

Cristina – Sobra decirte que no volveremos a ver nunca ese billete de la Bonoloto…

Jerónimo – Salvo que el pingüino que ha encontrado mi maleta vaya a presentarlo él mismo a la Administración de Loterías para cobrar el Superbote.

Cristina – ¿Lo ves? Acabamos de perder 60 millones de la Bonoloto, ¡pero hemos ganado un hijo que ya no esperábamos!

Jerónimo – Ya sabes lo que dicen : desafortunado en el juego, afortunado en amores…

Patricio – Lo siento muchísimo… quiero decir, por los 60 millones… en el fondo es culpa mía…

Jerónimo (Amenazador) – ¿En el fondo…?

Cristina – Creo que ahora deberíamos irnos a dormir. Jerónimo… ¿vienes?

Cristina arrastra a Jerónimo hasta la habitación. Patricio se queda solo. Va al balcón y reflexiona un momento. Luego, saca su móvil y marca un número.

Patricio – ¿Hola…? No, no estoy muerto… Siento decepcionarte una vez más, querida suegra… ¿Puedes pasarme a Natalia? Gracias… (Pausa) ¿Natalia? Soy Patricio… Escucha, lo he pensado bien y… Sí, ya, ¿qué quieres…? Normalmente me echas en cara que no pienso lo suficientemente rápido… Así que prefiero decírtelo ahora mismo… Nunca podré perdonarte que te hayas acostado con mi dentista… Voy a solicitar el divorcio, Natalia… Sí, ya lo sé, no soy más que un pobre hombre… Sí, lo sé tu madre te lo había dicho… Vale, mi dentista te enviará mañana los papeles del divorcio… Sí, mi abogado, ¿no es eso lo que he dicho? Exacto, que te den por culo a ti también… Buenas noches, Natalia.

Patricio cuelga, piensa un momento, luego saca de su bolsillo el billete de la Bonoloto y se queda mirándolo.

Patricio – 60 millones… Cristina tiene razón… Ni siquiera ha amanecido y ya veo todo mucho más claro. (Cayendo en la cuenta) ¡60 millones de euros! (Le tiembla la mano, se le cae el billete y cae al borde del balcón) Mierda… No es verdad… ¡Ay, joder…!

Se sube nervioso a la barandilla del balcón. De pronto se resbala, lanza un grito al perder el equilibrio.

La siguiente escena tiene apariencia de un sueño.

Natalia – ¿Qué se puede hacer contra el destino…?

Cristina – Nada…

Jerónimo – Pero, de todos modos, resulta increíble…

Natalia – Era el único que no estaba a bordo del avión y, al final, Patricio será la única víctima del accidente de la Chollo Travel Airways…

Cristina – ¿Has llamado a los bomberos…?

Jerónimo – Deberían llegar de un momento a otro.

Jerónimo – ¿De verdad crees que se ha querido suicidar?

Cristina – No se cae uno de un balcón así como así…

Jerónimo – Si al menos hubiera sido él quien hubiera pintado el cuadro… Todavía podríamos esperar que se revalorizara.

Oímos una sirena de ambulancia que se acerca.

Natalia – Ahí están… Por fin van a decirnos si Patricio está realmente muerto…

Jerónimo – Tiene un aspecto de bien muerto, ¿no?

Natalia – Siempre puede ocurrir un milagro…

Cristina – Sí, claro, seguro, ¡siendo 13 y martes…!

Oscuro.

Fin

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Euro Star (en español)

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

1 hombre / 1 mujer

Un conocido director de cine y una actriz ambiciosa se encuentran por casualidad en el Eurostar, sentados frente a frente. Ambos se dirigen a Londres para un casting. Ella está dispuesta a todo con tal de conseguir el papel que la hará famosa. Él se siente atraído por su encanto, pero duda si llegar hasta el final… De pronto, el tren se para en mitad del túnel bajo el Canal de la Mancha. ¿Una avería? Pero en este juego de listillos, él no es quien ella piensa. Tampoco ella es quien él cree.


Aquellos textos los ofrece gratuitamente el autor para la lectura. Sin embargo cualquier representación pública, sea profesional o aficionada (incluso gratuita), debe ser autorizada por la Sociedad de Autores encargada de percibir los derechos del autor en el país de representación de la obra. 


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TEXTO COMPLETO DE LA OBRA

Euro Star

PERSONAJES

Arthur

Marilyn

PRIMER ACTO

Eurostar. Cuatro asientos enfrentados. Sobre uno de ellos, una maleta. Al fondo, decorado que representa el otro lado del pasillo central, con cuatro asientos más, desocupados. Una de las ventanillas tiene la persiana bajada. El lado que da al público se le supone también una ventanilla a través de la cual ambos personajes observaran, de vez en cuando, el paisaje. Llega Arthur. Lleva una bolsa de viaje. Edad: entre 30 y 40 años. Viste con elegancia casual. Al pasar ante los asientos parece reconocer la maleta y se instala. Suena el móvil. Contesta, un tanto alterado.

Arthur – ¿Sí…? Hola, Fred… No, estoy en el tren… He prometido llevar a mi mujer a Londres para celebrar nuestro aniversario de boda… La verdad es que me joden esas tontadas de aniversarios y, por si fuera poco, detesto Inglaterra. Pero… Ya sabes lo que pasa… Al casarte no tienes más cojones que ceder de vez en cuando… Cristina y yo nos conocimos en Londres… He reservado una habitación en el Bed and Breakfast donde pasamos nuestra primera noche… ¿No te parece romántico?… Menos mal que no la conocí en el Hilton de Bora Bora… Ir a Londres, aunque sea en primera, resulta más barato que viajar a Polinesia… Bueno, la verdad es que pensar que voy a ir por un túnel bajo el Canal de la Mancha me angustia bastante; ya sabes lo claustrofóbico que soy… Pero el avión me acojona mucho más… Además pensé que esto iría más rápido que el ferry, pero no puedes imaginar todo lo que hay que hacer antes de subir al tren. ¡Es alucinante! Hemos tardado tres cuartos de hora en pasar por la zona de seguridad. Nadando ya hubiera llegado. ¡Ni que estuviéramos intentando viajar a Bagdad! Además me tocó un policía casposo que, encima, se parecía a Georges Bush .Pensé que me iba a meter el dedo en el culo para comprobar si llevaba armas de destrucción masiva antes de enviarme directamente a Guantánamo… Me puso tan nervioso que casi olvidé volverme a poner los pantalones… Te imaginas llegar a Waterloo sin calcetines y en cayumbos… ¡En Londres, sí! …Waterloo Station… Es donde termina el Eurostar… Ahora ya estoy abordo, intentando relajarme un poco… ¡No, no sé qué cojones está haciendo mi mujer…! Tuve que ir a la oficina de cambios para comprar libras esterlinas y quedamos en encontrarnos directamente en el tren, pero no la veo por ninguna parte… Sin embargo, aquí está su maleta. No entiendo nada… Perdona, precisamente es ella la que llama… Ok, te vuelvo a llamar… Hasta pronto Fred.

Atiende la llamada.

Arthur – ¿Cristina? ¿Pero dónde coño estás?… ¿En el kiosco? ¡No sé si te has dado cuenta de que el tren está a punto de salir! Escucha, si no tienen el Hola en español, coge cualquier otra revista, aunque sea francesa. Más o menos todas cuentan lo mismo (bajando la voz) Sí, tengo las libras. Mil deberían llegarnos para pasar unos días en Londres. La verdad es que me acojona ir por ahí con una cantidad tan fuerte, pero… ¡Qué le vamos a hacer…! Parece que trae cuenta cambiar antes de llegar a Inglaterra… Por cierto, mira a ver si tienen el Marca en español. No, el Équipe no; el Marca… Pues, no es lo mismo, rica. Lo vas a encontrar, no te preocupes. Si no lo tienen ahí ve al kiosco de al lado… ¡Pero, date prisa por Dios, alma de cántaro! Ok, hasta ahora (Más tierno) Sí… Yo también…Besos…

Guarda el móvil.

Arthur – ¡Pues sí que empieza bien el viajecito! (Coloca su bolsa de viaje en el asiento contiguo, y por un instante se queda ensimismado) ¡Cuarenta kilómetros bajo el mar. Cuando ya me asusta tomar el metro… ¡Qué angustia! (Saca una petaca de alcohol de su bolsillo y bebe un trago) He hecho bien en traer este “relajante”… Me tranquilizará.

Marilyn entra en escena tirando de una maleta pequeña, de esas que dejan subir a la cabina de los aviones. Tiene entre 25 y 30 años. No es una mujer espectacular, pero viste de forma provocativa. Al pasar junto a Arthur le mira y sigue. Parece reconocerle. Arthur no se fija en ella. Se dispone a echar otro trago en el momento en que Marilyn vuelve sobre sus pasos.

Marilyn – ¡Perdona…! Creo que tu maleta está sentada en mi sitio…

Arthur, torpemente, devuelve la petaca a su bolsillo sin acordarse de taparla.

Arthur – ¡Lo siento…! Pensé que… Ahora mismo la quito.

Se levanta y desplaza la maleta para dejar el asiento libre. Ella le da la espalda para colocar la suya, ofreciéndole un amplia vista sobre su anatomía. Arthur hace como si mirara por la ventanilla. Intenta espantar los malos pensamientos. Marilyn se sienta frente a él y le observa, sonriendo tontamente. Arthur, cortado, hace lo posible para mantener el tipo. Silencio interrumpido por un anuncio de servicio.

VOZ EN OFF – El tren Eurostar 3212 con destino a Londres, Waterloo Station, está a punto de salir. Presten atención al cierre automático de las puertas.

Arthur (para sí mismo) – ¡No… No puede ser!

Mira con inquietud hacia el público. Marilyn hace lo mismo, observando cómo el andén va quedando atrás.

Marilyn – ¡Lo cogí por los pelos…!

Él sonríe por cortesía, antes de volver a marcar, nervioso, el número de su mujer. Es evidencia que no contesta.

Arthur – ¡Esto es una pesadilla…!

Marilyn por su parte, sigue mirándole. Él se da cuenta, aunque intenta disimular. Cortado y ligeramente mosca acaba por enfrentar su mirada.

Marilyn – Perdona que te mire de esa forma… Te he reconocido nada más entrar…

Él, cogido totalmente por sorpresa, no sabe qué decir. La mira incrédulo.

Marilyn – Lo siento muchísimo… Te juro que no he hecho nada para… Ha sido una mera casualidad (Como en broma) Quizá, es cosa del destino…

Arthur – ¿El destino?

Ella le tiende la mano y se presenta.

Marilyn – Marilyn Milor… Soy actriz

Él, sorprendido, le estrecha la mano.

Marilyn – Voy a Londres para participar en el casting de su nueva película. ¡Nunca pensé que me sentaría frente a tí en el tren!

Arthur – Yo tampoco…

Marilyn – La verdad es que me encanta el guión… Y no lo digo por halagarte aunque, te aseguro, que sería capaz de matar a todas mis rivales para conseguir el papel de protagonista.

Arthur – ¿Lo dices en serio?

Suena el portátil de Arthur. Tarda en contestar.

Marilyn – No quisiera molestarte. Creo que será mejor que vaya al bar para ver si me relajo un poco. De todas formas, viajamos juntos… ¿Quieres que te traiga un café?

Arthur – ¿Por qué no?

Marilyn – Estoy tan emocionada… No sé si es precisamente un café lo que necesito para calmarme… ¿Lo quieres con azúcar?

Arthur – ¿Decía?

Marilyn – Su café… Con o sin azúcar.

Aarthur – Sin, gracias.

Marilyn – Estaba segura… Sin azúcar añadido… Como tus películas

Él sonríe sin contestar. Marilyn se aleja. Arthur la retiene.

Arthur (enardecido) – ¿Podrías traerme también un vaso de agua…?

Ella le mira y sonríe. Él la sigue con los ojos, todavía sorprendido… El portátil sigue sonando. Arthur vuelve a la realidad y contesta.

Aarthur – ¿Cristina? Pero, ¿Dónde te has metido? ¡No… no puede ser verdad…! ¡Mira que te lo dije! ¡Siempre igual! … ¿Y a mí qué más me daba un deportivo que otro…! Tan sólo quería tener algo para leer durante el viaje… ¿Y ahora qué hacemos? Intenta coger el siguiente tren. Te esperaré en Waterloo… Claro… ¿Pero, qué quieres que te diga? ¿Acaso tenemos otra opción? Ok. Llámame.

Cuelga y guarda el portátil.

Arthur – No sé por qué, pero no tenía yo muy claro lo de este “peregrinaje” a Londres…

De nuevo suena el portátil.

Arthur (para sí mismo) – ¿Ya…? (Descuelga) ¡Ah! ¿Eres tú, Fred…? No, no… Más o menos… Se trata de Cristina… ¡No vas a creer si te digo que ha perdido el tren! Por desgracia, no estoy bromeando. Sí, claro, siempre y cuando encuentre billete. Hace tres meses que reservamos los nuestros… No, pero puedes imaginar la situación. ¡Me voy yo solito a Londres para celebrar nuestro aniversario de boda…! Bueno… cuando digo solo… (Cambiando el tono de voz; más pícaro) Tampoco vas a creer si te digo que me está ocurriendo algo totalmente alucinante… Una loca se ha sentado frente a mí en el Eurostar, precisamente en el asiento de Cristina… y, va y me toma por un director de cine, muy famoso al parecer… Y, no me ha dado tiempo para decirle que yo no soy quien ella piensa que soy. ¡Vamos, que no he podido abrir el pico! Ahora se ha ido a la cafetería en busca de un café con cruasanes para mí… ¡Te lo juro! La tengo totalmente obnubilada. ¡Lo que yo te diga!; vamos… una esclava! Me pregunto si no voy a aprovechar la situación… Tres horas los dos solos en el Eurostar pueden dar para mucho… A mí se me van a hacer eternas… Eso sin mencionar mi fobia a los túneles…Por lo menos me servirá de distracción… Sí, actriz… ¡Acojonante, tío! Está buena, pero tampoco es para lanzar cohetes. La cosa es que me suena su cara… Quizás la he visto antes en algún anuncio. ¿Que me la tire? Te recuerdo que estoy casado… Sí, claro, aunque ahora estoy en ayunas… Además, no sé por cuánto tiempo puedo seguir dándole el pego… porque yo de cine… ya sabes… un par de veces al año, como mucho… Bueno, te dejo que vuelve…. Ok. Te mantendré informado. Adiós.

Guarda el portátil. Marilyn se acerca con el café.

Marilyn (sonriendo ampliamente) – ¡Ya he vuelto!… Estaba tan excitada… Me mojé…

Él la mira, sorprendido.

Marilyn (intentando paliar el malentendido) – Con las sacudidas del tren se me ha volcado el vaso de agua… Lo siento… ¿Quieres que vaya a buscar otro?

Le hace comprender que no con una sonrisa condescendiente.

Marilyn (entregándole el café) – Menos mal que he podido salvar el café… Aunque lo cierto es que se me ha caído la mitad sobre un pasajero… Me parece que todavía queda un poco en el fondo del vaso…

Arthur – Gracias.

Toma un sorbo. Intercambian sonrisas embarazosas.

Arthur – ¿Entonces eres actriz?

Marilyn – Ya sé que preferirías una cara más conocida como protagonista de tu película… Pero, ya verás cómo voy a sorprenderte cuando lleguemos a Londres.

Él parece no comprender.

Marilyn – ¡En el casting!

Arthur – Ah, si… Por supuesto…

Marilyn (afirmando) – ¿Porque eres, sin duda, Arthur Monero, el director de cine, verdad?

Arthur – Si lo dices.

Marilyn (encantada) – ¡Por supuesto!

Él esboza una sonrisa misteriosa.

Marilyn – ¿Y cómo imaginas que debe ser esa hija de puta?

Él la mira sorprendido.

Marilyn – ¡Tu heroína! ¡La de la película…! Es una cerda, ¿no es así? Hacerle eso a un hombre tan bueno… Pero, perdona… No debería preguntarte esas cosas… Te prometí ser discreta. Por otro lado, no sería justo con respecto a las otras candidatas. (Le cuesta trabajo permanecer quieta) Pero, es que estoy tan nerviosa… ¡Arthur Monero sentado frente a mí durante tres horas! No es extraño que me quiera aprovechar de esta ocasión única…

Él sonríe.

Marilyn – ¿Te importa que te pregunte algo?

Arthur – No.

Marilyn – ¿Es cierto que Leticia Casta es tu amante?

Arthur – Menos mal que has prometido no ser indiscreta…

Marilyn – Sí, pero eso no cuenta porque no tiene nada que ver con el casting.

Arthur (siguiendo el juego) – ¿Qué es lo que quieres saber sobre Leticia? ¿Quieres que te diga si es buena en la cama?

Marilyn – Por supuesto se trata de una rival importante.

Arthur (divertido) – ¿Seguimos hablando del casting, verdad?

Marilyn – Los hombres son unos hipócritas. Todos los famosos se enrollan con top models pero, cuando se les pregunta el porqué, responden que es por su belleza interior… ¿En qué hotel te alojarás en Londres?

Arthur – En el Hilton, creo. Es mi secretaria la que se ocupa de esas cosas… Por cierto, tenía que haberse reunido conmigo aquí, en el tren, pero ha conseguido perderlo…

Marilyn – Lo cual nos permite hacer el viaje en la intimidad….

Arthur – Sí, eso es cierto…. ¿Y tu?

Marilyn – ¿Yo?

Arthur – ¿En qué hotel te vas a alojar?

Marlilyn – No puedo permitirme ir al Hilton… Pero tengo un amigo en Londres… Es tan sólo eso… un amigo… Modelo, por cierto…

Arthur – Ah… Si…

Marilyn – Quiero decir … que no salgo con él…

Arthur – Porque es homosexual.

Marilyn – ¿He dicho yo a caso que fuera homosexual?

Arthur – Lo supuse… Ya sabes, los modelos…

Marilyn – ¿Cuántos días te quedarás en Londres…? Quiero decir, después del casting…

Arthur – Pues…

Marilyn – Lo digo por esa maleta tan grande.

Arthur – Es que… Llevo los dosieres de las candidatas… Para el casting. Pesa una tonelada…

Marilyn – Espero que esté también el mío…

Arthur – ¡Con toda seguridad…! Pero hay tantos… Muchas ofertas aunque tan sólo una será la elegida…

Silencio embarazoso. Arthur la desnuda con la mirada.

Arthur – ¿A tí también te han pedido que te desnudes?

Marilyn – ¿Perdona?

Arthur – Quiero decir en la aduana, antes de subir al tren…

Marilyn – Pues… No…

Arthur – Está bien.

Nuevo silencio.

Marilyn – ¿Habrá que desnudarse para el casting?

Arthur está al borde del colapso.

Arthur – La verdad… es que no lo sé… ¿Y por qué no? (Bromeando tontamente) Imagino que eso dependerá de la elegida…

Marilyn – Como el guión es bastante atrevido… Claro que hay actrices que no quieren desnudarse… Pero, para mí, eso no es un problema…

Arthur – De acuerdo…

Mrthur – ¿Quieres echar un vistazo…?

Arthur – Aquí, en el tren?

Marilyn – Digo… echar un vistazo a mi book…

Arthur – Tu book…

Marilyn – Mi álbum de fotos.

Arthur – Por supuesto…

Saca su book de la maleta y se lo enseña. Arthur lo mira, visiblemente impresionado.

Arthur – Sí… claro… Se nota que tienes mucho talento…

Marilyn – Me parece que ahora toca que me hables de mi belleza interior…

Les interrumpe una llamada en el móvil de Arthur que éste responde maquinalmente, mientras sigue mirando las fotos de Marilyn, con toda probabilidad, medio en cueros.

Arthur (distraído) ¿Sí…? Hola Cristina… Sí, perdóname pero con el ruido del tren no había reconocido tu voz… (Visiblemente desconcertado, coloca una mano sobre el altavoz para dirigirse a Marilyn) Perdona… Es mi secretaria… (Se levanta precipitadamente y empieza a alejarse para seguir la conversación). Sí, Cristina ¿has podido solucionarlo….? No, no me tomo esto a la ligera pero… tampoco vamos a hacer un drama…¿Qué no hay billete hasta dentro de un mes? ¡Eso no puede ser!

Marilyn mientras está sola aprovecha para revisar su maquillaje mirándose en una hipotética ventanilla hacia el público. Al ver que vuelve Arthur, guarda el neceser en el bolso y para disimular hace que mira el paisaje.

Arthur – En cuanto llegue te llamo… Pero no te prometo nada… No creo que sea tan fácil encontrar un billete para volver a Paris… No, este asunto no me divierte en absoluto… ¿Te imaginas que tuviera que pasar todo el fin de semana solo en Londres? ¿Que tienes que decirme algo importante? ¡Qué miedo me das! (Acercándose a la zona donde está Marilyn) Bueno… Escucha, tengo que dejarte porque vamos a entrar en el túnel… ¿Qué por qué hablo en plural? Pues porque no estoy solo en este vagón. Viajo en primera, no en un compartimento privado del Orient Express … No, si todavía me la voy a cargar cuando eres tú la que has perdido el tren…

Guarda el portátil con un movimiento cómico y se dirige de nuevo, sonriendo, a Marilyn.

Arthur – Perdona… Un asunto pendiente… Ahora ya soy todo tuyo…

Ella le contesta con una sonrisa prometedora.

Marilyn – Yo también…

OSCURO

SEGUNDO ACTO

Arthur y Marilyn siguen sentados uno frente al otro. Ella mira por la ventanilla.

Marilyn (nerviosa) – ¡Ya estamos entrando en el túnel!

Arthur – Si… Ya estamos entrando en el túnel…

Marilyn – Es la primera vez que hago este viaje y la verdad es que me da un poco de grima… ¿A tí no?

Arthur (como si no fuera con él) – No, la verdad… Yo viajo en el Eurostar al menos una vez al mes. Por lo tanto…

Ella sigue mirando por la ventanilla, muy excitada.

Marilyn – ¿Te das cuenta de que estamos en lo más profundo del Canal de la Mancha?

Arthur (haciéndose el fuerte) – Pues sí….

Marilyn (decepcionada) – No se ve nada…

Arthur – ¿Y qué esperabas ver? ¿Peces?

Ella sonríe. Suena el teléfono de Arthur. No hace caso.

Marilyn – ¿No vas a contestar?

Arthur – Si contestara a todos los que me llaman, sería el cuento de nunca acabar.

Marylin vuelve a sentarse frente a él.

Marilyn – Tengo que confesarte algo, Arthur… ¿Te importa que te llame por tu nombre?

Arthur – En absoluto…

Marilyn – No es casualidad el que yo esté sentada frente a tí…

Arthur – ¿Y eso?

Marilyn – Hace un rato, al pasar por aquí, te reconocí y, como el asiento estaba libre…me atreví a quedarme… Mi sitio está en el siguiente vagón. En clase turista.

Arthur – Lógicamente debía ser así, ya que ese es el sitio de Cristina… Cristina es mi secretaria; la que ha perdido el tren…

Marilyn – Si te molesto puedo ir al otro vagón…

Arthur (magnánimo) – Puedes quedarte… Comprendo que debe ser dificilísimo triunfar en este oficio de actriz…

Marilyn – ¡Gracias! Sé que me queda mucho por aprender, pero estoy segura de que un día yo también me alojaré en el mejor hotel de Cannes y que subiré las escaleras del Festival luciendo un traje de 200.000 euros

Arthur sonríe con indulgencia.

Marilyn – Háblame de Cannes, por favor.

Arthur – La verdad es que todos los años voy por obligación… Acaba siendo un incordio…

Marilyn – Sí, pero a pesar de todo…

Arthur – Finalmente qué es Cannes si no una gran feria… ¿Has estado alguna vez en una feria de ganado?

Marilyn (sorprendida) – Sí… Hace mucho tiempo… Con mi padre…

Arthur – Pues Cannes es algo así… En lugar de vacas hay famosos que esperan ganar la Palma de Oro.

Marilyn – Eso lo dices porque eres demasiado importante.

Arthur – Te confieso que soy feliz cuando no se presenta ninguna de mis películas y puedo quedarme en casa. Además como todo el mundo está en Cannes el teléfono deja de sonar durante una semana y puedo trabajar tranquilamente sin que nadie me moleste.

En ese preciso instante vuelve a sonar el teléfono.

Marilyn – Será alguna de esas estrellas que le incordian para conseguir el papel…

Arthur – Pensé que no funcionaria el teléfono en el túnel, pero no es así… Ni siquiera te dejan tranquilo en el fondo del mar…

Marilyn – Me iré por un rato… No quiero ser indiscreta… A lo mejor es Leticia la que te llama…

Arthur está a punto de descolgar cuando ella vuelve

Marilyn – Quiero que sepas que estoy dispuesta a todo para conseguir ese papel…

Visiblemente confuso. El insistente sonido del móvil le devuelve a la realidad. Descuelga.

Arthur – ¡Sí… Cristina…! Perdona pero no encontraba el móvil… ¿Ocurre algo?… O sea que parece que vas a conseguir un billete… Por supuesto que me hace feliz ¡qué cosas tienes…! Es nuestro aniversario, ¿no es así? De acuerdo… ¿Y qué es eso que me tienes que contar? Apenas puedo oírte… Estamos en el túnel… Es un milagro que podamos hablar… (Ruido de frenada muy evidente) ¿Sí…Sí…?

Vuelve Marilyn.

Arthur – Se ha cortado la comunicación… (Inquieto) ¿Sabes que está ocurriendo?

Marilyn – No tengo ni idea… Parece que el tren se ha parado.

Se escucha una voz por los altavoces.

VOZ EN OFF – Señora, señores. El Eurostar se ha visto obligado a parar momentáneamente. Uno de los viajeros ha debido pulsar la alarma. Intentaremos solucionar la incidencia lo antes posible. Gracias por su comprensión.

Arthur – No debería haber subido… ¡Este túnel…! ¡Si lo sabía!

Marilyn – Seguramente se trata de algo pasajero. Enseguida volverá a funcionar.

Arthur – Debería haber cogido el barco.

Marilyn – Los barcos también pueden hundirse. Acuérdate del Titanic. 1500 muertos, pero millones de dólares de beneficio con la película… Es algo que me hace soñar.

Arthur – Tiene gracia, las acciones de Eurotunel se comieron la mitad de mis ahorros y ahora yo voy a ser devorado por el mar… ¿Tu crees que seguirán informándonos?

Marilyn – (levantándose) – Voy a ver qué pasa…

Arthur (patético) – ¡No me dejes solo, por favor!

Marilyn – Tardaré un par de minutos… Enseguida vuelvo… No te preocupes.

Se levanta, se aleja. Arthur está muy angustiado.

Marilyn – Ya siento cómo el agua roza mis piernas… A lo mejor me habré orinado encima… (Mete la mano en el bolsillo de la chaqueta y saca la petaca) ¡Coño! ¡Se me olvidó taparla! (Intenta apurar los restos, pero no cae nada) ¡Está vacía! (Saca el móvil y marca) ¡Tampoco hay cobertura…! ¡Es el principio del fin…! Ni siquiera podré dejar un mensaje de adiós a mi mujer; no podré decirle cuánto la quiero antes de que el agua empiece a invadir el vagón… Lo mismo que esas pobres gentes del Nueva York antes de que cayeran las torres sobre ellos… (Silencio) ¡Y esta tía que ha perdido el puto tren! Eso le salvará la vida. La intuición femenina… ¡Parece como si lo supiera, la muy zorra!

Vuelve Marilyn.

Arthur (angustiado) ¿Se sabe algo?

Marilyn – Hablan de una incidencia con un viajero pero, a saber…Si éste fuera un tren normal significaría que alguien se ha suicidando tirándose a la vía, pero en el Eurostar, con varios kilómetros de agua sobre nuestras cabezas… Lo dicen para que no cunda el pánico…

Arthur – Como en los aviones antes de caerse… ¡Dios mío! ¿Y si se tratara de un ataque terrorista?

Marilyn – Eso es algo que no se puede descartar… Si es así, al menos habré tenido el placer de conocerte antes de morir carbonizada o ahogada.

Arthur – Es un castigo divino, se lo aseguro… ¿Te acuerdas de esa torre de la que habla la Biblia?

Marilyn – ¿Se habla de las torres gemelas en la Biblia?

Arthur – ¡La torre de Babel…! ¡Nunca deberían haber perforado este túnel! Es algo contra natura. Inglaterra debería seguir siendo una isla.

Marilyn – Huele a aguardiente de orujo ¿No te parece? O a keroseno…

Arthur – ¿El Eurostar funciona con keroseno?

Marilyn – O con alcohol de quemar…

Arthur – No, no es eso… Huele a whisky… No tapé la petaca y se ha vaciado en el bolsillo de mi chaqueta…

Vuelve a sacar la petaca y la sacude para comprobar que está vacía.

Arthur – No podré decirle por última vez que la amo.

Marilyn – ¿A Leticia Casta?

Arthur – No, a Cristina.

Marilyn – ¿También tiene un rollito con su secretaria?

Sin dejar de sacudir la petaca vacía.

Arthur – ¿Y si metiera un mensaje de adiós en la petaca…? Al menos ella sí flotaría y saldría finalmente a la superficie… ¿Tienes un trozo de papel y un boli?

VOZ EN OFF – Señoras y señores viajeros. La presencia de una maleta sospechosa nos ha obligado a detener el tren durante unos minutos en espera de que nuestros servicios de seguridad comprueben si se trata de una bomba… No necesito contarles las catastróficas consecuencias en caso de que estallara, dada la profundidad a la que nos encontramos… Les ruego permanezcan en sus asientos. ¡Que no cunda el pánico! Les mantendremos informados sobre cómo evoluciona la situación…

Arthur – ¡ No me lo puedo creer! ¿En vez de tanta palabrería por qué no se dan prisa en salir del túnel en lugar de dejarnos plantados aquí esperando que esto reviente…?

Marilyn – Quizás temen que el movimiento del tren pueda hacer explotar la bomba… Como en aquella película… “El salario del miedo”. ¿Recuerdas? Trasladaban nitroglicerina en un camión… ¡Una obra maestra! ¿No te parece?

Arthur – ¡Vamos a morir, de eso sí que estoy seguro…!

Marilyn – Moriremos sin haber alcanzado nuestros sueños… Tu no dirigirás la película que pudo haber sido la cima de tu carrera y yo nunca subiré los escalones del Festival de Cannes de tu brazo, como protagonista de tu película…

Arthur – ¡Quieres callarte de una puñetera vez! ¡Nos va a caer la negra contigo!

Marilyn –¿Puedes decirme que harías si supieras con toda seguridad de que tan sólo te quedan diez minutos de vida?

Arthur (desesperanzado) – ¿Pues… haría… la maleta…?

Marilyn – Piensa en lo que le digo… Tan sólo diez minutos antes de una muerte segura… ¿Qué harías?

Arthur – No sé… Quizás robar un banco…

Marilyn – En sólo diez minutos no tendrías tiempo de gastar el dinero robado.

Arthur – Tienes razón, pero si me cogiera la policía tampoco pasaría más de diez minutos en la cárcel…

Marilyn – A mí me excita la perspectiva de la muerte… Ya sabes… Eros y Tánato…

Arthur – ¿Eros y qué…?

Marilyn – Diez minutos, Arthur. Posiblemente menos. Podemos realizar una fantasía, satisfacer un último deseo (Provocativa) ¿Has hecho alguna vez el amor en un lavabo del Eurostar?

Se la queda mirando como conejo deslumbrado por los faros de un coche.

Arthur – ¿Diez minutos?

Marilyn (tomándole de la mano) – Créame Arthur si le digo que no estamos juntos en este túnel por casualidad… Es el destino…

Marilyn le arrastra hacia el final de vagón.

OSCURO

ACTO TERCERO

Arthur y Marilyn estarán de nuevo sentados frente a frente en el Eurostar, que todavía no se ha movido. Arthur, como ausente, se inclina hacia la ventana

Arthur – Me ha parecido ver una luz al final de túnel… Quizás estemos muertos…

Marilyn (suspirando) – Han pasado diez minutos y nada que se parezca a una explosión… Ni mucho menos…

Arthur – Lo siento… Pero a mí la perspectiva de morir primero carbonizado y luego ahogado en el fondo del Canal no me excita en absoluto.

Marilyn – Me refería a la maleta bomba. Han pasado diez minutos y nuestro Eurostar no ha explotado todavía. Posiblemente se trate de una falsa alarma… (Con tono inquietante) Lo cierto es que cada uno de nosotros deberá responsabilizarse de sus actos…

Arthur (Haciéndose eco de lo que ella acaba de decir) – Y luego, esa idea tuya de grabar nuestros retozos con mi móvil tampoco es algo que me vaya a ayudar.

Marilyn – ¿No te gusta que te graben, Arthur? Comprendo que, para un cineasta, debe ser lo mismo que para el violador violado.

Arthur (cohibido) – Muy bien… Pero ahora, me gustaría recuperar mi móvil.

Les interrumpe un anuncio por el altavoz.

VOZ EN OFF – Señoras y señores viajeros. Acabamos de identificar al propietario de la maleta abandonada en el vagón nº 8. Según reza en la etiqueta, pertenece a la señora Fernández, con domicilio en la Avda. Diagonal de Barcelona número 19. Si dicha señora se encuentra a bordo, le rogamos se ponga inmediatamente en contacto con cualquier miembro de la tripulación con el fin de que pueda recuperar su maleta. De no ser así, la policía especializada en desactivación de explosivos se hará cargo de ella para destruirla y así poder continuar viaje.

Arthur – ¡Coño! ¡La maleta de Cristina!

Marilyn – ¿Qué?

Arthur – Es mi maleta… Bueno, quiero decir, la de mi secretaria… Debió dejarla en el vagón equivocado antes de bajar a comprar las revistas

Marilyn – Y de perder el tren… Me pregunto si no sería más práctico cambiar de secretaria…

Arthur – ¡Tengo que recuperar su maleta…! ¡ Claro… ella no la llevaba cuando la dejé en el andén de la Estación del Norte de París! Me va a matar si dejo que los Robocops del Eurostar desintegren su guardarropa …

Se levanta de un salto con la intención de salir corriendo. En ese momento Marilyn se fija en la maleta situada junto a su asiento

Marilyn – ¿Entonces, de quién es esa maleta?

Arthur se queda de una pieza.

Arthur – ¡Anda, pues es verdad!

Marilyn – Quizás la bomba esté ahí… Tiene un aspecto sospechoso… No sabemos quién ha podido dejarla en ese asiento… (En plan dramático) Te aconsejo que te sientes despacio y evites estornudar…

Arthur argumenta,.

Arthur (aterrorizado) – Dios mio… ¡Hay que avisar a la policía…!

Marilyn – Puedes hacerlo, pero eso supondría quedarnos una hora más bajo las aguas… Te recuerdo que tenemos pendiente un Casting… (Se levanta) Bueno… No importa… Habrá que lanzarse.

Marilyn agarra con firmeza la maleta.

Arthur – ¿Pero estás loca? ¿Qué estás haciendo?

Marilyn – Me dijiste que para tener éxito en este oficio se necesitaba tener un par de huevos…

Arthur – ¿Yo he dicho tal cosa?

Marilyn abre repentinamente la maleta, bajo la aterrorizada mirada de Arthur.

Arthur – ¡No…!

No se produce explosión alguna.

Marilyn – Lo ves… No hay nada que temer….

Arthur – No, si yo estoy tranquilo… (Intrigado ) ¿Pero qué es lo que hay dentro?

Marilyn examina el contenido de la maleta. Saca de ella un secador de pelo que empuña contra Arthur como si se tratara de una pistola.

Marilyn – Eso no es, precisamente, una bomba.

Arthur todavía no las tiene todas consigo. Marilyn sigue rebuscando y encuentra un texto encuadernado.

Marilyn – ¡Pero mira lo que hay aquí! (Lo ojea) ¡Si es el guión de tu película”!

Arthur – ¿De qué película me hablas?

Marilyn – Pues… de tu película… ¿De qué otra podría ser? Porque esta maleta es tuya… Mejor dicho, es la de su secretaria…

Arthur – (haciéndose el tonto) No me digas…

Marilyn sigue explorando y saca de la maleta ropa interior de lo más sexi.

Marilyn – ¡Mira qué bien! Al parecer no tenías la intención de aburrirte en Londres… ¿Lo sabe Leticia?

Arthur se queda de una pieza, pero no tiene tiempo para contestar. Se oye una explosión sorda.

Arthur – (aterrorizado) ¡Ya está! ¡Es el final! ¿Has oído la explosión?

Marilyn – Eso no es nada… Seguramente se trata de la maleta de la señora Fernández que los policías acaban de hacer explotar.

Arthur se levanta de un salto; aterrorizado.

Arthur – ¡No!

Marilyn – No te preocupes. No es la tuya… Bueno, quiero decir la de su secretaria (Instándole a que se siente) Todo va bien… Tranquilízate… (Señalando la maleta sobre el asiento) Tu maleta está aquí. (Mirando por la ventanilla) ¡Mira… parece que nos movemos…!

Desesperado, intenta reaccionar. Ella le mira sonriendo.

Marilyn – En apenas una hora estaremos en Londres. ¡Relájate…!

Arthur lo intenta.

Arthur – Tienes razón… al fin y al cabo tan sólo se trata de una maleta… En Iberia también suelen perder maletas…

Marilyn – ¡Por supuesto!

Arthur (para sí mismo) – Tendré que decírselo a Cristina…

Marilyn – ¿Quieres que veamos el video?

Arthur (haciéndose el loco) – No sabía que pusieran películas en el Eurostar. Igualito que en los aviones… A lo mejor incluso tienen sirenas para servir la comida…

Marilyn saca el móvil de Arthur y se lo planta ante sus narices.

Marilyn (con tono pillín) – Me refiero al video que he grabado hace un rato con tu móvil (Haciéndose la mimosa) No me digas que ya lo has olvidado…

Arthur (recordando) – No sé cómo pudo ocurrir… Lo siento muchísimo… Es la primera vez que me pasa algo así.

Marilyn – Todos los hombres decís lo mismo… Lo que ha ocurrido no tiene importancia… Ahora, tranquilízate… Son cosas que ocurren.

Arthur – No me refería a eso… Es que no entra dentro de mis hábitos el tirarme a una desconocida en el lavabo de un tren.

Marilyn (irónica) – ¿Desconocida?

Arthur – Conseguiste convencerme de que moriría en diez minutos. De no ser así… Jamás se me hubiera pasado por la imaginación echarte un polvo…

Marilyn (irónica) – No sé cómo tomarme tus palabras…

Arthur – Perdona… No quería ofenderte….

Marilyn – En todo caso, ya hemos ensayado juntos una parte del papel (Mira el vídeo en la pantalla del teléfono) Por supuesto se trata de una película de aficionados, pero no está mal…. Al menos, la imagen es bastante nítida. A ti se te reconoce de maravilla…

Arthur está descompuesto.

Marilyn – Será un bonito recuerdo de nuestro viaje juntos en el Eurostar.

Arthur intenta recuperar el móvil.

Arthur – Creo que deberíamos…

Ella se aparta, alejando el teléfono de las garras de Arthur.

Marilyn – Crees que le gustará a tu secretaria? ¿Y a Leticia? No tengo más que buscar la última llamada y, con sólo rozar el reenvío, le llegará el video a Cristina. Creo que acabo de dar el primer paso hacia el estrellato…

Arthur la mira cada vez más intranquilo. Se levanta e intenta quitarle el móvil.

Arthur – ¡Dame el teléfono!

Marilyn – Si no te sientas enseguida empezaré a chillar, desgarraré mi ropa y te acusaré de haberme violado en el lavabo…

Arthur – Pero…

Marilyn – Algunos cineastas han sido extraditados a los Estados Unidos por mucho menos….

Arthur – Pero tú no eres americana… Y tampoco aparentas tener menos de 13 años.

Marilyn – Te aseguro que vas a sentir el que el tren no haya explotado en el fondo del Canal de la Mancha…

Arthur está totalmente conmocionado.

Arthur – ¿Pero quién eres realmente?

Mary se transfigura de repente en asesina y le lanza una mirada fulminante.

Marilyn – Tu peor pesadilla

Totalmente desestabilizado, se queda momentáneamente sin voz.

Arthur – De acuerdo… Yo tampoco soy Arthur Monero…

Marilyn (irónica) – Ni yo Marilyn Milor

Arthur – ¿No?

Marliyn – Eso es… Ahora, encima, búrlate de mí…

Arthur – Pero si no me burlo, te lo juro. De acuerdo… Te he estado tomando un poco el pelo, lo reconozco… Pero te aseguro que no soy Arthur Monero.

Marilyn (cortándole) – Un cerdo, eso es lo que eres… ¡Un cerdo!

Arthur – ¿Pero qué es lo que quieres de mí?

Marilyn – ¡Quiero ese papel!

Arthur – ¿Pero, de qué papel me hablas?

Marilyn – Del de protagonista en tu nueva película… ¡El casting de Londres…! ¡Seré yo o nadie!

Arthur – Me temo que eso va a ser imposible…

Marilyn – Está bien (Accionando el móvil) Enviaré el video a Leticia…

Arthur – ¡No, por favor, no lo hagas…!

Marilyn – ¡O sea que eres el auténtico Arthur Monero…!

Arthur – La verdad es que…

Ella le lanza una mirada de desprecio.

Marilyn – ¿De verdad no te acuerdas de mí?

Arthur – ¿Debería?

Marilyn – Ocurrió en Cannes, precisamente… Me da la impresión de que piensas que estoy loca.

Arthur – Seguro que me confundes.

Marilyn – Fui allí con la esperanza de encontrar un director que me contratara, como ocurre con muchas actrices tan inocentes como yo. Nos conocimos después de una proyección en un club privado a dónde había conseguido entrar porque conocía al agente de seguridad.

Arthur – Nunca hubiera olvidado a una mujer como tú…

Marilyn – Enseguida comprendí que si quería conseguir el papel, antes tenía que pasar por caja en Martínez.

Arthur – ¿Martínez? No se supone que me llamo Arthur Monero?

Marilyn – ¡El hotel Martínez, en Cannes! Me refiero a la suite donde te alojaste aquél año…

Arthur – ¡Ah, si…! Por supuesto…

Marilyn – Pero, en lugar de llevarme a tu suite me arrastraste a un cutre hotel Ibis a las cinco de la mañana… Te avergonzabas de mí ¿no es cierto?

Arthur – ¿Pero cómo iba a avergonzarme de ti? Además, tampoco están tan mal los hoteles Ibis… Mi mujer y yo los utilizamos con frecuencia… Quiero decir, mi secretaria y yo…

Marilyn – No soy tan inocente como piensas… Ya se sabe que, en este oficio, como has dicho antes, hay que estar dispuesta a todo si se quiere medrar…

Arthur – Algunos hombres también se venden para conseguir lo que desean…

Marilyn – Lo que no te perdono es que no me llamaras después del Festival, como prometiste, para ofrecerme aunque fuera un pequeño papel que compensara mi sacrificio…

Arthur – ¿Sacrificio? No soy yo precisamente el que te ha asaltado hace un rato…

Marilyn – Precisamente se trataba de una segunda intentona.

Arthur – ¿Qué quieres decir con intentona?

Marilyn (mostrando el portátil) – Vamos… Una trampa, una moneda de cambio. Además, (acercándose a él y tomándole, irónicamente por la barbilla) esta vez “mi pichoncito” no se ha portado demasiado bien… En nuestro primer encuentro aguantaste más….

Arthur – Te juro que….

Marilyn – No puedo creer que no me reconocieras hace un rato cuando te abordé nada más arrancar….

Arthur – Porque ya te digo que yo… (ella le lanza una mirada reprobadora) … Te repito que no soy Arthur Monero. No soy director y, ni siquiera me gusta el cine. Nunca voy a una sala, tan sólo veo alguna película en la tele cuando no hay futbol.

Marilyn – Francamente me decepcionas… Esperaba algo más contundente. ¿No pensarás que me crea todas esas historias?

Arthur – Pero es que yo…

Marilyn – Ha llegado el momento de vengarme de ti, Arthur y, vengándome yo, vengaré a todas las víctimas de tus mentiras… Será el papel de mi vida.

Arthur – De acuerdo. Te he mentido y estoy dispuesto a pagar por ello.

Marilyn – Bien… Vamos progresando…

Arthur – Pero la única vez que he puesto los pies en Cannes fue para un cursillo de remotivación comercial… Soy vendedor de ropa interior de hombre…

Marilyn – Y, ¡vuelta a empezar! (Coge de nuevo el móvil) Esta vez mando el vídeo…

Arthur – ¡Espera!

Lo intenta pero no hay cobertura

Marilyn – Tienes suerte de que estemos todavía en el túnel… Ahora no hay cobertura… Pero será por poco tiempo…

Arthur – Te juro que te puedo explicar todo…

Marilyn – Sin mentiras, por favor…

Arthur – Es cierto que hace rato no dije nada cuando me confundiste con ese gran director de cine…

Marilyn – Te la estás jugando…

Arthur – Quiero decir… Que necesitaba deslumbrarte para seducirte y, si se terciaba, follar contigo…

Marilyn – Pues te aseguro que no eres un portento…

Arthur – Te pido que me perdones por haberte mentido…. Pero no soy Arthur Monero (Sonriendo ampliamente) Y te lo puedo demostrar…

Marilyn – ¿No me digas?

Arthur (metiendo la mano en el bolsillo) – Bastará con que te enseñe mi carnet de identidad. (rebusca por todos lados. Se le hiela la sonrisa) ¡Coño! ¡Estaba en la maleta!

Marilyn – ¿Qué maleta?

Aarthur – La que han hecho explotar…

Marilyn (señalando la maleta que está en el asiento) – ¡Tu maleta está ahí!

Arthur – Esa es la de ese director de cine.

Marilyn – Resultas realmente patético.

Arthur – Te juro que digo la verdad… Además, ¿dónde está ese director? Seguramente en el tren ya que esa es su maleta (Se levanta) Voy a buscarle. Así podrás convencerte de que no soy yo…

Marilyn le mira con desconfianza.

Marilyn – Está bien. Tienes diez minutos. De todas formas, no podrás bajarte del tren en marcha porque viajamos a trescientos kilómetros por hora bajo el agua… (Mostrándole el teléfono) Pero, en diez minutos habremos salido del túnel y, entonces…

Arthur – ¿En diez minutos habremos salidos del túnel…? Dios te oiga…

De nuevo, un mensaje por el altavoz.

VOZ EN OFF – Señoras, señores pasajeros, les recordamos que el bar se encuentra en el vagón número nueve. Nuestro metre ha dispuesto para ustedes todo tipo de bebidas refrescantes, caliente o templadas a precios increíbles, así como un surtido de deliciosos sándwiches, sin olvidar nuestra famosa oferta de postres caseros.

Marilyn sigue con la vista a Arthur mientras éste se aleja hablando solo, visiblemente perturbado. Cada vez parece más loco.

Arthur – Debe tratarse de mi doble… Le reconoceré fácilmente… (volviéndose por última vez hacia Marilyn) Posiblemente esté en el bar.

Marilyn se queda sola. Sonríe. Suena el teléfono de Arthur que tiene en su mano. Descuelga.

Marilyn – ¿Sí…? No, soy su nueva secretaria. Por el momento no está disponible. ¿Quiere dejarme un recado? ¿Que usted está esperando un hijo suyo? Muy bien, se lo diré. Puedo preguntarle su nombre por si cree conveniente llamarla. ¿Cristina…? Perfecto. Muchas gracias…

Corta la comunicación. Sonríe de nuevo.

Marilyn – ¿Quién dijo que no había cobertura en este tren…? (Coge de nuevo el teléfono) Veamos… Cristina… Ya está… (Acaba de enviarle el video) Este video le va a gustar… Será un buen regalo de aniversario….

CUARTO ACTO

Marilyn repasa el guión. Arthur vuelve. Parece irritado.

Arthur – ¿Qué estás haciendo?

Marilyn – Estoy estudiando mi papel ya que voy a ser la protagonista, ¿no es así? A menos que hayas encontrado a tu doble…

Arthur – He recorrido todo el tren en ambos sentidos fijándome bien en todos los pasajeros y no he encontrado a nadie que se me parezca ni siquiera un poquito. Seguramente me han tomado por un loco.

Marilyn – Mejor para ellos….

Arthur (que empieza a perder la razón) – No sé qué ha podido ocurrir… A lo mejor también ha perdido el tren… Debería llamar a Cristina para saber si está con ella…

Marilyn – Oye, creo que ya va siendo hora de que nos tomemos las cosas en serio. Hace meses que preparo mi revancha. Cuando me enteré de lo del casting en Londres supe que tomarías este tren. Todo está previsto (saca un contrato que coloca ante los ojos de Arthur) Aquí tienes el contrato para protagonista de tu película.

Arthur – ¡Que eficacia!

Marilyn – Como verás mi cachet es bastante razonable…

Arthur echa un vistazo al contrato.

Arthur – ¿Doscientos mil euros…? (irónico)…Sí, muy razonable…

Marilyn – Tan sólo tienes que firmar ahí abajo….

Arthur (volviendo apenas a la realidad) – No servirá de nada, te lo aseguro.

Marilyn mira por la ventanilla.

Marilyn – ¡Mira…! ¡Ya hemos salido del túnel! ¡Ya puedo enviar el video a Leticia…!

Suena el móvil en el mismo instante en que ella lo saca del bolso. Intercambian una mirada. Arthur toma una decisión.

Arthur – ¿Por qué no contestas? Así podrás comprobar que no es Leticia Casta la que llama, ni nadie que pretenda hablar con un director de cine…

Marilyn – Está bien… (Descuelga) ¿Sí? ¿De parte de quién? Lo siento, se ha debido equivocar…

Corta la comunicación.

Marilyn – ¿Quién es esa señora Fernández? ¿Su secretaria?

Arthur – Es mi mujer. Nos dirigíamos a Londres para celebrar nuestro aniversario de boda. Allí nos conocimos…

Marilyn – ¿Entonces es cierto que no eres Arthur Monero?

Arthur (relajado) – Es lo que llevo horas intentando decirte… ¿Me crees ahora?

Ella le mira fríamente.

Marilyn (feroz) – ¡Eres un monstruo!

Arthur – ¿Por qué dice eso?

Marilyn – Cuando nos conocimos en aquella boite de Cannes y que yo te tomé por un director de cine, dejaste que me creyera el cuento para abusar de mí…

Arthur – Te juro que jamás he puesto los pies en esa boite… Me acordaría… Al menos… eso creo…

Marilyn – ¡Eres un impostor, un maniaco, un indeseable! ¡Ni siquiera podías ofrecerme un papel de figurante en ninguna película! ¡Al menos ahora sé por qué nunca me llamaste…!

Arthur – ¿Hacerme pasar por otro para abusar de una mujer? Nunca he hecho nada parecido y nunca lo haré, te lo aseguro.

Marilyn – Pues hace un rato, en este mismo tren, te hiciste pasar por Artur Monero…

Arthur – Lo que ocurre es que me lanzaste el anzuelo y yo piqué.

Marilyn – ¡No, si encima voy a tener yo la culpa! ¡Te has burlado de mí! ¿No es así?

(con desprecio) Eres todavía peor de lo que pensaba.

Arthur – ¿Por qué no me crees?

Marilyn – Si dejaras de mentirme…

Arthur – Escucha. Yo no sé si he ido o no a esa boite… No lo recuerdo… Quizás estaba borracho… No puedes imaginar lo aburrida que puede llegar a ser una reunión comercial de vendedores de ropa interior de hombre. Normalmente se bebe mucho. ¿Pero qué fue lo que ocurrió entre nosotros en aquél hotel de Fórmula 1?

Marilyn (agresiva) – ¡Ibis! ¡Hotel Ibis! ¿Quieres más detalles?

Arthur – No, si te creo… Pero ¿cómo puedo hacer para que me perdones? Lo siento muchísimo… Sin embargo una cosa es verdad : no soy director de cine y, aunque quisiera, que seguramente lo querría, no puedo darte ese papel.

Marilyn – O sea que es verdad que ibas a Londres para celebrar tu aniversario de boda…

Arthur – Pues sí…

Marilyn – Muy bien… Entonces es a ella a quien le voy a enviar el video… Así podrá darse cuenta de quién eres… ¡Intentar abusar de una desconocida en los lavabos del Eurostar después de haber abandonado a tu mujer en el andén de la Estación del Norte de París el día de su aniversario de boda…! ¡Qué asquito me das…!

Arthur – Te aseguro que me avergüenzo de mí mismo… Pero… soy un hombre…

Marilyn – O sea que no por el hecho de ser un hombre piensas que puedes hacer lo que te dé la gana… Pues bien, la señora Fernández va a ver inmediatamente con quién se ha casado…

Saca el móvil.

Arthur (aterrorizado) – ¡No, por favor, no lo hagas…! Sobre todo el día de nuestro aniversario (Rebusca en sus bolsillos y saca el fajo de libras) Toma, aquí hay mil libras esterlinas. Te las regalo…

Marilyn (ofuscada) – Pero, ¿por quién me tomas? ¿Acaso piensas que se me puede comprar como a un futbolista cualquiera?

Arthur – Lo siento, otra vez he metido la pata… Pero con esto podrás pagar tus gastos en Londres, para el casting. Estoy seguro de que tienes mucho talento y que vas a conseguir ese papel. ¡Es la ocasión de tu vida! Con este dinero podrás quedarte en el Hilton y encontrar al famoso director…

Ella parece dudar.

Marilyn – ¿Crees que tendré tiempo de probar suerte?

Arthur – ¡Por supuesto…! Estoy seguro de que eres una actriz estupenda. Acabas de demostrarlo… Y, con tu físico… y tu temperamento.

Duda, pero finalmente coge el dinero.

Marilyn – De acuerdo… pero con esto eres tu quien sale ganando…

Arthur – Lo sé…

VOZ EN OFF – El Eurostar número 3212 llegará a Londres en escasos minutos… Waterloo estación término… Todos los viajeros deberán bajar del tren… La correspondencia para Paris se realiza en el andén opuesto…

Arthur – Creo que tomaré el tren de vuelta… ¿Puede devolverme el portátil, por favor?

Marilyn – De acuerdo… Pero todavía quiero algo más para que mi venganza sea total. Lo utilizaré como garantía para asegurarme de que no me vas a denunciar a la policía por haberte robado las libras…

Arthur (inquieto) – Te juro que…

Marilyn – Comprenderás que no pueda fiarme en absoluto de tu palabra…

Arthur – Está bien… ¿Pero qué es lo que quieres?

Marilyn – Sígueme… Iremos al lavabo.

Arthur – ¿Otra vez?

Marilyn – Ah, y me quedaré con esta maleta para llevársela al auténtico Arthur Monero. Así podré conocerle y se sentirá en deuda conmigo. Espero que no sea un tipo tan repugnante como tu…

OSCURO

QUINTO ACTO

Mismo decorado, sin nadie. Al poco rato aparece Arthur sólo, huraño… y en calzoncillos.

VOZ EN OFF – Señoras, señores, gracias por haber elegido viajar en el Eurostar. Nuestro deseo es que hayan tenido un viaje agradable. Antes de bajar del tren, comprueben que no olvidan nada a bordo. Les deseamos una excelente estancia en Londres y esperamos tener el placer de contar de nuevo con ustedes en el Eurostar.

Arthur tiene un aspecto penoso. Suena el móvil, contesta maquinalmente.

Arthur (con tono monocorde) – ¿Eres tú Cristina?… ¿Has encontrado billete? ¿Estarás dentro de media hora en Waterloo…? (apático) ¡Estupendo…! No, todo va bien… Te lo aseguro… ¿Qué quién era la mujer que contestó al teléfono hace un rato? No tengo ni idea… Sí, claro que era mi teléfono… Bueno, si te empeñas… Oye, hablaremos cuando llegues, ¿de acuerdo…? ¿La película? ¿De qué película me hablas? Ah… el video… La muy marrana… Escucha, puedo explicártelo todo, te lo aseguro… Bueno, al menos déjame que lo intente…. ¿Y qué era esa gran novedad que me tenías que anunciar? ¿Que quieres el divorcio? Por favor, será mejor que hablemos luego de todo eso ¿no te parece? (Aparta el teléfono de su oído para protegerlo de los aullidos de Cristina) Escucha, tengo que dejarte, esto se va a cortar… No tengo más monedas…

Guarda el teléfono como un zombi y se incrusta en su asiento. El guión de la película sigue en el asiento contiguo. Lo coge y empieza a leer cuando suena su móvil.

Arthur – ¿Fred…? Estoy metido en un buen lío… Escucha, es un poco complicado de resumir… Dime si te acuerdas de haber ido conmigo en Cannes a una boite muy selecta tras el seminario de remotivación comercial… ¿Ah, sí…? O sea que estaba completamente borracho… ¡Dios mío! ¿Recuerdas haberme visto con una tal Marilyn…?

Maquinalmente coge el guión y lee el título manteniendo la comunicación con Fred.

Arthur (leyendo en voz alta) – Eurostar, una película de Arthur Monero… con Marilyn Milor… No… estaba leyendo el título de un guión… Sí Arthur Monero es el nombre del director. Y, Marilyn Milor… ¿Te suena a algo? A mí no me suena a nada… ¿Arthur Miller y Marilyn Monroe…? Sí, eso sí que me suena… ¿Entonces tú crees que…? No, no… No te molestes, gracias Fred…

Cuelga el teléfono se deja caer en el asiento y abre la primera página del guión.

Arthur (leyendo en voz alta la primera frase) – Perdone, creo que su maleta está sentada en mi asiento… (Arthur, totalmente anonadado, deja el guión). Pues sí… Estoy seguro de que hará una excelente carrera…

OSCURO

EPILOGO

Mismo decorado. Un hombre está sentado en uno de los asientos. Su cara se esconde a los espectadores tras el periódico deportivo que está leyendo. La misma maleta que se supone pertenece a Arthur Monero descansa en el asiento de enfrente.

VOZ EN OFF – Señoras, señores viajeros, el Eurostar número 3223 con destino a Paris, Estación del Norte, está a punto de salir. Presten atención a las puertas que se cerrarán automáticamente.

Llega Marilyn, exactamente de la misma forma que llegó al comienzo de la obra, tirando de su pequeña maleta de ruedas. Pasa, se fija en el hombre, sigue adelante pero vuelve sobre sus pasos.

Marilyn – Perdone que le moleste, pero le he reconocido inmediatamente…

El hombre se dispone a bajar el periódico para contestarle.

OSCURO

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EuroStar

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EuroStar

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www.comediatheque.com

EuroStar (Español) · La Comédiathèque

Euro Star (en español) Lire la suite »

El Joker (en español)

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

2 hombres o 2 mujeres

Un guionista con problemas informáticos e inspiracionales recibe la visita de un extraño reparador. Todos tenemos derecho a un Joker… Alex Dumas es un joven escritor que ha dejado para el último momento el guión para una serie de televisión que le encargaron y por el cual ya le han pagado. Alex se ve presionado por Fede, su novia, que quiere pasar tiempo con él, por su jefe, un gran productor de televisión, y por sus acreedores. La situación se complica cuando su computadora se arruina y apenas tiene unas horas para terminar el trabajo o correr el riesgo de ser despedido, lo que le traería muchos problemas. Milagrosamente llega un técnico quien, mas que solucionar el problema de la máquina, trata de ayudarle a solucionar su futuro. En medio de varios momentos jocosos y sorpresivos, el técnico hace considerar al irresponsable guionista sus decisiones, sus planes futuros y sus proyectos. Al final, a Alex – y al público – les quedara la duda si todo fue sueño o realidad…


Aquellos textos los ofrece gratuitamente el autor para la lectura. Sin embargo cualquier representación pública, sea profesional o aficionada (incluso gratuita), debe ser autorizada por la Sociedad de Autores encargada de percibir los derechos del autor en el país de representación de la obra. 


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TEXTO COMPLETO DE LA OBRA

El Joker

Personajes (2 hombres o 2 mujeres) :

Alex
El Joker

Para conseguir una version con 2 mujeres, solo falta inversar los sexos de todos los personajes de la obra.

Oficina en desorden. Alex dormita sobre su mesa de trabajo, la cabeza sobre el teclado de su computadora. El timbre de su celular lo despierta en sobresalto.

ALEX (en un medio sueño) – ¿Sí? … ¿Quién?.. ¡No, no! Claro que sí. No. No dormía. Para nada… Yo… reflexionaba, justamente. Sí, yo sé : ya no es momento de reflexionar, pero quiero decir… Antes de las ocho, mañana. Como acordamos… Ya sé que se lo dije ayer, pero esta vez se lo prometo. La filmación comienza la semana entrante… yo sé… Y es difícil difundir un episodio especial de Navidad a principios de febrero… Comprendo su punto de vista… ¡No! Ya casi termino…Sólo me falta la última escena y… Pasaré la noche en blanco, si es necesario, pero tendrá el guión completo mañana en la mañana, sin falta. Tal vez incluso antes, si lo termino esta noche. Ok. Mañana en la mañana si prefiere. De acuerdo: si no, estoy despedido, ya sé… Gracias por llamarme. Creo que me ayudará. Hasta muy pronto entonces.

Cuelga y suspira. Deprimido.

ALEX – ¡Por Dios! Este imbécil! (Mira su reloj) Voy a tener que comenzar, pues…

En lugar de comenzar, enciende el televisor, comienza a comer papas fritas. Pasa un programa de « muy alto » nivel cultural, tipo parodia.

ALEX – Tendré que parar la tele. Si sólo trabajo durante los comerciales, no voy a avanzar…

El timbre de Skype suena en su computadora.

ALEX – ¡Y si encima me están distrayendo, no voy a terminar nunca!

Apaga el televisor y vuelve a sentarse frente a la computadora.

ALEX – Hola Fede. ¿Cómo estás, Querida?

FEDERICA – Hola Alex. Siempre soy yo quien debe llamar. Si no te llamo, nunca me llamas. ¿Qué haces?

ALEX – Pues ya ves. Acá, atornillado al escritorio, trabajando.

FEDERICA – Vienes después? ¡Por ti compré esta cama King en Ikea… Y siempre duermo sola!

ALEX – Creo que esta noche va a ser difícil…

FEDERICA – ¿Difícil? ¡Siempre dices eso! ¡Qué humillante! ¿Es tan difícil pasar la noche conmigo?

ALEX – Tengo que terminar un guión, y…

FEDERICA – ¡Ah, sí! ¡El famoso guión!

ALEX – ¿Qué significa eso?

FEDERICA – Hace meses que me hablas de ese guión. Por lo menos, podrías encontrar otra excusa. ¿Tu trabajo es la imaginación, no?

ALEX – Justamente, ahora no estoy muy inspirado. Preferiría pasar la noche en tu cama, créeme.

FEDERICA – Pues terminas ese condenado guión y vienes para acá.

ALEX – Voy a tratar. Pero no prometo nada.

FEDERICA – Va.

ALEX – Entonces, comienzo ahora y te llamo cuando termine. ¿De acuerdo?

FEDERICA – ¿Prometido?

ALEX – Prometido.

FEDERICA – Ok. Te dejo trabajar. Besitos.

ALEX – Besitos…

FEDERICA – Me haces falta…

ALEX – Tú a mi también.

FEDERICA – Te espero. ¿Cuento contigo?

ALEX – Ok. (Cuelga.) Pero… ¿Por qué tienen que contar todos conmigo? ¡Si yo no soy confiable! ¿Cuándo aprenderán? (Alex se inclina sobre su computadora, y coloca la mano sobre ella). ¡Cómo está de caliente! No sé si hice bien en desconectarle el ventilador, pero es que hacía un ruido como de turbina de avión en despegue… y yo necesito calma para trabajar. ¡Ah! ¡También el teclado está ardiendo! Y no es de tanto que lo uso que se van a fundir las teclas. ¡No me puedes fallar ahora! ¡Cuento contigo! Bueno… Si voy a soportar toda la noche, necesito un estimulante.

Conecta la cafetera eléctrica y regresa a sentarse frente a la mesa de trabajo.

ALEX – ¡No es posible! ¿Esto es lo que he escrito antes de dormir? ¿Tres líneas? ¡Debí haber seguido durmiendo!

Su celular suena nuevamente.

ALEX – Buenas noches… Sí, sí!.. Sí, señor ya sé… No, pero le aseguro que voy a cubrir ese pequeño saldo pendiente… ¿Cuánto dice?… Sí, sí. Aún así… Entiendo que esté un poco inquieto, pero… Escúcheme, estoy a punto de entregar un guión, y tendré un cheque importante para depositar, desde mañana por la mañana… Sí… Absolutamente… Claro que sí… Sí. Mañana por la mañana, sin falta, prometido… Buenas noches a usted… Y gracias al Banco de Crédito Mutuo, que forma con sus clientes una gran familia, solidario con sus miembros en época de necesidad… (Guarda su teléfono.) Creo que el café no va a ser suficiente.

Se levanta y aspira una línea de cocaína. Luego se acerca a la cafetera.

ALEX – Es lo que me acabo de meter, o esta cafetera suelta un olor a quemado. Es Café de la Abuela, como siempre…

Se da cuenta de que la computadora echa humo. Duda un instante, y agarra la cafetera y tira su contenido sobre la computadora para apagar el incendio.

ALEX – ¡Uf! Qué bien que tuve el reflejo…

Feliz se aproxima al aparato para examinarlo.

ALEX – Finalmente, no sé si fue un buen reflejo. ¡Ya no funciona! Antes cuando tecleaba aparecían letras en la pantalla… Ahora ya no. (Se levanta, desamparado). De cierta forma, vaya que no había escrito nada. Habría perdido todo. Puede decirse que, aún en mi desgracia, todavía tuve suerte. Bueno, con lo que tengo en mi cuenta, no voy a poder comprar otra compu. Sobre todo, ya no tengo tiempo. (Se inclina sobre la computadora) ¡Ah la! ¡Incendio e inundación! ¡Es la tragedia de Fukushima! Espero que sea reparable. (Toma el directorio telefónico y lo consulta). Veamos… Informática – Reparación – Solución, ¡Ajá! ¡Joker Solutions! Éste, o cualquiera…

Toma su celular y marca un número.

ALEX – Sí… Sí, buenas noches. Tengo un pequeño problema con mi computadora y… No debe ser gran cosa, pero… ¿Ahora?… ¡Perfecto!.. Sí. Estoy en la Calle de la Amargura No. 7… ¿Conoce?.. Muy bien. Entonces, lo espero.

Guarda el celular.

ALEX – Creo que no era un buen momento para dejar de fumar.

Saca el último cigarrillo de un paquete, y lo pone en sus labios.

ALEX (más gravemente) – Éste será mi último cigarrillo. (Arruga el paquete) El del condenado. Siempre he logrado terminar a última hora. ¿Por qué, hoy, tengo la horrible sensación de que he tocado fondo? Me siento como un jugador de poker que ya ha bajado todas sus escaleras y no tiene derecho a un joker. Claro, las escaleras son para la Canasta, y los jokers… ¡En fin, soy un soberano imbécil!

Saca un revólver del cajón, y lo coloca contra la sien. Un hombre surge entonces delante de él. Algunos detalles de su pinta recuerdan a Alex, en más viejo, con un toque delirante, que hacen que el personaje recuerde, también, un joker, en sentido teatral, un bufón. Lleva un bonete estilo joker, y una t-shirt donde está escrito : Joker…

JOKER – ¡No! ¡No haga eso!

Alex se asusta.

ALEX – ¿Está loco? ¡Casi muero de una crisis cardíaca!

JOKER – Justamente, es para impedir que cometa una estupidez, que estoy acá.

ALEX – ¿Una estupidez? No lo esperé para hacerla…

Dirige el revólver al intruso.

ALEX – Pero… ¿Usted, quién es? ¿Cómo entró?

JOKER – La puerta estaba abierta. Estoy acá para ayudarlo. Soy su Joker.

ALEX – ¿Mi Joker?

JOKER – Joker Solutions. Soy el técnico informático.

ALEX – ¿El técnico? ¿Tan pronto?

JOKER – Pensé que era una emergencia.

ALEX – ¡Me asustó!

Alex enciende su cigarrillo con el revólver, que resulta ser un encendedor.

JOKER – Y usted a mi. Tal vez me precipité un poco.

ALEX – No. Sí es una emergencia. (Ve su encendedor) ¡Ah, comprendo! Pero uno no se suicida por un problema informático, tampoco.

JOKER – Bueno, en mi trabajo, uno ve toda clase de cosas.

Alex lo observa con un aire suspicaz.

ALEX – Usted… ¿No está demasiado viejo para ser técnico informático? Me esperaba un chavito, parecido a mi sobrino. Pero usted se parece, más que nada, a mi papá.

JOKER – Me lo dicen seguido.

Alex abre los ojos.

ALEX – ¿Seguido?

JOKER – Si le diéramos un vistazo a la computadora…

ALEX – Tiene razón. Aunque le advierto que no es agradable a la vista. (Mostrándole el aparato) Es aquella.

JOKER – ¿Pero qué le pasó a esta pobre máquina? ¿Intentó inmolarse en el fuego?

ALEX – Antes de intentar ahogarse, sí. ¿Es grave, Doctor?

JOKER – No le ocultaré que mi diagnóstico es, por lo menos, reservado.

ALEX – ¿Pero podrá hacer algo para salvarla?

JOKER – Todavía tiene signos vitales, pero, a primera vista, tiene muerte cerebral. Creo que su memoria está perdida, para siempre…

ALEX – ¡Pero tengo todo mi trabajo dentro!

JOKER – ¿En qué trabaja?

ALEX – Escribo series taradas para la televisión.

JOKER – Eso debe ser apasionante.

ALEX – Creo que se le escapó el adjetivo « taradas », de mi respuesta.

JOKER – Siempre intento ver el lado bueno de las cosas.

ALEX – ¿Y para mi computadora, cuál es la versión optimista?

JOKER – Tampoco soy Jesucristo. No hago milagros.

ALEX – ¡Y yo que pensaba que los técnicos eran una especie de brujos modernos! Le admito que estoy decepcionado. ¿Entonces, cómo hago para recuperar mi guión?

JOKER – Aparentemente, esta computadora ha sufrido una ventilación insuficiente, lo que ha provocado un alza fatal de temperatura. No sé si se pueda rescatar el disco duro, para implantarlo en otra unidad central.

ALEX – ¡Un trasplante! Nunca había oído hablar de ese tipo de procedimientos para una computadora.

JOKER – Una operación altamente delicada. Hay que decir que esta computadora ya estaba al final de su vida. ¿Una herencia, tal vez?

ALEX – Un apego sentimental, aumentado por problemas económicos.

JOKER – ¿Y usted tenía su guión en esta antigüedad?

ALEX – Sí. En fin, el que debía haber escrito. No he comenzado. Es la historia de mi vida.

JOKER – ¿Una auto-ficción?

ALEX – No. Quiero decir, nunca lograr comenzar a escribir algo. Es la historia de mi vida…

JOKER – Ah, ya.

ALEX – Debo entregar el guión mañana por la mañana, a más tardar. Lamentablemente, no sólo la computadora está descompuesta… Yo también…

JOKER – Falta de inspiración.

ALEX – Yo hasta diría « quemado », como la computadora. ¿El sobrecalentamiento, ve? (Señala su cabeza) Esto ahuma! Es Chernobyl. El sistema de enfriamiento está descompuesto. El disco duro está al límite de la fusión nuclear.

JOKER – Ya veo.

ALEX – Imagino que Joker Solutions no puede hacer nada por mi…

JOKER – ¿Nunca pensó en cambiar de trabajo? Quiero decir, sin dejar de escribir. No sé… ¡En lugar de escribir series taradas… podría trabajar… para el teatro!

ALEX (escéptico) – El teatro… No antes de entregar mi último guión, en todo caso…

JOKER – Comprendo. El respeto a la promesa hecha es importante. Usted se comprometió con ese guión y no puede dejar plantados a los que se lo confiaron…

ALEX – Sí… Y sobre todo, ya me pagaron la mitad de la suma para que lo escriba, ese condenado guión.

JOKER – En ese caso, tiene que rembolsarles.

ALEX – Si… Pero ya gasté la mitad que recibí, más la que recibiré cuando lo entregue.

JOKER – Ah…

ALEX – Sin hablar del impuesto sobre la renta que acabo de recibir… y que no pensé ahorrar. Me quedaba una solución…

JOKER – ¿Escribir el guión?

ALEX – Meterme a la cama y abrir el gas.

JOKER – Percibo que hay un pero…

ALEX – Me cortaron el gas porque no pagué la factura.

JOKER – Entiendo.

ALEX – Ahora, comprende por qué habría preferido que usted supiera hacer milagros… ¡No sé! ¿Usted no trajo unas de esos amuletos de los que se habla en las guerras civiles de África, que lo hacen a uno invisible y lo protegen de las balas?

El celular de Alex suena y lo contesta.

ALEX – Sí querida… No, ya no tengo skype. Mi computadora acaba de intentar el suicidio… Sí, ya sé, estaba moribunda. Seguramente prefirió morir dignamente mientras tenía la opción… No sé, te admito que hasta ahora, ignoraba todo sobre psicología informática, pero creo que ya estaba muy deprimida. « Nervous breakdown », como dicen en la tele. Y yo no estoy muy lejos… Escucha, va a ser difícil. Estoy con el técnico informático y… En fin, no es para nada seguro que se pueda reparar… No, lo siento verdaderamente, pero a menos que haya un milagro… Sí, ya sé. No soy confiable. También mi mamá me lo repetía todo el tiempo. Escucha, haré todo lo que pueda y te llamo. ¿De acuerdo?

Guarda su celular.

ALEX – Entonces. ¿Está arruinada?

JOKER – Seguramente lo más simple sería comprar otra.

ALEX – ¿Con qué? Ya abusé tanto de la solidaridad del Banco de Crédito Mutuo. Hasta la compañía de gas me lo niega, para irme con dignidad : con la mano sobre el teclado de mi más fiel compañera, mi vieja computadora. Irnos juntos sería lindo. ¿No? Para evitar el sufrimiento de estar separados después de tantos años de vida común…

JOKER – ¡Vamos! Siempre hay una luz al final del túnel.

ALEX – ¿Cuando uno muere, dice usted?

JOKER – Usted sí no es optimista…

ALEX – ¡Deme ahora mismo una razón por la que debiera ser optimista!

JOKER – ¡Usted lo dijo hace un rato : uno no se suicida por un problema informático!

ALEX – Aunque… fíjese : me pregunto si finalmente, no es una buena noticia que la computadora se haya arruinado.

JOKER – ¿Sí?

ALEX – Al menos, ahora tengo una excusa válida para no entregar mi guión mañana.

JOKER – Bueno, visto así…

ALEX – Diré que la computadora agarró fuego justo cuando ponía punto final a mi guión.

JOKER – ¿Y cree que le van a creer?

ALEX – ¿Es la verdad, no? Aparte es, que no había escrito nada. Pero habría podido haber escrito el guión completo, y el resultado final habría sido exactamente el mismo. ¿Cambia en algo, en el fondo?

JOKER – En nada, tiene razón. Lamentablemente, como usted sabe, la verdad misma no siempre es creíble.

ALEX – ¡Salvo si usted me hace un certificado!

JOKER – ¿Un certificado?

ALEX – Estilo certificado médico, pero para la computadora. Si es necesario, un certificado de defunción. Diré que mi guión estaba dentro y está todo perdido. ¡Ya sabe! Como esa gente que entrevistan delante de sus casas arruinadas después de un incendio o una inundación. No crea : para cobrar el seguro, no se limitan a declarar la pérdida de los bienes que SÍ tenían.

JOKER – ¿No cree que sería más fácil escribir el guión?

ALEX – Francamente, dadas las circunstancias, en este punto, aunque quisiera, no podría.

JOKER – ¿Sabe qué? Comienzo a preguntarme si usted no será del género veleidoso y procrastinador.

ALEX – ¿Usted es técnico o psicólogo?

JOKER – Para ser reparador, hay que ser psicólogo.

ALEX – Es una locura… Procrastinador… Creería oír a mi padre. Además, es increíble que usted se le parece. ¿Ya se lo dije?

JOKER – Sí.

ALEX – Excepcionalmente, este año, no nos veremos para Navidad. Mis padres tienen una tienda de juguetes. Usted seguramente piensa que ellos nunca podrían tomar vacaciones en Navidad. Pero se retiraron hace seis meses! Y para festejarlo, han decidido irse de viaje este año.

JOKER – La luna de miel que no pudieron disfrutar cuando se casaron, hace cuarenta años…

ALEX – ¿Cómo lo sabe?

JOKER – Lo he dicho por decir. Es que, hace cuarenta años, uno no se iba de luna de miel como hoy. Se conformaba con una comida en el restaurant del barrio y un fin de semana en la playa.

ALEX – ¿Usted es casado?

JOKER – Todavía no.

ALEX (observa su interlocutor) – En todo caso, espero no parecerme a mi padre cuando sea viejo.

JOKER – Con el tiempo, todos terminamos por parecernos a nuestros padres, y parecernos menos a nosotros mismos. Usted verá, llegado a cierta edad, viéndose en el espejo, ya no se reconocerá.

Alex toma un espejo y se ve.

ALEX – Es cierto lo que dice. Hay mañanas en que me veo antes de afeitarme, y no me identifico.

Alex de pronto se da cuenta que el técnico está justo detrás de él, y no aparece en el espejo.

ALEX – ¡Wow! ¡Esto es curioso!

JOKER (preocupado) – ¿Qué cosa?

Alex mueve el espejo para tratar de captar la imagen del otro, que parece esconderse.

ALEX – Acérquese para ver. No lo veo en el espejo.

JOKER – ¡Simple efecto óptico! ¡Además su espejo no es el de la madrastra de Blanca Nieves! Debiera pasarle un trapo de vez en cuando…

ALEX – ¡Es increíble! ¡Póngase acá, le digo!

JOKER – ¿Seguro está listo para hacer esto?

El otro acepta y finalmente se pone frente al espejo

ALEX – ¡Su reflejo no aparece delante del espejo!

JOKER – En efecto. Todavía no…

ALEX – ¿Todavía no?

JOKER – Por el momento sólo tú puedes verme. O… preverme.

ALEX – ¿Ahora nos tuteamos? ¿Preverlo? ¿Pero entonces, quién es usted?

JOKER – Yo soy… No me lo vas a creer.

ALEX – ¿Usted es el fantasma de mi padre? ¿Es eso? Ya me decía yo que había un aire de familia. ¿Papá, eres tú?

JOKER – Es más complicado…

ALEX – Ya me parece bastante complicado! ¿No? ¿Entonces qué? ¿Un amigo imaginario? ¿Una especie de ángel guardián?

JOKER – De hecho, tú serías mi padre. Después de todo, el niño de alguna forma, es el padre del adulto en que se convertirá. Y es responsable de su futuro, como un padre es responsable del futuro de su hijo.

ALEX – Bien. ¿Podríamos detener las adivinanzas ahora?

JOKER – Yo soy tú… en más viejo.

ALEX – ¿Yo?

JOKER – En quien te convertirás, si no cometes lo irreparable. Comprenderás que tengo todo el interés en disuadirte.

Alex se queda un instante detenido. Maquinalmente, saca un nuevo paquete de cigarrillos de un cajón, y se alista a encender uno.

ALEX (en un estado secundario) ¿Tiene fuego? Necesito absolutamente fumar..

JOKER (tose) – Si pudieras dejar de fumar. No tengo ganas de tener un cáncer de garganta. ¿Alguna vez miras las imágenes que hay sobre los paquetes de cigarrillos?

ALEX – Creo que también debiera dejar la coca. ¡Deliro! ¿Eso es? ¡Tengo un mal trip! Y usted está acá para… ¡Acá estoy! ¿Usted es médico y vino a sanarme?

JOKER – De cierta forma, sí. En todo caso estoy acá para ayudarte.

ALEX – ¿Pero es doctor o no? ¿Quién lo envía? ¿Médicos o Fantasmas sin Fronteras?

JOKER – De cierta manera, tú me has llamado. Tú querías tener derecho a un joker. Pues acá estoy…

ALEX – ¡No! ¡Espera! Cuando dije eso, pensaba más que nada, en un genio saliendo de una botella. ¡Hasta de una botella de whisky! No sé… ¡Superman o el Chapulín Colorado!

JOKER – Lo siento. Creo que ves demasiada tele. A tu edad, debieras saber que el Chapulín no existe en realidad.

ALEX – Yo en más viejo! Pero… ¿Cómo puede esto ayudarme? Estamos lejos de Superman, claro está… Entonces… así me veré en treinta años?

JOKER – ¡Si comenzaras a hacer ejercicio, tal vez estaría en mejor forma! ¡Y ni te digo de mi colesterol! Deberías probar alimentarte con algo más que papalinas y nutella. ¿Ya has oído hablar de la regla de cinco frutas y legumbres diarias?

ALEX – ¿Técnico informático? ¿Asi que voy a acabar técnico informatico? ¿Y quisieras que no tenga ganas de suicidarme con nutella?

JOKER – ¡Pero yo no necesariamente técnico informático!

ALEX – En vista del estado de mi computadora, me habría tranquilizado que lo fueras.

JOKER – Lo que soy, depende de ti, de veras. Todo lo que yo seré depende de ti, de hecho…

ALEX – Ya veo. ¿Y podrías adelantarme algo sobre mi jubilación para que pueda reconectar el gas?

JOKER – La jubilación… Si supieras…

ALEX – ¡Ah! ¡Porque tampoco tendré jubilación! ¡Creía que estabas acá para ayudarme! ¿Así es como quieres levantarme la moral?

JOKER – ¡Consuélate! Vine, un poco… ¡Como Jesucristo! ¡A traerte una buena nueva!

ALEX – ¿Jesucristo? ¿Buena nueva? ¡No sé si deba consolarme! En su época, todos los miembros de su club de fans fueron clavados a una cruz o comidos en circos, por leones. ¿Entonces, cuál es tu buena nueva?

JOKER – Envié una de tus obras de teatro a un productor y está interesado. Una nueva vida va a comenzar para ti. ¡Ya no más series taradas para la tele, como dices! ¡Vas a convertirte en un verdadero escritor!

ALEX – ¿Una obra? ¿Qué obra?

JOKER – Aquella que escribiste hace algunos años, y que nunca te atreviste a enviar a nadie. ¿Recuerdas?

ALEX – ¿Mi obra? ¡Pero si está también en la computadora! ¡La que no puedes reparar! ¿Recuerdas?

JOKER – Afortunadamente, encontré un back-up en diskette.

ALEX – ¿Diskette? ¿Y por qué no en un acetato de 78 revoluciones? ¿Dónde vamos a encontrar un lector de diskette?

JOKER – También encontré una impresión en papel reciclado, en un cajón de tu escritorio.

El abre un cajón y saca un documento.

ALEX – Los amantes del Lutecia… ¿Y esto le interesa a alguien?

JOKER – El teatro del Puente Viejo quiere montarla, con Justin Beaver y Selena Gómez en los papeles principales.

ALEX – ¿Los jóvenes actores? ¡Pero si es la historia de una pareja de viejos que decide suicidarse al mismo tiempo en la habitación de un gran hotel para evitar que alguno sobreviva al otro!

JOKER – Todavía no es seguro el elenco. Y ahora con el maquillaje y los efectos especiales, se hace milagros…

ALEX – ¿No estarás tomándome el pelo, por casualidad?

JOKER – Cruz de madera, cruz de hierro, si te miento, me muero.

ALEX – ¡Es increíble! Estás seguro que…

JOKER – ¡Están enrolladísimos!

ALEX – ¿Tanto como para firmarme un adelanto ahora mismo?

JOKER – Su único miedo es que otro teatro te haga una mejor oferta…

ALEX – ¡No! Mira, yo siempre pensé que mi obra merecía más que quedarse en el fondo de un cajón… Pero pensaba que el público todavía no estaba listo…

JOKER – Pues bien, ya ves. Los tiempos cambian… ¡Una nueva carrera inicia para ti, te lo aseguro!

ALEX – ¡Dramaturgo! ¡Como Shakespeare, o Casona! ¿Entonces yo también tendré derecho a mi página en Wikipedia? ¡Esto es genial!

Su celular suena y responde.

ALEX – Sí… No… No, no he escrito ese estúpido guión. ¡Ni siquiera he comenzado y no lo escribiré! Ya decidí que yo valía más que eso. No, no es usted quien me despide. ¡Yo renuncio! ¡Así es! Tírese de un puente y feliz Navidad.

Cuelga.

ALEX – Era mi productor. ¡Por Dios! ¡Qué bien me siento! Hace tiempo que tenía ganas de hacer esto…

JOKER – ¿Ah sí?

ALEX – Le pagaré el dinero que me adelantó con el adelanto de la obra.

JOKER – Claro.

ALEX – No soy un mercenario después de todo. Soy un autor!

JOKER – ¡Bravo! Pero…

ALEX – Usted me reprochaba ser un irremediable pesimista y nunca tomar decisiones, pues bien, retomo el control de mi vida.

JOKER – Sí, sí, claro…

El teléfono de Alex suena nuevamente.

ALEX – Sí? No. No, Fede, no iré a tu casa esta noche. Ni mañana por la noche, ni pasado. Escucha : he reflexionado largamente, y creo que no estamos hechos para vivir juntos, finalmente. ¿Me reprochabas nunca decidir nada? Pues bien, ahora está decidido. ¡Te dejo! Tengo una obra que escribir. ¡Yo! ¡Imagina! Y siento que mi talento va ser finalmente reconocido. Escucha, sin desear herirte, no estoy hecho para dormir en una cama de Ikea. Como dice Shakespeare : ¡Estoy hecho de lo que estan hechos los sueños, y el techo de mi cama de baldaquino, yo lo veo lleno de estrellas, no de telarañas! ¡Así es! Yo también. Buenas noches.

Guarda su celular.

ALEX – ¡Al fin! Sin jefe y sin mujer que me estén fastidiando. ¿No tengo razón?

JOKER – Sí, sí, claro… Todo va bien, evidentemente, pero debo aclararte algo.

ALEX – ¿Qué?

JOKER – Lo que acabo de decirte… La buena nueva…

ALEX – ¿Sí?

JOKER – Pues bien… todavía no es cierto… En fin, todavía no…

ALEX – ¿Todavía no? ¿Qué todavía no es verdad?

JOKER – Bien, esta obra de teatro que el productor ha aceptado… no la has enviado.

ALEX – ¿Qué? ¡Pero creí que tú la habías enviado!

JOKER – Sí, soy yo quien la envié… ¡Cuando tenía algunos años más que tú! Pero tú todavía no eres yo.

ALEX – Pero… ¡Usted está loco!

JOKER – Además, debes admitir que tu obra, tal como está, no la quisieron. Debo decirte que es muy deprimente. Debieras retomarla, pero sobre todo en el género de la comedia. Aún en treinta años, habrá crisis. Cuando la gente va al teatro, quiere divertirse.

ALEX – ¿Divertirse? ¡Voy a extrangularlo!

Alex lo toma por el cuello y comienza a apretar. El otro termina por soltarse y se le escapa, pasando al otro lado del escritorio.

JOKER – Vamos, vamos… Trata de ver las cosas positivamente…

ALEX – ¿Pero por qué? ¿Por qué me ha contado una mentira tan grande?

JOKER – ¡Para hacerte reaccionar! ¡Para sacudirte un poco!

ALEX – En ese caso, lo has logrado. ¿Qué piensas? ¿No tengo un aspecto completamente sacudido?

JOKER – Sentí que pasabas una mala racha. ¡Debes creer en ti, amigo!

ALEX – ¿Puedes evitar llamarme « amigo »?

JOKER – ¡Voy a ayudarte a tener confianza en ti!

ALEX – ¿Pero esto es una broma? ¿Ayudarme? Antes de que llegaras, todo iba bien en mi vida… ¡Bueno, casi! Ahora, no tengo trabajo ni novia… ¡Gracias por tu ayuda!

JOKER – Te recuerdo que te salvé del suicidio….

ALEX – ¡No era un revólver! Era un encendedor. ¡Ahora, sí que tengo buenas razones para suicidarme!

JOKER – ¡Vamos! No seas tan negativo…

ALEX – ¿Hay algún medio de hacerme el quite? Voy a llamar a mi productor. Y a mi novia. Podría decir que me habías hecho beber o tomar drogas. Que no estaba en mi estado normal.

JOKER – No estoy seguro de que vaya a funcionar…

ALEX – Gracias por tus ánimos, de veras… ¿Entonces, qué hago?

JOKER – Es cierto. Hay que ver la realidad de frente. Tu primera obra era nula, pero puedes escribir otra. ¡Una comedia! ¡La gente adora las comedias!

ALEX – ¡Una comedia! ¿Cómo quieres que escriba una comedia si gracias a ti sólo tengo ganas de tirarme bajo un tren?

JOKER – ¡Haz un esfuerzo, por Dios! Y acá entre nos, si pudieras mantener una novia más de seis meses… No tengo ganas de terminar mi vida solo… Ya sabes : pasados los cincuenta años, no se encuentra nadie nuevo… ¡O sí, en los entierros, las nietas del difunto!

ALEX – Te voy a matar…

JOKER – Lo que sería otra forma de suicidio.

Alex permanece un instante, destruido.

ALEX – Pues no sé. Si vienes del futuro, debes saber cosas que podrían financiarme hoy…

JOKER – ¿De qué tipo?

ALEX – Resultados de la lotería, los movimientos de la bolsa, la evolución de precios inmobiliarios… ¿No has traído el diario de mañana, de casualidad, con el número ganador del próximo Sorteo Millonario?

JOKER – ¡No! No vengo del futuro en ese sentido.

ALEX – ¿Hay varios sentidos de venir del futuro?

JOKER – Quiero decir, no es el viaje en el tiempo, tampoco. NO estamos en una película

ALEX – ¿Son bromas?

JOKER – ¿Cómo te explico? Soy una virtualidad. ¿Comprendes? Una virtualidad susceptible de cambiar a cada instante, en función de tus opciones presentes. Quiero decir… No hay que exagerar, tampoco… Yo no vengo de un futuro estable del que pudiéramos fiarnos…

ALEX – Entiendo.. Entonces, si comprendo bien… ¡Tú tampoco eres confiable! ¡No se puede contar contigo!

JOKER – ¿Me vas a hacer una escena? ¿Tú sí eres confiable?

ALEX

Está bien. Entonces… ¿Qué sugieres? Puesto que estás acá para ayudarme…

JOKER – No hay treinta y seis soluciones… ¿Sabes? Debes escribir esta obra.

ALEX – Qué obra?

JOKER – ¡La que aceptan montar en el Teatro del Puente Viejo!

ALEX – ¡Pero si estoy perdido! ¡Lo sabes! No soy capaz ni de escribir un episodio de serie para la tele… ¡No escribiré jamás una obra de teatro!

JOKER – No seas tan duro contigo.

ALEX – Lo dices sólo porque no deseas un final de vida miserable, solo, en un asilo para guionistas pobres. ¡Lo siento, pero no puedo hacer nada por ti, viejo inútil!

JOKER – ¡Eso no es muy amable! Soy más viejo que tú. Me debes respeto, sea como sea…

ALEX – Y luego, una obra de teatro, entre nos… ¿Quieres terminar como dramaturgo? Hoy en dia, un dramaturgo gana menos dinero que una obrera.

JOKER – No seas tan… ¡Terrenal! No sé… ¿No deseas pasar a la posteridad?

ALEX – ¡La posteridad! ¿Bromeas? ¡Cuando se habla de una obra de teatro en el periódico, ni siquiera se cita el nombre del autor!

JOKER – A mí si me gusta el teatro…

ALEX – Perfecto… Entonces escribe tú mismo esa puta obra de teatro. O mejor aún… ¡Escríbeme ya el guión que debo entregar mañana por la mañana! Eso me permitirá, por lo menos, rembolsar el dinero que ya me pagaron…

JOKER – ¿Y por qué no?

ALEX – Está bien. ¡Vé!

El joker se sienta a escribir.

JOKER – Te habría ayudado, pero… sin computadora, no es muy factible…

Alex abre un cajón y saca una libreta y un bolígrafo y se los tira sobre el escritorio.

ALEX – ¡Sólo tienes que hacerlo a la antigua! Con un bolígrafo y papel…

JOKER – ¡Claro! ¿Por qué no? Después de todo, Macbeth se escribió antes de Macintosh.

ALEX – ¡Súper!

JOKER – Ok, allí voy..

Comienza a reflexionar y trata de escribir, mientras Alex camina sin cesar…

JOKER – ¿Podrías parar de caminar? ¡No logro concentrarme!

ALEX – ¿Ya ves? ¡No es tan fácil! ¡Es un trabajo!

JOKER – Está bien. ¿Déjame cinco minutos, no?

ALEX – Muy bien, mientras espero, voy a fumar un cigarrillo, para cultivar tu cáncer…

Alex saca un cigarrillo sin encender, el Joker suspira.

JOKER – De acuerdo, no tengo idea, tampoco..

ALEX – ¡Estamos en la mierda, amigo! Debo 30000 Euros al Banco Solidario y ya no tengo trabajo.

JOKER – Creía que era el Banco de Crédito Mutuo?

ALEX – Sí, pero antes he dejado una cuenta pendiente allí. ¿Qué quieres? Tengo espíritu mutualista…

JOKER – Vamos… ¿Te las arreglarás?

ALEX – ¡Si no me las arreglo, tú tampoco! No es en el Banco Solidario que terminarás, sino en el Comedor Solidario…

Silencio.

JOKER – ¿Y si lo hacemos los dos? Yo sería… tu musa…

ALEX – ¿Hablas de una musa? ¡Una taltuza, talvez! Además, no tengo computadora. No escribo a mano. No estamos en la Edad Media. ¡No has sido capaz de reparármela!

JOKER – No soy un verdadero técnico informático.

ALEX – Muy bien, voy a probar repararla yo mismo, entonces… No debe ser tan complicado… Una vez mi cafetera eléctrica se arruinó, y logré darle una segunda vida…

Se acerca al aparato y comienza a repararlo.

JOKER – ¿Estás seguro de que sabes qué haces?

ALEX – ¿Dijiste que todavía tenía signos vitales, no?

JOKER – Lo dije por decir…

Alex coloca las manos sobre la superficie del aparato y de pronto se contorsiona como si fuera víctima de una electrocución.

ALEX – Evidentemente tenía razón. Todavía tiene signos vitales.

Alex cae fulminado.

JOKER – ¡Oh! ¡Dios mío! ¡No!

Se precipita sobre Alex para sacudirlo.

JOKER – ¡Si este bruto no se recupera, me muero!

Lo abofetea.

JOKER – ¡Despiértate!

El otro no se mueve. Le hace respiración de boca a boca. Alex se despierta horrorizado.

ALEX – ¡Eso sí que no! ¡Viejo perverso, narcisista!

JOKER – Podrías agradecerme, al menos. Acabo de salvar tu vida por segunda vez…

ALEX – Claro. Salvar TU vida, querrás decir…

Se estabilizan.

ALEX – Bueno. ¿Ahora, qué hacemos?

JOKER – Para comenzar, creo que debes olvidar la reparación.

ALEX – Tienes razón.

JOKER – ¿Y si te inscribes en una escuela de técnicos informáticos?

ALEX – Ah, sí. ¡Finalmente una buena idea! ¡Sobre todo cuando tenemos todo el tiempo! Dentro de seis meses o un año, debiera ser capaz de desmontar y montar esta máquina con los ojos cerrados…

JOKER – !Tú no, pero yo sí!

ALEX – ¿Perdón?

JOKER – Recuerda : soy tú en más viejo. Lo que soy depende de lo que tú haces. ¡Si te inscribes en esa formación hoy, yo sabré reparar esta computadora desde ya!

ALEX – Ah, sí. Es lógico. ¿Crees que puede funcionar?

JOKER – Debiera funcionar.

ALEX – Sí, pero te recuerdo que cuando esta computadora todavía funcionaba, yo ya estaba con problemas de inspiración. ¡Soy un autodidacta, amigo! ¡Peor! ¡Un impostor! Me han confiado un primer trabajo porque me acostaba con la secretaria de Joam Solo, y después todo se armó. ¡Pero no tengo ninguna formación! ¡Podría ser detenido en cualquier momento por ejercicio ilegal de escritura dramática!

JOKER – ¿Y si te inscribes también a una formación de guionista?

ALEX – ¿Perdón?

JOKER – Así yo me vuelvo guionista de verdad y puedo escribir este guión en tu lugar.

ALEX – Después de todo ¿donde estamos, qué arriesgamos?

JOKER – Lo ideal sería encontrar una formación combinada : guionista-informático… Para que pueda reparar la computadora…

ALEX – Tampoco hay que pedir demasiado…

Alex toma su celular y hace una búsqueda en Google.

ALEX – Conservatorio Americano de Escritura Televisual… Suena un poco estafa… ¿No?

El joker hace una mueca dubitativa.

JOKER – Tampoco tenemos tanto tiempo.

Alex marca el número.

ALEX – Aló. Sí, quisiera inscribirme en el… ¿Dos años? Sí, aun así… Ah, porque además hay un examen de selección… Sí, espero…

JOKER – ¿Examen de selección? Espero que no lo pierdas…

ALEX – Creía que tenías confianza en mi… ¿Sí? Ah… De acuerdo… Entonces, también hay una edad límite… Lamentablemente, creo haber pasado ya la fecha de caducidad… Gracias de todas formas…

Alex deja su celular.

JOKER – Debí haber venido antes de que fueras demasiado viejo… Me pregunto si no es demasiado tarde…

ALEX – ¡Hay que rendirse a la evidencia! Creo que nunca seré un gran guionista hollywoodense…

JOKER – Debe haber otras formaciones… Sólo hay que poner la barda menos alta…

Alex ve la pantalla de su celular.

ALEX – Joker Guión… Es una formación de doctor en guión en tres semanas…

JOKER – ¿Doctor en Guión?

ALEX – Doctor para Guión, si prefieres. Es un poco técnico informático, pero también arreglas guionistas con problemas de inspiración.

JOKER – En el punto en que estamos…

Alex marca el número.

ALEX – Aló. Sí. Sería para inscribirme en su próximo curso de formación de Script Doctoring… De acuerdo… Ok.. ¿Cuánto dice? Ah, de acuerdo. ¿Mi nombre? Alex Dumas. De acuerdo. Le envío el cheque por correo. Le agradezco. (Deja su celular) ¡Ya está! Estoy inscrito.

JOKER – ¿Pero?

ALEX – Cuesta ocho mil Euros…

JOKER – Creo que no he terminado de pagar tus deudas. Espero que sea una buena inversión, por lo menos…

ALEX – Eso te toca decírnoslo. ¿Tienes ideas ahora?

JOKER – No. Sólo es una formación de técnico guionista.

ALEX – ¿Podrías tratar de adaptar mi obra?

JOKER – Los Amantes del Lutecia?

ALEX – Tú querías que reescribiera esto en comedia. Podríamos tratar de hacer, de esto, un episodio de serie, para entregarlo mañana..

JOKER – ¿La historia de dos viejos que se suicidan?

ALEX – ¿Eres doctor en Guión, no?

JOKER – Espero que sea una buena formación… Deja ver, al menos…

Alex le pasa el documento.

ALEX – Toma…

JOKER – No sé. Imagina que los dos viejos no logran suicidarse varias veces. Puede ser chistoso.

ALEX

Mmm… Cómico de repetición… ¡Pero llegan a viejos suicidas! No está en el espíritu navideño…

JOKER – Siento que viene… Tengo una mejor idea… Después de haber absorbido una dosis de veneno mortal, se acuestan sobre la cama y ven la tele para pasar el tiempo esperando que el veneno haga efecto. Están pasando el sorteo de la lotería, y se enteran de que el número que han jugado sin éxito durante cuarenta años, resulta ganador de 300,000,000 de Euros.

ALEX – ¿Eso es divertido?

JOKER – Tienes razón. No va a ser muy evidente hacer de esto una comedia…

ALEX – ¿Sabes qué? Me pregunto si no nos timaron con esa formación de Doctor en Guión a 8000 Euros…

Un tiempo.

JOKER – Entonces, asumamos que es un drama y hagamos algo muy emotivo con un mensaje sobre la soledad de los viejos y su derecho de morir dignamente… Puede ser bello…

ALEX – Mmm… Yo… El drama… ¡Me deprime!

JOKER – Sí, pero es tal vez allí donde debieras cambiar… Aceptar que la vida es… ¡Completamente deprimente!

ALEX – Afortunadamente estás acá para levantarme la moral

El teléfono suena.

ALEX – Sí…Soy yo… ¡No! ¡No es posible! ¿Pero cuándo sucedió? Bien… Gracias por avisarme…

Alex deja el teléfono.

JOKER – ¿Qué pasa?

ALEX – Tenías razón, la vida es una tragedia. Mis padres acaban de morir en el hotel donde festejaban su segunda noche de bodas.

JOKER – ¿Muertos? Pero… ¿Cómo?

ALEX – Los encontraron a ambos acostados sobre la cama, con las manos agarradas, con la tele encendida. Él tenía un billete de lotería sobre la mesa de noche.

JOKER – Ah sí. Es el premio mayor…

Un tiempo.

JOKER – Te admito que también yo tengo dificultad para percibir la luz al final del túnel.

ALEX – Dios debe enviarnos una señal…

JOKER – Una razón para esperar…

Un tiempo.

ALEX – ¿Huele a azufre, no? Viene de la cocina…

JOKER – Tal vez es el signo que esperábamos…

Alex va a la cocina.

ALEX (desde la cocina) – Es un milagro. ¡Nos reconectaron el gas!

JOKER – Creo que Dios nos ha hecho comprender cuál era la solución.

El viejo desaparece, dejando su bonete de Joker sobre el escritorio. Alex regresa, no ve a nadie. Se queda estático. Black-out. Música.

Epílogo

Alex duerme sobre su computadora, como al principio. El teléfono suena. Responde.

ALEX (en un medio sueño) – ¿Sí? … ¿Quién?.. ¡No, no! Claro que sí. No. No dormía. Para nada… Yo… reflexionaba, justamente. Sí, yo sé: ya no es momento de reflexionar, pero quiero decir… Antes de las ocho, mañana. Como acordamos… Ya sé que se lo dije ayer, pero esta vez se lo prometo. La filmación comienza la semana entrante… yo sé… Y es difícil difundir un episodio especial de Navidad a principios de febrero… Comprendo su punto de vista… ¡No! Ya casi termino…Sólo me falta la última escena y… Pasaré la noche en blanco, si es necesario, pero tendrá el guión completo mañana en la mañana, sin falta. Tal vez incluso antes, si lo termino esta noche. Ok. Mañana en la mañana si prefiere. De acuerdo: si no, estoy despedido, ya sé… Gracias por llamarme. Creo que me ayudará. Hasta muy pronto entonces.

Guarda su celular.

ALEX – Por qué tengo la impresión de haber tenido ya esta conversación…

Llaman a la puerta.

ALEX – ¡Ay Dios! ¿Quién puede ser?

Va a abrir.

ALEX – ¿Papá? ¿Pero qué haces acá? ¿Creía que estabas muerto?

Alex regresa acompañado del hombre que actuaba como joker, pero vestido de una forma mucho más convencional, y llevando un gran paquete de regalo.

PAPÀ – Creo que no nos hemos visto en algún tiempo, pero aun así… Pasaba cerca y, como excepcionalmente no estaremos acá para Navidad, pensé en traerte un regalo.

ALEX – Ah sí… ¡Qué divertido! ¡Justamente pensaba en ti! En fin, a decir verdad, era un sueño…

PAPÀ – ¿Un sueño?

ALEX – O una pesadilla, no sé bien : tú estabas muerto y mamá también, pero tú venías a verme como técnico informático. Finalmente me daba cuenta de que el técnico era yo mismo, pero más viejo.

PAPÀ – Los sueños… Ya ves…

ALEX – Sí.. ¡Esto se ve pesado! ¿Lo puedo abrir ahora?

PAPÀ – ¡Claro que sí!

Alex desempaca el regalo.

ALEX – ¡Una computadora!

PAPÀ – Como me habías dicho que la tuya estaba en sus últimos días…

ALEX – ¡No pudiste ser más oportuno!

PAPÀ – Si te puede descomplicar, tanto mejor.

ALEX – ¿Me agrada verte, sabes? Porque en este momento tengo una pequeña crisis. Tengo la impresión que tendría que tomar decisiones importantes si quiero llegar a viejo pero no acabo por comenzar.

PAPÀ – ¿Qué quieres? Como dice tu madre, siempre has sido veleidoso y procrastinador. Pero… ¿Quieres que te dé un consejo?

ALEX – Conozco tu consejo! Me lo has dicho cien veces. Cuando tengas una decisión importante que tomar en la vida, pregúntate si el viejo que serás un día podrá decirte : estoy orgulloso de ti.

PAPÀ – Tal vez te equivocarás, pero al menos, lo habrás intentado.

ALEX – Sí, pero ahora, tengo la impresión de no tener cartas buenas en la mano.

PAPÀ – No todos tenemos derecho a un joker. Por el contrario, recuerda algo…

ALEX – Sólo tenemos derecho a una partida.

PAPÀ – Bien, te dejo trabajar.

ALEX – Te acompaño. Y dónde van, entonces, para su segunda luna de miel?

PAPÀ – Finalmente, en lugar de irnos una semana a la playa, vamos a pagarnos una noche en un gran hotel. Es idea de tu madre! Quiere regalarse una verdadera noche de bodas.

ALEX – En París.

PAPÀ – En el Lutecia.

ALEX – ¿Ah sí?

PAPÀ – Para terminar bellamente…

ALEX – ¿Terminar bellamente?

PAPÀ – Hablo de nuestra jubilación. ¿Estás seguro de que todo va bien?

ALEX – Sí, sí, sí, sí… Bien, bien. Buen viaje, entonces. Hasta luego, Papá. Dale un beso a Mamá de mi parte.

Alex regresa, un poco perturbado.

ALEX – Bien, creo que esta vez, debo comenzar…

Conecta su nueva computadora y se siente enfrente. El teléfono suena.

ALEX – ¿Sí? Sí, Fede. Escucha… No. Soy yo quien siente lo de hace rato, cuando me llamaste… Me dejé llevar… Tú no has llamado? Ah.. No, entonces debo haber soñado… En fin, era una pesadilla… Mi computadora se arruinó… Sería muy largo de explicártelo, pero creo que eso haría una buena obra de teatro… No, finalmente mi padre pasó y me ha regalado una nueva computadora. Sí, sí, allí va. ¿Ellos? Se van de viaje de bodas. Espero que todo vaya bien… ¿Qué piensas si escribo una obra de teatro? ¿Tú crees? ¿De veras? Ok… ¡Gracias por tus ánimos, en todo caso! Sí. Yo también. Besitos. ¡Ok! Te llamo.

Cuelga. Su mirada cae sobre la antigua computadora arruinada. Luego, sobre el bonete de Joker que toma en su mano, soñador.

ALEX – Bueno, entonces… cita en treinta años, mi viejo… Espero que estés orgulloso de mi…

Se pone a teclear sobre su nueva computadora. Al principio lentamente, luego más rápidamente.

Negro.

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Ella y El, Monologo Interactivo

Una comedia de Jean-Pierre Martinez

Un hombre y una mujer o varias parejas

La apasionante aventura de la vida en pareja… Ella y El nos propone un recorrido en clave de comedia, por diferentes escenas del amor actual : el primer encuentro, la noche de bodas, la convivencia en el hogar, los amigos, los vecinos, los hijos, el trabajo, el deseo, las frustraciones…


Aquellos textos los ofrece gratuitamente el autor para la lectura. Sin embargo cualquier representación pública, sea profesional o aficionada (incluso gratuita), debe ser autorizada por la Sociedad de Autores encargada de percibir los derechos del autor en el país de representación de la obra. 


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el EYE

Ella y El

Monólogo Interactivo

Entrada de los artistas

1 – Noche de bodas

2 – El tiempo de las cerezas

3 – Avería de tele

4 – Cuarentena

5 – Definición del amor (por lo que no es)

6 – y Reencuentro

7 – ¿Carpaccio o Bacon?

8 – Desaparición

9 – El mundo del deporte

10 – ¿A dónde va uno cuando ha muerto?

11 – La temporada de lluvias

12 – Carnicería

13 – Un par de viejos

14 – Pesadilla

15 – Los muebles

Salida de emergencia

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